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Dame tu amor y otra oportunidad por Majo Walles

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Cumpleaños

 

 

-Esto es ridículo.

Sesshomaru miraba a su marido, mientras éste hacía reír a Naru-chan e Inu-chan.

-Oh vamos, sé que en el fondo, muy, muy en el fondo, te parece sumamente emocionante.

-Oh, sí.

Sesshomaru miró a su alrededor. La sala de la casa estaba decorada con globos de diferentes colores, guirnaldas en forma de animales y demás decoración de un insufrible mal gusto para la gente que no gustaba de los diferentes tonos del arco iris. La mesa, otra de las cosas exageradamente decorada, estaba repleta de dulces, sombreritos y trompetitas, todas aquellas cosas que se utilizaban en un cumpleaños de niños.

Minato había alegado que sus hijos debían tener el mejor cumpleaños, al ser el primero. Había invitado a la totalidad de niños de la edad de los mocosos y se había esmerado en que la casa pareciera una pocilga multicolor.

-Vamos -le dijo abrazándolo por la cintura-. Hagamos esto por los niños.

-Ellos no tienen idea de lo que haces -realmente estaba molesto por tener que soportar a tanta gente a su alrededor-. No quiero la casa llena de mocosos chillones.

-Oh, no te preocupes, amor -besó sus labios y luego se separó al sentir como llamaban en la entrada-. Ya llegaron.

Sesshomaru bufó molesto. Lo único que quería es que empezara luego, para que terminara igual de pronto.

Minato en cambio parecía el mismo cumpleañero. Caminó con entusiasmo a abrir la puerta.

-Tzume-san. Me alegro que hayas podido asistir con tus hijos.

-Gracias por la invitación, Hokage-sama -la mujer le entregó dos paquetes de regalo y pasó con su hijo en brazos- ¿Dónde están los bebés?

-Oh, sí, claro -dijo el rubio cerrando la puerta -, ellos están en el corral.

Los llevó a la sala donde había puesto un corral de madera cuadrado, de dos metros cuadrados.

Tzume dejó a su hijo en el lugar y a su hija mayor para que los cuidara.

-Hola, niños -saludó a los dos bebés que miraban curiosos al otro niño-, este es mi hijo Kiba y mi hija Hana.

Dejo al bebé ahí y se dirigió a donde se encontraba el otro “padre” de los niños.

-Buenas tardes, Sesshomaru-san -saludó la mujer con educación.

-Buenas tardes.

Simplemente no le puso mayor atención a la mujer, ya que estaba más pendientes de que el mocoso extraño no le hiciera nada a Inuyasha o a Naruto. Minato negó con la cabeza y fue a la  puerta donde estaban dos mujeres con sus hijos.

-Choza -saludó al hombre que traía a su hijo de la mano mientras en la otra traía un paquete de papas-, Shikaku, Yoshino -saludó al matrimonio Nara que traía a su hijo a la fiesta de cumpleaños de los “hijos” del Hokage-, pasen por favor.

Como antes lo había hecho Tzume, dejaron a Choji y Shikamaru en el corral junto a Naruto, Inuyasha y Kiba. Poco a poco fueron llegando los demás invitados. Hinata Hyuuga y Neji Hyuuga asistieron en compañía de Hizashi, el padre de Neji. La pequeña Sakura fue traída por Inoichi el padre de la pequeña Ino y que se había ofrecido para ir por la niña. La fiesta de cumpleaños fue mas bien un momento en que los padres  de los niños se dedicaron a conversar y hacer planes de batallas. Sesshomaru estaba que no lo calentaba ni el sol. No quería y no toleraba que tanto mocoso estuviera cerca de Inuyasha y Naruto, pero no hizo nada. No por que temiera algo, pero no quería poner en aprietos el pacto que formó su marido con a mayoría de los asistentes a la fiesta.

-¡Oh, mi queridísimo alumno!

Jiraiya llegó como siempre, creando escándalos al por mayor.

-Jiraiya-sensei, me alegro que haya podido venir.

-No me perdería para nada el cumpleaños de tus hijos.

Se acercó al corral donde llamó la atención de todos los bebés por su estrafalaria vestimenta.

-Bien -dijo agachándose y llamando a los bebés, que al haber tenido anterior contacto con el anciano, no le temían en lo más mínimo-, les traigo un regalo.

Extendió una cadena a cada uno y se las colocó en el cuello.

-Naruto, Inuyasha -Los tomó en brazos y les mostró el colgante que los bebé trataron de llevar a su boca, pero el largo no les dio y terminaron por soltarlo-, este colgante los protegerá y llevará a sus padres cuando tengan algún problema, por lo menos hasta que se conviertan en shinobi.

El colgante de Naruto tenía la pequeña imagen de un zorro, mientras que el de Inuyasha era un perro con una luna. Ambos eran de oro y hermosos.

-Jiraiya-sensei -le llamó emocionado.

-No digas nada Minato, eres mi alumno y por ser Hokage tus hijos requerirán protección. Este invocará a uno de ustedes si es que les llega a pasar algo, sólo lo deben activar dejando caer unas gotas de sangre en cada uno y tiene que ser la de ambos, para que los pueda invocar a los dos.

-Gracias.

Todos miraron a Sesshomaru, que no les quitaba la vista de encima a los bebés. Realmente parecía que lo más importante para el joven era la seguridad de los niños. Minato sintió como alguien llamaba a la puerta y fue a abrir.

-Mikoto-san -saludó educadamente y la instó a pasar a la casa.

La mujer saludó educadamente a los presentes y llevó a su hijo al corral donde se encontraban los demás niños.

-Feliz cumpleaños, niños -les dijo con una dulce voz-. Estos son mis hijos -les presentó al bebé que estaba en sus brazos, al cual dejó en el suelo-, él es Sasuke -les presentó y luego puso sus manos sobre los hombros del niño de siete año que estaba parado a su lado- y él es Itachi.

Luego de las presentaciones los niños se quedaron solos en el corral, mientras Itachi y Hana los vigilaban.

La muchachita se mostró interesada en el niño mayor de los Uchiha, pero sólo lo miraba de reojo y se sonrojaba al ser descubierta.

Itachi en cambio, no le quitaba los ojos de encima a su hermano y seguía cada uno de los movimientos de los niños que estaban alrededor. Fue en ese momento vio algo que le extraño. Uno de los cumpleañeros había descuidado el gorro que traía puesto y algo llamó su atención. Una oreja de animal. Se acercó con cuidado al bebé y comprobó que debajo del gorro tenía dos pequeñas orejitas que  se asimilaban  las de un cachorrito. Luego de eso le puso bien el gorro y se alejó, sin apartar mucho la vista del menor.

-¿Algún problema?

Una voz grave lo asustó por un segundo, pero no lo demostró. Se giró a ver quien le habló y según recordaba de lo dicho por su madre, debía de tratarse del papá de los bebés.

-Tiene orejitas.

-Sí -Sesshomaru miraba atentamente al niño y no se fijó que todos los demás hacían lo mismo- ¿Tienes algún problema con eso?

El menor lo miró y luego volteó a ver al bebé que lo había quedado mirando luego de que arreglara su gorrito.

-No -dijo mirándolo de nuevo-, son bonitas.

Minato sonrió. Había visto cuando Itachi se acercó a Inuyasha y se asustó un poco de lo que fuera a decir el menor, pero en ningún momento se esperó que el mayor de los herederos de la cabeza de los Uchiha, fuera a decir que las orejitas de su hijo eran bonitas.

-¿Itachi, te puedo pedir un favor? -Le preguntó el Hokage y vio como el menor asentía-. Me gustaría que no le contaras a nadie sobre las orejitas de Inuyasha.

-¿Por qué?

-Por que la gente a veces no sabe juzgar y cree que sólo esta bien cuando alguien es como ellos, por lo que no me gustaría que alguien le hiciera daño a mi bebé.

Itachi miró a su líder y analizó lo que le había dicho.

-Está bien -dijo seguro-. Yo lo cuidaré para que nadie le haga daño.

Mikoto sonrió ante las palabras de su hijo. Parecía ser que  alguien más compartiría los cuidados de Itachi, aparte de Sasuke.

 

 

 Continuará...


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