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EN LA OBSCURIDAD por LuciHikari

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Notas del capitulo:

Hola (“)(^-^)… aquí de nuevo con otro capítulo para esta historia. Sé que ha pasado muuucho tiempo, pero me pasó lo que a much@s otr@s (la vida real me absorbió por completo) que puedo decir... 

Si son sensibles a escenas de violencia, les recomiendo no leer este cap… caso contrario pueden continuar, en esta ocasión se aprecia otro punto de vista, espero aclarar algunas dudas.

Algunas aclaraciones:

– bla, bla, bla –  diálogos

«bla, bla, bla»  pensamientos

Bla, bla, bla    recuerdos (escenas pasadas)

¡Pasen a Leer!

Título: Llamado en la Obscuridad

Autora: LuciHikari

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Su piel cosquilleaba de la expectación, no podía creer que por fin su capricho se cumpliría, había esperado tanto y durante un tiempo no había podido dejar de pensar en esa persona; estaba a solo unos pasos de lograr su objetivo y lo decía literalmente ya que en esa oscura habitación, al frente se encontraba la puerta que lo llevaría con su obligado invitado. Lo había planeado tan meticulosamente que se enorgullecía lo bien que había salido todo y no pudo evitar rememorar lo que había pasado para llegar a ese instante.

Era el momento, sabía que el moreno novio de su obsesión estaba de viaje y que regresaría ese día por la tarde, así que muy temprano ya todo estaba en marcha; había puesto a dos de sus hombres a vigilar los movimientos del joven rubio para que lo mantuvieran informado de todo lo que haga y así encontrar la mejor oportunidad de acercarse a él, estaba al tanto de que el joven estaba en receso de la universidad por lo que no saldría para asistir a clases y tenía que estar atento a cualquier ocasión en que abandonara su edificio.

Cerca del medio día se presentó su tan ansiada oportunidad, recibió la llamada de sus hombres informando que el objetivo había salido del edificio en el que residía y que lo estaban siguiendo a una prudente distancia; solo les ordenó no perderlo de vista y que le informaran el destino que tomaba. Al poco rato fue informado de que el joven había entrado en un supermercado cercano a su domicilio e indicándole el lugar exacto, se dirigió allí en el auto que lo transportaba. Al llegar al lugar indicado descendió del vehículo, él solo, e ingresó en el establecimiento. Buscó un punto estratégico en el cual podría observar a su obsesión y estar pendiente de las señales de sus hombres.

Y lo vio, tan bello como siempre, con su cabello rubio ligeramente alborotado y su piel acanelada pero a la distancia que se encontraba no lograba ver sus bellos ojos azules; lo siguió con la mirada mientras escogía unos rojos tomates y vio que una suave sonrisa adornaba sus labios mientras lo hacía, siguió observándolo hasta que se acercó a la caja a pagar. Lo miró penetrantemente y con molestia sospechando la razón de las compras que realizaba el joven y por lo cual esa suave sonrisa lo acompañaba mientras las hacía, estaba al tanto que ese sería el día de regreso del odioso moreno novio del rubio; observo al joven disminuir su sonrisa y levantar el rostro mirando a su alrededor, por lo que se ocultó ligeramente tras unos estantes con productos hasta que dejara su inspección.

«Es el momento» pensó y les dio la señal a sus hombres para que prosiguieran con el plan en cuanto el rubio salía del supermercado con su bolsa de compras. El plan era sencillo y a prueba de errores, uno de sus hombres se acercaría al joven con el pretexto de buscar una dirección, conociéndolo este no se negaría a ayudarlo, entregándole un papel preparado con una muy útil sustancia que evitaría que el rubio pudiera resistirse y luego sería guiado a un auto que los estaría esperando, donde otro de sus hombres tendría lista una jeringuilla con sedante con el que dormirían al joven para transportarlo al destino acordado. Pudo observar desde lejos como transcurría el plan y como este se cumplía sin ningún fallo, cuando el auto que llevaba al joven partió se sintió complacido y pasó una de sus manos por su negro cabello antes de acercarse a su propio vehículo que ya lo esperaba.

Todo ha salido como lo ordenó señor le dijo uno de sus hombres al momento de que subió en la parte de atrás de su auto.

Así es  corroboró con una media sonrisa en sus labios es momento de irnos  dijo y partieron con la misma dirección que llevó el otro vehículo para llegar a su ansiado destino.

Salió de sus recuerdos y sentía que la adrenalina recorría su cuerpo, todo estaba listo, el lugar en el que se encontraban estaba a las afueras de la ciudad, lejos de ojos y oídos curiosos. Solo estaban él, un puñado de sus hombres y el joven rubio. La construcción estaba descuidada y abandonada, la mayoría de los vidrios de las ventanas estaban rotos y basura junto con escombros se encontraban esparcidos por todo el lugar, no había luz que alumbrara más que la poca de la luna y de unas cuantas linternas que portaban sus hombres; una vista realmente deplorable pero prefecta para el escenario que quería crear para su siguiente “visitante”. Era el momento, seguramente el joven ya habría despertado y los efectos del sedante y la droga habrían disminuido un poco. Tomó de las manos de uno de sus hombres unas gafas de visión nocturna, necesarias ya que al cuarto en el que iba a entrar estaría en absoluta oscuridad, se las colocó con calma y las aseguró sobre la parte de atrás de su cabeza sobre sus negros cabellos, sin encenderlas aún.

– Nadie puede entrar a esa habitación –  señaló con su mano el lugar al que se refería – mientras yo no de orden de lo contrario, no importa lo que escuchen –  guardó un momento de silencio y luego agregó – ¿Entendido? –  no elevó la voz, pero se entendió claramente el tono de orden en sus palabras. Los hombres presentes solo lo miraron y asintieron sin decir nada.

Una vez dadas las indicaciones a sus hombres, empezó a avanzar por el espacio que lo separaba de la puerta de ese cuarto. Encendió las gafas que llevaba y pudo observar, de forma un poco más clara y en tono verdoso, lo que le rodeaba. Siguió caminando hasta que pasó cerca de un viejo sillón y por fin pudo tocar el picaporte de la puerta metálica que lo conduciría a su ansiado destino.

Cuando ingresó al lugar, que se encontraba en total obscuridad, la puerta rechinó al ser abierta y cerrada de forma inmediata; pudo ver a la persona que se encontraba ahí sentada en el filo de la vieja cama y por su posición pudo deducir que el sonido de la puerta llamó su atención ya que parecía mirar hacia él. Empezó a avanzar hacía el joven cautivo y se percató de que su respiración se aceleraba y sus postura se volvía más tensa, e incluso lo vio retroceder un poco; no lo pudo soportar más y aceleró el paso para irse en contra del rubio, sujetando de forma precisa y fuerte su antebrazo antes de que pudiera reaccionar, gracias a la ventaja que le brindaban las gafas de visión nocturna. Lo sintió tratando de soltarse y apretó con más fuerza, hasta que lo escucho quejarse por el dolor.

– Auggr…–  El sonido que emitió el rubio lo hizo sonreír y se sintió extasiado y sobrepasado por el momento, tanto que buscando más, sin contemplaciones lo giró y le dobló el brazo por detrás de la espalda presionando con fuerza lleno de una euforia tal que solo aumentó al escuchar hablar a su presa. – Basta, me hace daño –  lo miró sin emitir sonido, quería escuchar más de su miedo y dolor. – ¡¿Quién es usted?! ¡¿Qué quiere de mí?! –  Qué quién era, pues el rencor hecho hombre, un ser lleno de ese destructivo sentimiento hasta límites insospechados; que qué quería, pues eso era fácil de responder sin necesidad de usar palabras. Con la mano que tenía libre levantó la tela de la remera que llevaba el contrario y paseo de forma lasciva su mano por el abdomen del joven rubio y la subió acariciando de la misma forma la suave piel del pecho.

– ¡¡Noooo!!... –  eso había sido suficiente para hacerle ver sus intenciones a su presa – ¡eso nooo!... –  puesto que empezó a forcejear con más insistencia y parecía que había recuperado un poco más de su fuerza, pero aún no era suficiente ya que él aún lo superaba en ese sentido. Lanzó al joven contra la cama con mucha potencia, tanta que fue a dar contra la cabecera donde se golpeó y por lo visto se aturdió un poco; pero eso no fue suficiente para dejarlo quieto ya que enseguida lo vio girarse para enfrentarlo. Se volvió a lanzar contra su víctima, subiéndose sobre él, presionándolo con sus piernas y sujetando sus muñecas al ver que lo intentaba empujar. El pelinegro sostuvo duramente las muñecas sobre la cabeza del joven y con rabia rasgó la tela de la remera hasta quitarla del cuerpo ajeno.

– ¡Suélteme!... –  se escuchó al joven desesperado al no poder liberarse. – ¿Por qué me hace esto? –  el hombre pudo apreciar las lágrimas que derramó su presa, gracias a sus gafas especiales. Como le hubiera gustado responderle a su cuestionamiento y decirle todo lo que sintió cuando, quien ahora sufría, puso por sobre su persona a su actual novio y todo lo que éste le quitó en su momento. Se distrajo un poco rememorando algunos recuerdos, por lo que el rubio logro liberar una de sus manos y lo empujó haciéndole perder el equilibrio, saliendo inmediatamente de la cama. Pero la obscuridad estaba de su lado ya que el joven se encontraba desubicado y no hallaba la salida, el agresor rápidamente fue por él y sujetó sus brazos con fuerza. El prisionero en su desesperación empezó a tirar con fuerza para soltarse del agarre, a lo que el otro le clavo las uñas en la carne, pero tal era el desespero que sin importar el dolor tiró con más fuerza logrando hacerse daño al arrastrarse la uñas a lo largo de la piel de sus brazos.

El hombre al ver tal acción, decidió utilizar esto a su favor, soltándolo para que el otro cayera de golpe en el suelo, cumplido su cometido aprovecho para golpear el costado del rubio y ponerlo de pie inmovilizándolo de nuevo con su brazo torcido en la espalda para que no se moviera tanto. Lo empujo en dirección a la cama, pero antes de ponerlo de nuevo sobre ella, con su mano libre soltó el botón del pantalón de su presa y bajó la cremallera de este, le dio un empujón que hizo caer al rubio de boca contra la cama y con rapidez jaló desde el filo el pantalón hasta quitárselo, dejándolo únicamente en ropa interior. Antes de que su víctima se pudiera levantar de nuevo, con su mano lo empujó desde la nuca hasta que estuvo con la cara enterrada en la superficie del viejo colchón; sin soltar su cabeza y presionando con fuerza se subió a horcajadas sobre sus piernas y con la otra mano, primero acaricio la piel del cuello pero luego el sentimiento de ira y rencor se apoderó de él, pues esa misma piel había sido tocada y marcada antes por la persona a la que más odiaba, así que en un arrebato por dejar su marca empezó a rasguñar la piel ajena, dejando surcos de color rojo y piel levantada desde la base del cuello hasta llegar a la espalda baja.

Estaba concentrado en su labor hasta que sintió un golpe en su muslo de parte del joven sobre la cama, con ira le propino un golpe en el costado que había golpeado con anterioridad, escuchando con deleite las quejas amortiguadas por el colchón. Se estaba hartando de la situación y quería llegar a la mejor parte por lo que arrancó la última prenda que cubría el cuerpo de su presa, acarició de forma brusca la retaguardia del joven y al sentir su tersura no se resistió a pellizcarlas y propinarles un par de golpes con la palma, saboreando las quejas que obtenía. Era momento de continuar, giró a su víctima sobre la cama para tenerlo de frente, pero previó las intenciones de escape de este por lo que le dio un puñetazo en el abdomen, dejándolo sin aire.

Al verlo tan indefenso ahí, le provocó tomar algo que siempre se le había negado, esos labios que eran fruta prohibida para él lo llamaban para ser tomados; se agachó para poder saborearlos pero su dueño se los negó girando el rostro hacia un lado. Pero si no era por las buenas los tomaría por las malas, así que sujetó con fuerza los cabellos rubios y girándole el rostro lo besó con rudeza. «Sí, son suaves y deliciosos» pensó y sintió que el otro dejaba de resistirse al beso por lo que quiso profundizar, pero a cambio recibió una mordida en el labio que logro sacarle sangre y se apartó del joven. La rabia bulló en su ser y sin contemplaciones le empezó a propinar varios puñetazos en el rostro hasta que se dio el gusto de ver sangrar los labios que le fueron negados y dejarlo aturdido. «No más juegos» se arrodillo frente a su víctima y sujetando con fuerza sus piernas intentaba abrírselas, pero este no cedía y las mantenía cerradas, presionó aún más fuerte llegando a dejarle marcas pero aun así nada. Cansado de la inútil resistencia, lo soltó y enseguida le dio varios golpes en los costados y en el abdomen para que no tuviera fuerza para resistirse, viendo la oportunidad le abrió las piernas y se colocó entre ellas, abrió su pantalón bajando la cremallera y también su ropa interior para dejar libre su miembro que ya se encontraba erecto.

– Ya es hora… precioso Naru –  pronunció en un susurro cerca del oído del golpeado joven, pero este no pareció entender, no le importó; se fue acercando más hasta que rozó su miembro en las nalgas del rubio y se iba acercando para rozar la abertura que buscaba.

– No, por favor no… –  le oyó suplicar a su presa con la voz entrecortada, al esta darse cuenta de lo que vendría, pero sin decir nada presionó con su miembro un poco más aún sin entrar. Como un último recurso el joven trató de pedir socorro – ¡Ayudaaa!, ¡Alguien que me ayuuudeeee! ¡Por favoooor! ¡Auxiiiliioooo! – el otro solo sonrió sin tratar de acallarlo y con un fuerte empujón penetró en el cuerpo bajo él. – Aaaaaaaahhhhhhgggg –  el desgarrador grito que salió de su víctima solo lo estimuló más, impulsándolo a arremeter con fuerza contra el maltratado cuerpo que poseía sin ningún permiso. Los hombres que se encontraban afuera escucharon el atronador lamento pero simplemente no hicieron ni dijeron nada.

El hombre pelinegro sintió mayor presión cuando el cuerpo que profanaba se tensó e intento retroceder para sacarlo de su interior, pero el solo lo sujeto de las caderas impidiendo tal acción. Las manos ajenas intentaron alejarlo, pero soltando las caderas de su víctima, sujetó las muñecas de este por sobre la cabeza y aprovechando la posición empezó a besar y morder los pezones, hombros y cuello del adolorido joven hasta hacerlo sangrar. El hombre se deleitó al presenciar el dolor y las lágrimas en el rostro ajeno, entonces empezó a embestir de manera brusca  y sin ningún cuidado al joven rubio, disfrutando al fin de ese cuerpo que no fue suyo en su momento, cobrándose con la sangre y el sufrimiento de este todos los momento en los que se sintió inferior y menospreciado. El cuerpo bajo suyo ya no se resistía y parecía haber quedado inconsciente, pero no importaba ya que estaba a punto de terminar y con un par de embestidas más eyaculó dentro del destrozado ser en el que descargó su rencor. Sin delicadeza salió del cuerpo ajeno y mientras se levantaba de la vieja cama observó como el herido joven se colocaba de lado y sus labios apenas susurraban – Sasuke, Ayúdame…– mientras estiraba uno de sus brazos con la palma abierta, como intentando alcanzar algo, para luego quedar inconsciente.

Se quedó ahí admirando su trabajo en la penumbra hasta que un pequeño objeto en el cuello del joven llamó su atención, se acercó y moviendo los dorados cabellos sujetó con su mano la cadena que sujetaba un cristal azul al cuello del inconsciente joven y de un solo tirón lo arrancó de su lugar; luego con una mano haló la vieja y amarillenta sábana, ahora con manchas de sangre, y la tiró sobre el cuerpo cubriéndolo apenas. – Te dije que te arrepentirías precioso –  pronunció demostrando en sus palabras orgullo, arrogancia y rencor. Se guardó el collar robado en uno de sus bolsillos y abandonó la habitación dejando allí a un alma rota y un cuerpo mancillado.

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De pie afuera del edificio en medio de la noche extrajo un pequeño teléfono desechable de uno de sus bolsillos, en el que había un solo número guardado y lo marcó. Escucho el sonido que le indicaba que estaba sonando hasta que del otro lado escucho una voz que, a pesar del tiempo, reconoció sin dudas.

– Aló… ¿Quién habla? – Respondió la varonil voz con un ligero toque de ansiedad y al ver que nadie respondió continúo – Voy a colgar, estoy ocupado – y en verdad estaba ocupado y preocupado, ya que desde que había llegado no se podía contactar ni encontrar a su novio. Pero antes de que lo hiciera del otro lado le respondieron.

– Yo no lo recomendaría – y soltó una maliciosa risilla – solo si es que quieres saber dónde se encuentra un bello rubio – le dijo con fingido desinterés.

Al escuchar la mención de un rubio, el moreno se tensó visiblemente y esperó expectante a que el otro hablara de nuevo. Esto no le estaba gustando nada, tenía un mal presentimiento.

– Veo que sí te interesa – soltó con burla. – Solo debes seguir la ubicación que te enviaré, para encontrarlo – y sonrió de forma cínica. – Te felicito… es toda una belleza… y una delicia – dijo soltando ahora una fuerte carcajada.

– Maldito… – siseo con rabia mientras apretaba con fuerza su puño. – Si te atrev… – pero no pudo terminar de hablar cuando escucho que la llamada había sido colgada y le llegaba un mensaje con una ubicación que vio enseguida y un temblor lo recorrió al darse cuenta de que era de un lugar fuera de la ciudad.

Aún de pie fuera del viejo edificio envió un mensaje con la ubicación del lugar y dejo caer el teléfono en el suelo, para subir en uno de los vehículos estacionados y partió de ese lugar dejando todo en silencio y obscuridad.

¿Continuará?...

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Notas finales:

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer ^-^

¿Qué les ha parecido el capítulo?

¿Demasiado suspenso o muy poco?

Hasta Pronto  ^-^U... eso espero


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