"Yo soy el guerrero más fuerte de la Tierra, no puede haber otro más" esas palabras retumbaban en la cabeza de la joven. Si, su padre debía tener razón.
¿Cómo se atrevió a dudar de ello? Posiblemente aquel justiciero que peleaba por el bien de los demás se dedicaba a hacer trucos, aquellos como su padre decía que hacían algunos peleadores.
Intentó dejar de lado aquel problema, después de todo no tenía de quien sospechar. Videl era una joven muy solicitada por la policía ¿Como no serlo? Era la descendiente del salvador de la Tierra y era una de las mejores en el dojo que su padre tenía.
Una guerrera que no temía a pelear por lo justo, esa era Videl. La joven de ojos azules podía considerarse normal fuera de todo lo que su padre la hacia representar.
Los días pasaron, pero con ello su calma no hizo más que descender. Primero un peleador con cabellera rubia y ahora un tipo vestido con un traje extravagante y un casco. ¿Era algún tipo de broma? ¿Quién se creía que era ese tal sayaman? ¿Acaso alardeaba sólo para obtener público? Probablemente, eso fue lo que su padre le aseguró.
No es que tuviera mala espina con él, pero tampoco le daba nada de que fiar. Por otro lado tenía ese asunto con Gohan. No era un mal chico, pero era algo extraño. No cualquiera da un salto tan alto mientras se juega béisbol. Incluso parecía que volaba. No se lo diría a sus amigos, pero siempre que podía observaba a Gohan. Su apellido tan extraño, su manera de ser, algo no encajaba.
Pero ella era Videl, la hija de Mr. Satan y una de las mejores peleadoras de artes marciales en ciudad Satan, no importa que le pongan en frente, lo resolverá.
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Gohan estaba realmente feliz con el traje que Bulma le hizo. No tendría nunca suficiente para agradecérselo.
Se vio en la necesidad de disfrazarse para no caer en sospechas, además en el interior le gustaba la idea.
No se lo diría a nadie, pero lo que más le gustaba era el color verde de la ropa, simplemente le recordaba a su mentor. Hablando de él, no lo ha visitado.
Por dentro se siente mal, pero se ha mantenido resolviendo algunos crímenes que no se ha visto con el tiempo de ir al templo.
Necesita ir, quiere verlo, decirle lo emocionante que es ayudar a los demás aunque no sepan su verdadera identidad.
Tal vez esa noche era perfecta para escaparse un rato.
Un rato se quedaba corto, salió de su habitación en cuanto las luces se apagaron. Su hermano dormía con él, tuvo que asegurarse de que no estaba despierto para así no ser descubierto.
Se alcanzó a colocar unos pantalones deportivos y una camisa manga larga. Los deportivos apenas y se los colocó para poder irse volando entre la brisa fresca que la noche le brindaba.
Hace tiempo no lo hacía, escaparse.
No era ni la mitad del camino cuando decidió detener el vuelo. ¿No sería molesto llegar así de repente? ¿Y si el señor Piccolo no quería verlo a esa hora? Jamás se había preocupado tanto por ello, quizá con la edad llegan ese tipo de preocupaciones.
Se quedó ahí, en medio del cielo mientras el viento revoloteaba su cabellera negra. Pensando que hacer. Al final, retornó a su hogar.
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No podía esconder la tristeza que poco a poco lo invadía. ¿Porqué retrocedió? No, tal vez se alteraba por nada. Quizá el joven tenía algo importante que hacer en casa que había olvidado y que terminó por recordar a mitad del camino. Si, eso era algo posiblemente pudo haber sucedido.
Sólo...Piccolo deseaba poder creer que esa excusa era cierta pero muy en su interior algo le decía que no.
La soledad no era algo de lo cual se hubiese quejado antes. Ama estar sólo cuando tiene la necesidad de meditar, hasta cierto punto de su vida no se veía envuelto en cosas como socializar. De hecho lo odiaba, estar con las personas si no era por una batalla. Pero Gohan, fue con el primero con el cual aprendió a no estar sólo. Si, fue tal vez al principio su obligación estar con él para entrenarlo, pero después se volvió algo de lo cual fue acostumbrándose.
Estar sólo ahora se sentía extraño, más por el hecho de que no estaba realmente sólo. Justo a unos metros estaba Dende, y era un namekiano así que incluso compartía tiempo con alguien de su raza, pero seguía sin ser lo mismo.
Estaba bien, inhaló hondo y relajó los músculos que hasta ahora había puesto en tensión. No podía dejar que el vacío que crecía en su interior se reflejara en su rostro o en sus acciones.
Gohan tenia otras cosas que hacer...y no podía exigirle nada.
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-Si por mi fuera iría a visitarte Goten, pero ya sabes que no me dejan salir sin permiso. Además últimamente mi papá me deja entrenar con él y no quiero que piense que no me gusta su entrenamiento.
Trunks hablaba por teléfono desde la sala de estar, Bulma estaba en el laboratorio haciendo algunos arreglos para una de las nuevas motocicletas que planeaba sacar al mercado. Por su parte Vegeta escuchaba, sin querer espiar realmente, a su hijo cerca del pasillo.
Sabía con quien hablaba y realmente no le importaba. Pero no podía fingir que no se sentía incómodo con la ultima visita que tuvieron del joven pelinegro.
Cuando vio a Gohan y vio su falta de entrenamiento, pensó que era una desgracia para un sayajin, dejar de entrenar y desperdiciar la fuerza que el chico tenía.
Y no sólo eso, aun podía percibir el olor del de piel verdosa. Era molesto, su nariz picaba pero podía asegurar que era más leve que la última vez. Quizá no se habían visto, pero eso no quitaba el hecho de que su olor estaba impregnado en él.
Vegeta no pensaba meterse en nada, simplemente no le agradaba que un descendiente de su raza, aún si era de clase baja, se mezcle con alguien como Piccolo. No era un misterio que el namekiano nunca había sido del agrado del príncipe.
Dejó las ideas de lado y prefirió girar sobre sus talones e irse a entrenar para matar el tiempo.
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-Entonces ¿No tienes novia Gohan? - ya había perdido la cuenta de las veces que Iresa le había preguntado lo mismo. Quizá la clase de inglés le aburría y no tenia nada mejor que hacer. La rubia hablaba y hablaba sin importar si los descubría la profesora. Por su parte Videl estaba atenta a lo que el joven respondiera.
La rubia continuaba preguntando aun sabiendo la respuesta, ella no tenía pena en coquetearle al pelinegro, dejando que se sentara junto a ella e interponiéndose entre Videl y él.
-No, Iresa. Ya te dije que no, no creo que tenga tiempo para ese tipo de cosas.
-¿Por qué? Eres un chico muy guapo y seguramente muchas chicas querrían salir contigo. - la joven se le acercaba un poco pero no era tan atrevida como aparentaba. Parecía divertirse con las reacciones del chico.
-No...no creo que eso sea verdad. Además prefiero enfocarme en mis estudios por el momento.
-¿Sabes? Eso te hace aún más interesante. A muchas chicas les gustan los jóvenes como tú, centrados en una cosa. - el chico no podía evitar sentirse avergonzado ante las palabras de la joven de cabello corto.
No sabía si podían considerarse amigos hasta éste punto. No se conocían bien y tampoco es que Gohan quisiera eso, lo que más deseaba era mantener en secreto su identidad como el gran sayaman.
-Por cierto, saldremos después de clases al cine ¿Te gustaría venir con nosotros? - Videl volteó a verlos al igual que Sharpner, esperando la respuesta del joven.
-No creo que pueda, le prometí a mi hermanito pasar la tarde con él, pero gracias por invitarme.
-Gohan es bastante aburrido ¿No crees?- Sharpner le susurraba a Videl, ella simplemente hizo un gesto de aprobación.
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-¿Estás segura de que no quieres que los acompañe? - Ya era la tercera vez que preguntaba lo mismo. Era tarde, el sol ya empezaba a ocultarse pero Milk se estaba alistando para salir con Goten en el pequeño vehículo que aún conservaba.
Bulma la había invitado a una cena en un restaurante bastante elegante que se encontraba en la capital. Al parecer también llevaría a Trunks y por ese motivo el pequeño se le pegó.
-Estaremos bien nosotros dos, además tienes que terminar tus tareas. - la mujer parecía estar polveándose la nariz frente a un espejo en su habitación y terminaba de acomodarse los pequeños mechones de cabello que se escapaban de su lugar.
-Dejé suficiente comida hecha para que cenes cuando te de hambre. - se levantó del banquillo y salió de la habitación, siendo seguida por el adolescente. -No llegaremos tarde, pero por si acaso mantente atento al teléfono. - con eso la mujer tomó a Goten y se fueron . Gohan no tuvo más que suspirar y resignarse a quedarse sólo en la casa.
El silencio era bastante evidente, normalmente su pequeño hermano se la pasaba persiguiéndolo para que jugase con él.
No había mucho que hacer por lo que decidió tomar la palabra de su madre e irse a su habitación a hacer sus deberes para matar algo de tiempo.
Hacia calor, bastante. Tal vez por el hecho de no haber tomado una ducha aún o por que la habitación tenía la ventana cerrada. El joven se sentía un poco sofocado así que decidió abrir la ventana de su habitación.
En cuanto lo hizo sonrió con ligereza al recordar como normalmente la mantenía abierta para que Piccolo entrara al cuarto sin problemas cuando era más pequeño.
Ese recuerdo le dio un golpe mental. ¿Cómo se encontraba? ¿Había hecho bien en no haberlo ido a visitar la otra noche?
El gruñido de su estómago no le permitió pensar más en eso, salió del cuarto y se dirigió a la cocina para poder comer lo que su madre había dejado hecho.
Las ollas por si solas sin haber sido abiertas ya despedían un olor exquisito. Esas ganas que se daban en las montañas siempre le habían gustado en la sopa que su madre hacía. Y que decir de los vegetales estilo tempura que se mantenían crujientes y que mezclados con el aderezo a un lado eran extraordinarios.
Su paladar se llenaba de todos esos sabores hasta el punto en que llegó a terminar todo lo que había en las ollas.
Lleno y con cansancio, el pelinegro decidió que era el momento justo para darse un baño. Tomó su ropa de la habitación y se desvistió dentro del cuarto de baño. Primero se lavó bien el cuerpo, pasando la espuma del jabón por cada musculo de su cuerpo y despejándola con abundante agua.
Estaba perfecta, la tibieza relajaba sus músculos. Al terminar, se metió a la tina que previamente había dejado llenando. El calor sonrosaba sus mejillas y volvía su respiración mas pesada. En ese momento decidió que ya era hora de salir.
Regresó a su habitación vestido con ropa ligera, pretendiendo continuar con sus estudios pero en cuanto empezó a leer el libro de historia, se quedó dormido.
El sueño era tan pesado que no se percató que desde el marco de la ventana alguien lo observaba.