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Dame tu amor y otra oportunidad por Majo Walles

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El ataque a Konoha.

 

 

Las competencias finales estaban a la vuelta de la esquina. La vigilancia, gracias a la insistencia de Sesshomaru, había sido redoblada para evitar que personas innecesarias aparecieran en medio de los combates. Como es de esperarse, muchos pusieron problemas ante esto. No era normal que hubiera un par de ninjas en medio de las competencias, casi como guardianes.

-Creo que esto será un poco molesto para los chicos -dijo Minato, mirando desde la distancia.

-Pero es por el bien de todos. Si lo que dijo su esposo es cierto, ese hombre puede estar infiltrado aquí.

Como era de esperarse, se dio aviso inmediato al padre del amenazado por parte del sujeto que detectó Sesshomaru.

-La seguridad de todos los chicos es importante, Uchiha-san -dijo Sarutobi -, y si su hijo está en el ojo del enemigo, debe ser protegido como el miembro de la aldea que es.

-Concuerdo con las palabras de Sarutobi-sama, pero no sé si será necesario el que tanto equipo sea desplegado sólo por la custodia de unos cuantos chunnin.

-Eso no está en discusión, Danzou -le dijo el Hokage, con voz dura-. No quiero que alguien ajeno a la aldea se acerque a nuestros ninjas y ponga en peligro sus vidas, si está en nuestras manos el proteger el futuro de la Konoha.

Nadie más dijo nada, sabían que lo que el Hokage decía, es lo que se hacía, muy a la disconformidad del capitán de una de las divisiones de ANBU.

Las competencias personales empezaron, frente a la mirada de muchísimos aldeanos, ninjas y asistentes políticos de otras aldeas o países. Era importante el ver el poder de todos esos chunnin para poder saber en quien poner su confianza, en caso de que se necesitara en algún momento.

Sesshomaru había dejado a Rin en casa con Kushina, sabía que algo malo podría pasar y no quería que su hija también estuviera en peligro. El aire se sentía diferente y no le daba buena espina para nada. Además estaba ese hombre, el líder de la aldea de la arena, estaba bastante disconforme con la presencia de ese hombre. Olía a muerte y destrucción, y ya había visto como trataba a su hijo menor, casi como un arma al que estuviera manejando a su antojo. Según lo que había averiguado, el chico era iguala  Naruto, tenía un demonio escondido en su interior y por ende un poder desbordante esperando el momento para salir a flote.

Dirigió su mirada al centro del estadio donde un grupo de chicos se paraba frente a su esposo para recibir las buenas suertes necesarias y que empezaran los combates.

A Naruto le tocaría el primer combate con el chico Hyuuga. Confiaba en que su hijo lo vencería, no por nada había entrenado hasta el agotamiento y tenía el apoyo de toda la gente que le conocía. El combate fue notable, claro, como era de esperarse la batalla se alargó por un buen rato y fue increíble. El poder de Naruto era increíble, mucho más después de que Minato le hubiera ayudado con el asunto del Kyuubi. Habían pasado noches enteras sin dormir, por  que el demonio dentro del chico no le dejaba en paz, luego de que su esposo le hubiera incitado a compartir su poder con su hijo. Como era lógico, el demonio no daba su brazo a torcer, y fue ahí cuando Sesshomaru intervino. Amenazó al zorro maldito con que conocía la manera de eliminarlo sin dañar a su hijo y que no lo hacía, simplemente porque a Naruto le convenía que estuviera en su interior. El zorro estaba reticente, pero como viejo demonio, Sesshomaru se las arregló para hacer creer al demonio que podía hacerlo. Claro, él no sabía si eso era posible o no, porque de serlo, no perdería tiempo en hacerlo, aunque Naruto perdiera todo su poder en el proceso. Menos mal que el zorro de las nueve colas no sabía eso y terminó accediendo a las demandas del matrimonio y acordó apoyar a su contenedor en los momentos más necesarios.

Ahora estaba ahí, asentándole el último golpe al chico Hyuuga y ganando la competencia en el proceso. Uno de sus hijos ya era un Gennin.

Ahora venía la competencia de Inuyasha. Al chico le tocaría pelear con un adolecente de nombre Kabuto Yakushi. El chico en si no parecía muy fuerte, pero tenía la impresión que escondía algo. Seguramente ahora, que lo vería en medio de una batalla, podría saber de qué se trataba y quizás entender por qué sentía que el tipo no era más que un farsante.

La pelea empezó como esperaba. Inuyasha, siendo tan impulsivo como lo era, se lanzó al ataque y le dio con todo lo que pudo, como era de esperarse, el chico poco o nada pudo hacer contra el poder de su hijo, y claro, contra su fuerza demoniaca. No entendía como ese sujeto había pasado a esta etapa, y fue cuando empezó a barajar la idea de que el chico podía estar siendo ayudado desde adentro, o por sus propios compañeros de equipo, para poder seguir avanzando. El asunto era ¿Por qué?

La batalla terminó con Inuyasha como vencedor. Puso una mueca de desprecio cuando su hijo, en un acto completamente fuera de todo protocolo, saltó desde el estadio a las gradas donde sus demás compañeros esperaban su turno para combatir. Claro, el Uchiha estaba ahí y esperándolo como era lógico. En cuanto su hijo llegó a su lado le sostuvo y le besó con cuidado. Lo bueno es que estaban demasiado apartados como para que la gente les viera, pero él como el demonio que era, podía ver mucho más lejos, y para su desgracia, con demasiado detalle.

-Malditos mocosos hormonales.

-¿Pasa algo, Sesshomaru-sama?

-Nada, Sarutobi.

Sesshomaru era el único que le llama de esa manera, pero al anciano no le molestaba.  Sarutobi estaba seguro de que si el chico no le tuviera un mínimo de respeto, ni siquiera le dirigiría la palabra.

Los combates siguieron como eran de esperarse. Uno a uno los ninjas de Konoha se enfrentaron a sus propios contrincantes y fueron saliendo los nuevos Gennin, dejando atrás a aquellos que tendrían que intentarlo en otra ocasión.

 

***

 

Por otra parte, Inuyasha estaba disfrutando al máximo su victoria. No había sido necesario el que le dijera nada a Itachi, porque en cuanto lo vio corrió a sus brazos y este lo recibió para darle por fin ese beso que por tanto tiempo esperaba.

-¿Y? -Le dijo el mayor, divertido por la reacción de su chico- ¿Fue como esperabas que fuera?

-Mejor, de hecho -le abrazó con fuerza y sintió el abrazo de Itachi-. Es cálido.

-Es lo que me trasmites.

Inuyasha le miró a los ojos. Había tanto que quería decirle en ese momento, pero no tenía las palabras ni la conciencia como para hacerlo. Sólo sabía que quería seguir disfrutando de sus besos.

-Te amo.

-Yo también te amo, Inu-chan.

Se volvieron a besar, ahora lejos de las miradas casi sorprendidas de los demás chunnin, que si bien sabían que algo se traían esos dos, no esperaban verlo de primera mano.

No se querían separar, pero una fuerte explosión los obligó a mirarse y luego correr a la salida del pasillo en donde se encontraban.

-¡Sasuke!

El gritó de Naruto les hizo girar su rostro y vieron la cara de horror que tenía el rubio, luego, al igual que todos los demás, vieron como en el centro del estadio, donde deberían estar combatiendo Sasuke y Gaara, se encontraban varios ninjas de otra aldea. Sasuke estaba en el suelo, con una docena de kunais apuntándole, mientras que Gaara se encontraba en una esquina, agarrando su cabeza con fuerza.

-Demonios -Itachi trataba de encontrar un espacio entre los ninjas extranjeros para poder infiltrarse. Un sólo lugar para poder sacar a su hermano de ahí, pero no lo hallaba.

-Hay que sacar a los civiles de aquí -dijo un ninja que de la aldea, que se encontraba a pocos pasos de ellos.

-Yo iré con ellos, tú trata de ayudar a Sasuke -le dijo Inuyasha y se marchó rápidamente. Sabía que tenía que darle su espacio a Itachi para que analizara las cosas. Caminó rápidamente a su hermano y lo sostuvo del brazo- Vamos. Itachi se encargará de Sasuke. Tenemos que ayudar a sacar a los civiles.

-Pero no puedo -dijo el rubio, viendo como uno de los ninjas de la otra aldea se acercaba a Sasuke-, no sé que pretenden.

-Sea lo que sea ustedes no se interpondrán en esto.

Los chicos vieron como Sesshomaru se acercaba a ellos.

-Pero, papá...

-Nada, Naruto. Irán a apoyar en el desalojo y se encargaran de proteger a los aldeanos. Ya hay gente que se encargara de sacar al mocoso Uchiha del aprieto en que se encuentra.

A los chicos no les quedaban muchas alternativas, así que sin más tuvieron que irse, cubrir puntos que estaban más vulnerables.

Sesshomaru se encaminó a la sección en donde se encontraba Minato. Cuando llegó lo vio combatiendo con el Kazekage de la arena. El hombre se le hacía extraño, no emitía las mismas energías que los demás, pero a la vez se le hacía familiar, como si lo hubiera visto en otra oportunidad.

-¡Vete de aquí, Sesshomaru!

El grito de su esposo lo hiso saltar a tiempo, para que un par de serpientes no le alcanzaran. Entonces lo entendió.

-¡Este es el tipo que va tras el Uchiha! -Le gritó, mientras reducía a cenizas a las serpientes, con la ayuda de sus látigos demoniacos- ¡No es el líder de la arena!

-Pero que hábil eres, demonio -dijo el hombre, mientras dejaba caer el sombrero de Kage y dejaba al descubierto su rostro pálido y serpentino.

-El sannin Orochimaru -dijo Minato- ¿A qué has venido?

-Mis intenciones son obvias, Lord Hokage -le dijo con burla.

-Pues tus intenciones tendrán que quedar en el olvido- Le dijo Sesshomaru, mientras saltaba en dirección al centro del estadio, cambiando a su forma demoniaca y espantando a la mayoría de los ninjas que estaban atacando a Sasuke-. Mocoso -le llamó. Haciendo que se descuidara por un segundo y recibiera un corte en el brazo-, más te vale no morir.

Sasuke le dedico una sonrisa de lado, mientras volvía a su posición inicial.

No fue para nada difícil el controlar a los ninjas de las aldeas vecinas, que se habían aliado para atacarlos. Sasuke sólo salió con un par de rasguños. Gaara había quedado inconsciente en una esquina del estadio, debido a la arremetida que le dio Sesshomaru, para que perdiera el sentido y el demonio en su interior no pudiera cobrar fuerza. Quizás el demonio dentro del pelirrojo hubiera tratado de tomar el control, pero la presencia de Sesshomaru lo mantuvo a ralla.

-¡Papá!

El demonio volvió a su forma cuando Naruto llegó a él corriendo. Se veía compungido y lloroso.

-¡¿Qué pasó?!

-Mi padre... esta herido... no pueden ayudarlo.

Sesshomaru sintió como la sangre le hervía. No podía ser que ese idiota se hubiera dejado derrotar por el enemigo. Corrió a una velocidad absurda y llegó a la sima de las gradas en lo que se demora caer una hoja de su árbol.

Inuyasha se encontraba junto al cuerpo de Minato y sostenía su cabeza.

Minato estaba pálido, sus ojos rojos e irritados le demostraban que las cosas estaban muy mal. Sesshomaru se fijó en su cuerpo y vio la espada incrustada en su estomago, de lado a lado.

-Maldición -se acercó rápidamente y se agachó a su lado-. No te quedes dormido, Minato -le exigió con fuerza.

-Lo siento, bonito -le dijo el rubio, casi cerrando los ojos-. Cuida a los chicos.

-Abre los ojos, Minato -le dijo apretando los dientes, sintiendo como Inuyasha y Naruto sollozaban a su lado-. No puedes dejarnos, maldito.

-Creo que esta vez... no podré hacerte caso.

Los chicos veían con los ojos desencajados, como la mano de su padre caía al suelo, sin fuerza.

Sesshomaru lo veía sin poder entender como el tal Orochimaru había derrotado a su esposo. Él no se iba a dar por vencido. Se puso de pie y sacó la espada de su cinto. Esa maldita espada que despreció por ser inservible a la hora de la batalla.

-Apártate, Inuyasha -le dijo poniendo la espada frente a sus ojos y pudiendo ver los seres de la muerte que pretendían llevarse el alma de su esposo. Vio cuando Inuyasha se hizo a un lado y se dedicó a destruir hasta la última de esas criaturas.

Minato dio un suspiro lastimero y parecía que volvía a la vida, como si ahora durmiera profundamente.

-¿Qué fue...? ¿Qué hizo? -La voz impresionada del líder de los Uchiha le hiso voltear y ver como muchos miembros del consejo estaban ahí en la tribuna.

-¿Donde está el desgraciado de Orochimaru? -Dijo con la mirada fija en los demás. Se notaba altamente molesto.

-Muerto… -dijo Tsume Inuzuka- al igual que Sarutobi-sama.

-¿El viejo? ¿Muerto? -Preguntó confundido, pero luego sintió como Minato se quejaba a su lado- Hay que llevarlo al hospital. Que le quiten la espada y le curen.

Los ninjas aparecieron de un momento al otro y se llevaron el cuerpo de Minato.

-Me gustaría saber que fue lo que hizo para que Lord Hokage reaccionara -Preguntó Danzo, con voz molesta. Se notaba que no estaba muy a gusto con que el hombre estuviera con vida.

-No tengo por qué responder a sus estúpidas preguntas -respondió Sesshomaru-. Y más les vale que no se acerquen a la habitación de Minato. Sólo yo o los chicos lo podemos ver.

-No tienes derecho...

-Claro que lo tengo -dijo Sesshomaru, cortando el reclamo de la anciana consejera de la aldea-. Se hará con MI esposo lo que yo diga.

-Es nuestro líder -dijo Danzo.

-Y como dije antes... mi esposo. No permitiré que gente externa a nuestra familia se le acerque.

-Es inconcebible...

-Ya basta, Danzo -dijo Fugaku Uchiha, ya molesto por la falta de criterio de ese hombre-. Sesshomaru salvó la vida de nuestro líder, es su esposo y el único que puede decidir por él mientras se encuentre inconsciente -luego se giró para ver de frente al hombre de cabello plateado-. Le agradezco el que haya salvado a mi hijo.

Sesshomaru simplemente asintió. Tenía que ir a casa y encargarse de Kushina, para que Rin se encargara de sus deberes como medic nin. A simple vista se notaba que había muchos heridos, y qué decir de los muertos.

 

 

tbc...


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