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DEATH CHESS por Toko-chan

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Notas del capitulo:

Buenas!! Hoy os traigo una sorpresita, el segundo capítulo en un adelanto de una semana. :D

Esto es algo especial, no os acostumbréis demasiado por eso, al menos hasta que terminé el fanfic jaja pero por ahora, espero que os guste!

II

 

Al día siguiente la “discusión” de la noche anterior estaba olvidada, o por lo menos relegada a un lugar trivial. Se habían levantado relativamente temprano aunque, Light observó, los párpados no le pesaban aquella mañana y se sentía más despejado de lo que lo hacía recientemente. ¿Sería que Ryuuzaki se había molestado en no importunar su sueño? Ciertamente no recordaba haberse despertado.

Habían desayunado en un cómodo y a la vez insólito silencio, y después se encaminaron a través de los blancos pasillos del edificio hasta que la extensión de las paredes se volvieron metálicas en el cuartel, Light con la firme idea de que quizás hoy era el día, el día que una mota de luz les guiaría hacia los intangibles festones de alguna pista. No obstante, el rostro alicaído del detective le había perturbado desde que había amanecido y lo continuó perturbando el resto de la mañana y la tarde. Deprimido, eso había dicho. Por suerte, todo había que decirlo, Misa había estado tranquila hoy y él se había preocupado de dejar olvidado su móvil en el cuarto, mera precaución.

De nuevo, los resultados no fueron los que había esperado al despertar. Decir que averiguaron nada era quedarse cortos. El problema realmente, pensó Light, mientras recogía del suelo un revoltijo de papeles que había arrojado en su frustración, era que sentía que no avanzaba, todos ellos lo sentían, un sentimiento de atascamiento en la investigación como cuando sabes que te está persiguiendo una fiera pero tus miembros no te responden del entumecimiento. Miedo y agotamiento. Y la negatividad de Ryuuzaki no ayudaba.

Su padre se puso en pie, ronchas alrededor de sus ojos denotando el cansancio, fue hacia la cafetera y se preparó un café. Uno bien cargado y de personalidad fuerte, así es como siempre se lo tomaba.

- Papá, no te ves bien y no quiero que se repita lo de la última vez que te excediste. Tú y los demás deberíais iros a descansar.

- Light… - suspiró antes de apartar la mirada de su hijo - Tienes razón, pero no podemos dejar a los más jóvenes a cargo de todo.

- ¡Es verdad! Ryuuzaki y tu ya nos dejáis como bastante inútiles - añadió Matsuda con el brazo flexionado y el puño apretado con ademán motivador - no podemos encima dejaros toda la fiesta.

- Esto no es una fiesta, Matsuda. - dijo Aizawa. Sentado en una de las sillas al lado de Mogi, sacudió la cabeza. - Además, ¿que te hace pensar que perteneces a los veteranos?

- ¿Eh? Pues... ¿pero qué dices Aizawa? ¡Soy de vuestro grupo!

Su tono de alarma causó algunas risas entre los mayores y una pequeña sonrisa apacible en Light. Empero no en L, él no solía reír. Sonreír quizás, ocasionalmente, pero nunca lo había visto reír. No como Matsuda que ahora reía también con una mano tras su cabeza.

- Como os pasáis, hombre. - decía.

Light pensó que quizás detrás de esa sonrisa Matsuda a veces se sentía ligeramente incómodo aunque lo disimulaba bien, mas él juraría haber avistado la sombra de la desilusión reflejada en sus ojos marrones, del desplazamiento. Light era consciente de que el joven detective se sentía inútil al lado de sus camaradas, ¿pero qué podía hacer?, en cierto modo lo era.

Los miembros del cuartel general pasaron a discutir ahora algo de deportes - el último partido de béisbol de temporada si mal no entendía - que a Light no le interesaba especialmente. Sin ningún motivo en particular, sintió un pequeño tirón invisible y la imperiosa necesidad de voltear a su derecha. Se topó con unas lunas de azabache que le observaban con mirada inescrutable.

¿Que demonios le pasa?

- ¿Ryuuzaki…?

El decir su nombre pareció despertarlo de su ensimismamiento, porque parpadeó y se vio un poco confuso.

- ¿Si, Light? ¿Se te ofrece algo? ¿Un café, tal vez? Bien amargo, puesto que tienes alergia al azúcar, lo sé.

Una ceja se alzó en el rostro de Light, entre divertido y aturdido. Negó con un movimiento de cabeza.

- No soy alérgico al azúcar, idiota.

- Oh… Bien.

Y de nuevo de vuelta a su caparazón glacial, ese tono neutro que en ocasiones le causaba cierta gracia y en otras le crispaba los nervios, esa vez tan solo le trajo un aire de simple reconocimiento y familiaridad, como cuando ves por milésima vez el sol salir cada mañana.

Pero Ryuuzaki era demasiado iluso si creía que no había percibido su agitación anterior.

- ¿Porque me mirabas así?

- ¿Así? Define así.

- Ido, básicamente. Dándole vueltas a algo imagino. - sostuvo un bolígrafo y le dio vueltas entre sus dedos mientras hablaba - Te pusiste nervioso cuando te pillé mirándome, ¿tenías algo en mente?

El resto de las personas en aquella habitación estaban distraídas en su conversación por lo que no les estaban prestando atención. Ryuuzaki tardó unos segundos de más en responder, y cuando lo hizo habló con un tono dispensado.

- Bueno, no debería sorprenderte, Light. Tú pones nervioso a mucha gente, tal y como comentaba Misa el otro día.

El aludido estuvo tentado a poner los ojos en blanco.

- No creo que precisamente tú me mires por esos motivos - dijo, desconfiado - ¿Otra vez evaluando mi porcentaje de sangre Kira?

- Mm...

El desvío de su mirada al ordenador fue apreciable para Light, que lo tomó como afirmación a sus sospechas.

- Entiendo. ¿Tu conclusión? - exigió, más seco e irónico de lo que pretendía - ¿sangre mestiza o sangre pura?

Debió haber alzado la voz también, porque todos a su alrededor pasaron a prestarles atención. Escuchó a su padre preguntarle si todo andaba bien, pero fue como un sonido difuso que desechó como a una mosca. Ryuuzaki le devolvía la mirada de forma calmada, y ahora sí, le irritaba ese temple suyo tan parecido al propio.

- No he afirmado ni negado nada, pero ya que lo preguntas… Mestiza, sino estarías encarcelado. - contestó, finalmente, lo que provocó que la mandíbula de Light se tensara.

- ¡Ryuuzaki! ¿De qué va esto? - El padre de Light se había adelantado unos pasos y ahora se encontraba junto a ellos, una mano reposando en el hombro de su hijo. - ¿Light?

- No es nada, papá - dijo, forzando una sonrisa - Tan solo discrepancia de opiniones entre Ryuuzaki y yo.

- ¿Estás seguro?

De alguna forma, la patente preocupación de su padre le molestó a la vez que le resultaba placentera y tranquilizante, como un mantra budista. Asintió, sin pronunciar palabra, y maldijo en lo más profundo de su mente las esposas que los unían y el no poder alejarse del detective más de dos metros. Ahora parecía un buen momento para ello.

Hubo un ruido de engranaje y la puerta mecánica se abrió, y entró Watari con un carretón atiborrado de pastas, dulces, y variopintos aperitivos salados también. A Matsuda se le iluminó el rostro y soltó una ansiosa exclamación, Aizawa y Mogi también se levantaron para pillar algo de comer, todos parecían hambrientos.

Light aprovechó que la atención de su padre no se enfocaba en ellos para echar un último vistazo ladeado a su compañero de habitación - compañero de todo, pensó -, pero este ya no le miraba, sino que insólito en él se hallaba frente a la pantalla de su ordenador ajeno al resto del mundo, incluso ajeno a los dulces.

No duró mucho, en menos de lo que dura un parpadeo Watari le acercó un surtido de macarons franceses que Ryuuzaki aceptó de buena gana.

Light decidió olvidar el percance pasado, no tenía caso darle más importancia de la debida. En lo que restaba de día no volvió a cazar a Ryuuzaki observándole.

 

0.o.o.0.O.0.o.o.0

 

Y por fin era el día, y ahí se encontraban. Compartiendo un sofá color terracota en una pequeña y acomodada sala del gran edificio, ambos con expresiones aburridas a pesar de que ésta fuera más evidente en Ryuuzaki. Frente a ellos, en otro sofá del mismo modelo, una joven rubia y de ojos azules fruncía el ceño y los labios rojos. No se veía muy contenta en su vestido blanco y sus zapatos de charol, a juego con sus labios.

La chica profirió un suspiro disconforme y se dejó caer contra el respaldo.

- Que asco. Esto no es una cita ni es nada, somos jóvenes, guapos y atractivos, necesitamos algo de privacidad. ¿Cómo si no quieres que el señor Yagami tenga nietos algún día?

- ¡..Misa! - Light casi se atragantó con la bebida - Debes dejar de decir ese tipo de cosas.

- Pero light…

- No, escucha - consciente de que, no solo Ryuuzaki a su lado, sino el cuartel de investigaciones al completo estaba presenciando la escena, suspiró y tomó las manos de Misa entre las suyas. - Sé que tú crees que sí, pero nosotros no somos novios. Tú dices que un día yo te besé y empezamos a salir, pero te aseguro que fue todo un malentendido. Misa, eres realmente atractiva y preciosa, tú eres consciente de ello y simplemente te me lanzaste encima.

- ¿Como puedes decir eso? F-fuiste tú el que me besaste, Light, y además.. - su voz tuvo una inflexión temblorosa.

- Me siento en una película de amor barata.

Light apretó su agarre en las manos de la chica, tratando de reconfortarla e ignorando el comentario de Ryuuzaki.

- Sé que te besé. Pero la verdad, soy un chico de 17 años - sonrió un poco, con encanto propio de él - ¿cómo me iba a resistir a una chica tan bonita como tú que se lanza a mis brazos?

- ¿De verdad te parezco bonita?

- Por supuesto. Misa, eres preciosa.

- ¿Y entonces porque…?

La chica era tonta, decidió Light. No quería hacerle daño, por eso hacía lo que hacía, intentar calmarla, encandilarla de forma que aceptara su explicación y con ella los hechos, pero Misa era absoluta y definitivamente estúpida. Podría apostar que Ryuuzaki se lo estaba pasando en grande.

- Porque no todo se trata de belleza, ni siquiera de amor. -dijo él - Sabes todo lo que está sucediendo últimamente, el caso Kira es ahora mi prioridad y no puedo darme el lujo de perder ni un segundo, quiero que entiendas que este tema nos ha herido mucho a mi y a mi familia, y a ti que has sido sospechosa de ser el segundo Kira.

- De hecho, aún lo es, Light. - murmuró L.

- No le hagas caso. Lo que quiero decir, es que debemos superar esto juntos, todos juntos – especificó Light, por si acaso – mi padre, Matsuda, Aizawa, todos. Atrapar a Kira para poder vivir en paz, y que la gente pueda vivir en paz. ¿No es eso lo que quieres? ¿poder enamorarte y ser feliz sin preocuparte de un loco y serial asesino?

Ella abrió los ojos, y asintió con un fuerte movimiento de cabeza.

- ¡Si, claro! La gente tiene derecho a enamorarse y ser feliz.

- Por supuesto, por ese motivo atrapar a Kira es lo prioritario - el tono de su voz fue amable pero rotundo cuando le soltó las manos y se retiró hacia atrás en el sofá. La expresión de la chica reflejaba tristeza pero también comprensión, Light supo que ya lo tenía hecho - Luego, ya habrá tiempo de novios y novias. Quizás encuentres a alguien… que te guste más que yo. O quizás yo termino enamorándome de ti, quien sabe. Eso no importa ahora.

Un relámpago de admiración destelló en las orbes de Misa, que asintió y cabizbaja murmuró algo que sonó como un <<está bien>>, palabras que fueron disueltas en el mutismo que las acompañó. El silencio se derramó por las cuatro paredes como una gran ola ensordecedora cubriéndolo todo, nadie supo o quiso añadir nada.

Al otro lado de las decenas de micrófonos y cámaras, Mogi, Aizawa, Matsuda y el señor Yagami observaban interesados el desarrollo de la cita, si es que quedaba algo de cita en aquella reunión después de la perorata del universitario. Matsuda soltó los brazos de la silla en la que estaba sentado - en algún momento se había agarrado por la tensión - y se dejó caer.

- Vaya… Eso ha sido intenso. - suspiró -  Jefe, Light es una pasada, sabe como tratar a las mujeres para que no se enfaden con él, hasta cuando está rompiendo con ellas.

Soichiro asintió a lo dicho por Matsuda, aunque su vista estaba clavada en la pantalla, donde su hijo permanecía inmóvil y callado al igual que los otros dos. Se sentía en parte orgulloso de que su hijo fuese amable y respetuoso con las mujeres y con la gente en general, tal vez ese orgullo se veía realzado debido a la situación que vivían. ¿Como alguien como su hijo podría ser Kira? Era imposible. Eventualmente, L tenía que darse cuenta de ello.

- Bueno, supongo que desde que era pequeño siempre ha sido muy convincente.

- ¿Eso no es contraproducente? - preguntó Aizawa, con semblante grave.

Soichiro y los demás le miraron interrogantes.

- Es decir, no es que yo lo pienso ni mucho menos. Pero pienso que desde el punto de vista de Ryuuzaki, sabiendo lo entrebuscado que puede llegar a ser, esa facilidad de embaucar de Light podría ser un punto a favor para sus sospechas.

Sus palabras fueron como un balde de agua fría para Soichiro, tan fría que caló hasta sus huesos haciéndolos crujir en el acto, tanto que dejó de escuchar las opiniones de los otros respecto a lo dicho por su compañero. ¿Realmente podría ser…? Pero sí, pensó abatido, era bastante probable que ese fuera el pensamiento del famoso detective.

Aunque el mismo no se dio cuenta de su ceño fruncido, los demás ocupantes de la sala no lo pasaron por alto.

- Jefe, no se desanime, yo no creo que Ryuuzaki le esté dando ya tantas vueltas. Puede que Light todavía no esté al 0% de sospechas, pero seguro que en nada ya lo consigue.

Matsuda, tan amable e inocente como siempre, pensó Soichiro con aprecio. Era un buen muchacho, algo despistado pero de corazón noble y valiente.

- No, Aizawa tiene razón, la labia que tiene mi hijo es un buen motivo para que L lo continúe teniendo en el punto de mira... - si bien a él como padre,  le doliese un infierno.

Mogi depositó una mano sobre su hombro, en señal de apoyo, un apoyo moral que a pesar de no solucionar las cosas, hacía su función de hacer todo un poco más llevadero. Aunque muy poco.

A través de los altavoces se escuchó el ruido del crujido de un golpe, ropa deslizándose, y algo estampandose contra la pared. Ahora, con sus miradas de vuelta a las pantallas, Soichiro y los demás vieron con sorpresa como un descolocado Ryuuzaki se ponía en pie con la ayuda de la pared, su mejilla marcada y el puño alzado de Light delataban lo que había pasado. Misa se tapaba la boca, su expresión en algún punto entre asombrada y asustada.

Había sido un buen puñetazo, L no sabía cómo había pasado. Un momento estaban conversando y al otro él había dicho algo que había sentado mal a Light y este se lo había cobrado con una buena sacudida. Se alejó de la pared con la cual se había ayudado a levantarse y miró a Light. Sus ojos ardían como piedras iridiscentes, llameando iracundos.

El sofá en el que habían estado sentados se había tumbado cuando Light le pegó, de hecho el mismo Light había sido arrastrado, tironeado por las esposas cuando L cayó hacia atrás.  La taza de té azucarado que él había sostenido había sido reducida a diminutos y afilados fragmentos que se desparramaban uniformemente por la moqueta del suelo.

- ¿Es que nunca vas a dejar de atacarme? - exigió Light. - ¿Te crees que es fácil para mi? Ser sospechoso, ser acusado de ser ese monstruo que va asesinando creyéndose la mano de Dios.

- Imagino que no. - coincidió - Sin embargo, ya sabes el dicho: diente por diente.

No le dio tiempo a Light a reaccionar. Cuando menos se lo esperó L ya había alzado la pierna con un movimiento circular y le había acertado una patada con su pie descalzo en la cara. El impulso del golpe lo empujó hacia atrás y, con un gemido de dolor, se desplomó sobre el sofá volcado con L viéndose arrastrado por la cadena y cayendo sobre él. Sus huesos crujieron bajo el peso del escuálido hombre.

L se irguió un poco y pasó la manga de su camiseta por su boca y mejilla.

- Ya ves que yo también soy bastante fuerte.

Apenas acabó de decir la frase cuando el universitario se lo sacudió de encima.

- Y además - L lo observó sacudirse la que debía ser una cara camisa antes de devolverle la mirada, intensamente - ¿Te atreves a deprimirte y revolcarte en la desgracia de haber fallado en tu conclusión solo porque yo no soy Kira?

- ¿Eso es lo que te da rabia?

- Me da rabia que no seas capaz de ver que yo no soy como él, no SOY él. ¿Es que no te das cuenta?

Su voz denotaba urgencia y su mirada era salpicada por matices de súplica, matices que no habían dejado de perturbar a L desde que habían liberado a Light de la celda. Este Light que alegaba su inocencia y el anterior eran personas completamente distintas, y eso no era algo como para tomar a la ligera, pero L nunca había visto algo parecido. ¿Podría ser solo una actuación? Podría, aunque le resultaba bastante improbable.

No sabía realmente qué decir. Su hipótesis se había hecho añicos, cierto. Sin embargo Light tenía algo… no encontraba palabras para describirlo, pero tenía un algo que lo hacía dudar de él irremediablemente, lo hacía dudar incluso viéndolo ahora, herido y descontrolado, con el entrecejo fruncido, los ojos cerrados y soltando un resoplido incrédulo antes de añadir algo más.

- Pero lo que más me toca las narices es que digas… que quizás querías que yo fuera Kira.

Entonces es eso lo que le ha puesto así, pensó L, ese comentario, por supuesto. La gente solía tomarse de forma violenta su aplastante sinceridad, suponía que podía ser dura a veces pero era la verdad, y la verdad era sagrada.

- ¿Prefieres que te mienta? - inquirió, y las palabras parecieron derramarse por la sala con una pesadez desmedida. Por unos instantes, dio la sensación de que el tiempo se había detenido, como si alguien hubiese cogido entre sus dedos las agujas de un reloj y les impidiera seguir con su curso; o como los granos de un reloj de arena congelados desafiando la gravedad. Ambos se miraron el uno al otro. Inmóviles tal cual fieras midiendo a su rival, sin romper el contacto visual.

Entonces todo explosionó; Misa chilló; y L y Light eran un enredo de miembros que trataban de asestar golpes al otro - puños, patadas, codazos, lo que fuera - a la menor oportunidad. Light lo amarró por el cuello de la camiseta y, sin soltarlo, le propinó un trompazo en la otra mejilla. Un jadeo escapó de la boca del detective y creyó apreciar que escupía algo de sangre, mas no hizo caso y se limitó a devolvérsela a Yagami con un fuerte rodillazo en las costillas que lo hicieron doblarse por la mitad.

La modelo les gritaba a voz alzada que pararan, que se iban a matar, pero ninguno la escuchaba más de lo que oían a una mosca molesta zumbando a tu alrededor. No fue hasta que el timbre del teléfono hendió la atmósfera, que se detuvieron jadeantes. Light erguido; L flexionado a cuatro patas como si fuera un felino en guardia. Fue este último quien descolgó con un neutro <<¿Diga?>>.

- ¡Ryuuzaki! ¡Misa-Misa ha sido premiada como la joven modelo más atractiva y célebre del 2004 en la revista Estrellas del mundo! - exclamaba alguien al otro lado de la línea, tan fuerte que Light podía distinguir lo que decía sin problemas - ¿No es fantástico? Hay que...

L colgó sin miramientos.

- Solo el idiota de Matsuda - espetó, indiferente de que el aludido le estuviese escuchando desde la otra sala.

- Déjalo, no da para más. - secundó Light, inmisericorde, a la par que se cruzaba de brazos y alejaba su mirada de Ryuuzaki.

Sentía un nudo en el estómago, un correteo de nervios que le ascendía por la garganta con sabor amargo y le impedía mirar a Ryuuzaki directamente. La llamada de Matsuda había roto la tensión dejando detrás una especie de halo de extrañas sensaciones, de distanciamiento, de inaccesibilidad. Un limbo donde cada uno eran dos planetas, lejanos, muy lejanos, separados por un denso vacío. Light que siempre tenía algo que decir, en esta ocasión sentía como si las palabras no tomaran forma en su mente.

Misa comentó algo a lo que no fue capaz de prestar atención, le respondió sin ser consciente realmente de lo que sus labios articulaban, siquiera de si tenía sentido su respuesta aunque esperaba que sí, no quería verse como un estúpido. Poco después la cita se dio por concluida y cuando la modelo volvió a la planta que le pertenecía, ellos dos se reunieron con el resto de adultos en la sala de investigaciones. El resto del día se sucedió con la normalidad acostumbrada, Matsuda y Aizawa bromearon acerca de la pelea pero Light les hizo caso omiso. No se sentía mal por haberlo golpeado, se dijo, su vista clavada en la pantalla revisando unos casos de unas últimas muertes. Se sentía mal por no encontrar una manera de romper la atmósfera que se había instalado entre ellos dos después. La iluminación en la estancia era intensa y diáfana, daba la sensación de que el sol aún se alzaba sobre ellos fuera en el exterior, cuando lo cierto es que ya debía de haber anochecido. De súbito una de las puertas que daban acceso a la sala fue abierta y Soichiro entró por ella con un manojo de archivos en sus manos. Llamó a Ryuuzaki y todos prestaron atención, traía noticias. Light observó a Ryuuzaki tomar los informes y revisarlos atentamente a la vez que escuchaba el razonamiento de su padre. Se forzó a poner los cinco sentidos en ello.

Al parecer revisando varios casos de muertes de las últimas semanas, hubo un hecho que captó la atención del intelecto deductivo de su padre. Ya habían esclarecido que el nuevo Kira se limitaba a llevar a cabo sus actos homicidas provocando ataques al corazón a sus víctimas, no se molestaba en buscar otras formas o en provocar a la policía como lo había hecho el Kira genuino. Sin embargo, tras el aparente cometido de purgar al mundo de asesinos, se habían registrado tres muertes de importantes empresarios en las pasadas semanas que, según había ya comprobado Soichiro, casualmente favorecían al aumento de las acciones de una compañía en concreto.

- La empresa que se ve beneficiada es la Yotsuba - finalizó, con expresión grave que no obstante ocultaba un deleite triunfante.

Todos soltaron exclamaciones de sorpresa y se miraron unos a otros. Algo, por fin tenían algo. Sin recordar la tensión de las últimas horas, Light deslizó su silla hasta que se situó a un lado de Ryuuzaki y pudo echar un vistazo a los informes que éste inspeccionaba con asombro en su mirada, los ojos un poco más abiertos que de costumbre.

- Es impresionante, Sr. Yagami. - comentó L, sus dedos recorrían las páginas con habilidad. Tomó una y la levantó para verla mejor - Es tal y como dice, tras las muertes de delincuentes se ha seguido un patrón de muerte por semana de dueños o importantes accionistas de empresas que le hacían competencia a la Yotsuba.

- ...y como consecuencia sus ganancias se han incrementado de forma considerable. - Light dijo y parpadeó. ¿Porque no lo habían notado antes?

- Buen trabajo, Sr. Yagami.

La felicitación de Ryuuzaki fue sincera, realmente sincera, Light pensó que no era para menos y se sintió contento por su padre que no por nada había sido el jefe de la policía japonesa.

- ¡Genial! - exclamó Matsuda levantándose - Ahora ya tenemos por donde empezar, chicos. ¡Bien hecho, jefe!

- No es para tanto, pero gracias - Soichiro miró un momento a Matsuda para volver a enfocarse en Ryuuzaki casi de inmediato - Parece que este Kira no es tan brillante como el anterior, podemos empezar desde este punto y esta vez no se nos volverá a escapar.

Al finalizar de hablar volteó a mirar a su hijo, que lo observó de vuelta y asintió antes de ponerse en pie y descansar su mano en el hombro del Ryuuzaki. Mechones de cabello negro cosquillearon en el dorso de su mano al hacerlo.

- Ryuuzaki.

Pero él no le miró.

Light cerró los ojos un momento, le obligó a darse la vuelta y entendimiento conectó sus miradas cuando estas se encontraron.

- Ryuuzaki - repitió Light - Vamos, vamos a acorralarlo. ¿No lo has visto? Está en nuestra mano, no volveremos a cometer el mismo error, una es suficiente, ¿no es así?

Por primera vez Ryuuzaki se dio cuenta. Ese algo, ese algo que los hacía tan diferentes, que le hacía querer confiar en el Light Yagami que tenía frente a sus ojos en ese mismo instante, algo que el otro no tenía. Podía verlo ahora, una cortina de agua transparente y cristalina, pura como la vida que germina en un vírgen paraje.

- La diferencia… eso es - susurró lentamente viendo a Light parpadear ante sus palabras y articular un mudo <<¿Qué?>>.

Desvió la mirada.

La diferencia son los ojos de este Light, los suyos resplandecen con la luz del mismo sol. Igual… que dos espléndidos soles que deslumbran con su simple honestidad.

Renuente de volver a cruzarse con esos ojos, asintió con un gesto casi inapreciable.

- Está bien, Light. - dijo - Nunca fue mi intención rendirme, lamento que todos creyerais lo contrario. Pero descuida, gracias a tu padre podemos comenzar a considerar algo específico.

- ¡Sí, allá vamos, Kira!

Exclamaciones de alentador júbilo colmaron el ambiente. Alguien comentó que había que celebrarlo yendo a por unas birras a no sé qué taberna, alguien más pareció negarse diciendo que aún no había nada que festejar pero su protesta carecía de fuerza. Todos necesitaban una victoria a la que aferrarse por pequeña que esta fuera, todos menos él, quién a su juicio festejar eso era una completa estupidez. Los demás podían ir a celebrarlo, él no lo haría.

Pensando que Light habría dejado de prestarle atención ya, dejó de contemplar las imperfecciones de la pared metálica. Gran equivocación. Light le miraba, sí, seguía mirándole, no obstante ahora una amplia sonrisa moldeaba su rostro suavizando sus facciones. Iba a preguntarle que qué ocurría, qué porque sonreía así, pero sus palabras murieron en sus labios. Light no debió considerar necesario añadir nada más porque se limitó a tomarlo por el codo e instalarlo a levantarse, sus hombros chocando en el proceso. Le guiñó un ojo a Ryuuzaki en ademán alentador y se reunieron con los demás.

Quizás unas cervezas no estarían tan mal, se dijo el detective mientras salían por la puerta, ...o un batido de fresa con nata, mejor.

 

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Los días que siguieron resultaron deliberadamente más fructíferos de lo que lo habían sido hasta entonces. Los, por llamarlos de alguna manera, mandamás de la Yotsuba se reunían cada viernes a las ocho de la tarde, sin excepción. Los cálculos apuntaban inequívocamente hacia esos tipos, gente ambiciosa y sin escrúpulos en su mayoría. Ryuuzaki había dado buen uso de sus contactos y no pasó mucho hasta que Watari trajo con él a dos individuos desconocidos para el resto del equipo: un hombre con aspecto de mafioso, cigarro en boca, manos endurecidas y cubiertas de anillos y barba de dos o tres días, sonreía con suficiencia sentado en uno de los blancos sillones; a su lado, su contraparte femenina con tacones de aguja, una mujer de aspecto dominante pero no por eso exenta de la perfecta dosis de fragilidad,  su media melena rubia caía sobre su chaqueta de cuero.

- Nuestros nuevos colaboradores. Un estafador profesional y una ladrona experta en burlar sistemas de seguridad. - había dicho Ryuuzaki como única explicación.

Las quejas no se hicieron esperar, la idea de trabajar con delincuentes aunque fueran delincuentes menores, no les entusiasmaba demasiado a los ex-miembros de la policía. Hasta que Light no intervino expertamente como apoyo al criterio de Ryuuzaki aduciendo que si así podían atrapar a Kira valía la pena intentarlo, los ánimos no se calmaron. Ryuuzaki no gozaba de una gran paciencia cuando ponían en tela de juicio sus métodos.

Aiber, el estafador, se haría pasar por el segundo mejor detective del mundo, el afamado Erald Coil, quien no era otro que el mismo L. El fin del trabajo de Aiber consistía en ser el cebo, la Yotsuba picaría en el anzuelo y trataría de desenmascarar a L a través del segundo mejor detective.

- Así le daremos al perro algo con lo que jugar y lo mantendremos entretenido. – resumió con una sonrisa siniestra; una abundante cucharada de natilla se hundió en su boca.

Por otra parte, la mujer, Weddy, tenía la misión de instalar cámaras de vídeo y micrófonos en el cuarto de reuniones del grupo Yotsuba, para así poder vigilar sus reuniones semanales. Tal y como mencionó Light nada más oír sus explicaciones, había una alto porcentaje de que esos hombres fueran lo suficientemente estúpidos como para decir algo comprometedor respecto a Kira en esas reuniones.

Después de haber esclarecido todo el asunto y su modo de trabajo a partir de entonces, todos se habían enfrascado en sus respectivas tareas; Aiber y Weddy trabajaban en otro cuarto. El sonido de páginas, del traqueteo de los dedos sobre la mesa, el deslizar de las ruedas cuando Light se acercaba a Ryuuzaki para comentarle algo solo a él y luego se volvía a alejar, simplemente. En el aire se respiraba gravedad pero también naturalidad, una normalidad a la que Ryuuzaki no creyó nunca poder acostumbrarse. Trabajar codo con codo con otras personas - con la excepción de Watari - nunca había estado en sus planes. Cuando se lo planteó por primera vez al inicio del caso Kira fue más la necesidad de la colaboración de la policía japonesa que no las ganas.

Echó un vistazo a su alrededor y vio a Soichiro con el ceño fruncido mientras hacía anotaciones, a Matsuda, Aizawa y Mogi intercambiando opiniones sobre unas pruebas sentados en uno de los sillones. No los necesitaba, no podía llamarse colaboración de la policía a cuatro ex-miembros que habían dimitido. Jugueteó con uno de sus mechones, pensativo, y recordó la salida de hacía unos días a la taberna, al final fue el bareto Fuente de sabiduría, elocuente nombre para una cervecería. A pesar de que no había habido batidos ni cosas dulces allí para su desgracia, no había estado mal. Él se había mantenido callado la mayor parte del tiempo, pero los demás hablaban de uno y otro tema, trivialidades, riendo y pasando un buen rato, de alguna forma había resultado entretenido y,´para su sorpresa, Light que había sido el encargado de pedir las bebidas se había tomado la molestia de buscar algo para él. Una jarra de cerveza fue puesta en su parte de la mesa redonda, el líquido era del color del jarabe de fresa y la espuma burbujeaba por encima como un manto de nieve.

- Cerveza Floris Flaise, Belga. - Light se había sentado a su lado, enarbolando su mano mientras hablaba - El dueño del local es un experto en el terreno de las cervezas. Tuve una breve charla con él con el fin de consentir a cierto individuo peculiar - miró a Ryuuzaki, divertido - Es una cerveza afrutada y bastante suave, aromatizada con frambuesa y zumo de fresa para macerar, me la ha recomendado absolutamente. No puedes ir a tomar algo y no tomar nada, Ryuuzaki.

El resto de los ocupantes de la mesa se habían reído y Soichiro le había dado una palmada en el hombro, pero él apenas murmuró un escueto “gracias”. Aquel gesto amable de Light le había dejado desconcertado y con un creciente mariposeo en la boca de su estómago. Se preguntaba porqué, al fin y al cabo Light era un manipulador y un embaucador de cuidado, sus modales y su aparente amabilidad tan arrebatadoras como hipócritas, eso decía su razón.

La pantalla de su ordenador se volvió negra, unas formas de variopintos colores ondeaban a través de la oscuridad, desvaneciéndose y apareciendo otras en su lugar. El salvapantallas. Percibió un movimiento a su lado y una exhalación de aire. Al girarse se encontró con Light apoltronado en la silla, con la cabeza echada hacia atrás.

- ¿Estás cansado, Light? - preguntó - Ya es tarde.

- Saturado, lo simplifica mejor.

- ¿Tus exámenes no eran lo suficientemente duros?

Una suave carcajada brotó de los labios del universitario antes de erguirse.

- Sabes que no tiene ni punto de comparación, Ryuuzaki. Tu mismo lo comprobaste, todas esas pruebas de acceso o de superación son pan comido.

- Cierto, especialmente para ti, Light.

- Bueno, bueno, me alegro de que a mi hijo le vaya tan bien en la carrera universitaria, además de ayudar en un importante caso policial. - Soichiro Yagami estaba tras ellos con una diminuta sonrisa, sus ojos en cambio lucían cansados y apagados, sin fuerzas. Tanto él como los otros estaban con sus abrigos puestos y maletines en mano. - Nosotros nos vamos ya. Sayu quería que le ayudara con algo de su tarea, como tú no estás cargo yo con el deber.

- Lo siento, papá.

- Nada, no es problema. Cuando todo esté resuelto ya estarás más por ella. - la mirada de Soichiro se volvió sombría - Ella y tu madre te echan de menos.

Ryuuzaki vio a Light asentir hacia su padre y decirle algo al oído, a lo que este asintió también.

- Light y yo también nos retiramos por hoy, no quiero que se desmaye, lo necesito en sus cinco sentidos - ya de pie, se restregó un pie contra el otro. - O seis si es necesario. Por lo que he pensado… mañana podéis tomaros el día libre. Hace mucho que no hay fin de semana en vuestras vidas, un día de descanso no sentará mal.

Por algún motivo, pensó con semblante desinteresado, todos le estaban mirando como si le hubiese salido una segunda cabeza. ¿Tan raro era que ofreciese un día libre? No se consideraba un explotador.

Ladeó la cabeza.

- ¿Sucede algo?

- ¿En serio propones un día de fiesta?

Fue Light el que hizo de portavoz de todos.

- ¿No estás de acuerdo, Light? - inquirió él, y con socarrona inocencia agregó - Creí que os apetecería pero no es necesario realmente, podemos reunirnos a las siete como de costumbre y…

- ¡Por supuesto que nos apetece! ¡Es fantástico! Por fin un día de relax, pensé que moriría sin vivirlo de nuevo… - Matsuda parecía a punto de ponerse a llorar.

- Anda, no exageres. - dijo Aizawa, mientras se colocaba bien el cuello de la cazadora - Pero es de agradecer, la verdad.

Todos menearon la cabeza con conformidad y nadie mencionó nada acerca del hijo Yagami. No era algo que necesitara ser dicho, por supuesto que él tenía que quedarse con Ryuuzaki, si se dedicaban a trabajar o a pasar el rato ya era asunto de ellos. Tras unas palabras de despedida, los cuatro hombres se dispersaron hacia la calle y desde ahí cada uno tomó el camino hacia sus respectivos hogares. Ellos dos les habían acompañado hasta el vestíbulo, donde todavía permanecían envueltos en un resquebrajado silencio. El amplias puertas corredizas de la entrada mostraban un cuadro urbano al otro lado del vidrio. El trajín nocturno de la multitud, algunos se apresuraban al trabajo mientras que otros volvían a sus casas tras un largo día, y unos terceros, presumiblemente de menor edad, simplemente iban con bolsas de botellas, ropa ajustada y desmadre en sus expresiones. Los coches circulaban arriba y abajo por la vasta avenida, sus claxones hendían la noche y el humo ascendía como enredaderas tapizando lo que podría haber sido un cielo estrellado, dejando a la vista un parco oscuro difuminado. No era el cielo que a Light le gustaba contemplar, empero a pocos sitios podía escabullirse estando encadenado a su compañero de investigación quien justo ahora estaba tecleando un mensaje en su móvil. Para Watari, seguramente.

Light se palpó el bolsillo trasero de su pantalón cuando se escuchó el pitido de su teléfono móvil. Al desbloquearlo, arqueó una ceja.

<<¿Vamos arriba? Hace frío aquí abajo>>, se leía.

Miró de reojo a Ryuuzaki para ver que estaba sonriendo escuetamente.

- ¿Había algún impedimento con decirlo en voz alta? - dijo Light, y se dio la vuelta en dirección al cuarto que se veían obligados a compartir. Ryuuzaki le siguió unos pasos por detrás.

- En realidad, no. ¿Pero qué diversión habría tenido? - pulsó el quinto piso en el ascensor, y las puertas se cerraron - Yo también necesito desestresarme. Tu rostro preguntándote quién te enviaba un mensaje a estas horas ha sido un buen descanso para mi cerebro.

Light puso los ojos en blanco y, aunque quiso, no pudo detener resoplido de risa que se le escapó.

De alguna forma, lo que había hecho Ryuuzaki había sido tierno, o más que tierno, gracioso. Poco a poco se estaba acostumbrando a la peculiar forma de ser del otro hombre, incluso a sus manías - a pesar de que algunas le seguían irritando, por ejemplo aún no le entusiasmaba que le despertara de madrugada -, manías con las que comenzaba a encariñarse. Pero entonces, cuando pensaba que ya nada podía sorprenderle, él solo hacía algo aún más extraño. Simple, pero diferente.

Llegaron a la habitación y se cambiaron, evitando mirarse como siempre hacían. Tenían que quitarse las esposas unos segundos para poder hacerlo, pero “todo está controlado” había dicho Ryuuzaki en su momento. Una vez cambiados y aseados, ambos se tumbaron en la piltra y se cobijaron bajo la densa colcha de tonalidades ocres. El otoño estaba llegando a su fin, y el viento frío comenzaba a calar hasta los huesos si no tenías la compañía de una buena estufa o, en su defecto, te creabas una cueva de ropa, mantas y tejidos cálidos. Light bostezó; Ryuuzaki apagó la clara iluminación que desprendían los tres reflectores halógenos del techo, unos en cada punta del cuarto formando un triángulo equilátero.

Un pitido familiar resonó en la tranquilidad.

Su móvil.

Cuando se giró hacia Ryuuzaki, este había alzado los brazos y lo miraba con expresión inocente.

- Esta vez no he sido yo.

Light se alargó para pillar el aparato junto al despertador, sobre la mesita de noche, comprobó la pantalla de mensajes, expectante. Ryuuzaki sobre su hombro leyó en voz alta el nombre de contacto.

- Kiyomi Takada - Era una chica interesante en comparación con el resto, pero justo ahora no sentía demasiado interés. Quizás mañana le contesto, se dijo y silenció el móvil antes de depositarlo de donde lo había cogido. Sintió una ojos clavados en él con curiosidad - ¿Quién es?

- Una amiga de la universidad.

- Vaya, lo dejas con Misa y ya tienes toda una lista en espera. Deben sentirse muy honradas de que llegue su turno.

El sarcasmo en la voz de Ryuuzaki no pasó desapercibido para él, pero optó por seguirle la corriente.

- Por supuesto, dentro de lo que cabe hay algo de inteligencia en ellas. Saben lo que es bueno - aludió, e hizo señas indicando su cuerpo. - Y lo desean.

- Que superficial, Light.

El aludido solo se encogió de hombros.

- Bueno, muchas no ven más allá de un cuerpo fibrado y una cara bonita, yo solo les doy lo que quieren, aunque a mi parecer tanto físico como intelecto deben ir acompañados.

- ¿Y Takada cumple los criterios?

- Más o menos. - dijo en un voz queda, comenzaba a sentirse adormilado - Ella tampoco se deja cegar por el físico.

- Ya veo.

La conversación se dio por finalizada en un tácito acuerdo. Ryuuzaki se giró hacia un lado, dispuesto a dormir alguna hora; Light ya estaba a un paso de caer en los brazos de Morfeo. Los párpados caídos como persianas; la cabeza ladeada sobre el terciopelo de la almohada; su mano izquierda descansando sobre su estómago. En un último destello de lucidez una idea se plasmó en su consciencia, la idea de que tal vez había ofendido a Ryuuzaki con sus palabras, después de todo Light había dicho que las chicas solo se fijaban en la apariencia y Ryuuzaki no era muy agraciado en ese aspecto. No le dio muchas más vueltas al asunto puesto que el sueño terminó por arrastrarlo en cuestión de segundos.

Notas finales:

¿Y bien...que tal? Este quedó bastante largo, mejor, ¿no? Por lo menos por lo que a mi respecta, prefiero los capítulos largossss y extensoss jaja

Pues nada, comentarme vvuestras opiniones y criticas. Solo recibí un review en el cap anterior, eso me pone triste :(. Dadme vuestra opinión para saber si debo continuarlo.

 

Nos leemos ~


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