Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Latidos silenciosos por urahara

[Reviews - 82]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, les dejel capítulo de hoy. Nuevamente no pude editar los capítulos como quería, pero estas dos semanas las tengo llenas de pruebas y trabajos, así que seguramente la próxima semana publique un capítulo corto o medio capítulo, pero no dejare de actualizar, se los juro.
También quería aprovechar de agradecer a todas las lindas personas que me han dejado bellos reviews, me animan mucho. Les agradezco.

Veía la escena con el corazón hecho un puño, incapaz de reaccionar a los sucesos a mi alrededor. Mateo intentando, sin éxito, esconder su sonrojado rostro a causa del llanto, con las mangas de su chaqueta. Nunca me acostumbraría a verlo llorar, ver esos pequeños ojos azules, derramando lagrimas silenciosas era demasiado para mi estúpido y sensible corazón.
Luche con todas mis fuerzas con las voces que me gritaban que lo abrasase, que estrujara contra mi cuerpo a ese pequeño y lo acunara entre mis brazos; pero sin su perdón, y después de todos los males que le había causado, no me creía digno de hacerlo, por lo que solo me levante de mi asiento y frente a él, presione fuertemente su hombro, sin lastimarlo, y al ver que seguía tratando de contener el llanto, subí mi mano hacia sus oscuros rizos y los acaricie con lentitud, con una lentitud similar a la adoración, y entonces hipando y limpiándose por última vez las lagrimas, dejo por fin de llorar.
-Mateo, no tienes por qué darme las gracias- y entonces me miro, simplemente me miro y nada más, y esos profundos ojos azules penetraron mi alma, como ya otras veces lo habían hecho.
-Gabriel- dijo al fin, sin mover ni un milímetro su mirada- otra vez te necesito, -de más está decir que escucharlo decir “te necesito” casi me provoca un ataque, pero no lo dijo con la intención que yo hubiera deseado-¿puedes ayudarme?-
-con cualquier cosa- dije sin dudarlo.
-¿Ya leíste esto?-dijo señalando los papeles de la beca. Su actitud aun era reservada, desconfiada, casi aburrida, como si, a pesar de que no quería nada conmigo, debía hablarme por su propio beneficio y el de su futuro, me sentí usado y dolido, pero, ¿qué más podía hacer sino ayudarlo? Era justo después de lo que le había causando.
-sí- respondí.
-¿también las condiciones?
-sí-
-¿me ayudaras?-dijo y vi el miedo reflejado en su rostro, pero también vi el valor con el que enfrentaba esta nueva adversidad.
-por supuesto- dije con una seguridad que nunca antes había tenido. Y como leyéndonos las mentes mutuamente hicimos un contrato con la mirada: conseguir esa beca. Con una mirada supe lo que pensaba, con una mirada supe lo que sentía, con una mirada pude percibir sus miedos. Por primera vez Mateo Peralta no fue una pregunta que responder, ni un problema que resolver. En ese momento quien estaba frente a mí no era nada más que Mateo: mi ángel.
Nos encontrábamos en mi salón uno al lado del otro, y Mateo aun con esa actitud distante, y defensiva de vez en cuando se removía incomodo en su asiento mientras yo leía las condiciones de postulación a la beca, pero no podía quitar los ojos de una de ellas en especifico, la razón del miedo de Mateo, incluso la razón de mi propio miedo:
“El estudiante postulado debe mantener calificaciones más altas o iguales que el promedio general del grado al que pertenece, en todas las asignaturas”
“eso incluye matemáticas…” pensé angustiado, y sabía que quien estaba sentado a mi lado, también pensaba lo mismo.
-¿Qué haremos?- me pregunto, rompiendo el silencio que hace varios minutos se había alojado en la habitación que a esas horas de la tarde comenzaba a oscurecerse. Su voz hacia evidente su angustia.
-sé que puedes subir tus notas, eres muy inteligente- le dedique un sonrisa de consuelo.
-pero…-
-…matemáticas- termine su oración- yo te enseñare.-Él me dedico una mirada de duda.
-no te ofendas, pero eres profesor de religión, no de matemáticas- obviamente ese “no te ofendas” no sirvió de nada porque lo que dijo me llego al orgullo.
Me levante inmediatamente del escritorio y rebusque por mis cajones hasta encontrar mi preciado libro de matemáticas y lo dejé con algo de brusquedad frente a Mateo para que lo leyera. Este con un gesto aburrido lo tomo, y mientras lo ojeaba, yo veía como sus ojos se agrandaban, viendo con sorpresa el libro lleno de ejercicios algebraicos y geométricos resueltos por mí, y cuando levanto la cabeza impresionado, por primera vez, tuve el privilegio de mirarlo con superioridad.
-yo te enseñare- repetí con firmeza, y el solo asintió, supongo que sintiéndose avergonzado de su actitud. Lo delataba su sonrojo.
-lo siento- dijo agachando la cabeza. La tensión del ambiente se podía cortar con tijeras desde que habíamos caminado silenciosamente hacia mi salón, y se tensó aun más después de eso. No quería que siguiéramos así, me dolía, me costaba ver esos ojos sin su brillo de zafiro. Y entonces me di cuenta de algo, cuando me disculpe él nunca me respondió. “aun no estoy perdonado” pensé.
-Mateo, no te disculpes ¿tú me perdonas?- él me miro uno segundos por el brusco cambio de tema, pero luego agacho la cabeza y dijo:
-no, aun no- y eso bastó para terminar de hundirme.
-empezaremos mañana con las clases- dije en un tono frío, cambiando de tema - adiós, buenas noches señor Peralta- me retire de la sala. Al final no me había perdonado y la culpa me pesaba cada vez más. "Creí que podíamos solucionar las cosas, pero ya veo que una vez que las cosas pasan, no se puede volver atrás".
Necesitaba consuelo y consejos, a alguien que me ayudara, pero ¿quién? Si no había nadie a quien le pueda decir todo lo que en ese momento sentía; y entonces la única opción que encontré fue decírselo a quien le había jurado mi vida: Dios. Y recordé lo que había escrito Mateo en la última prueba “Dios sólo existe para las personas que necesitan pensar que son amados”, trate de borrar eso de mi mente.
La noche ya había llegado, por lo que ir caminando a la iglesia no me pareció una bueno opción, entonces me dirigí a la pequeña capilla* del instituto, donde de vez en cuando se celebraban pequeñas ceremonias de grupos reducidos.
Llegue a el viejo recinto y a tientas, ya que el lugar formaba parte de la sección del instituto que aun no había sido remodelada por lo que no tenia electricidad. Busque donde poder arrodillarme mirando fijamente la única luz roja* en la habitación, la luz de Jesús, y rogué que esa luz me guiara en la oscuridad en la que me ahogaba últimamente.
Ahí me encontraba yo, arrodillado a los pies del altar, mientras en mi cabeza los pensamientos, las oraciones y las plegarias se mezclaban, esa molesta voz en mi cabeza se empeñaba en recriminarme que todo lo estaba haciendo mal y otra más comenzaba a incitarme a salir a fumar. Cuando el chirrido de la pesada puerta abriéndose me interrumpió.
-¿aló?- se escucho una voz conocida, la voz de Mateo y su silueta se vislumbró por un momento hasta que cerró la puerta tras de él y la habitación quedo nuevamente en penumbras. Yo no hable, enmudecí de momento.
El solo camino, hasta sentarse peligrosamente cerca de mí, y susurro muy bajito “que idiotez estoy haciendo”.
-he pecado- fue lo que dijo “¿iba a confesarse? ¿Mateo confesándose? Eso es raro”
Y entonces sin pensarlo muy bien, más por costumbre que por otra cosa, dije:
-Ave María Purísima- con la voz distorsionada, intentando que no la reconociera. Mateo se sorprendió, y dejo salir una exhalación de sorpresa.
-¿Padre, es usted?- preguntó.
-sí- dije, sabiendo que él no podría saber cuál de todos los sacerdotes del instituto era, e insistí- Ave María purísima- quise escuchar lo que tenía que decir. Era esa extraña curiosidad que siempre me provocaba Mateo.
-sin pecado concebida- respondió finalmente- Padre, creo que he juzgado mal a un buen hombre.
-¿Quién es este hombre?- dije curioso y consiente que no debería preguntar.
-no sé muy bien cómo explicarlo- dijo algo nervioso, seguramente hace mucho que no se encontraba en esa situación- pero es un buen hombre, me hizo sentir que valía algo, a pesar de lo cabezota que soy él me ayudo cuando lo necesitaba, me tuvo paciencia y no supe apreciarlo en su momento; pero hizo algo… algo horrible- casi pude sentir como se creaba un nudo en su garganta- y yo no pude perdonarlo, sé que solo fue un error, pero no podría soportarlo si lo llega a hacer de nuevo, así que no quise confiar más en él. Le hice daño para evitar ser herido nuevamente; pero siento que me equivoque, que él no me lastimaría, que de verdad esta arrepentido de lo que hizo. Fui un idiota con él-
-¿y estas arrepentido?-
-prácticamente me arrepentí en el momento en el que salió por esa puerta,- dijo- quisiera recompensarlo de alguna forma.
-¿y ahora estas dispuesto a confiar en él? –pregunté, sabiendo a quien se refería, obviamente se refería a mí.
-sí- afirmo sin pensar.
-entonces vete en paz y recompensa a ese buen hombre, y recuerda lo que me has dicho: confía en él- dije y en la oscuridad de la capilla, festeje internamente por sentirme querido.
Mateo se levanto y camino despacio hacía donde yo estaba. Con cuidado de no tropezar, me levante y trate de retroceder antes de que llegara a mí, pero él me llamo:
-Gabriel- yo me estremecí por su voz tan seria “mierda, me descubrió” pensé.
Me voltee sin pronunciar palabra, meditando como trataría de arreglar las cosas ahora, pero ya me veía vencido nuevamente.
-Gabi- escuche nuevamente decir a mi alumno, en un tono más dulce.
“Gabi” esa palabra hizo eco en el templo, ¿o solo fue en mi mente?
Escuche sus pasos creciendo a medida que se acercaba. No sabía si estaba enojado, así que cuando estaba a unos centímetros de mí, dije:
-lo siento- Mateo dio otro paso más al frente y tomo mi hombro como yo lo había hecho aquella mañana.
- te perdono-dijo- por todo- y me abrazo, fue la primera vez que me abrazó, por su cuenta, sin que yo tuviera que hacerlo primero.- sigues en el nivel -10 – me susurro al oído entre risas y yo inevitablemente me estremecí, y lo abrace con más fuerza, rosando la desesperación, desahogando todo el cariño que tenía la necesidad de entregarle a mi pequeño ángel.
-gracias- fue lo único que le dije después.

Notas finales:

*1: Capilla: Lugar reservado al culto religioso, generalmente con altar, en un hospital, palacio, cárcel, colegio, etc.
*2: luz roja: sagrario, simboliza la presencia de Jesús.

Espero les haya gustado, aunque es un poco corto, pero es que tuve muchos problemas con él, lo reescribí unas 3 veces antes de publicarlo, u aun no estoy segura si está del todo bien, así que si quieren me haría feliz saber su opinión.
Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer esto, que significa tanto para mí, los adoro.
Hasta el próximo sábado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).