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El sonido de la cascada por OlivierCash

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Notas del capitulo:

Antes que nada recordar que la obra original fue escrita y dibujada por Masami Kurumada y el Lost Canvas por Shiori Teshirogi

Cuando el chino volvió a abrir sus ojos de color esmeralda, se sintió bastante adormilado por lo que tuvo que frotarse los ojos y concentrarse en lo que había a su alrededor. Sentía como si hubiera estado durmiendo mucho tiempo. Miró hacia sus vendas, volvían a estar limpias, Shion se las había cambiado mientras dormía. Pensando en Shion, lo buscó con la mirada y no logró encontrarlo.

 

Un pequeño temor invadió a Dohko, a lo mejor después de su última conversación, había decidido que no tenía que perder el tiempo con él y se había marchado ya al Santuario. Quiso levantarse para buscar alguna cosa que le hiciera salir de dudas, se esperaba que le costaría levantarse, pero casi no le dolió, eso le sorprendió y alegró bastante.

 

—No se si podrás andar—fue Shion quien habló.

 

El chino se giró hacía la puerta, ahí estaba Shion con una cesta de frutos en los brazos y con el cabello húmedo. Por lo que brillaba el Sol fuera, supuso que había estado dándose un baño.

 

—Me encuentro mucho mejor que ayer—aseguró Dohko, seguro de si mismo.

 

Se quedó sentado sobre el borde de la cama y colocó sus pies sobre el suelo, se sentía firme. Por su parte, Shion dejó sobre la mesa la cesta de frutas y se quedó de pie, mirando a Dohko. El chino sonrió y decidió mostrarle a Shion que él también era fuerte y que ya podría levantarse. Fue una pena que se quisiera levantar demasiado rápido, tanto que le dio un fuerte mareo y acabó sentado sobre su cama.

 

—Creo que deberías saber que has estado durmiendo cinco días—le dijo Shion.

 

Dohko le miró sorprendido, no, no podía ser que hubiera estado tanto tiempo dormido y sin embargo, sabía que Shion tenía toda la razón del mundo. El rubio se acercó a él y se quedó sentado en la banqueta.

 

—No puede ser—negó Dohko, sobre todo a si mismo—¿En serio?

 

—Recuerda como estabas la última vez que despertaste, ahora debes estas mucho mejor, aunque sin fuerzas y al llevar unos días sin andar, ahora te costará—le explicó Shion—Creo que pasará mínimo otra semana hasta que puedas andar bien.

 

El chino maldijo eso internamente, no podía estar tanto tiempo tumbado, sentía ganas de hacer cosas ¡hasta veía con otros ojos eso de limpiar la casa! Aunque, se si fijaba bien,l a casa nunca había estado tan limpia e impoluta como se encontraba en esos momentos. Shion debía haber estado limpiando y ordenando su casa, eso le molestaba bastante y no sabía decir porqué.

 

—¿Has limpiado y ordenado mi casa?—no pudo resistirse a preguntárselo.

 

—Si—contestó Shion.

 

—¿Por qué?—exigió saber Dohko algo molesto.

 

—Porque llevo aquí más de una semana y algo debía hacer a parte de matar Espectros, cuidarte y dar paseos—contestó.

 

A lo mejor cuando Dohko lo escuchaba caminar de un lado a otro, lo que estaba haciendo era limpiar la cabaña. Pero a Dohko no le gustaba la idea y le miró un poco mal.

 

—Bien, ahora tendré que ver donde has dejado mis cosas—dijo molesto—¿En serio que no eres una mujer? Ellas suelen ser las que tienden a encargarse de esas cosas—esa frase la soltó solo para herirle.

 

Si lo pensaba con detenimiento, no tenía ninguna razón real para hacerlo,Shion no le había hecho nada malo como para intentar ofenderlo. A lo mejor era que como Dohko se sentía tan frustrado y enfadado con todo y todos tenía que sacar esa ira acumulada. Y la única persona que estaba a su lado era Shion. En ese momento, no se dio cuenta de eso. Shion apretó los puños y se fue sin decir nada más. Dohko sonrió contento de haberlo sacado un poco de sus casillas.

 

Sin embargo, esa sonrisa se esfumó cuando se percató de que había espantado a la única persona que le hacía compañía, volvía a sentirse solo. Un vacío extraño le llenó, era la segunda vez que estaba consciente junto a Shion y le afectaba de una manera extraña, sin duda, estar tanto tiempo solo no era bueno para su salud mental.

 

Cuando escucho los lentos pasos de Shion acercarse a la puerta, levantó la cabeza ilusionado por su vuelta. El rubio entro cargando una gran palangana de agua en la que cabía una persona. Dohko reconoció esa palangana,era suya y solía estar apoyada en la pared de su cabaña,pero afuera. Pero no comprendía que pretendía hacer con ella.

 

Shion caminó llevando la palangana en brazos, hasta que la deposito cerca de la cama de Dohko. Este pudo notar un detalle, pese al tamaño y lo llena que estaba la palangana, a Shion no pareció pesarle en ningún momento. Y que este debía seguir molesto, porque no le dirigió la palabra.

 

El rubio se acercó hasta Dohko y comenzó a retirarle las vendas. Dohko se imaginó que iba a cambiárselas y limpiarle las heridas. Así que aprovechando que por lo menos ya podía estar sentado, ayudó a Shion a quitarse todas las vendas cuerpo.

 

Una vez acabaron, Dohko se miró las heridas, no podía negar que ya estaba mucho mejor que la última vez que las vio, seguían teniendo mala pinta, pero ni punto de comparación con la última vez.

 

—Quitate la ropa interior.

 

Eso no sonó como una petición, fue una orden. Una orden que logró que Dohko mirara a Shion con una exagerada mueca de incredulidad y que provocó que Dohko se pusiera como un tomate.

 

—¿Qué?—preguntó incrédulo, quería creer que había entendido mal lo que Shion le había dicho.

 

—Apestas, ya es hora de que te des un buen baño—insistió Shion—Más o menos he logrado mantenerte decente, pero ahora que estas consciente, no voy a desaprovechar esta oportunidad.

 

—¿Piensas bañarme?—preguntó Dohko avergonzado.

 

—Si, no pasa nada, ambos somos hombres—hizo una pausa—Aunque tú te empeñes en verme como una mujer.

 

En ese momento y por la sonrisa de burla que Shion le dedicó. Dohko se planteó seriamente si Shion se estaba vengando de él. De la manera más absurda posible, pero era obvio que la idea de ser bañarlo, no agradaba para nada a Dohko.

 

—Me niego.

 

Cortó Dohko, dándole la espalda y tumbándose en la cama. Al principio, Shion intentó moverlo estirando de su brazo o de su pierna, pero entre la fuerza que hizo Dohko y que Shion no quería hacerle más daño,no logró moverlo ni un centímetro. Dohko creyó que con eso Shion se rendiría y le dejaría en paz.

 

La sorpresa que se llevó Dohko, cuando una extraña sensación lo invadió y notó como las sabanas debajo de él parecían alejarse fue sorprendente. De repente, se sentía en una nube, bajó la mirada hacía el suelo y apreció con total incredulidad, que estaba flotando más de medio metro sobre su cama. Era la sensación más extraña que había sentido en su vida. Poco a poco fue bajando y acabó de lleno dentro de la palangana con agua. Por fortuna, la caída fue suave, como cuando una pluma cae y se posa sobre el suelo. La otra cosa buena, era que por lo menos seguía con su ropa interior y no tenía que estar totalmente desnudo.

 

—Hubiera preferido que lo hubieras hecho por las buenas—aseguró Shion, a la espalda de Dohko.

 

Entonces, no, no podía haber sido Shion el que le había hecho eso, es que no podía o mas bien, eun principio se negó a creérselo.

 

Dohko notó las suaves manos de Shion limpiándole. Al principio le incomodó que se tomara las licencias como para bañarlo sin que él estuviera de acuerdo, pero no podía negar que su cercanía era agradable.

 

—¿Cómo?—fue lo único que salió de sus labios.

 

—Telequinesis—contestó Shion—Puedo mover objetos con la mente.

 

—¿En serio?—preguntó Dohko asombrado.

 

—Lo acabo de hacer contigo.

 

Si, era cierto que la pregunta de Dohko había sido estúpida, pero se sentía tan impresionado que le costaba creerlo, había escuchado historias sobre gente que podía mover objetos con la mente, incluso ir de un lugar a otro solo en segundos. ¿Acaso sería Shion uno de esos?

 

—No se nada sobre ti—murmuró Dohko.

 

Pero Shion no le respondió y siguió bañándole como si nada. A Dohko le sorprendía lo cariñoso y cuidadoso que era el rubio con él cuando le bañaba y cuidaba, y lo frio y distante que era cuando hablaba con él.

 

—Por lo menos, dime de donde eres—pidió Dohko.

 

Shion suspiró y paró de bañar a Dohko. El chino pudo notar la mirada del rubio en su espalda, durante ese instante, la cabaña fue invadida por un extraño silencio. Un silencio que no era total puesto que se escuchaba a la perfección la cascada de fondo.

 

—Soy de Jamir—contestó por fin Shion.

 

A decir verdad, Dohko se sorprendió que le contestara. Ese lugar le sonaba de algo, pero no lograba localizarlo en un mapa.

 

—¿Dónde esta eso?—preguntó algo avergonzado, para algo que le respondía Shion y ni siquiera sabía donde estaba ese lugar.

 

—En el Tibet, es una pequeña región donde habitamos descendientes del continente de Mu—aclaró.

 

Dohko se giró para encarar a Shion. Al moverse hizo que el agua de la palangana se saliera y mojara un poco las rodillas de Shion, quien se encontraba arrodillado junto a la palangana.

 

—¿Ese es el lugar donde la gente mueve objetos con la mente y puede recorrer grandes distancias en menos de lo que dura un parpadeo?—preguntó muy ilusionado.

 

Shion desvió la mirada, parecía estar un poco apenado y cohibido con ese tema, pero asintió. Y Dohko se ilusionó más de lo que estaba, no podía creer conocer a alguien de ese lugar que había pensado que era un simple cuento para niños. Pero ahí estaba ese chico que procedía de ese sitio y era tan real como él.

 

—Increíble—murmuró con una gran sonrisa—¿Cómo es?¿Cómo es la gente que vive ahí?—quería hacerle tantas preguntas.

 

—Es un lugar donde la vida es difícil, se encuentra entre las montañas, no hay demasiada vegetación y suele hacer mucho frio—su descripción no fue muy animada y decepcionó a Dohko, se le hizo un tanto vacía—Sobre la gente...—bajó la cabeza, mirando al suelo encharcado—Es como la de cualquier otro lugar—suspiró—Aun así, es un lugar increíble—una pequeña y fugaz sonrisa adornó su rostro.

 

Y Dohko no pudo evitar preguntarse que le pasaba a Shion con su hogar, mil historias aparecieron en su cabeza como respuesta. A lo mejor lo habían echado de ahí porque estaba mal visto ser parte del Santuario. O podía ser que Shion hubiera hecho algo horrible y se había tenido que marcha. Había tantas posibles causas. Lo único que tenía seguro, es que dudaba que Shion se lo fuera a decir por las buenas.

 

—Ojala algún día pudiera verlo—dijo Dohko.

 

Se volvieron a quedar en silencio durante un rato, pero en esta ocasión, se miraban el uno al otro fijamente. Como analizando, el uno buscaba algo en el otro. Pero no sabían el qué. Dohko levantó las manos y se señaló a las cejas, como interrogante.

 

—¿Todos de ahí, tienen esos puntitos?

 

—Si—afirmó Shion—Pero no son nada especial, si los tocas no ocurre nada, es como si tocaras cualquier parte de mi piel.

 

Dohko pensó en una estupidez, pensó en decir que la piel de Shion era suave y agradable. Pensó en decirle que en esos momentos lo que más quería era que una persona le abrazara. Pero eso se lo calló.

 

—Aun así—dijo Dohko—¿Puedo tocarlos?—pidió.

 

Por pedírselo no perdía nada y para su sorpresa, Shion asintió. Lo notó un poco tímido, a lo mejor le daba vergüenza que alguien le tocara esos puntitos, o era porque apenas conocía a Dohko y le incomodaba. Lo único que tenía claro Dohko, es que Shion le había dicho que si y que no pensaba desaprovechar la oportunidad.

 

Estiro su mojada mano y la apoyó con toda la suavidad que en la cara de Shion, cerca de su oreja. Shion le envió una mirada molesta, como si le pidiera que se dejara de florituras y fuera al grano. Y Dohko así lo hizo, pasó su dedo pulgar sobre los puntos de Shion ,en una extraña caricia. Luego, dejó el dedo sobre uno de los puntos. Shion tenía razón, era como tocar cualquier parte de su piel,ni mas ni menos. El tacto no cambiaba al pasar por ahí y si hubiera tenido los ojos cerrados, no hubiera notado nada.

 

Pero los tenía abiertos y podía ver los puntos ,en esa parte que al tacto era igual que el resto de la piel de Shion, había algo que lo hacía parecer diferente a él.

 

Se quedó más tiempo del necesario así. A lo mejor por eso Shion cogió un pequeño cubo, del que Dohko había ignorado su existencia, y le lanzó el contenido de este sobre la cabeza. Dohko apartó la mano instantáneamente y fue a frotarse los ojos. Tosió un poco, eso le había pillado de improviso.

 

—¿Pero qué haces?—exigió.

 

—Lavarte el pelo.

 

Por fortuna para ambos, el baño de Dohko acabó pronto. Y Shion lo depositó en la cama de la misma manera que lo había metido antes en la palangana. Dohko se tuvo que cambiar la ropa interior, pero Shion le pasó la ropa para que se cambiara y él salió con la palangana para tirar el agua y dejarla en su sitio. Dohko aprovechó y se cambió. Cuando volvió, Shion cogió la ropa de Dohko como si fuera a contagiarle alguna enfermedad y la dejó en un cesto que ropa sucia.

 

Después ,Shion hizo una comida rápida para Dohko, Shion ya había comido hace horas y todavía no tenía hambre. Al contrario de Dohko, que se sintió capaz de comerse cualquier cosa, por muy mala pinta y poco comestible que fuera. Mientras Dohko comía, Shion aprovechó para preparar lo que usaría para limpiarle las heridas. Y una vez que Dohko acabó de comer, fue a vendarle de nuevo.

 

—Diga lo que diga—habló Shion de repente y Dohko le prestó toda su atención, no solía ser Shion el que iniciara una de sus conversaciones—¿No te vendrás conmigo verdad?

 

—No—aseguró Dohko—Así que si sigues aquí porque piensas que vas a lograr convencerme,es mejor que te marches.

 

Era incapaz de comprenderlo, no comprendió porqué le dolía tanto pensar que en ese momento Shion se marcharía.

 

—No voy a dejarte así—dijo Shion—Por lo menos voy a asegurarme que te curas del todo.

 

Una pequeña alegría pasó por el corazón de Dohko. Podría estar con alguien mínimo una semana y eso le hacía sentir exageradamente feliz. Dohko miró a Shion con una gran y entusiasmada sonrisa. Pero Shion no se veía alegre, al contrarío, parecía estar algo triste. Dohko no dijo nada al respecto.

 

Las horas pasaron lentas, pero no tanto como la última vez. Aunque no hablaban mucho, Dohko se entretenía observando lo que Shion hacía. Se había quedado sentado en la cama, con la pared apoyada en la pared y las piernas colgando de la cama. Era extraño ,pero se sentía bien poder ver a alguien más a su lado, aunque no hablaran, la sola presencia de una persona era agradable.

 

—¿Cuantos años tienes?—preguntó Dohko en un momento de la tarde.

 

Shion se giró para mirarlo. Dohko pensaba que Shion era más pequeño que él,a quien le sacaba media cabeza y se veía muy aniñado. Tanto que lo solía confundir con una niña, como le había ocurrido.

 

—Catorce.

 

No se esperó que tuvieran los mismos años. Cuando lo dijo, le miró de arriba a abajo, buscando algo que le hiciera más fácil creérselo.

 

—¿En serio tenemos los mismos?

 

—No tendría porque mentirte con mi edad.

 

—Te ves mucho más joven.

 

Eso molestó a Shion y Dohko pensó que a lo mejor le molestaban esas cosas porque se las solían decir mucho.

 

—Ya lo se, pero cuando de el estirón, seguro que seré más alto que tú—eso fue lo primero que Shion le dijo por las buenas.

 

Y Dohko sonrió feliz de que por fin no se lo tomara tan a mal como las anteriores veces.

 

—Eso habrá que verlo—le retó.

 

No se dijeron mucho más esa tarde. Poco a poco la casa comenzó a oscurecerse y Shion tuvo que encender una vela para que pudieran ver. El cielo se tiñó de un color oscuro y las estrellas comenzaron a hacer acto de presencia. Desde la cama, Dohko podía verlas por una ventana y al verlas pensaba en el universo, pensaba en su cosmos. Pensaba en que era una Caballero.

 

En un momento dado, Dohko escuchó como Shion se quejó y se llevó la mano a la nuca un poco molesto.

 

—¿Te pasa algo?—preguntó preocupado.

 

—Es solo una vieja herida.

 

No volvieron a mencionar ese tema.

 

La hora de la cena llegó y por primera vez, ambos comieron juntos. Mientras comían, Dohko pudo ver algo en lo que no había caído antes. Aunque los dedos de Shion estaba al aire, unas vendas cubrían parte de sus manos y subían hasta donde las mangas de su ropa no dejaban ver mas. Dohko temió que Shion hubiera salido herido de alguna de las peleas con los espectros.

 

—Lo de tus manos—comenzó y Shion se le quedó mirando—¿Es por culpa de los Espectros? —preguntó.

 

Apretó el cuenco con sus manos, si fuera así, si los Espectros lo habían herido a él por su culpa...

 

—No, es por otra cosa—contestó Shion—Ya te lo contaré en otro momento—aseguró con una tierna sonrisa.

 

Dohko apartó un poco la mirada algo sonrojado, Shion se veía muy bien cuando sonreía. Se sintió bastante más tranquilo, aunque a decir verdad, ni sabía porque hace unos momentos se había frustrado y enfadado tanto. Debían ser cosas de la edad.

 

La cena siguió con calma y Dohko en seguida comenzó a sentirse cansado, por ello se durmió en seguida. Al contrario que Shion, quien dejó la vela encendida y tras recoger lo que habían usado para cenar. Salió de la cabaña.

 

Hacía una noche fabulosa, la brisa soplaba refrescando el ambiente y el cielo estaba despejado, dejando a la vista todas las estrellas. Shion bajó por los picos de la cascada hasta el rio que se formaba a los pies de esta. Para él no supuso ningún problema saltar de pico en pico. Cuando llegó al rio, caminó por las piedras que sobresalían de este. Le entretenía dar ese peculiar paseo.

 

Pero ese día en concreto, pasó algo que no tenía previsto. Noto algo que iba hacía él, algo que conocía a la perfección y que logró esquivar con un gran salto. Cayó sobre una de las piedras que había en el rio y miró en la dirección de la que había llegado ese ataque.

 

—¿En qué estaba pensando?—gritó Shion molesto.

 

De los matorrales que había junto al rio, apareció un hombre unos años mayor de Shion. Su pelo era desordenado y de un curioso color azul. Sus ropas delataban que no era alguien de la zona y la caja que llevaba a su espalda lo reconocía como un Caballero de Oro.

 

—En que no podía simplemente salir y saludarte—respondió el hombre con una sonrisa cínica.

 

El recién llegado caminó y dio varios saltos hasta que quedó en la piedra que había justo en frente de Shion. El aura de ese hombre era un tanto amenazante, pero Shion no le tenía ningún miedo, lo conocía demasiado bien como para temerle.

 

—Eres un estúpido Manigolgo—dijo Shion, aun molesto.

 

—No te quejes tanto que no has tenido ningún problema en esquivarlo.

 

Y tenía razón, pero eso no significaba que a Shion le gustara que le saludaran con un ataque todos los días y menos si dicho ataque era de Manigoldo. Aunque conociendo a Manigoldo, dudaba que le hubiera dado aunque hubiera sido incapaz de esquivado, se conocían demasiado bien.

 

—¿Qué haces aquí?—Shion decidió ir directo al grano, sino estarían ahí hasta que llegara el amanecer.

 

Manigoldo no le respondió directamente. Primero se acercó a Shion y lo levantó en brazos. Sus brazos agarraban las piernas de Shion, por encima de sus rodillas y debajo de sus nalgas. Shion tuvo que apoyar las manos sobre los hombros de ese hombre. A veces se preguntaba que tenía Manigoldo como para que le dejara hacer esas cosas.

 

—Bueno, te enviaron aquí a por el Caballero de Libra y ya han pasado casi dos semanas sin que dieras señales de vida—respondió Manigoldo—Ya comenzaba a estar preocupado—se burló.

 

—¿Sage te ha obligado a venir para ver como iba?

 

—Si, me encanta cuando me entiendes sin decirte muchas palabras, me ahorras las explicaciones—dijo Manigoldo bastante contento—Así que cuéntame que es lo que te tiene entretenido—le echó una ojeada—Porque te veo bastante bien.

 

—El Caballero de Libra fue herido en una batalla y he estado cuidando sus heridas—explicó Shion.

 

—¿Esta tan herido como para que no le puedas llevar al Santuario?

 

El rubio apretó sus puños, agarrando la ropa de Manigoldo. Ese era la primera misión que el Patriarca le había confiado a él solo. Si bien había realizado otras muchas misiones, siempre había sido en compañía, en su mayoría, la de Manigoldo. Y por una vez que le había confiado algo solo a él, temía fallar.

 

—No quiere ir al Santuario—admitió Shion con vergüenza.

 

Se esperaba que Manigoldo se burlaría de él por estar fallando en su misión, pero en su lugar, Manigoldo le removió el pelo con cariño. A veces, muy de vez en cuando, Manigoldo se comportaba con cierta ternura.

 

—¿Y eso?

 

—Es una buena persona y tiene mi edad, pero esta un poco enfadado y frustrado con el mundo, supongo que la pelea que tuvo contra los Espectros le ha dañado el orgullo. Bueno, el asunto es que todos sus problemas y frustraciones, las paga conmigo—se quedó unos instantes callado, pensando en que decir—Digamos que parece un tigre enjaulado, listo para atacar en cualquier momento, pero demasiado herido como para tener las fuerzas como para lograrlo.

 

Los dos se quedaron en silencio unos minutos. Manigoldo todavía no había soltado a Shion, pero ambos estaban un tanto pensativos.

 

—Hay algo que me extraña—habló Shion y Manigoldo esperó a que dijera a que se refería—Me he enfrentado a bastantes Espectros y son solo soldados rasos sin ninguna fuerza, no comprendo cómo ha podido hacerse esas heridas tan graves.

 

—A lo mejor es todavía demasiado débil como para enfrentarse a unos cuantos soldaduchos—dijo Manigoldo con desprecio.

 

El rubio negó, él no creía que fuera eso, no pensaba que fuera tan sencillo.

 

—Creo que debe haber algún Espectro un poco más poderoso por aquí cerca.

 

—¿Piensas que hay cerca algún Juez del Inframundo?

 

—Por supuesto que no, de lo contrario, dudo que Dohko hubiera salido vivo—respondió Shion—Pero creo que hay más que soldados rasos por aquí.

 

—No sería extraño, el lugar donde han estado sellados esta relativamente cerca—dijo Manigoldo y volvió a removerle el pelo a Shion—De todas maneras,confió en que podrás enfrentarte a esos Espectros sin ningún problema,así que no te des mal.

 

Shion desvió un poco el rostro hacia el agua del rio para intentar esconder el rubor de su cara. Pero Manigoldo le colocó la mano en la mejilla y le giró la cara para que lo mirara directamente.

 

—Shion, confiá un poco más en ti—habló con un extraño y amable tono—Creo que has visto demasiadas vidas de otros y en momentos como estos, te cuesta poder vivir la tuya.

 

El rubio no comprendió en ese momento que le estaba diciendo Manigoldo, pero se sintió temblar como una simple hoja.

 

—¿Qué...qué quieres decir?—preguntó algo apurado Shion.

 

—Que eres mucho más convincente de lo que piensas—explicó—A mí me lograste convencer para que te acompañara a por tu armadura— el mismo brazo con el que estaba acariciando a Shion, lo paso por detrás de la espalda de este y lo atrajo hacía a si mismo, en un peculiar abrazo—Seguro que no tendrás ningún problema en lograr convencer a ese chico para que vaya contigo al Santuario.

 

A decir verdad, Shion no tenía ni idea si las palabras de Manigoldo podrían cumplirse o no, pero eran justo lo que necesitaba en ese momento para animarse.


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