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Dame tu amor y otra oportunidad por Majo Walles

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¿Qué tienes ahí, papá?

 

 

Sesshomaru veía con fastidio como su esposo y sus hijos andaban de un lado para el otro. Acarreando cajas y demás cosas que su esposo creía necesario para lo que pasaría dentro de unos meses. Se giró para ver por la ventana y ver como los pájaros volaban sin problema, el cielo se veía despejado y uno que otro ninja corría por el tejado. El ambiente le daba asco, repugnancia, despego, aversión y cualquier cosa que no significara alegría y regocijo en ese momento. La razón radicaba hace seis meses atrás.

 

 

Sesshomaru estaba reaccionando de a poco. Nunca en su vida había perdido el sentido, ni siquiera luego de haberse envuelto en un enfrentamiento.

-Se-chan… responde, amor.

La voz preocupada de Minato lo fue haciendo reaccionar lentamente. No entendía aun donde estaba, hasta que los recuerdos de lo que había hecho minutos antes de desmayarse llegaron a su mente.

-Los mocosos… ¿Dónde están?

-Los niños están bien, no te preocupes y quédate quieto.

-¿Qué fue lo que pasó? -Le preguntó incorporándose un poco y reconociendo se habitación, por lo que no tuvo que preguntar donde se encontrar- ¿Quién me trajo?

-Fue Itachi-san – vio que su esposo enarcaba una ceja y sabía muy bien por que-. Cuando te desmayaste, los chicos se desesperaron y fue Inu-chan quien me fue a buscar, pero en el camino se encontró con Itachi y le pidió ayuda.

-Así que su imán personal andaba cerca -dijo con voz fastidiada-. Ése mocoso ronda demasiado a Inuyasha.

-Es verdad, pero creo que si los alejamos sólo un poco más de lo que ya están, causaría desastres en las vidas de ambos.

-Tiene 10 años.

-Casi 11 y esta apunto de entrar a la academia de ninjas, por lo que tampoco es… demasiado pequeño.

-El Uchiha tiene 16, creo recordar bastante bien las diferencias de edades de los humanos.

-Si, bien -le dijo nervios -, no es como si tu fueras realmente un muchachito de 25 años, como aparentas.

-Nunca he negado que tengo más de 700 años, Minato. Pero la diferencia es que yo soy un demonio, yo NO moriré y por eso tengo esta apariencia.

-Y no te reclamo por eso, amor. Sabes cuanto me encanta el que seas tan inocente como aparentas.

-¿Inocente? No creo que esa sea una buena palabra para describirme.

-Bien, pues para mi sí.

Sintieron que golpeaban a la puerta y Minato se paró de al lado de su esposo, para poder ir a abrir la puerta, pero Sesshomaru lo sostuvo del brazo.

-¿Quién es? -Le preguntó con seriad. Sabía que los niños no eran; ellos simplemente entraban.

-Llamé a Rin para que te revisara.

-Esa chiquilla no me va a tocar ni un pelo.

Minato suspiró con fastidio. Tenía claro que algo así pasaría, por lo que recurrió a su mejor arma en esos momentos.

-Los chicos estaban muy preocupados por ti, Se-chan y no quiero preocuparlos más de lo que ya están -vio que su esposo lo dejaba de ver a los ojos. Mencionar a los niños siempre funcionaba-. Sólo quiero descartar cualquier cosa grave, nunca te habíamos visto enfermo…

-Por que yo no me enfermo, idiota.

-Vez, tú mismo me das la razón. Nunca te has enfermado, pero ahora te desvaneciste en medio de la calle -se acercó y lo besó en los labios -sólo déjanos estar más tranquilos con respecto a esto.

-Bien -le dijo desviando el rostro-, pero sólo me revisar un poco.

-Claro que sí, mi amor -le dijo sonriendo y besándolo nuevamente -, sólo un vistazo.

Se dirigió a la puerta y tras ella se encontraba una furiosa Rin. Minato sólo sonrió y la dejó entrar. Ella ya debería saber como era el carácter del esposo de su sensei.

-Buenas tardes, Sesshomaru-sama -la chica ni siquiera esperó a que el hombre respondiera a su saludo. Nunca lo hacía tampoco. No era grosero con ella, pero nunca contestaba a viva voz el saludo de nadie-. Por favor, deje que revise su pulso.

La chica dedicó casi una hora a revisarlo y hacerle todo tipo de análisis, muy a la molestia del “enfermo” que lo único que codiciaba es que lo dejara en paz.

-Me retiro, Hokage-sama, Sesshomaru-sama -se despidió de ambos--, en cuanto estén listos los resultados de los análisis les informaré.

Los hombres se quedaron solos y Minato se dedicó a “molestar” a su esposo repartiendo besos por su cara y todo lo que quedara de piel a la vista.

-No te preocupes, mi vida -le dijo el rubio -, ya veras como los exámenes saldrán buenos.

-No me importa mucho, pero no creo que salga algo bueno de todo esto -le dijo sintiéndose extraño-. Tenía fiebre, Minato, algo que obviamente no tenemos los demonios.

-¡Oh, vamos! -Le dijo besándolo en la boca- No te pongas dramático, mi sol.

-¿Podrías dejar de llamarme de manera tan vergonzosa?

-Sólo si me besas -le dijo acercando su cara-. Sólo será un besito.

-Entonces sigue, no pienso besarte, no puedes obli…

Sesshomaru se vio callado por el besó arrollador de Minato. Ya no podía hacer más que responder a esos besos.

 

Pasaron dos días, en los que Minato y los niños no se despegaban del lado de Sesshomaru, muy a la desesperación de este, ya que no soportaba tantas atenciones en su persona.

-¡Hokage-sama!

La voz angustiada de Rin llamó la atención de los cuatro que estaban en la sala.

Minato fue el primero en reaccionar y rápidamente les hizo unas señas a los niños para que se fueran a sus habitaciones.

-Ahora sí, Rin -le dijo haciéndola sentarse- ¿Qué fue lo que pasó?

-Es sobre los exámenes que le practiqué a Sesshomaru-sama -le dijo nerviosa por lo que estaba apunto de decir-. No se como, no me lo explico y sólo Sesshomaru-sama puede tener la respuesta.

-Deja de dar vueltas, mocosa -le dijo Sesshomaru, arto de los rodeos de Rin- ¿Qué demonios se supone que tengo?

-Lo lamento -dijo un poco apenada-, pero según los exámenes, dice que usted esta esperando un bebé.

La noticia fue recibida por diferentes reacciones, mientras que Minato esperaba que le dijeran que era broma y su pequeño amor no estaba “embarazado” y Sesshomaru empezaba a maldecir internamente a todos los antepasados del maldito entupido con el que se había casado y que lo había dejado preñado.

Minato miró a Sesshomaru, para evitar a que este matara a su alumna por decir semejante estupidez, pero nada de eso pasó y la idea de que fuera verdad atravesó su cerebro con la velocidad de un kunai.

-¿Lo que Rin dice es verdad?

-Si pretendes que lo niegue, vete olvidando de que lo haga, por que lo más probable es que así sea.

-Pero, pero, pero…

-¡Oh por favor, no te pongas más idiota! -le dijo molesto- Soy un demonio, Minato. Mi cuerpo fácilmente podría mantener un bebé en su interior, si es que mi lado salvaje quiere descendencia.

 

 

Desde ese día las cosas en la casa Namikaze no volvieron a ser las mismas.  No le habían dicho a los chicos que era lo que le había pasado, pero ya habían llegado con esa maldita preguntita que le punía los nervios de punta.

-¿Qué tienes ahí, papi? -Le preguntó Naruto por enésima vez.

-Nada que te importe, Naruto.

Y le respondía lo de siempre. Sabía perfectamente por que lo hacían. El miserable de Minato no se atrevía a explicarles a sus jóvenes hijos como es que en el abultado vientre de Sesshomaru había una pequeña criatura que llegaría a trastocar todos y cada uno de sus planes.

 

Continuará..


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