Capítulo uno: Necesidad
Podría ser que estaba sumamente equivocado y que esa sensiblería que en él emanaba era sólo un simple capricho u obra del crecimiento. Parecía mentecato pero era la teoría más lógica que tenía en una circunstancia así.
Había que ponerse a prueba con algún método para averiguar si realmente estaba enamorado o no. ¿Pero cómo? No podía decirle nada a Mello aun, no tenía el coraje suficiente ni las fuerzas necesarias para afrontar las posibles consecuencias.
Entonces pensó en Linda, una niña que era apasionada en esas cosas del amor y también el arte. Estaba seguro que ella le iba a dar una mano.
Salió de su habitación y caminó por los pasillos en busca de Linda. Rogó muy en el fondo de poder encontrarla fuera del sector de recamara de niñas, si alguien o Roger lo veía era hombre muerto.
Para su suerte la encontró en el medio del patio dibujando el suelo con tizas de colores. Era toda una artista y también su gran amiga. Siempre que necesitaba algo ella estaba ahí para ayudar. En plan Mello y él tiempos atrás…
Cuando estuvo a unos pocos metros de ella, se acercó con cautela por detrás y la asustó apropósito para que esta saltara del suelo. Cuando ella lo vio comenzó a reír a carcajadas a la par de Matt, no sin antes haberlo empujado como regaño.
– ¿Qué haces aquí, Matt? Pensé que estarías metido en tus jueguitos –Le dijo en tono burlesco.
–Necesito que me ayudes en algo muy importante, ¿te apuntas? –Preguntó con entusiasmo para poder convencerla.
– ¡Por supuesto! – Estaría eternamente agradecido con ella.
La llevó, a escondidas, hacia su recamara aprovechando de que Mello estaba estudiando. Bueno, tampoco le iba a importar mucho que lo viera con ella en la habitación, no tenía nada que reclamar después de todo.
–Verás…–Respiró profundo una vez cerrada la puerta –. Estoy enamorado de alguien y no sé cómo hacer para saber si este sentimiento es verdadero. Necesito de tu ayuda para averiguarlo y poder dar un paso adelante, ¡ya!
Tomó aire como un loco, hablar rápido no era bueno para sus pulmones, pero si no lo decía así probablemente nunca iba a poder contárselo. Por otra parte, Linda se le quedó viendo extrañada con una ceja alzada.
– ¿Quién es? – Preguntó luego de haber analizado los hechos. Sonreía de oreja a oreja, una sonrisa resplandeciente.
–Una chica –Mintió. ¿Cómo decirle entonces de una forma sutil? Claramente él no lo sabía.
– ¿Cómo es ella? – Ah, Linda, ¿desde cuándo era tan curiosa? Hacía ponerlo nervioso con tan sólo pensar en cómo le iba a responder.
–Es… bueno, ella es rubia, muy bonita… – Susurró. Mentir no estaba en su protocolo, mucho menos en el plan. Pero quedó en blanco y no quería que Linda lo odiase por tener gustos tan... peculiares.
– ¿Algo más?
–T-Tienes ojos azules, es alta y… ah, es algo complicada de entender y… esto…
–Matt, cuando te veo a los ojos puedo predecir que me estas mintiendo –Hizo puchero con sus labios –. ¿Es qué no confías en mí?
– ¡No, no, no! ¡Ah, Linda, me atrapaste! L-Lo siento – Se tiró al suelo en posición fetal, lo que hizo que ella riera a más no poder por la tonta reacción de Matt.
–No te preocupes, Matty~ Dime, ¿se trata de Mello? – “¡¿Cómo lo sabía?! ¿Soy tan obvio? Por Kami, debo empezar a cambiar eso en mí.” Pensó un segundo después de haberla escuchado.
– ¿Es tan evidente? – Miró hacia un costado en cuanto se puso de pie. La vergüenza comenzaba a notarse en las mejillas. Vaya que ardían.
–Te conozco – Suspiró.
No quedaba de otra más que narrarle desde un comienzo todo lo que era su “situación amorosa”. No tenía problemas en contárselo, no después de haber sido descubierto.
Cuando terminó de comentarle todo lo sucedido, el cómo se enamoró de Mello, sus dudas y los celos, Linda sólo lo miró dudosa; le seguía dando miedo su reacción, ¿y si le daba asco? Bueno, de ser así tuvo que haberle golpeado hace tiempo.
Minutos después…
–Muy bien Linda… Gracias – Le abrió la puerta y la acompañó afuera del pasillo de las recamaras. Cuando llegaron, ella frenó en seco y lo miró detenidamente.
–Promete que me harás caso – Su mirada puesta fijamente en él, Matt no podía pensar con claridad de los nervios.
–L-Lo prometo – Tragó saliva y se despidió rápidamente. Observó a lo lejos como desaparecía de su vista y luego volvió a su recamara a pensar bien en las palabras de Linda.
Ella le dijo que tenía que serle honesto, decirle lo que sentía y que poco a poco se irían dando las cosas, ¡cómo si fuera tan fácil! Sin mencionar que estaban hablando de Mello. Eran dos hombres y seguramente, si llegaba a decirle, lo golpearía hasta la China o algo por el estilo.
“Es más complicado de lo que pensé. Debería jugar un poco para relajarme.”
Por la noche, a un minuto antes de irse a dormir escuchó la puerta abrirse, era Mello, quien pasó toda la santa tarde estudiando. Matt quería reprocharlo como forma de bienvenida, pero entonces recordó la pequeña discusión al medio día y la idea simplemente se esfumó.
–Estas despierto… –Musitó, mientras se metía en la cama para descansar. Vaya que estaba cansado.
–Así es… – Respondió cortante, no era por malo, sino porque casi no tenía otra palabra que decirle.
–Matt, lamento lo de ésta mañana, ¿quieres jugar mañana? – Mello sabía que el error era suyo y que tenía que recompensar a su amigo de alguna forma.
–C-Claro… Después de todo siempre estoy ahí metido, jeje – Respondió, tratando de disimular un poco la emoción que volvió a sentir gracias a Mello. Como si su estado de ánimo dependiera de una persona.
–Está bien, buenas noches, idiota – Sonrió por lo bajo, ahora podía ir a descansar tranquilamente, sin cuidado.
–Descansa… – “Mello, espero puedas cumplir con tu palabra. Realmente lo espero con ansias.”
Podía ser un simple juego entre amigos, pero para Matt, el pasar un pequeño rato con el rubio sería el completo paraíso. Luego de tanto tiempo sin compartir cosas con Mello, atesoraría y valoraría cada oportunidad que tuviera de estar con él. Además, eso lo ayudaría a darse cuenta de sus sentimientos. Paso por paso, Mail.