-¿A dónde se supone que me llevarás Hansol?
-Aun no tengo un plan, pero creo que podremos comenzar por el área de pediatría. ¿O no te gustan los bebes?
-No tengo hermanos pequeños, así que jamás supe lo que es cuidar de uno, pero supongo que no estaría mal poder verlos.
-Sólo ellos le quitan la monotonía a este lugar, créeme.
-Pues bien, vallamos a ver bebes.
Salimos de mi habitación con rumbo a el área de pediatría, pero el hospital de noche me pareció más callado de lo normal, casi no se veía gente, enfermeras o doctores alrededor. Pasamos varias puertas y entre más recorríamos el aspecto del lugar cambiaba, como deteriorándose.
-¿Por qué no hay doctores o personas aquí?- Pregunté.
-Es un área para niños, no debes hacer mucho ruido o despiertan. Toda la “acción” está en el área de urgencias, pero no es conveniente que vallas.
-Ya veo. Y si es un área de niños ¿no debería estar más colorido todo esto?, la verdad luce algo… viejo y descuidado.
-Creo que han dejado para el último la remodelación de esta parte del hospital.
Con las respuestas de Hansol, una sensación de extrañeza se instaló en mi pecho, por alguna razón no me convencían sus palabras.
-Llegamos.-Dijo, y abrió una pequeña puerta de madera para luego empujar mi silla al interior de esa sala. Eran los cuneros.
No pude evitar sonreír al ver a tantos niños recién nacidos durmiendo tan tranquilamente, tan despreocupados de la vida y de los problemas que vivir conlleva.
-¿Seguro que podemos estar aquí?- Pregunté preocupado de que alguien pudiera llamarnos la atención.
-Eres muy ruidoso, ya dije que sí.
Le puse una mala cara a Hansol por su respuesta y él me sonrió. Seguido a eso me puse muy nervioso, su sonrisa… me gustó. -¿Quieres cargar a uno? – Preguntó él, muy repentinamente.
-No sé si eso sea…
-Ok te daré a uno, sólo no le hagas llorar o entonces si estaremos en problemas.
Hansol tomó a un niño de uno de los cuneros y lo puso con cuidado en mis brazos, una calidez que jamás había sentido se apoderó de mí. De pronto me olvide de todo y me centré en admirar al pequeño.
Fue en el momento en que Hansol se puso de cuclillas junto a mí y comenzó a acariciar al niño que me sonroje al punto de parecer un tomate. De pronto me imagine una de esas escenas de película romántica donde los padres conocen a el hijo que con tanto amor esperaron, yo como la madre, Hansol como el padre y el niño como nuestro hijo.
-¿Por qué estas rojo? ¿Tienes fiebre?- Hansol estaba a punto de tocar mi cara para comprobar mi temperatura, cuando gire mi rostro avergonzado.
-Creo que debemos dejar dormir en paz al bebe- Dije rápidamente. Él lo acomodo en su cunero y salimos de la sala.
-Y ahora, ¿Qué quieres hacer?- pregunté de nuevo, intentando olvidar mis ideas locas.
-Justo ahora la farmacia debe estar cerrada, vallamos a jugar ahí.
-¿Jugar?
Resultó que cerca de la farmacia del hospital existían rampas junto a las escaleras para subir o bajar a un segundo y tercer nivel.
-¿Y que se supone que …
-Te lanzaré por la rampa.
Me giré súbitamente a verlo, con una expresión que debió parecerle divertida ya que comenzó a carcajearse. –No es gracioso Hansol.
-Si lo es, mira.- Sin previo aviso comenzó a correr impulsando la silla hacia las rampas, mientras reía. Comencé a gritar sin importarme que alguien cerca pudiera despertar, o molestarse por el ruido.
Hansol impulso mi silla de rueda de ruedas justo en el borde de la rampa y grité aún más fuerte, luego; justo antes de dar vuelta me detuvo de golpe con un abrazo a la altura de mi cintura para evitar que saliera disparado hacia el frente.
Fue ahí cuando las carcajadas salieron sin que pudiera evitarlo, ahí estábamos los dos, jugando como dos locos.
-Pudiste haberme matado, ¿sabes?- Dije aun riendo.
-Aun no... – Respondió. Y mi risa se cortó al instante. Gire mi rostro para verlo, él se acercó más y movió sus manos por encima de mi cuerpo. Otra vez llegaron a mi pensamientos románticos y me reacomode un tanto nervioso.
-¿Dónde te gustaría terminar?-Preguntó.
-¿Terminar?
-El tour, ya es tarde; sabes. Tú debes descansar y yo también.
Me sentí egoísta en ese momento al pensar solo lo que pasaba por mi mente y en cómo se sentía mi cuerpo, sin preocuparme ni siquiera un poco por él. Después de todo Hansol había sido como un perfecto distractor y acompañante.
-Lo siento de veras, si quieres podemos ir ya a mi habitación.
-Aún queda un poco de tiempo, ¿Sabías que el hospital también tiene un jardín? ¿Quieres ir?
Definitivamente este lugar no dejaba de sorprenderme, ¿tan grande era como para tener también un jardín? Talvez eso explicaría porque no habíamos encontrado a ninguna persona en todo ese rato.
-Claro.- Respondí. Hansol me llevo a través de pasillos de apariencia cambiante, hasta dar con una pequeña puerta al final de un estrecho pasillo, si esa era la entrada al jardín definitivamente nunca nadie iría pensando en que se trata de una bodega cualquiera. Él se adelantó para abrir la puerta y se paró del otro lado del umbral.
-Vamos, ven.-Dijo haciéndome señas para que avanzará hacia él, confundido lo hice; ya que todo el tiempo él había impulsado la silla. –Es que la puerta se cierra si la suelto. – Dijo como respondiendo a una pregunta que no hice.
Como dijo él, luego de que soltara la puerta esta se cerró, sonreí débilmente y comencé a ver el jardín. Todo estaba oscuro, pero la luz natural de la luna le otorgaba la suficiente visibilidad a mis ojos.
El lugar no era tan adornado, no había arboles grandes ni una fuente en el medio; más bien parecían jardineras a ras de suelo acomodadas en forma de un circulo. Cada una con discretas flores que parecían ser de color blanco.
Hansol me llevó hasta el centro del jardín y suspiró. -¿Qué te parece? ¿Te gusta?
-Me parece el tipo de sitios donde tú te esconderías.-Respondí divertido.
-No lo niego. De todos los rincones del hospital este me gusta, ahora más que antes.
-¿Por qué te gusta más ahora?
Hansol se paró frente a mí y me extendió su mano. –Párate, sé que puedes hacerlo.
Tímido tome su mano y comencé a levantarme, sin embargo tuve que apoyar mi peso en su mano y cuando intente dar un paso las piernas me fallaron.
El me sostuvo antes de que callera, quedando mis dos brazos alrededor de su cuello y los suyos alrededor de mi cintura; nuestros rostros estaban tan cerca que pude percibir su respiración. Me sorprendí al sentirla completamente halada chocando contra cara.
-Estas muy frio…- Dije torpemente
-Y tú eres muy cálido…
Hansol llevó una de sus manos hacia mi rostro, delineando mi mandíbula con la punta de su dedo, erizándome la piel en el acto.
-Seungkwan… si tuvieras que quedarte aquí, por mí; ¿lo harías?
-Pero… tú vas a salir muy pronto, ¿no es así?
-¿Lo harías…? ¿Me dejarías salir?
Hansol comenzó a atraer mi rostro hacia el suyo mientras inclinaba su cabeza, se detuvo a tan solo un mínimo espacio entre nuestras bocas, tan pequeño que al hablar, sus labios rozaron con los míos.
-Lo haría, Hansol.
El sonrió y luego me besó. Hansol se llevó mi primer beso.
Sentí que el aire se iba demasiado rápido, y no sólo eso sino también mis fuerzas. Yo no tenía mis ojos cerrados, pero en un momento todo era ya color negro. Solo pude oír vagamente mi nombre ser gritado desesperadamente, los brazos de Hansol apretándome cada vez más; como si no fuera a dejarme ir, y luego; nada.