—¡Hora del almuerzo! — Cantó la dulce enfermera al entrar a la habitación del rubio.— Conseguí que te dieran algo mejor que lo de esta mañana.
Syo miró a Cordelia y le dedicó una sonrisa, agradeciéndole la comida y el esfuerzo que hacía para cuidar de él. La mesa con la bandeja fue colocada encima de sus piernas con cuidado. Syo inspeccionó la comida, debía asegurarse de que era comestible.
—Gracias, Cordelia — Extendió su mano buscando la de la chica y le dió un suave apretón.
La enfermera sonrió y regresó el apretón de la misma manera —¿Quieres que te haga compañía mientras comes? — Syo asintió, rompió el agarre para comenzar a comer lo que parecía ser un poco de sopa con carne y algo verde que no lograba identificar bien.
A Syo le agradaba la chica, era muy buena y siempre que podía estaba con él. Si no fuera por ella, está seguro de que la estancia en el hospital sería una muerte lente. La conocía desde hace algunos años y desde la primera noche supo que sería alguien en quien podría confíar ciegamente.
—Y dime, Syo ¿Cómo va todo con Natsuki? — El tono juguetón con el que fue disparada la pregunta fue suficiente para hacer sonrojar al rubio, y un poco, hacerlo atragantarse con su comida.
—¿Si te dije que nos casaremos, no? — La cara de sorpresa de la enfermera resultó ser una respuesta inesperada. ¿Cómo podría olvidarse de contarselo? Extendió su mano, mostrando un sencillo anillo de compromiso en su dedo anular.
Miró el anillo con asombro y emoción en sus ojos, era muy lindo, sin duda Natsuki se había tomado el tiempo para escoger el anillo perfecto para Syo. Estaba muy feliz por ambos.
—¿Hace cuánto que estás comprometidos? ¡No me dijiste!
Hizo un breve análisis, contando los meses que habían pasado, no estaba muy seguro.
—Hace como ... diez meses... casi un año...
—¿No estás ni seguro? Syo-chan...—Cordelia lo regañó ligeramente.— Cómo sea ¡Dime, cómo te lo pidió! ¿Fue algo muy formal, sencillo, no tan formal ni sencillo? ¿Hubo fuegos artificiales, música...?
Las preguntas comenzaron a abrumar a Syo y a hacerlo sonrojar de nuevo, pues empezaba a recordar cómo había sido y ninguna cosa mencionada había estado presente... fue algo realmente inesperado y un tanto...
—B-bueno, verás... fue después d-de...
—¡Syo-chan, estás nervioso!
—¡No! Es s-sólo que... — su voz fue bajando y llego a ser casi un susurro— Tuvimos... un encuentro y... después de eso me dijo que quería casarse conmigo y yo dije: ¿por qué no? Hagamoslo. . . Y tiempo después me dio el anillo en una cita.
Cordelia estaba sin palabras ante la casualidad de la proposición. Quién diría que Natsuki lo pediría después de tener sexo. Esa era su mayor duda al momento. Sin duda, estaba perpleja.
Su garganta le dolía, la sentía destruida. Aunque llevara ya bastante tiempo vomitando, pareciera que no iría a terminar jamás. Ya había pedido pastillas, pero parecían no ser suficiente. Había pedido más hace unos minutos pero se las negaron.
Natsuki sólo lo veía con angustía en su rostro mientras le ayudaba a mantener su cabello apartado de su rostro. Los jadeos del rubio le hacían querer abrazarlo y protegerlo del dolor por el que estaba pasando.
Finalmente, después de unos cuantos minutos más, las nauseas cesaron y consigo el vómito. Después de limpiarse el rostro se recostó en su cama, estaba demasiado cansado y los ojos le pesaban, sólo quería dormir por un rato.
—Natsuki...—Con una casi inaudible voz llamó a su prometido.
El hombre se acercó a la cama y se sentó en la orilla, quería ser capaz de escucharlo completamente. Le tomó de la mano, depositando un beso en ella.
—¿Qué pasa, Syo-chan?
Syo ahogó un gemido de dolor y sin poderlo controlar las lágrimas comenzaron a caer.
—Quiero i-irme a casa...m-me duele...
El corazón de Natsuki se encogió, no podía verlo así. Él también quería llevárselo a casa y cuidar de él ahi pero no podía hacerlo, lamentablemente, no podía. Lo acercó a él y lo envolvió en un cálido abrazo, le besó las mejillas y comenzó a acariciar su cabello.
—Syo-chan, aún no podemos irnos a casa.—Un nudo en la garganta se comenzaba a formar, el llanto de Syo se intensificaba cada vez más.— Eres muy fuerte...sé que puedes aguantar un poco más.
Syo sólo se hundía más contra el pecho de Natsuki, tratando de apagar su llanto.
Terminó por quedarse dormido sobre Natsuki, las horas de visita habían terminado y él tenía que retirarse cuanto antes. Lo recostó en su cama, como una despedida le dejó un beso en la frente.
—Hey, perdón por lo del otro día.— Dijo Syo jugando con los mechones dorados del mayor. Este día estaba de buen humor.
—¿De qué hablas, Syo-chan? — Preguntó un tanto confundido.
—Me he estado comportanto muy poco hombre, llorando aqui y allá.—Admitió con un sonrojo en su rostro, estaba apenado.— No es el tipo de esposo que quieres, ¿verdad? — Preguntó y besó la punta de su nariz con una sonrisa.
Natsuki le sonrió y regresó el gesto pero en sus labios.
—El tipo de esposo que quiero es Syo-chan — Besó sus labios rápidamente — y sólo Syo-chan.
Sonrojado, le dio una pequeña palmada en la cabeza — Eres un tonto. — Rodeó su cuello con su brazos atrayéndolo hacia él, sus frentes tocándose levemente. — Ya quiero casarme contigo...
—Yo también, Syo-chan...