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Susurros por Juuri Kiryu

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Notas del capitulo:

Bueno yo sé que me desaparecí un tiempo pero volví. La cosa es que no tenía idea de para dónde iba a llevar a estos dos, se escribió solo el capítulo así que no, no se quejen conmigo(?)

Clark suspiró ligeramente irritado, la idea de Barry había sonado bien en un principio. Era simple, solo irían a asegurarse de que en Gotham todo estuviera bien. Después de todo, hacía varias semanas que Bruce no iba a misiones con ellos. Claro, nada urgente había ocurrido, un par de catástrofes naturales que habían sido al final beneficiadas con una generosa cantidad de dinero proveniente de las industrias Wayne. Y es que en la liga él se había convertido en el último chisme. Aprovechaban que Bruce no estaba…
— ¡Inténtalo! ¡Sólo invítalo a cenar! — insistió un animado Arthur, que estaba sentado desgarbadamente en uno de los sillones de la sala de descanso que tenían que tenían
— ¿Tú como…?
— Por favor, es obvio. La mitad del tiempo que pasaron conmigo, le mirabas el trasero.
— ¡Eso no es cierto! — exclamó alterado. Y también avergonzado al oír la risa burlona de Diana y Hal. Era tan humillante.
— No te culpo, tiene bastante de que presumir, pero…
— ¿Pero? — el tono de interrogación de Hal abrió un silencio incomodo que lejos de salvarlo, terminó por imponerse en la sala
— No es mala idea
— ¡Diana!
— No me veas así. Llévalo a un lugar romántico, solitario. Que vea que te importa el respetar lo que él protege más.
— Es Bruce Wayne, Diana — murmuró masajeando el puente se nariz, bastante avergonzado por eso. No era que no quisiera tener una cita con él, pero… No podía evitar sentir vergüenza. No tenía nada especial que ofrecerle al hombre que era dueño de toda una ciudad. Nada que ofrecerle con su sueldo de persona común y corriente. — ¿A dónde lo voy a llevar? ¿A la granja de mis padres?
— ¿Por qué no? — ella preguntó enarcando una ceja.
— Porque al gran hombre le da vergüenza que el excéntrico Wayne desprecie su cita — comentó Hal quien estaba descansando sus pies sobre las piernas de Barry, mientras ambos comían de la misma bolsa de papas fritas.
— ¿Y por qué no? Suena muy bien en realidad, dudo que Bruce pase tiempo al aire libre… Tal vez sea bueno para él, juraría que no puede decirnos cuando fue la última vez que se tomó un descanso — Barry lanzó un par de papas a su boca, como si no fuese la gran cosa.
— ¿Estás loco? Le dirá que no de inmediato — terció Hal
— Gracias — siseó Clark llevándose las manos al rostro.
Y eso explicaba ligeramente el porqué estaba en Gotham. Esa ciudad era tan diferente de Metrópolis, o cualquier otra ciudad que hubiese visitado. El ruido, el número de conflictos que podía escuchar. No entendía cómo es que Bruce se las arreglaba para mantenerla a raya. Recordó entonces que a veces, Hal solía hacer una mueca de profundo disgusto cuando mencionaban la ciudad. No era porque tuviese problemas con su gente, pero el poli espacial solía decir que en ese lugar el aire que se respiraba era diferente.
Era sofocante, pesado, como si la misma ciudad se encargara de avisarte que en ella la gente débil no tenía lugar. Sí caminabas por las calles principales, no parecía pasar nada importante, pero desde el cielo podía ver como en los oscuros callejones que se desviaban del centro, las pandillas se reunían. Hombres y mujeres jóvenes, que eran duros como lo era su ciudad. Sólo buscaban una manera de sobrevivir, y sin muchas opciones habían terminado por elegir mal. Vendedores, prostitutas, chulos, adictos, golpeadores y demás gente de la mala vida iban y venían, cuidadosos de sus pasos. Pudo ver de inmediato que se escondían, no tuvo que pensar demasiado de quién. El rumor de Batman iba y venía en las bocas de los gothamitas.
No tardó encontrar a Bruce, cuando alguien tiene tan profundo a alguien en el corazón, no es difícil hallarlo. Aunque mejor dicho, el murciélago lo encontró. Pudo sentirlo de pronto, sin darse cuenta del momento en el que se había acercado tanto. Estaba a sus espaldas, y el solo hecho de oírlo pronunciar su nombre le provocó un desasosiego tremendo. Porque aún no recordaba en que momento le había confesado su nombre en su idioma natal, en parte. Pero también porque se oía jodidamente bien.
— Kal El, éste no es tu lugar —
Claro que no le importó la fría bienvenida. Había dicho su nombre.
— Sólo quería ver que…
— ¿Estuviera bien? No me jodas.
— Te fuiste de repente — Clark replicó aquello avergonzado. Malditas y estúpidas ideas de Barry.
— Estoy bien. Ya puedes irte.
— No… Br… Es decir, Batman, quiero que hablemos sobre lo que te dije
— No tengo tiempo para…
Y Clark cerró los ojos un momento. Intuía que diría algo así, pero recordó las palabras de aliento que Hal le dijese en la Atalaya
Tiene un humor difícil.
Pero sus pensamientos se desviaron cuando oyó llegar a los que supuso eran los hijos de Bruce. El más alto se le acercó con cara de pocos amigos, por lo que pudo ver debajo de su rojo casco. El chiquillo no pasaría de los diecisiete. Lo miró unos segundos y luego se volvió al caballero de Gotham con una expresión peor
— ¿Ahora éste que quiere?
— ¡Red…! — Un chico un poco más bajito que el que tenía pinta de motociclista, un poco más delgado, y que tampoco llevaba capa se rascó la nuca algo apenado
— Ay no… — oyó murmurar a Bruce, que se llevó los dedos índice y corazón al puente de la nariz.
— ¡Es Superman, Nightwing! — una voz, mucho más infantil se dejó oír detrás de los dos mayores, y entonces un chico de unos catorce tal vez se dejó ver. Su mascara era la más parecida a la de Bruce, pero sin orejas, y con una expresión menos dura.
— Tt… Y yo pensé que Hood tenía la cabeza hueca — un niño, de máximo doce se acercó a él, con paso aún más firme que el primero.

Clark miró un poco nervioso a los chicos, y luego devolvió su mirada a Batman, que había recuperado la compostura. El murciélago avanzó también ante él y puso una mano en la cabeza del chico que… Que parecía ser el menor de sus hijos. Éste solo dejó salir algo parecido a un gruñido y se cruzó de brazos. Podía ver la expresión de Bruce en esos momentos, no necesitaba su visión especial. Simplemente, era algo bastante… bastante obvio.
El murciélago se acercó al chico delgado y sin capa, que era Nightwing, si no se equivocaba y esperó un rápido reporte de lo que ocurría. El chico se removió algo incómodo. De pronto sintió como su mirada caía en él, concretamente en el símbolo en su pecho. Eso lo hizo sonreír por inercia.
Bruce arrugó el entrecejo, y luego miró mal a Clark. Entonces quitó la estúpida sonrisa de su rostro.
— Los micrófonos están puestos. Sólo hay que esperar, Bats — dijo finalmente el chico, antes de mirar de nuevo al hombre de metrópolis con cierta inquietud.
— Entonces terminamos. Vayan a casa.
— Bien, ¿me das las llaves del batimóvil? — la voz sarcástica del primer chico, que casi alcanzaba en estatura a Bruce, lo trajo de vuelta
— Podría llevarlos…
— ¡No! — una respuesta a coro del grande, el menor y el padre se dejó oír, al mismo tiempo que el de la máscara negra y Nightwing murmuraban un quedo “No es justo”
— Br… Es decir, Batman… No pasa nada, de todas formas aún tenemos que hablar — recalcó el tenemos, y entonces escuchó que los latidos de Bruce se aceleraban un poco.
— Kal…
El tono grave con que su nombre fue dicho le provoco una pequeña descarga en la nuca, y un nudo en el estómago. Sus ojos azules brillaron un poco, y probablemente puso una patética cara, porque el bufido del chico de la motocicleta fue sonoro.
— Estoy un poco cansado — intervino Red Robin, para disgusto de Bruce, que solo gruñó y miró a su hijo más grande, que evitaba su mirada
— ¿Por qué no le indican el camino? — murmuró finalmente, arrancándole una sonrisa a los tres.

Si, Clark también sonreía, porque sentía que era un gran paso para él. Si tomaban en cuenta que nunca antes sintió unas ganas atroces de correr como nunca en su vida las había padecido, merecía un premio. Por un momento pensó que el Wayne le metería kriptonita en la boca. Los dos chicos se acercaron a él, con una enorme sonrisa ambos. Los tomó a ambos, luego de dejar de flotar para poder acomodarlos. Entonces, una vez que estuvieron bien sujetos, volvió a dejar el piso. Pudo notar que Bruce le dedicaba algunas miradas que si no eran de nerviosismo, sí lo eran de preocupación.
Clark le sonrió y comentó con un tono bastante suave
— No los dejaré caer Bruce… Están a salvo, lo juro
— No son ellos los que me preocupan — terció el hombre, aunque lucía contrariado.
El cielo de Gotham era también diferente al de Metrópolis. Era más oscuro, más silencioso. Como si la misma ciudad tratara de proteger sus secretos. Los chicos no dejaban de dejar salir expresiones de admiración, reían divertidos y señalaban desde sus brazos lugares que conocían y frecuentaban. Nunca antes le pareció tan ameno un vuelo. Era… Era nuevo. Nightwing, era el mayor, según lo que le oía de ellos, y Red Robin el tercero. Eran menos malhumorados que sus hermanos, aunque el chiquillo parecía ser un poco introvertido. Lo que le recordó a una buena parte de su secundaria, y preparatoria. El mayor, por otro lado, era diferente a Bruce. Casi un opuesto. Pero encontró que tenía una sonrisa tan encantadora como la de su padre. Bonita, capaz de tranquilizar a la gente. Pero más natural y frecuente.
— Allí — señaló Nightwing con el índice un enorme espacio, cerca del acantilado. Entonces descendió y ellos lo guiaron entre el terreno escarpado, cuando llegaron a la playa. Sonrió para sus adentros, ya sabía quién era Bruce. Y sabía en donde vivía. No es que fuese a aparecerse allí como un acosador… muy seguido. Pero todo dependía de esa noche y la respuesta...

Cuando Bruce llegó a la mansión acompañado por los dos más problemáticos de sus hijos agradeció profundamente que Alfred se los sacara de encima. No habían hecho más que quejarse acerca de su nuevo visitante. Aun no superaban lo de Jordan como para que Clark –el muy idiota – le hiciera pasar por eso de nuevo.
Aceptó a regañadientes que el otro se llevara a sus dos pequeños retoños, la razón principal era que sabía que Superman era el héroe favorito de Dick, y por otro lado, Tim se quejaría toda la vida si no lo dejaba volar con el hombre de acero. Por si fuera poco ahora debía tratar con sus muy celosos hijos. Damian, odiaba que le prestara atención a alguien más que a él y sus hermanos. Y sus hermanos eran muy subjetivo. Por otro lado, Jason era un poco más adulto. No era ajeno al mundo de las relaciones, y aunque desde hacía un tiempo no lo hacía en realidad, su hijo pensaba que todo aquel ser adulto que tuviese contacto físico con él, pretendía llevarlo a la cama
De ahí la inicial animadversión hacía Lantern. Y ahora Superman. Porque por si fuera poco, era Superman. Jason y Damian odiaban perder también la atención de Richard sobre ellos. Dick era como un segundo padre, o en palabras de Jason, una mamá gallina. Siempre estaba detrás de sus hermanos cuando él no podía, y aunque a veces le ganaba la tentación de apoyar a sus hermanos con alguna travesura, sabía perfectamente lo que estaba bien y lo que estaba mal. Por eso confiaba en él lo suficiente como para dejarlo dar una vuelta con el superhombre que andaba tras él.
Y eso último es lo que le causó más conflicto al tener que escuchar a sus hijos quejarse. Después de todo, esta vez –y solo ésta vez- no estaban equivocados.
Esperó a que los otros dos llegaran antes de mandarlos a dormir. Cuando estos escucharon a su padre, no pudieron evitar hacer un berrinche, pero no sirvió de mucho, no con Bruce. Este suspiró y cuando se aseguró que hasta el último de sus pajaritos había ido a la cama, entonces se quitó la capucha y giró furibundo hacia Clark
— ¿Y qué quieres, Clark?
— Estás exagerando con tu en…
— ¿Ah sí? ¿Hal te contó la lista de serias bromitas que hicieron para mantenerlo a él lejos de mí?
— Ya se a dónde quieres llegar con eso, Bruce, pero para mí es importante…
— ¿Hablar de qué? Clark, ¿Qué es lo que quieres hablar?
El hombre de acero juró que no le fallarían las palabras. Juró que tendría el valor de decirlo.
Tomó aire y luego pensó lo que tenía en la punta de la lengua. Pero es que los ojos azules del hombre que tenía frente a sí, se clavaron en él.
— ¿Claro…?
— ¿Puedes decir mi nombre?
— ¿Qué?
— Kal El. Dilo como allá afuera…— el brillo en los ojos kriptonianos hizo a Bruce sorprenderse
— ¿Por qué?
— Solo hazlo. Por favor — murmuró de nuevo, acercándose un poco al hombre vestido de murciélago, para tomar su rostro con una mano, esperando el rechazo. Mas al no ocurrir, solo hizo lo que su instinto le marcó. Trazó pequeños círculos pro su mejilla.
— Kal El… —su voz gruesa, segura, y sensual, logró estremecer al último hijo de Kriptón.
— Bruce… Yo vine porque quiero que hablemos… Pero no aquí
— ¿Estás bromeando?
— No te burles de mí, por favor. Sabes bien que no puedo controlarlo…
— Ve al grano Clark
— Bueno es que se me ocurrió que podríamos...
— Quieres una cita
Clark odiaba cuando eso pasaba, más específicamente cuando eso lo hacía Bruce a propósito. Odiaba que terminara sus frases de esa manera como si fuera lo más obvio del mundo. Odiaba sentir que era tan fácil de leer. Pero en ese momento agradecido la capacidad que tenía del otro determinar sus frases, de adelantarse y saber que era exactamente lo que quería. El murciélago se cruzó de brazos se recargó en uno de los computadores y entonces le sonrió de lado en una muestra de regocijo.
Y el hombre se pasó la mano por la negra cabellera, suspiró profundamente y comentó
— Será mañana. Hoy necesito dormir un poco...


Clark sonrió inevitablemente. Tenía una cita con Bruce Wayne. Con Batman.

— Quita Ésa cara y lárgate de mi cueva

 

Notas finales:

Como siempre si quieren dejar algún comentario ya saben que los respondo tarde pero le respondo. Deseo felices fiestas el JayDick lo actualizo antes de Navidad.

 

Estoy pensando en escribir sobre Lucas y Richard porque sinceramente el ship da par mucho 


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