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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Notas del capitulo:

Glosario:

*Mezzopiano .- se utiliza en notación musical para indicar un grado determinado de intensidad del sonido.

*Piano.-  La intensidad que señala piano es baja o suave, situándose por encima de pianissimo y por debajo de mezzopiano.

*Puntillo.- es un signo de prolongación con forma de punto que se coloca a la derecha de la figura, aumentando la mitad del valor de la misma

John.


Los sonidos de su violín aún los puedo escuchar si cierro los ojos.  Conserva el mismo efecto que tuvo en mí cuando toqué el piano a lado suyo; es una gratificante experiencia nunca antes vivida. Era un cuadro inolvidable verle parado frente a mí, tocando con majestuosidad, ver cómo su visión se comunicaba a través de su ejecución. Era inevitable embriagarme con las melodías que penetran en lo más profundo del espíritu. Generando un torbellino de sentimientos y sensaciones, también que los latidos de mi corazón aumenten su ritmo. Parecía que había sido  hechizado porque mis manos se movían a libertad propia, siguiendo el ritmo que él impuso.  Al transcurso de la pieza, nuestras miradas se cruzaron en varias oportunidades. Los ojos de Sherlock son hipnóticos y a la vez intimidantes, era una misión imposible mantener más de 5 segundos tus ojos fijos en los suyos. La razón es la penetrante mirada que posee y la extraña mezcla de colores”

 

“Son dos mundos distintos ser espectador y ser parte de la interpretación; claro que optaría mil veces la segunda opción si mi acompañante se tratara de Sherlock Holmes. En su mundo todas las cosas adoptan un significado distinto, cautivando el corazón de cualquier persona que caería rendido a sus pies después de escuchar alguna interpretación suya. El poder de la música  es  más grande de lo que uno imagina. Y Sherlock me complació al aceptar mi petición… es muy poco común llevar a cabo una interpretación tan conmovedora que haga que uno se estremezca. Soñando únicamente con ese momento... me había rendido a lo evidente; hasta ayer. Pero ahora sin lugar a dudas... siento como se estremeces mis entrañas. Escondía los latidos de mi corazón con una sonrisa mientras conversamos un poco camino de regreso, después de una cena improvisada, estilo oriental”

 

 

Sherlock.

 

John todavía estaba sumergido en el éxtasis del momento mágico que le ofrecí. Acostado en su cama, no podía conciliar el sueño porque su mente estaba llena de la melodía, resonando en sus oídos. Olvidando por completo que horas más tarde tendría que lidiar con un problema llamada Sarah. Suspiró profundo antes que sus párpados cayeran lentamente y semi dormido pronunció varias veces el nombre de aquella persona que le robaba el sueño.  El insoportable sonido del despertador resonaba en sus oídos, interrumpiendo el plácido descanso de John. Utilizó una almohada para tirar el objeto contra el piso. Sonrió por su victoria, entonces se reacomodó entre la sábana para así continuar el flujo del sueño pausado. Sin embargo, su tranquilidad duró poco, otro sonido escuchó proveniente de su móvil. Estiró el brazo todo lo que su  extremidad le permitía, a escasos centímetros de distancia no le quedó otra alternativa más que levantarse y leer el bendito mensaje de texto.

 

Hora de despertar bello durmiente. Llegarás tarde   - SH   6:40

Eres un tonto Sherlock, tengo clases en la tarde… déjame en paz. Quiero dormir unas horas más, todo es por tu culpa.   -  JW  6:45

Te aconsejo levantarte ahora o lo lamentarás  - SH   6:45

Serás tú quien se lamentará si continuas molestando  - JW   6:49

 

 

Dejó el móvil a un lado y volvió a enredarse con la sábana. Creyó que solo le envió los mensajes para arruinar su tranquila mañana como siempre solía hacer. Transcurrieron varios minutos y el típico sonido de la llegada de un nuevo mensaje  terminó por despertarlo otra vez. De mal humor leyó el contenido.

 

Asumo que aún permaneces en la cama.   - SH   7:10

 

Oh, eres un genio Sherlock Holmes… déjame en paz, no tienes a otra persona a quien molestar.  Por ejemplo a Molly.    - JW     7:11

 

En este preciso instante  está en camino al conservatorio. Pero el problema no es ella, si no tú.   – SH      7:11

 

Hazme un favor Sherlock. ¡¡NO MOLESTES!!  - JW    7:13

 

 

Ya estoy haciéndote un favor. Atente a las consecuencias  -  SH   7:13

 

 

 

El último mensaje lo dejó desconcertado. A que se refería exactamente sobre el supuesto favor. Una tras otra preguntaba se creaba en su cabeza, pero opacado debido al pesado sueño que presentaba. Dormía  boca abajo, el rostro escondido en la suave almohada. En medio del sueño creyó escuchar mi  voz llamándolo repetidas veces, lo siguiente fue sentir  un frío recorrer todo su cuerpo. Poco a poco abrió los ojos, giró para el lado izquierdo. Cuando alzó la mirada vio algo borroso frente a él, parecía una gran sombra negra, así que  frotó sus ojos.

 

— Uhm… ¿Sherlock? …– murmuró creyendo que estaba alucinando, era imposible que él se apareciera en su habitación.   Después de un prolongado bostezo comprobó una realidad insólita -  ¡Sherlock! –exclamó -  Qué demonios haces aquí.

— Vine a despertarte porque no lo harías por cuenta propia.

Respondí tranquilo ante su actitud defensiva. El muy tonto no se dio cuenta que solo vestía un polo gris y un bóxer rojo con rayas blancas. Fue inevitable bajar la mirada al punto de atención -Interesante  pijama llevas puesto.

—  A que te refieres… - arrastró la palabra hasta que al fin se dio cuenta de la situación y de inmediato cubrió su cuerpo con la sábana –¡Por qué lo hiciste! Acaso no puedes despertarme hablando, sin llegar a este extremo.

— Utilicé el método mencionado, no dio resultado, seguías durmiendo. Mi siguiente opción era verter agua fría en tu rostro, causándote una conmoción y de seguro el mal humor te acompañaría  durante todo el día. Así llegué hasta esta opción: despojarte de tu único abrigo.  La corriente de aire  proveniente del exterior se filtraría por la ventana y llegaría hasta ti; obligándote a despertar- mientras realizaba la explicación, John tenía una expresión peculiar – Intentas convertir este insignificante hecho en un escándalo. Si no querías que te viera en ropa interior debiste colocarte tu tradicional pijama.

— ¡Es mi departamento, puedo vestirme como me plazca!

— Totalmente de acuerdo contigo – asentí moviendo la cabeza-  La libertad de dormir desnudo en la privacidad de tu habitación.

— ¡¿Duermes desnudo?!

— En ocasiones…– pude notar que los colores se le subieron al rostro, no le quedó otra alternativa que desviar la mirada al lado contrario – No tienes por qué imaginar mi cuerpo desnudo, es una falta de respeto.

— Claro que no… no  imaginé absolutamente nada –disfrazó su timidez con el tono de voz – Puedo saber tu motivo para despertarme tan temprano.

— Hoy es el examen práctico de tu aun novia y a juzgar por tu expresión, acabas de recordar tu compromiso de asistir temprano al conservatorio para ensayar  específicamente el tercer movimiento. Parte en el cual presentan dificultades tanto técnico como interpretación.

— Fue suficiente escuchar  solo una vez nuestro ensayo para determinar todas nuestras carencias. Eres sorprendente, Sherlock… - noté un brillo especial en sus ojos, algo parecido a la ternura.

— Ahórrate los halagos. Vístete de inmediato – Salí de la habitación, dejando a John con la palabra en la boca.

 

Lo esperé sentado en el sofá, ojeaba una revista especializada en música clásica. Transcurrió siete minutos y no había ninguna señal de John, el tiempo corría en nuestra contra. Aproveché la oportunidad en ir a su cocina para buscar el exquisito té que solo él puede preparar. Me llevé una grata sorpresa, había suficiente para dos tazas.  Mientras bebía, escuché el sonido de la puerta  cerrarse y luego unos pasos aproximándose con pesadez. John terminaba de arreglarse la camisa blanca, ahora entiendo porque tardó demasiado. Estuvo buscando el atuendo ideal para ser un digno acompañante. Rechazó esa hipótesis en el momento de  analizar su comportamiento, todo en él contradecía mis previas deducciones.

Cuando su mirada se dirigió a mí, le ofrecí la taza de té.  Tardó unos segundos en reaccionar, parecía estar afectado porque lo vi semidesnudo. Prácticamente me arrebató la taza de mi mano, entonces volteó al lado izquierdo; no quería que lo viera. Desayunamos en completo silencio,  al finalizar John cogió su maletín y salimos rumbo al conservatorio. Cada quien tomó caminos diferentes: él se dirigió al salón de ensayo, ubicado en el primer nivel, por mi parte fui  a ver a Molly Hooper. Había dejado inconcluso el tema de consonancia y disonancia.

Antes de abrir la puerta de la habitación, John escuchó los sonidos del violín proveniente de adentro. Fue una clara señal que había llegado tarde y tendría graves problemas.  Se armó de valor, a paso firme entró sin importarle las consecuencias. Para su sorpresa, Sarah solo atinó a saludar con un tierno beso en la boca. Parecía que el altercado de la noche anterior nunca sucedió. Ambos se ubicaron en sus respectivos puestos e iniciaron el ensayo. Tal como le dije: Sarah  no escuchaba el piano, tocaba por su cuenta, olvidando el significado de acompañamiento. A media pieza, John dejó de tocar, luego Sarah también lo hizo. Confundida, buscó una explicación el cual no fue de su agrado. Iniciando así otra discusión entre ellos; la manzana de la discordia irónicamente era yo. John recurrió a los argumentos racionales para hacerle entender que su interpretación poseía muchos errores.  Y era indispensable realizar las correcciones en la brevedad posible. De mucho discutir, accedió. Sarah controló sus emociones, después de todo, John tenía razón y ella era consciente que en ocasiones olvidaba por completo el piano. Tuvo que tragarse su orgullo y  poner en práctica los consejos que señale.

 

El resultado fue positivo, lograron complementar los sonidos del piano con los del violín; eran un dueto. A pesar que su interpretación fue magnífica, John no quedó completamente satisfecho.  Carecía de algo que no podía definir con palabras. Su corazón no latía del mismo modo cuando interpretamos aquella pieza, a su vez la piel se escarapeló. Debería experimentar una sensación única ya que tocaba a lado del ser amado.  Sin embargo, la realidad era distinta.

— Debe ser genial... haber nacido con la suerte de poder tocar sin ningún esfuerzo – comentó Sarah durante el descanso.

—  Disculpa.

— Me refiero a Sherlock –tenía una sonrisa curiosa sobre su rostro – No solo es bueno con el piano sino también con el violín. Para un genio como él, es sencillo tocar cualquier instrumento. No ha vivido en carne propia el duro proceso que conlleva el aprendizaje de un instrumento musical. Las interminables horas de prácticas donde tu habitación se convierte en tu cárcel. Terminas aislado del mundo exterior por cumplir con las exigencias impuestas por un instructor déspota.

Sus palabras reflejaban toda la frustración reprimida en su interior. Así mismo cierto tipo de rencor hacia la persona en cuestión.

—Te equivocas – protestó – No es suficiente poseer el don  sino desarrollarlo como es debido.  Sherlock toca el piano y violín desde que tenía tres años. Y con el violín en concreto, mejoró su técnica mucho antes de entrar al conservatorio de Paris. Se impuso un régimen estricto de prácticas durante el día, con la finalidad de superarse  a si mismo. Cuando se trata de la música,  opta otra postura –la miró directamente a los ojos - En comparación, se le dio peor el piano. Por ese motivo entró a estudiar piano. Aunque eso lo llevó a aislarse del mundo, tomó muy enserio el reto   que en dos años se convirtió en todo un experto.

— Y por qué me dices todo esto.

— Para que no tengas duda del talento de Sherlock.

—Ahi vamos de nuevo, defendiéndolo a capa y espada, sin importarte nada o nadie.

Alzó su voz de protesta.

— No voy a discutir contigo  – se puso de pie –  Te ahorraré las palabras y daré por finalizada la conversación por ti. Enfócate en lo que realmente importe, no permitas a tus emociones tomar todo el control – realizó una pausa prolongada – Nos vemos en el auditorio en la tarde. Estaré ahí puntual…confía en mí.

 

 

 

El sol del atardecer brillaba fuera  de mi departamento. Otro día muerto ante mis ojos. Estuve ocupado durante el día que olvidé ir a ver a John tocar el piano. Cuando mi cerebro envió un aviso de alerta sobre el acontecimiento ya me encontraba subiendo las escaleras al segundo piso. Asumí que no volvería hasta el día siguiente porque  estaría celebrando la aprobación del examen de Sarah.  Sería imposible lo contrario, John  es un excelente acompañante y si fallaron, la culpa recaería en aquella novia suya.  No comprendo su gusto por mujeres aburridas, sin ninguna otra cualidad más que el aspecto físico y algo de habilidad para con la música.

Renuncie a la idea de comer, al menos esa noche.  Lamentablemente tuve que ir a una tienda cercana, no en busca de comida, si no por una cajetilla de cigarros. Detesto realizar tareas mundanas, como ir a comprar.  Es insoportable lidiar con personas estúpidas tratando de atraer tu atención o la inmensidad de productos innecesarios para la humanidad.  Solo en ocasiones especiales quebranto mi palabra; como esta. De regreso, encontré a un artista callejero; tocaba el violín como cualquier otro estudiante del conservatorio, quizás mejor.  En definitiva, si tienes el talento puedes brillar en cualquier escenario. Continué caminando, la mano que estaba dentro del bolsillo del saco, revolvía la cajetilla. Mi abstinencia había llegado al límite, era más que necesaria una pequeña dosis; mi organismo lo pedía a gritos.

Apoyado en la baranda del segundo piso, saqué un cigarrillo, lo coloqué en mi boca, enseguida busqué el encendedor. Como si se tratara de una broma, el bendito objeto desapareció de mis bolsillos. De momento dejé el cigarro en mis labios, el supuesto novio de la joven que vive en el tercer piso, me ofreció fuego. Un par de palabras intercambiamos y él continúo su camino. Era evidente que lo engañaba, del mismo modo él también; llevaban una relación “perfecta”. Cuando exhalé el humo, cerré los ojos  y de pronto escuché pasos aproximarse.

— Continuas fumando a pesar de… –dejó inconclusa la oración, John. Luego un suspiro pesado apareció –Hay tantas cosas que desconozco de ti.

— Habrá tiempo para eso – respondí, dejando escapar otra bocanada de humo –Me sorprende verte tan temprano por aquí. Asumí la idea que pasarías el resto de la noche en el departamento de Sarah, como sueles hacer…oh, vaya… - de inmediato comprendí la situación.

— Qué sucede – preguntó frunciendo el ceño.

— Era cuestión de tiempo – aparté la mirada de él para seguir fumando lo poco que quedaba en mi mano.

—  A que te refieres, Sherlock –caminó unos cuantos pasos para estar frente mío. Fingió no saber nada, pero su rostro contaba una historia.

— Acabas de terminar tu relación. Corrección, Sarah  fue la encargada de poner punto final a su romántica historia –aparté el cigarro de mi boca, tuve que inclinarme para estar a su altura -  Después de su interpretación tuvieron una segunda discusión durante el día. Las palabras  no fueron suficientes, así que  una mano delicada terminó en tu rostro. Aún puedo ver la marca roja… debió ser un golpe duro.

— ¡Deja de molestarme! – bajó la mirada, avergonzado por descubrir su secreto–  No quiero hablar del asunto, así que no intentes deducir nada más de mí. Fin del tema.

Ante su negativa retrocedí. Un incómodo silencio reinó entre nosotros, por mi parte dejé de prestar atención a John para disfrutar al máximo la última exhalación.

 

— En serio, deberías dejar de fumar.

— Y tú de buscar mujeres aburridas.

— ¡Cállate!... –nos quedamos largo rato en silencio, sin hacer absolutamente nada. Aclaró su voz antes de continuar – Tienes hambre ¿cierto?

— ¿Debo contestar tu pregunta?

— No. Sé cuál es tu respuesta –dicho esto, caminó en dirección a su departamento.  Abrió la puerta, dio dos pasos y dijo- Entra. Tendré lista la cena dentro de media hora, mientras tanto puedes tocar el piano.

 

 

El  plazo para los exámenes finales estaba llegando a su recta final. Los sonidos del piano no dejaban de escucharse durante todo el día, incluido las madrugadas. Confinado en mi propio departamento sacaba los mejores sonidos. Lo único que  abarcaban mis pensamientos, eran notas musicales transformadas en melodía mediante el instrumento y el tacto de sus dedos. Donde empieza la música tienen que morir las palabras; exactamente lo que hacía. Para John era imposible tocar el piano en la comodidad de su departamento porque en el instante que sus manos harían contacto con las teclas, una imponente melodía resonaban al otro lado. Perdía significado alguno practicar después de escuchar la magnífica interpretación que le ofrecía. Quedaba totalmente desanimado al constatar la gran  diferencia que había  entre ellos. Por ese motivo, solo regresaba a cenar y dormir, no quería competir con un genio como yo.

 

Una noche mientras cenaba John, algo llamó mi atención; el lugar estaba en completo silencio. Sin previo aviso desapareció el habitual sonido que acompañaba sus solitarias cenas. No perdió el tiempo, de inmediato fue al piano para iniciar el ensayo respectivo. Se sintió abrumado al abrir la partitura, su mayor amenaza no se encontraba cerca, aun así ejercía dominio sobre él.  Su cuerpo se negaba a obedecer las órdenes impuestas por su cerebro; estuvo varios minutos sentado, sin hacer nada. Respiró profundo, estiró las palmas de las manos y  de un solo golpe las teclas hicieron contacto con la piel. Iniciando la interpretación de la pieza Schubert.

— ¡Dedo equivocado!– mi voz alertó a John, obligándolo a dejar de tocar -  No te olvides del cambio de tono – agregue.

— ¿Hace cuánto tiempo llevas observando?

— Dos minutos para ser exactos –respondí de manera despreocupada - Tú música me condujo hasta aquí. Era como el canto de una sirena: atrayendo a su víctima a un destino fatal. Igual que ahora…- me adelanté a John y continúe –Los primeros pasajes el sonido están llenos de viveza. Los *fortissimos muy expresivos. Todos estos componentes fueron suficientes para llamar mi atención. Lamentablemente terminé desilusionado con la última parte… He ahí la explicación del canto de la sirena.

— Aún tengo un par de problemas.

— Varios, debería señalar.

— ¡No exageres! Estoy trabajando al respecto –alzó su voz de protesta- El tenerte cerca interfiere mi concentración. Te sugiero retirarte.

— ¿Lo dices, en serio? –lo miré directamente a los ojos, así no podría mentir – Quieres que te dejé a solas con los problemas que no vas a solucionar sin mi ayuda.

— Ya te entendí… Quédate, entonces… - dio un suspiro profundo y apartó la mirada- Sherlock, puedes dejar de mirarme por favor, resulta intimidante e incómodo.

— ¡Empecemos!

 

El nerviosismo de John fue reflejado en su temblorosa voz,  las manos tensas al igual que su propio cuerpo. Tenía obstáculos que superarlos uno a uno. Tener mucho cuidado contrastando los dos temas y expresar el resto por encima para mantener el balance. Vario factores estaban en su contra, él supo manejar la situación; me ahorré las palabras. Un par de segundos después las notas musicales inundaron el ambiente. Un sonido embriagador, transportándote a otro escenario.— *Mezzopiano... *piano...  tiempo... forte... – mediante instrucción guiaba su interpretación-  Demasiadas notas, sigue al pie de la letra la partitura, no agregues notas personales- Luego de hablar, el sonido adquirió una tonalidad distinta.

— Un *puntillo... ¿eh? Qué haces, Sherlock…–protestó cuando me coloqué detrás de él con la finalidad de observar de cerca la posición de sus dedos.

— Concéntrate y deja de hablar – Me vio de reojo para después prestar  atención a la partitura. Se acostumbró a mi presencia porque la melodía recobró el brillo inicial. Terminé enamorado… del sonido de su piano, es increíble cuanto a mejora su técnica desde que lo conocí - No hay una sola nota sin significado. ¿Lo ves? –me incliné hacia adelante, tenía su rostro a escasos centímetros de distancia del mío - Están conectadas y fluyen… -inicié mi explicación - … El acorde. ¿Puedes visualizarlo? 

— Adquiere viveza.

— Cierto. Depende del músico que el sonido adquiere una tonalidad perfecta. Melodías que penetran en lo más profundo…- las palabras quedaron atoradas en mi garganta en el instante que mi sentido del olfato se activó a causa del agradable olor que desprendía del cabello de John. Quedé embriagado.

Sus dedos continuaron tocando al ritmo que sus muñecas marcaban. Mientras la pieza cobraba intensidad, John no  la interpretó como tal sino perdía intensidad.

— Mismo error una y otra vez. Presta atención a los pequeños detalles que ignoras… Como lo estás haciendo ahora… ¡Me estas escuchando!

— Por el amor de Dios, Sherlock. Intento concentrarme en la pieza y tú solo estas siendo una distracción.

— Fuiste tú quien solicitó mi ayuda.

—Lo sé.

— Entonces no te quejes y acata mis órdenes –respondía ante su actitud defensiva-  Séptimo error. El dedo índice tocó una nota más y tu mano izquierda pierde ritmo.  ¿Estuviste practicando realmente?

— Si…

En los siguientes minutos la melodía recobró el verdadero significado asignado. Mis observaciones sirvieron para corregir errores imperceptibles al oído de personas comunes. Volvió a tocar la pieza desde el inicio con la finalidad de comprobar que había realizado las correcciones adecuadas. Era perfecta.  Estoy aún más atraído que la última vez. 

 

— Los músicos son terriblemente irrazonables –dijo, John en tono de protesta, mientras regresa de la cocina con dos tazas de té -  Siempre quieren que uno sea totalmente mudo en el preciso momento que uno desea ser completamente sordo.

— Coordinar los sonidos de acuerdo con el egoísmo creador del artista y su completa indiferencia a toda ley extraña a su propia sensibilidad – agregué. Así mismo cogí la taza ofrecida por John – Tu talón de Aquiles va a traerte problemas.

— Soy consciente… -dejó escapar un suspiró prolongado, dejando expuesto su estado de ánimo – Pero, gracias a ti logré dominar a la bella y la bestia. Contrastar los dos temas  para mantener un balance.

— No merezco todo el crédito. Tu capacidad permitió al proceso desarrollarse con facilidad –no quería admitir delante de al escuchar su interpretación mi cuerpo y mi mente se estremecen de una manera imaginable. Debo tener cuidado con él -  El romanticismo y el impresionismo son como la música. La historia y los sentimientos están entrecruzados. Por ejemplo, las técnicas de composición de Debussy... son muy parecidas a las de los pintores impresionistas, en cuanto a que esparcen colores primarios para que parezca neutro. 

— Entiendo, el arte visual también tiene su análisis.

— Exacto. Por ello, interpretar una obra sin conocer nada de la estructura y guion interno es como recitar un poema en un idioma  desconocido.


Ese fue nuestro último día en compartir una misma habitación ambos, hablando nada más que música durante tres horas, en compañía de una exquisita taza de té. Se hubiera prolongado la conversación, si no fuera por el notable cansancio de John.  Pronunció pocas palabras y vi como sus ojos empezaban a cerrarse lentamente, su cuerpo perdía contra el sueño. Su cabeza terminó recostado sobre mi hombro, no giré mi rostro de inmediato, todo lo contrario; quedé inmóvil. En otro escenario me habría puesto de pie sin importarme la otra persona. Ahora era distinto, tenía a John durmiendo a mi lado, aunque no le miré podía sentía su cálido cuerpo, también escuchar su respiración golpear mi hombro. Dejé que me utilizara como si yo fuera su almohada personal.

 

A un par de días para el examen, John insistió acompañarme al ensayo programado en la tarde. Saliendo de clases me dirigí  directamente al aula de ensayo que previamente había reservado, ya que es época de exámenes todo el lugar está infestado de estudiantes.  No me sorprendió encontrar a John parado al costado de la puerta, revisando  su móvil, a juzgar por su sonrisa tonta debe tratarse de alguna mujer o algo respecto al tema amoroso.

— Te necesito  con todos tus sentidos… Si no puedes cumplir esa simple condición, te sugiero retirarte. Serías un estorbo –las primeras palabras causaron conmoción en él para luego dar paso a un relajado semblante.

— Desde ahora soy exclusivamente tuyo –sonrió. Realizamos una pausa– Que esperas, Sherlock abre la puerta, tienes trabajo por realizar.

Coloqué la llave en la cerradura, la  hice girar a lado derecho. Le cedí el paso a John, detrás de él entré al lugar. Nuestras pertenencias las guardamos en un stand. Me ubiqué en mi posición; sentado frente al piano con la mirada fija en la partitura.

  

https://www.youtube.com/watch?v=9xNfmsN_8hQ

 

 

— Es Debussy…  -habló John, al acercarse más a mí - ¿Ésta es la pieza que tocaras en tu examen?

L'isle Joyeuse Debussy. Es una tragedia para piano uno podría llamarlo como una especie de transparencia del carácter de Debussy... Se debatía con sentimientos conmovedores,  cuál prefería para enmascarar con ironía.

— El título sugiere, la ligereza del aire y de la gracia, el amor y la esperanza.

—  Una ambigüedad. Expresión trágica de la existencia… ¿Por qué desvías la mirada? ¿Qué sucede? –busqué de inmediato respuestas a su extraña reacción.

— Es una pieza muy alegre sobre el amor. Es irónico no crees, una persona como tú va interpretar una pieza que transmita sentimientos más puros –contenía la risa.

— Debussy, que perdió todo el sentido de la razón por amor…  un claro ejemplo del peligroso poder que posee ese sentimiento y debilita al ser humano – según John: el amor es un misterio para mí; grave error.

 

Llegó el momento de demostrar a John que puedo interpretar la pieza magníficamente, sin la necesidad de conocer sentimientos tan profundos. Hice uso de mis habilidades para crear un sonido perfecto, llegar a seducirlo con mi música; arrastrarlo a mi propio mundo donde no tendría escapatoria. 

— “Es maravilloso…  Es un Debussy lleno de viveza” – pensó John -“Su forma de tocar no es nada seria.  Inconscientemente está sonriendo; suena divertido”-sonrió.

 

La misma reacción que  obtuve de John, también los jurados  lo tenían en el momento que toqué para ellos en mi examen final. Uno de ellos escuchó toda la pieza con los ojos cerrados con el fin de incrementar el sentido auditivo. Por su parte, la mujer mayor no apartó los ojos en mí, atenta a la expresión corporal. Al finalizar, las adulaciones llegaron por si solas, los tres instructores me hicieron llegar sus felicitación, en cambio el otro no dijo nada. Su mirada reflejaba un odio profundo. Sabía que el siguiente era John, así que pedí de favor concederme quedarme en el aula como un espectador. Hice uso de mis otras habilidades para lograr mi objetivo.

 

El rostro de John al verme sentado con el jurado, era una mezcla entre pánico, sorpresa, nerviosismo y enojo. Las palabras quedaron atoradas en su garganta, que no pudo articular un simple “buenas tardes”. Tenía las mejillas ligeramente  rojas, no dejaba de empuñar las manos; signo de nerviosismo.  Cerrado los ojos, se tomó unos segundos para controlar sus nervios, al volver a abrirlos su rostro cambió de aspecto. Así dio inicio su interpretación de la pieza de Schubert. Puedo ver como él puede sacar a la luz ésta clases de sonidos. Era como escuchar un recital, más que un examen.

 

Notas finales:

Tímidamente empecé a escribir  desde el punto de vista de John. Estoy acostumbrándome a narrar en primera persona, así que en la próxima será solo John.

Encontré la referencia gráfica que me sirvieron de inspiración para realizar esta historia. Las imágenes son de: 

Benedict Cumberbatch y Martin Freeman

Ciao ciao hasta la siguiente actualización.

PD: Los reviews alientan, inspiran  y crean otras emociones en los autores que escriben los diferentes fic’s que son de su preferencia.  


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