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Dame tu amor y otra oportunidad por Majo Walles

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El tiempo pasa

 

 

Sesshomaru era un demonio, por lo que para él, el tiempo pasaba como un soplo sin ser notado, cosa que para sus “hijos” no era así.

Hoy  los chicos entrarían por primera vez a un jardín de niños, ya que con seis años, estaban listos para salir al mundo y conocer a más gente que a sus padres y los ninjas que los protegían, claro que teniendo a los padres que tenían, ni el viento los tocaba.

-¡Papá!

Ambos niños bajaron corriendo la escalera y se lanzaron contra Sesshomaru que los esperaba en la entrada. Él sería el encargado de llevarlos el primer día, ya que Minato estaba encargado de darle la bienvenida a todos los estudiantes y tenía que presentarse más temprano.

-¿Ya están listos?

-¡Sí!

Naruto iba vestido con una polera verde con un polerón amarillo y pantalón de mezclilla azul. Mientras que Inuyasha llevaba una polera roja con un polerón azul sin mangas y pantalones pescadores de color azul, con su infaltable pañuelo en la cabeza de color azul. Desde que los niños fueron pequeños se les educó a cuidar sus secretos y el Inuyasha eran sus orejitas, por lo que siempre traía una pañoleta, que mantenía su cabello recogido y sus orejitas ocultas.

-Es hora de irnos.

-¿Itachi-san no va a venir con nosotros?

Sesshomaru, siendo Sesshomaru, nunca se rebajaría a resoplar, por lo que simplemente ignoró la pregunta de Inuyasha y siguió caminando en dirección a la salida.

-No. Él tiene que presentarse con su padre.

-Oh.

Era obvio el desanimo en la voz del pequeño, pero Sesshomaru no dijo nada, sólo siguió con su camino, esperando que a su hermano no le llegara a parecer demasiado largo el tiempo que estuviera fuera de contacto de su guardián personal.

Itachi había sido muy claro cuando lo nombraron ANBU y el Hokage lo puso a cuidar a su familia. Él sería el guardián de Inuyasha, por petición propia, mientras que el otro menor, quedaba a cargo de Kakashi, quien no tuvo mayores objeciones. Por lo que Inuyasha se había hecho muy dependiente del moreno, cosa que  a Sesshomaru le desagradaba totalmente, pero que a su marido le causaba gracia.

-Apresúrense o llegaran tarde.

-¡Ya vamos!

Desde hace años que la gente había dejado de ponerles atención cuando andaban por las calles de Konoha y eso ya era bueno.

Llegaron a la academia y vieron a una gran cantidad de niños cerca de un escenario.

-¡Naru-chan…Inu-chan!

La voz chillona de Kiba les llegó desde el frente.

Los chicos sólo tenían unos cuantos amigos. Entre ellos, Kiba, Sasuke, Shino, Choji, Neji y Shikamaru.

Claro que conocían a más niños y niñas, pero eso no quería decir que fueran tan cercanos a ellos como los eran con los que consideraban sus mejores amigos.

-¡Kiba-chan!

Naruto, siendo el más expresivo de los mellizos (como los conocía todo el mundo) corrió al encuentro de su amigo, que venía en compañía de Sasuke y Shikamaru.

-Buenas tardes, Sesshomaru-sama.

El mayor sólo respondió con un cabeceo, al saludo del Uchiha y siguió guiando a los chicos al centro, para que se ubicaran en las filas de los niños que entrarían ese año al jardín de niños.

El Hokage llegó en compañía de sus ANBU (entre ellos Itachi, que buscaba a su protegido entre los niños) y se ubicó frente a todos.

El silencio se extendió en el recinto y todo el mundo puso atención a las palabras del hombre.

 

La mañana pasó tranquila y los niños no hicieron ningún problema en separarse de sus padres para asistir a las clases.

-¿En qué piensas?

Sesshomaru estuvo apunto de degollar a su propio marido al aparecerse de la nada y sorprenderlo abrazándolo por la cintura.

-¿Sabías que puedes terminar muerto por eso?

-Jeje -rió entre dientes y lo volteó para besarlo en los labios-. No te preocupes mí, amor… aun recuerdo el dolor de tu látigo.

Y era verdad. En una oportunidad había sorprendido a Sesshomaru y el chico, al sentirse amenazado, dejó salir unos hilos desde sus dedos y lo golpeó en la espalda, logrando que una gran cantidad de ANBU llegaran a “ayudar” a su líder, pero este sólo les dijo que estaba bien y luego hablaron por largo rato entre ellos y Sesshomaru le expuso sus habilidades.

Por eso ahora se encontraban ahí, en el bosque que estaba sobre la montaña de los Hokage para probar una de las habilidades de Sesshomaru, su velocidad.

-Bien, mi amor -le dijo el Hokage parado a su lado-, recorreremos 500 metros en línea recta y veremos quien es el más rápido.

-Aun no entiendo para que quieres hacer esto.

Sesshomaru detestaba hacer algo que encontrara ridículo desde un principio, pero a estas alturas, eran pocas las cosas que le podía negar a Minato.

Se pusieron en línea, para poder salir al mismo tiempo, pero al hacerlo sólo uno se quedó en la partida. Minato tenía  los ojos abiertos a más no poder y miraba desde la partida a su esposo que ya se encontraba por lo menos a un kilómetro de distancia.

-Te dije que eso sería estúpido.

Sesshomaru ni siquiera se volteó a ver a Minato y empezó a caminar de regreso a la casa, los niños ya estaban por llegar y él quería estar ahí para saber si le había pasado algo a su hermano.

Aunque hubieran pasado un buen par de años desde que atravesara el pozo y éste los hubiera trasladado a la aldea, pero aun no se podía sentir seguro con la misión que le había encomendado su padre antes de morir. Llegó a la casa y sintió como los pasos rápidos de los chicos se escuchaban al descender la escalera, y como un deja vu, vio como los chicos se tiraron contra él y lo abrazaron igual que en la mañana.

La vida ciertamente le había dado una nueva oportunidad.

Continuará...


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