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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Sherlock.

El comportamiento impulsivo de James siempre ha sido un problema desde que nos conocimos.  Es el resultado de un pasado complejo y oscuro.  Pero no resultó ser impedimento para lograr una convivencia aceptable; tomando en cuenta varios factores negativos en su contra. Aun así, estamos en Londres.

— Te quedarás otra vez viendo la ventana – pregunta James entrando a la habitación- Estas igual como aquella vez.  No hablas por días, solo tocas el piano día y noche. Pero ahora, has cambiado tus patrones aquí en Londres – escucho sus pisadas acercándose y el sonido del encendedor- Es una bella y fría noche.

— Error. Primer movimiento, tempo.

Su risa sarcástica aparece luego de exhalar el humo.

—  No considero tu observación porque todo el tiempo estuviste pendiente de tus propios asuntos y olvidaste tu prioridad; a mí.

—  Cero errores, no eres un principiante – respondo quitándole el cigarro.

— Que sucede contigo. Primero me pides que toque Rachmaninoff como lo hiciste en el pasado – molesto me lo quita para continuar fumando– Luego, dejas de hablar por días, encerrado en esta habitación. Toqué día y noche para ti, buscando tu aprobación y la conseguí con tu silenció. Interpreté la pieza tal cual estuve ensayando y nunca hiciste alguna corrección.

—  Te equivocaste.

—  Es por tu culpa, me distraje viéndote - dice aún más molesto - Toda la maldita noche tu atención estuvo en la búsqueda de alguien.  Siempre has sido raro, pero al llegar a Londres pareces otra persona.

— Te equivocas.

— Para ser específico, desde la conversación en el parque – dirige la mirada hacia mí, intentando intimidar- ¿Qué sucedió con John Watson?

— No es tu asunto.

Me aparto de los problemas. Continuará con más preguntas hasta obtener respuestas.

— ¿Vas a huir?

Obvio la pregunta. Voy directo a la habitación continua, detrás de mi puedo escuchar sus quejas a viva voz. Es tan molestoso.  Dos parches de nicotina son suficientes para ignorarlo por el resto de la tarde.

La carencia de alimento en mi cuerpo y horas de descanso me ha llevado al límite. Con la poca energía llegué al sofá, lugar estratégico entre la ventana y el piano; como en Baker Street.  

—¡Dedo equivocado!   No te olvides del cambio de tono – susurro al escucharlo tocar el piano.

—  La música ofrece compañía cuando no la hay, comprensión cuando reina el desconcierto, consuelo cuando sientes angustia – continúa tocando-  y una energía pura y sin contaminar cuando lo que queda es una cascara vacía de destrucción y agotamiento.

Una tranquila improvisación toca mientras me ve.

—  James – digo al no oír ningún sonido.

— No me he olvidado, traje los de chocolate.

Escucho la bolsa de galletas salir de su maleta y sus pasos acercarse. Me da una en la boca, algo de azúcar ayudará a este cuerpo reaccionar.

— Debería comer algo más nutritivo- dice James, sentado a mi lado – Será todo un prodigio de la música, pero es el idiota más grande por olvidar alimentarse. Sus manos perderán fuerza y terminará su carrera musical.

— Terminó hace mucho – respondo comiendo.

— Cuanto tiempo ha pasado de la última vez que te escuché tocar el piano o el violín – me da otra galleta más – Nina, me contó una anécdota cuando llegaste con ella.

Fue en la primavera. La elegí porque es experta en su campo.  En ese entonces aún tocaba el piano. En una de sus lecciones ella dijo:

— Al principio me preguntaba ¿por qué Bach?, pero me gusta. Es tan deprimido y triste  que es perfecto para ti

Practicar día y noche sin descanso terminó por enfermarme.

— 38. 5 grados – dijo Nina con gran preocupación al tomarme la temperatura- te estás presionando muy duro. No deberías apresurarte tanto

— Debo hacerlo – en la cama leí las partituras- No tengo mucho tiempo antes de su próximo concierto -y de pronto aquella dama me quitó las partituras de mis manos

— ¡Vas a dormir un poco!

— Aburrido -protesté, no entendía que no puedo desperdiciar mi preciado tiempo en dormir.

— ¿Por qué tienes tanta prisa?  Acabas de llegar e iniciar tus lecciones - me miraba como si tuviera compasión de mí - Eres joven, deberías encontrar una novia y salir a divertirte. ¿Por qué te precipitas por la vida tan rápido?   

— "No me estoy apresurando... tal vez si siento algo de urgencia. Pero aun así…  "

El tiempo corría en mi contra. La desconocida emoción del miedo controló el rumbo de mi vida en aquel entonces. Día y noche tocaba el piano sin cesar, sin contar las horas invertidas en analizar las piezas musicales que faltaba por memorizar.  Sé que John, tiene algo especial, el cual me impide alejarme de su lado a pesar de lo contradictorio de mi decisión.

 Al segundo año apareció James, pianista británico con un pasado lleno de episodios oscuros. Ha encontrado la forma de hacerse oír a través de la música, que es desde su infancia su forma de combatir la soledad y la confusión permanente que lo deja exhausto. Conocerlo ha cambiado el ángulo de ver el obstáculo que tengo.

— Es tranquilo estar aquí – dice mientras toca otra pieza – ¿No te sientes solo, Sherlock?  Por qué desde que fuimos a Viena no volviste a tocar ningún instrumento.

— Por quinta vez en esta semana, no es tu asunto, – Es una pregunta recurrente en él.

— "No puedo tocar más” es una reacción bastante frecuente. La mayoría de personas cambian de parecer al poco tiempo. Aunque en pocos casos, nunca regresan a tocar. Eso ocurre cuando el artista está satisfecho y ha tenido suficiente.

La melodía es dolorosa; una punzada al corazón. Ideal para el ambiente.

— Todos sacrifican algo por la música - digo poniéndome de pie.

— Pero, el tuyo es grande – detiene su interpretación- Pierde energía cada día. Debería ser directo, quizás así termine esto.

— Desde cuando recibo sugerencias de un niño… - me interrumpe mientras camino.

— Toda mi vida he aprendido que el mundo es hostil y peligroso – voltea a verme – pero, a través de la música es distinta, le da un nuevo sentido. La vida sin música sería inconcebible.

La bolsa de galletas en el piso da cuenta del impacto emocional de esas palabras. No es una persona común: “encuentra lo que amas y deja que te mate”. Para él, esa adicción es la música clásica. Mi reflejo en el pasado.

— ¡Sherlock! No tires la comida que compre –me regaña sin comprender el contexto hasta ver mi expresión.

— ¿Acaso tú, lo sabes?

                                                                                                                

— No domino la ciencia de deducción, pero hay ciertos patrones que compartimos. Por tu complejo de superioridad no lo admitirías. Volver a Londres terminó por confirmar que al igual que yo busca refugio en la música. A través de ella conjuras imágenes, sentimientos, lobera dopamina. La música hace las cosas mejores, más manejable. 

Predecible, terminé adoptando una característica común de las personas. El escaso tiempo de convivencia fue suficiente para sacar a la luz la razón por la cual dejé de tocar; John Watson. El recuerdo es parecido al de nuestro encuentro en Londres, lo vi caminando en compañía de una dama por las calles de Viena El impacto resultó ser más de lo que imaginé en posibles escenarios. Temblaron mis piernas, una de mis manos perdió energía y el estuche del violín cayó al piso. John había encontrado su anhelada felicidad. Incluso ahora... todavía ambiciono que John esté a mi lado y escucharle tocar el piano todos los días-

— John Watson, es su nombre – respondo.

En su rostro se dibuja un signo de interrogación.

—  Tengo Hambre. Hay un restaurante a unas cuadras de aquí – agrego al mismo tiempo de quitarme uno de los parches de nicotina.

— Deberías dejar de utilizar eso – de un golpe me quita el segundo parche – no es bueno para tu salud.

—  Porque recibiría consejos de una persona que fuma para calmar su ansiedad y falla contantemente.

— Es la primera vez que lo mencionas – de pronto cambia de tema-  John Watson, la persona de mayor importancia en tu vida.

Mantuve silencio al sentirme acorralado.

— Lo sé todo, Sherlock. Porque de todos los pianistas existentes en el mundo, elegiste a Nina. Porque no culminaste tu conversación pendiente. También porque reprimes el impulso de tocar el piano, aquí y ahora. Encadenas tus prodigiosas manos por un tipo de penitencia absurda, aún tienes tiempo.

— Te equivocas.

— No, el único equivocado eres tú –sus palabras son firmes – Toca el piano en este instante y sabrás a lo que me refiero.

De todo lo dicho, hay cosas que son verdaderas. He mantenido prisioneros mis manos todo este tiempo como forma de pagar el alto precio por provocar el destino de John. Por no continuar con el plan establecido al salir de Londres.  Desde que los vi, la música tuvo un sabor insípido; rechazando el contacto. No podía  poner un dedo en el teclado o cuerda; mucho menos estar cerca de un piano. Sin embargo, los sonidos perfectamente ejecutados, llena de sentimientos, llamó mi atención y con ella mi sigiloso acercamiento al mundo musical.

De la misma forma que en el pasado, James vuelve a llevarme a tener ese contacto íntimo con la música. Primero, volver a estar cerca de un piano, aunque no tocaba en la ninguna pieza musical. Podía ver y tocar la superficie del instrumento, de igual modo con el violín. Ahora estoy a punto de crear sonidos como antes. El reencuentro de mis manos con las teclas del piano produce secreción de endorfinas.

— ¿Cuánto tiempo te queda? – pregunta mientras me ve improviso una melodía en el piano.

Impertinente. Otra vez dejo sin efecto su pregunta. Una respuesta llevaría a una conversación, estropeando el ambiente, llenando de palabras y no de sonidos. Ahora solo quiero tocando y seguir tocando el tiempo necesario.

Perdido entre notas musicales, al compás de las horas transcurridas y el silencio de una verdad oculta. Cerrar los ojos cuando mis dedos danzan en toda la extensión del instrumento, da como efecto la intensidad del sentimiento.  Al abrir los ojos, observo a James durmiendo en el sofá; debió cansarse de esperar porque acordamos ir a cenar.  Estuvo observándome mientras tocaba por la posición de su cuerpo.

— Deja de tocar, estás forzando tus manos –lo escucho decir con una voz molesta – quieres provocar alguna lesión por estar tocando como un desquiciado, como si eso te devolviera todo el tiempo inactivo.

— Solo un poco más, aún es temprano.

— ¡Por Dios, Sherlock son las 4 am! – dice enérgico y se levanta – Deja dormir a los vecinos, tu momento terminó – me coge de la mano- Vamos a dormir. Eres mortal como cualquier persona, necesitas descansar. No quiero estar de niñera contigo, se supone que eres un tipo de consultar musical para mí, cumple tu función.

— Volveré a tocar.

— Si, si lo que digas. Vamos.

 

 

John.

El deseo por tocar el piano volvió de pronto, quizás por dejar de pensar tanto en Sherlock y su acompañante. Por esos pensamientos he descuidado a Mary, estuve confinado por decisión propia a lado del piano. He retomado mi relación, dedico más tiempo a los pequeños detalles.  Es tan compresible, que cuando me disculpe por mi comportamiento, ella dibujó una belleza sonrisa y me perdonó con la condición de asistir a un recital.  Acepté sin objeción.

Por estos días la prensa a dejado de hablar de ellos y tampoco volví a encontrarme por las calles, ni otro lugar público. Es mejor así, no encontraré respuesta.

La vida de un músico no es como creía. Estoy viviendo un poco de la fama que tanto rechazó Sherlock. Consideraba las reuniones una pérdida de tiempo, donde las personas con gran poder creen que la música clásica es solo para las personas cultas como ellos. Ese tipo de pensamiento hizo que evitara cualquier evento social. En cambio, yo soy distinto, puedo llevar la conversación más elitista u otro tema. Debo mantener relaciones sociales en este medio; hacerme conocido para tener la oportunidad de tocar en otras ciudades o países. Debo demostrar mis habilidades.

— Bella, acaso es una composición dedicada a mí – Mary emocionada entra a la habitación, en sus manos lleva libros.

— No deberías escucharla, me falta terminar – detengo la interpretación y la ayudo a guardar los libros sobre la mesa – Llegas temprano.

— Otra vez, perdido en el tiempo y espacio – ríe – Han pasado dos horas.

— ¡Cómo es posible!

Incrédulo veo la hora en mi reloj.  Estoy adoptando características inadecuadas.

— ¿Quieres tomar té?

— Si, gracias.

Compartimos el té de la tarde, charlando de mis próximos recitales del año. Mi agente estaba en negociaciones para volver a Francia en la primavera, otro viaje a China y Rusia. Por el momento, trabajaré en Londres y otras ciudades. Por curiosidad, pregunté si podía averiguar la agenta de James en los próximos meses. Era de esperar, es imposible, la agencia en el cual trabaja son estrictos en no revelar ese tipo de información.

—  Por qué no vas a conversar con él – de pronto Mary realiza la pregunta en medio de la conversación sobre lo nuestro.

— ¿Qué?

— Conversar con Sherlock Holmes. Desde ese día ha cambiado tu comportamiento en todos los sentidos. – da un sorbo a la taza – No tuvieron el tiempo suficiente para aclarar preguntas pendientes o caso me equivoco.

— No es necesario.

— Lo es. Así podrás despejar todas tus dudas y volver a tocar como antes.

— A que te refieres Mary.

La escucho suspirar y cambiar la posición de sus piernas cruzadas.

— Tu actual estado emocional ha influido en tu música – el tono de su voz cambia – Los sonidos han perdido su brillo característico, no suena como tú. Vas rápido cuando la partitura dice lo contrario. La armonía y el ritmo no aparecen en tu interpretación, por ese motivo le pedí a tu agente mover las fechas de tus futuras presentaciones. No estás apto para subir a un escenario. Debes arreglar las cosas con Sherlock.

No puedo ser; he saboteado mi propia música. Como no me di cuenta de los errores, soy un idiota.

— No puedo hacerlo, Mary – agacho la cabeza. Siento culpa por traicionarla con el pensamiento – no es tan sencillo, ir y hablar.

— Entonces controla tus emociones porque te van a destruir.

Tiene razón en lo absoluto, ya lo he vivido. Las emociones pueden ser tu peor enemigo o gran inspiración.

— Gracias por preocuparte por mi – la tomo de la mano – eres increíble.

— Y tú un gran obstinado. No tienes que cargar todo el peso tú solo, puedes contar con mi apoyo, somos pareja. Además, quiero volver a escucharte tocar con ese sentimiento en cada nota musical hasta escarapelar la piel.

 

Mary es lo opuesto a Sherlock; es la razón principal por la cual llamó mi atención. Posteriormente enamorarme, no solo por su belleza sino por la gran persona que es. El apoyo incondicional en cada proyecto emprendido, mi acompañante en cada aventura y mi amante.  Estoy decidido, iré a conversar con Sherlock y terminar nuestra conversación aparatosa. Llegó el momento.

 

Sherlock.

Recibir visita no deseada resulta un verdadero problema. Sentado en el sillón personal estoy sentado con las piernas cruzadas y en las manos tengo el violín. Es la primera vez que lo saco del estuche luego de casi tres años, necesita afinar y volverá a sonar magníficamente. A juzgar por la expresión de nuestro invitado el tema a tratar será complejo, descartando la lógica. La tensión entre los tres a llevado a James ponerse más nervioso, puede observar el cambio de miradas amenazadoras. La identidad de nuestro invitado no es misteriosa, ya lo había visto, esta es la segunda vez y aun así le impresiona verlo parada en la entrada de la habitación.

— Necesitamos hablar – al fin pronuncia las primeras palabras del incómodo silencio.

— No estoy disponible – respondo sin verlo y continúo afinando el instrumento.

— Podrías inventar otra escusa ridícula, hermanito – sonríe entre dientes- ¿Podría dejarnos solos? – se dirige a James, quien está parado a escasos metros de la salida.

— Claro.

— No tardaré – le digo antes de abandonar el lugar – Espérame en el vestíbulo.

Antes de la inoportuna visita ya tenía pactado una cena en Anggelo´s. Era mi forma de agradecimiento hacia James.

— A qué estás intentando jugando Sherlock – habla mientras lo ve salir.

— La respuesta es no. Fin de la conversación.

— Aún no te realizo la pregunta, hermanito. Podrías ser educado y dejarme formular al menos la pregunta.

— Sé que preguntarás y por ello es no mi respuesta.

— ¡No te queda mucho tiempo Sherlock! – azota el piso dos veces con el paraguas. Enseguida camina hacia mí y deja un sobre en la mesa – Mañana abordarás un avión rumbo a Alemania, no tienes nada que hacer aquí. Se razonable y no me causas problemas.

— No lo haré – me levanto de un golpe- Tampoco me iré de Londres.

— Acaso no comprendes la magnitud del problema – empieza a subir el tono de voz.

— Si. Por eso me quedo.

— ¡Sherlock! – grita furiosa Mycroft.

— Ambos sabemos la solución. Alemania no tiene ni tendrá lo que estoy buscando, en cambio aquí tengo a…

— ¿John Watson? – Completa la oración en tono irónico – Tu lead compañero. Eres ingenuo al creer que iba esperar por ti todo el tiempo del mundo. Todos cambian.

Aprieto los dedos, conteniendo la ira. Me duele admitirlo; tiene razón, John ya hizo su vida.

— La respuesta sigue siendo la misma, Mycroft.

No vamos a llegar a un punto medio, ambos tenemos pensamientos distintos al tema en discusión. Fue el primero en retirarme del lugar, al pasar por su lado pude comprobar el grado de preocupación. Sostenía el paraguas de manera inusual, nunca lo había visto actuar así. Su mirada la tenía en el sobre, rehusando como yo a mantener contacto visual. No hubo intercambio de palabras, solo el sonido de mis pasos desaparecer en el pasillo del edificio.

El silencio no existe en el diccionario de James, durante el trayecto no paraba de hablar de temas aburridos. Normalmente es una persona algo tímido, reservado, de pocas palabras con personas ajenas a él. Quisiera ser un desconocido para mantenerlo callado, necesito un poco de paz, esto se está saliendo de mis proyecciones. Nada parece mantener su curso.

— ¿Desde cuándo volviste a fumar?

— Hoy – le responde mientras prendo un cigarro.

Los parches de nicotina no serán suficientes para este tipo de caso.

— No terminó bien la conversación con tu hermano. Es una persona lúgubre como tu música – ríe al verme como dejo caer el cigarro – No es fácil tener todos los reflectores y lidiar con un Holmes.

— ¿Te gusta Alemania?

—  No me gusta, ni la odio – saca un cigarro del bolsillo de su abrigo – Iría a cualquier dónde puedo seguir haciendo música. Es mi único interés.

Nos detenemos en un parque. Apoyado en una pared continuamos fumando y durante el proceso mantuvo silencio.

—  Deberías intentarlo – se dirige a mí- Lo veo sin comprender la intención de sus palabras – Los dos componentes de tu dilema existencial.  Se resume a lo que sientes al tocar una pieza musical.

— Son temas muy diferentes.

— Te equivocas. Tus sentidos están vinculados en el proceso de tocar el piano, la transmisión de sentimiento. Cada uno de los autores da dejado plasmado en sus obras el sentimiento como debe ser interpretado – me mira fijamente, proyectando autoridad en sus palabras.

—  Su musicalidad se ha ampliado desde la última vez que lo escuché – recuerdo la última interpretación de John - No más que eso... Punza mi corazón, late fuerte, es casi doloroso. Puedo interpretar sus sentimientos a través de las notas musicales.

— ¡Exacto!  Las respuestas son distintas porque no hay sentimientos involucrados – cambia de expresión al instante de terminar la oración para dar paso a la pregunta menos predecible- ¿Quieres intentarlo?

— ¿Intentar qué?

Lo veo avanzar a paso firme. La distancia va acortándose con cada paso, a su vez sus ojos son de un depredador a punto de cazar su presa. Dejo caer el cigarro al piso, al tener su rostro a escasos centímetros del mío. ¿Qué se propone? La pregunta invade mis pensamientos. Entre una risa malévola me pide cerrar los ojos alegando que es parte del experimento del cual no acepté. Siento sus largos dedos posarse en mis hombros; se sienten tan ligeros. Puedo escuchar claramente su respiración sobre mi rostro y los latidos de su corazón. Lo siguiente se desarrolla en cámara lenta, recordando los momentos pasados con John. Ahora lo veo cerrar esos ojos desafiantes y por último, sus labios unirse con los míos; es un beso. No abro los ojos durante el desarrollo del beso. Agitado lo escucho retroceder dos pasos.

— Abre los ojos – me ordena - ¿Qué sentiste?

Iba responder a su tonta pregunta con sarcasmo, pero al recordar nuestra conversación, cambió mi respuesta. Al escucharme dar mi extensa y precisa respuesta, James me interrumpe con su característica risa en media explicación; es la señal para no continuar hablando.  Él entendió a la perfección sin la necesidad de palabras, mi reacción reflejada en el rostro post beso fue la respuesta que buscaba. Es más observador de lo que creía, lo subestimé. Lee a las personas, no a mi nivel.

— Me debes un cigarro – le digo mirando en dirección donde quedó estampado el primer cigarro y saco otro del bolsillo.

Vuelve a reír por el mal comentario, estoy consciente de ello, así que esbozo una sonrisa al darme cuenta de algo tan obvio. El ingenuo experimento de James exploró campos de mi vida nunca antes explorados o analizados. Tengo la solución al problema que por años estuve arrastrando.

— No crees que es hora de ir – dice James elevando la mirada al cielo – Mientras más pronto, mejor.

Dejó la cajetilla de cigarros en el bolsillo de su abrigo. Doy media vuelta y camina en sentido contrario a donde debí ir sin dudar todo este tiempo. A unas cuadras de llegar a mi destino veo a John parado con las manos cruzadas y la vista en otro lugar. Me acerco cauteloso porque no se percató de mi presencia. Ni los ruidosos pasos parece alertarlo, continuó y me paro frente a él.

— ¿Sherlock? – dice regresando de sus pensamientos.

— Necesito hablar contigo

— ¿Qué? – dice sorprendido, al punto de retroceder – Ahora si quieres hablar… - su voz parece quebrarse al final.

— Si

— Yo también necesito hablar contigo – levanta la mirada – Y es muy importante.

— Magnífico, empezaré yo.

— ¡No! – mueve la cabeza en negativo – Deja que yo hable primero.

En qué momento la atmosfera se transformó a una más pesada. John se tomó unos segundos antes de empezar la conversación importante. Un grupo de personas pasó por nuestro lado mientras nos mantuvimos en silencio, de a poco sus voces se apagaron y al fin John habló.

— Voy a casarme con Mary.

Notas finales:

Luego de un tiempo ausente por fin subo el penúltimo capitulo
para asi dar un final.


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