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Dame tu amor y otra oportunidad por Majo Walles

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Retortijones

 

 

Sesshomaru ya estaba arto. Ni siquiera podía estar en paz en las noches, ya que el gran vientre que tenía no le daba muchas posibilidades de movilidad. Había aguantado de todo, hasta las estúpidas bromas de Minato y éste había probado muy bien lo que eran sus látigos.

-Papito -bajó nuevamente su mirada. Era quizás la única cosa que hacia la mayor parte del día, ya que hasta el momento no había salido de la casa para que no le hicieran preguntas a Minato, por que lógicamente él no las respondería- ¿Por qué estas molesto?

La voz tranquila de Naruto, lograba sacarlo de su letanía, pero aun así, no lo lograba de su mal humor.

-No pasa nada, Naruto -le dijo desordenando un poco más su, ya de por si, desordenado cabello- ¿Dónde está Inuyasha?

-Umm, creo que está con Itachi-nii  -le dijo como si no fuera la gran cosa-. Si mal no recuerdo Itachi-nii le iba a enseñar como lanzar shuriken.

-Tu hermano ya sabe como lanzar esas cosas -le dijo entornando los ojos-, eso es una excusa.

-Lo sé -dijo el rubio-, pero estaba insoportable cuando estaba con ellos, así que mejor me vine.

Sesshomaru tenía muchas ideas de que esos dos ya habían tenido un mínimo acercamiento y la mirada idiota que tenía Inuyasha y la sonrisa estúpida que tenía Itachi Uchiha, eran pruebas más que validas sobre eso.

-Llegué.

Naruto y Sesshomaru fijaron su mirada en la puerta, por donde entraba Minato. Sesshomaru se abstuvo de decir algo inapropiado frente a Naruto, pero le parecía tremendamente ridículo el oso tamaño real que traía su marido.

-¿Qué se supone que hace eso aquí?  -El tono de reproche en la voz de Sesshomaru, le dejó claro a Minato que su presente no era bien recibido- Por que esa cosa no se donde pretendes que la dejemos.

-Oh, mi amor -le dijo besándolo en los labios y revolviendo el cabello de Naruto-, quería que nuestro bebé tenga un juguete.

-¿Un juguete? -Se cruzó de brazos para mostrar su disconformidad- ¿Te has dado cuenta en la cantidad de porquerías que metiste en la recamara?

-Bien -se removió un poco incomodo-, todas esas cosas son obsequios de quienes saben que esperas un bebé. Nosotros no le hemos comprado nada y me parece que es necesario que haga una pequeña diferencia.

Sesshomaru no dijo nada. Se levantó como pudo y miró fijamente el oso de peluche que parecía mirarlo con ternura, algo que le desagrado terriblemente. Mirada que también tenía Minato como si tratara de igualas la expresión lastimera que tenía el bicho peludo.

-Haz lo que quieras -le dijo caminando a la salida-, voy a recostarme un poco. No soporto el dolor de cabeza.

-Oh… -se acercó por atrás y rodeo su ancha cintura con los brazos- ¿Nuestro bebé te esta dando problemas?

-No -le dijo molesto, soltándose de su agarre-. Inuyasha y el Uchiha andan por ahí y no creo que realmente estén entrenando.

-Tampoco lo creo, pero tú tienes que descansar, así que por esta vez, deja que ellos lleguen por sus medios.

La voz relajada de Minato le dio mala espina a Sesshomaru. Se acercó con paso calculado y Naruto vio en su cara la clara muestra de que se iba a enfrascar en una divertida discusión con su padre, por lo que prefirió sentarse en la cama y ver desde primera fila, como su papá hacía pagar a su padre.

-Tú sabes algo que no me estas diciendo.

Minato retrocedió por instinto. Aun recordaba la ultima vez que su amor había tenido un cambio de humor repentino, por el ínfimo detalle de decirle que se veía adorable con esa pancita. Obviamente, siendo Sesshomaru una persona que detestara los apodos idiotas que le gustaba ponerle Minato, había sacado las garras (literalmente) y lo torturó por una noche. Primero tuvieron sexo salvaje y terminaron con Minato en la cama, de espalda y recibiendo rascuños de su amor.

-Mi amor ¿Cómo puedes imaginar el que yo te estaría ocultando algo relacionado con nuestros hijos?

-Estas mintiendo, bastardo -estuvo a punto de decirle algún improperio, pero una extraña sensación y una mueca se dibujó en su rostro.

-¿Qué pasa, Se-chan? -Le dijo acercándose y poniendo una mano en su hombro- ¿Te sientes mal?

-No -esta vez, su voz sonó más insegura-, pero creo que se movió.

Una mano viajó a su vientre abultado y la mano de Minato reposó sobre ella.

- ¡Yo quiero sentir! -Naruto dio un salto desde donde se encontraba y se acercó para poner su manito sobre el vientre de Sesshomaru, esperando poder sentir al bebé.

-No se mueve de nuevo -dijo Minato un poco decepcionado, pero esta vez sintió como el vientre de Sesshomaru se tensaba y arrugó el entrecejo- Sesshomaru ¿Tienes contracciones?

-¿Y se supone que eso debería…?

Un nuevo sentir que se vio reflejado en  el rostro de Sesshomaru, alertó a Minato y lo sostuvo para que se acostara.

-Naruto, ve por Rin, ahora.

El niño salió de la habitación, pero antes de irse, regresó para darle un beso en la mejilla a su papá, para que resistiera hasta que él llegara con ayuda.

-¡¿Cómo no vas a sentir las contracciones?!

-¡¿Y que querías si soy un demonio?! -Le gritó amarrándolo de la capa blanca que siempre andaba cargando -No siento los dolores como las mujeres, imbécil.

-Ya, amor, traquido -le calmó besándolo en los labios -, tenemos que traer a ese bebé al mundo, yo estaré contigo.

-No dejaría que te fueras -sus hermosos rostro se retorció por una nueva contracción.

Él no podría decir que estaba sufriendo, no sentía dolor, pero aun así era incomodo y no le gustaba saber que su cuerpo sería abierto para sacar al bebé de su interior.

 

***

 

Lo estaba mirando desde la rama de un árbol, mientras tiraba los shuriken con gran precisión. Debía admitir que era muy bueno en lo que hacía y le encantaba contemplarlo mientras se concentraba en no fallar.

Estaba con ganas de fastidiarlo un poco, así que se bajó de donde estaba y llegó donde se encontraba su compañero de entrenamiento y agarró sus manos antes de que lanzara el shuriken y logró que estos cayeran de sus manos.

-¿Qué pasa? -Su voz leve logró cautivar a su captor, que simplemente negó con la cabeza y tomó su mano derecha para empezar a caminar en dirección a la aldea- ¿A dónde vamos?

-Es un secreto, Inu-chan -le dijo poniendo un dedo en sus labios para que no volviera a preguntar.

Caminaron por cerca de cuatro minutos, sin que pararan en ningún momento y que dijeran una sola palabra. Cuando por fin llegaron al lugar en donde quería ir Itachi, el menor quedó fascinado. Nunca en sus 11 años de vida había visto un lugar más hermoso.

-Esto es genial -los ojitos ilusionados de Inuyasha fueron más de lo que hubiera pedido Itachi- ¿Por qué no entremos aquí mejor?

-Por que en este lugar no te concentrarías como se supone que tienes que hacerlo.

-Por favor -le dijo abrazándolo-, me gusta este lugar.

-Por eso mismo no puede ser aquí -se soltó del abrazo, por que estaba seguro que de seguir así, cumpliría con todo lo que le pidieran esos inocentes ojos-, y ahora que lo has visto, será mejor que volvamos a tu casa, sino Sesshomaru-sama me odiara más de lo que me odia ahora.

-Mi papi no te odia…

-¿Disculpa? -Le dijo empezando a caminar en dirección a la aldea- Si pudiera no dejaría que nos viéramos nunca más -se volteó y quedó a la altura del menor-. Sabes que te quiero mucho y no me quiero arriesgar a que tu papá me odie más de lo que ya lo hace.

Inuyasha lo miró enternecido, le gustaba mucho cuando Itachi se preocupaba tanto de él.

-¡Hermano!

El grito angustiado de Naruto llamó la atención de los dos jóvenes y corrieron al encuentro del rubio.

-¿Qué pasó, Naru-chan? -Preguntó al llegar a su lado y ver que nada lo estaba persiguiendo o algo por el estilo.

-Es papá, parece que ya va a tener al bebé.

No hubo nada más que explicar. Itachi sostuvo a los dos menores y los hizo aparecer en la casa de los Namikaze.

 

 

 

 

 

 Continuará...


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