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I Don't Deserve You por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

*Suenan coros angelicales y aparece Kris* Hola, hermosuras. Traje sensualidad~

Si, ya sé, me tardé bastante y no tengo excusas validas para esto perooooooooooo... no, no hay peros. Me quedé sin imaginación, la universidad casi acaba conmigo y él otro fic consumió mi vida(?

Solo espero que disfruten de este cap y recen porque actualice más rápido la próxima vez ;-;

Akashi ingresaba a la oficina de aquel desagradable sujeto que despotricaba contra algún pobre imbécil al otro lado de la línea telefónica, incluso hasta sintió pena por él.


 


Se dejó caer frente a aquel hombre que lo miró atónito, no lo había escuchado entrar ni nadie había avisado de su presencia. Apretó el botón que contactaba con la línea de su secretaria pero está no contestó.


 


—¿Quién demonios eres tú? —preguntó el hombre entre dientes.


 


—Creo que saber mi identidad a estas alturas es una pérdida de tiempo, lo interesante seria saber que voy a hacer contigo —recitó el pelirrojo sacando una pistola de su saco


 


El hombre empezó a presionar con desesperación el botón de su teléfono.


 


—¡Seguridad! ¡Seguridad!


 


—Sé por fuentes muy confiables que hiciste un trato con Kuroko Akiyoshi, uno que no me conviene en lo más mínimo.


 


—¡El bastardo no me ha pagado! Me dijo que me entregaría a su hijo y no lo ha hecho —el hombre sacó del cajón su escritorio un revolver y lo apuntó en dirección a Akashi, quien no se inmutó en lo absoluto—. Si tienes problemas con ese malnacido, pierdes tú tiempo al enfrentarte a mí.


 


—Para nada, pero tú eres un efecto colateral del que debo deshacerme antes de ir por Akiyoshi. Porque sé que tus hombres intentaron raptar a Tetsuya y sé que tan desesperado estas por conseguir un heredero que iras por él sin importar qué, este o no el contrato de por medio.


 


—Así que es eso. Estás enamorado de ese chiquillo —dijo quitando el seguro del revolver—. Lástima que el amor te haya vuelto un idiota —un silbido pasó cerca de su oído y un fuerte dolor se instaló en su mano, haciendo que el arma saliera volando al otro extremo de la habitación—. ¿Pero qué…? —el hombre miró hacia la ventana, una abertura circular estaba dibujada en el cristal de la ventana.


 


—Parece ser que no soy tan idiota como creías, jamás voy solo a ningún lugar y menos sin seguridad —dijo Akashi poniéndose de pie y aproximándose a aquel hombre. Colocó el cañón del arma entre las cejas del individuo que se retorcía de dolor—. Es cierto, me he enamorado de Kuroko Tetsuya y por eso no dejaré que tú, ni Akiyoshi… —pensó luego en el pelinegro que se había adueñado del corazón de su peli celeste, aquel hombre que no era ni la mitad de lo que él era y, aun así, pudo ganarle su amor— ni nadie le haga daño. Considera esto una buena acción, es tu vida por su seguridad —y disparó.


 


Aquella escena de hace tan solo horas se rememoraba en su cabeza mientras, de forma delicada, acariciaba a Tetsuya. Tenía su cuerpo sudoroso contra la cama, sus mejillas estaban sonrojadas y sus bellos ojos acuosos. Era simplemente perfecto. Le gustaba la forma en que respondía a sus estímulos, a sus besos y a los movimientos de su cadera. Kuroko era una maravilla en la cama y odiaba que fuera Reo quien disfrutara de él pero eso cambiaría, a partir de ahora todo cambiaría.


 


—Aka… Akashi–ku… ¡ah! —se sentía tan adolorido y tan culpable aunque él le haya pedido al pelirrojo que le hiciese el amor.


 


—Aguanta un poco… Tetsuya…


 


Mordió su labio al punto de hacerlo sangrar, Akashi había entrado por completo en su interior. Su corazón martilleaba y su cuerpo convulsionaba en espasmos de placer, involuntariamente se movió tratando de lograr un mayor contacto y placer. Su mente ya no oía razones, se nublaba a causa de la lujuria.


 


La lengua de Akashi limpió el rastro de sangre que descendía de los labios de Kuroko, sus caderas se movían a un ritmo moderado tratando de no causarle dolor al peli celeste. Tetsuya se aferró en un abrazo al pelirrojo, una deliciosa sensación familiar subía por su abdomen y lo llenaba completamente. El orgasmo estaba próximo a llegar.


 


—Un poco… ma-ás… Akashi…


 


Akashi tomó el cuerpo de su amado y lo posicionó sobre él, con las piernas alrededor de su cintura y sus pechos juntos con sus corazones latiendo al mismo compás. Los brazos de Tetsuya rodeaban el cuello de Akashi, sus labios se juntaron y saborearon entre lágrimas y sudor. El deseo fue saciado por las últimas estocadas que lo condujeron a derramar el éxtasis.


 


Kuroko dejó caer su cabeza en el hombro del pelirrojo, su cuerpo se sentía cansado y su corazón martilleaba dolorosamente contra su pecho. Dejó que sus ojos se cerraran, no soportaba estar un segundo más despierto. No ahora que debía aceptar que su realidad era otra.


 


 


 


 


 


Kise entró a la habitación de Takao y encendió las luces. Había escuchado el portazo que dio cuando llegó, temía que se hubiera enfrentado a Midorima y que las cosas se salieran de control. Su corazón se hizo pequeño al verlo ahí acostado, con su brazo cubriendo sus ojos y pequeñas lágrimas descendiendo por sus mejillas.


 


—No quiero llorar por él —susurró Takao al sentir el peso de su amigo a su lado—. Lo odio tanto, Kise. Lo odio pero aun… aun así, lo amo.


 


Kise no dijo nada, solo se limitó a acariciar los cabellos de su amigo. Él también se sentía perturbado emocionalmente, había recibido una llamada de Aomine. No contestó. Estaba aterrado, asustado de romperse con tan solo escuchar su voz.


 


Después de tanto tiempo se dignaba a buscarlo y él simplemente no podía enfrentarlo. Odiaba ser tan débil, odiaba que sus sentimientos se volvieran contradictorios. Por un lado quería verlo y por otro no, aun le dolía su traición y que prefiriera a su amante por sobre su hijo. Porque Kise no dudaba en que Aomine aún se estuviese revolcando con ese tal Ryo.


 


Se acomodó al lado de Takao, envolviendo el cuerpo de su amigo entre sus brazos y que el pelinegro no tardó en corresponder.


 


—Hey, Kise.


 


—Dime.


 


—¿Por qué no puedo enamorarme de ti y que tú te enamores de mí? —el tono de su voz salió suave pero se podía vislumbrar el dolor en él—. Sería más fácil si nos olvidáramos de lo demás y nos amaramos.


 


—También lo creo, Takaocchi —susurró—. ¿Recuerdas cuando veíamos a nuestros compañeros llorar por amor, y nosotros nos reíamos y decíamos que nunca íbamos a pasar por eso?


 


—Sí, y justamente ahora somos nosotros quienes sufrimos por amor. Recuérdame no ser tan mala persona la próxima vez.


 


Ambos rieron, no era una risa sincera y llena de ánimos como las acostumbradas pero si era una que denotaba intimidad entre ellos. Kise besó la frente de Takao y apoyó la suya sobre la de él, fue una pequeña caricia que los llenó de calidez en medio de esa helada noche.


 


—Lo haré, Takaocchi.


 


 


*****


 


 


Los días se hicieron largos y pesados para los tres chicos. El vientre de Kise crecía y las llamadas a su celular seguían llegando una tras otra, el buzón de voz colapsaba. Takao se había sumergido en los estudios y rechazaba cualquier intento de sus padres por presentarles algún nuevo pretendiente. Y luego estaba Kuroko, quien intentaba aparentar que nada pasaba pero sí que pasaba: su relación con Akashi era oficial, los malestares del embrazo se agravaban aún más, su padre seguía siendo un fugitivo y seguía sin poder confesarle a Reo la verdad. Todo aquello representaba un gran estrés para el peli celeste, cosa que solo empeoraba su salud.


 


Un día fue a visitar a Reo, quería cerciorarse de que seguía el tratamiento y no se estaba sobre esforzando en el trabajo, pero fue víctima de un mareo que lo hizo colapsar. Por suerte Hyuga estuvo para ayudarlo. El de lentes lo cargó y lo llevó hasta la oficina de Nijimura, ya que estaban cerca.


 


—Siento la interrupción, Nijimura–san —dijo el muchacho entrando a la oficina sin tocar— pero Tetsuya se ha desmayado.


 


—Ponlo en el sillón —dijo el pelinegro poniéndose de pie y abandonando su escritorio.


 


Hyuga hizo lo que se le ordenó para después salir y seguir con su trabajo.


 


Nijimura se acercó al peli celeste y comprobó su temperatura, no parecía tener fiebre. Si estaba pálido, un poco más delgado que la última vez que lo vio y unas leves ojeras se habían instalado en sus parpados inferiores. Por acto de reflejo, Nijimura acarició sus cabellos, su suave piel y sus labios.


 


—Kuroko–san… —susurró evocando los recuerdos del hombre que amaba y que nunca dejaría de amar.


 


Tomó la mano de Tetsuya y depositó un suave beso en su dorso, dejó reposar su mejilla contra ella. No podía ver al niño frente a él sin recordar a su padre, tenía muchos de sus rasgos y una personalidad similar.


 


«Pudiste haber sido mío», pensó con amargura. Tetsuya era el fruto de la relación que tuvieron la persona que él más amaba en el mundo y la persona que más odiaba, era repulsivo pero no podía odiarlo. Él no tenía la culpa de sus errores ni tampoco tenía la culpa de quienes fueron sus padres.


 


Si hubiera luchado por él, si hubiera tenido el valor de llevárselo lejos cuando tuvo la oportunidad, las cosas hubieran sido distintas. Quizás no hubieran tenido una vida de ensueño, el camino hubiera sido difícil pero si permanecían juntos todo valía la pena. Pero no. La vida no los quería juntos, se lo arrebató cuando más lo necesitaba y volvió a arrebatárselo, esta vez definitivamente, cuando estuvo dispuesto a ir por él.


 


Tetsuya era lo único que le quedaba de su amado, y aunque en un principio lo rechazó ahora no podía pensar en un día sin verlo.


 


El peli celeste empezaba a despertar, llevó una mano a su vientre y suspiró. Aquel gesto le resultó extraño a Nijimura, un sentimiento de déjà vu se hizo presente.


 


—¿Te ocurre algo, Tetsuya? —preguntó intrigado.


 


—Nijimura–san, yo… —Kuroko se irguió pero una arcada hizo que se doblara y llevará una mano a su boca, aquellos malestares se hacían cada vez más constantes—. L–Lo siento…


 


—Tetsuya, si algo te ocurre quiero que me lo digas.


 


Kuroko no podía mirar a Nijimura a los ojos, ¿Cómo decirle que ocurrían mil cosas y no sabía cómo llevarlas? ¿Cómo decirle que su corazón estaba dividido? ¿Cómo podía explicarle que amando a Reo había hecho el amor con Akashi?


 


—Yo... yo…


 


—¿Qué tienes? —la mirada de Nijimura viajó hasta la mano que Tetsuya aun posaba sobre su vientre, la tocó haciendo que le peli celeste se tensara—. ¿Acaso estas en estado? —pequeñas lagrimas se deslizaron de los ojos de Tetsuya, dio un leve asentimiento odiando que su embrazo lo pusiera tan emocional—. ¿Reo lo sabe? —negó suavemente mordiendo su labio inferior—. Debes decírselo, Tetsuya.


 


Kuroko trató de retener sus lágrimas, debía calmarse para no perjudicar a su bebé.


 


—L–Lo sé... Debo ir a verlo…


 


El pelinegro lo ayudó a ponerse de pie y ambos caminaron hasta la habitación de Reo. El mayor sentía al peli celeste temblar bajo su tacto, era difícil para él llevar esa situación cuando su vida peligraba y Reo se encontraba tan inestable. Solo podía rogar porque la noticia del bebé lo impulsara a recuperarse.


 


Nijimura dio un apretón amistoso a sus hombros antes de marcharse y dejarlo a solas con Reo. Kuroko no se sentía preparado para hablarle a su amante sobre el bebé que esperaba pero Nijimura lo sabía y Reo se enteraría tarde o temprano. Tomó valor y entró a la habitación encontrando la cama vacía.


 


—¿Reo–kun?


 


Lo vio salir del baño con una toalla en sus manos. Al verlo, se acercó a él y lo abrazó. Extrañaba tanto sus abrazos, sus besos, sus caricias, pero no debía. Él ya no merecía estar con Reo.


 


—Mi Tetsu–chan, te extrañé tanto —besó su boca y pudo detectar un sabor mentolado en esta.


 


—¿Lavaste tus dientes?


 


—No me sentía bien y estuve vomitando —dijo algo apenado—. ¿Tu como estas? ¿Han dicho algo de tu padre?


 


—No, aun nada —se sentó al borde de la cama, ahora se fatigaba más rápido—. Esto me tiene cansado.


 


—Déjame ayudar a relajarte —susurró Reo sensualmente a su oído. Deslizó su mano entre las piernas de Kuroko y acarició su miembro haciéndolo excitar.


 


—N–No… Reo…


 


Reo lo calló con sus besos, metió su lengua y acarició cada rincón de su boca. Kuroko solo se dejó llevar porque, realmente, no podía resistirse a los besos de Reo.


 


El pelinegro se separó para tomar un poco de aire y continúan con su labor pero se detuvo al divisar una pequeña marca en el cuello de Tetsuya, marca que él no había hecho.


 


—¿Qué es esto? —tocó aquella zona rojiza en el cuello de Tetsuya—. ¿Akashi te hizo esto?


 


La presión en su cuello encendió las alarmas en su cabeza, su cuerpo reaccionó por inercia y apartó a Reo. Trató de huir pero Reo sostuvo su brazo


 


—¿Por qué huyes? ¿Por qué no me respondes? —preguntó el pelinegro dolido por la reacción de la persona que él amaba—. ¿Dejaste que Akashi te tocara?


 


—Reo, suéltame…


 


—¿Cuántas veces? —interrogó con un grueso nudo en su garganta, estaba a punto de quebrarse—. ¿Cuántas veces estuvieron juntos? ¿Cuántas veces hicieron el amor? —abrazó por la espalda a su peli celeste, enterró su nariz en el blanquecino cuello, impregnando sus fosas nasales del delicioso olor de su amado—. Sabes que yo puedo hacértelo mejor, sabes que yo soy el único que sabe cómo conducir tu cuerpo al orgasmo.


 


—Reo–kun… basta… —tenía miedo, el tono de voz que el pelinegro empleaba era el mismo de aquella noche en que abusó de él.


 


—¿Por qué dejas que él te toque cuando eres mío? Todo tu cuerpo grita mi nombre y sé que tu corazón también…


 


—Tú también duermes con otros hombres… —reprochó con la voz ahogada.


 


Sintió la mano de Reo rodear su cuello y levantar su cabeza, el pánico se apoderó por completo de él. No podía defenderse, su miedo le impedía moverse, solo pudo llorar.


 


—Ellos no significan nada, Tetsu–chan. Ellos no significan lo que tu significas para mí —recitó en su oído—. Shhh, no llores, mi vida. ¿Sabes que eres todo para mí? Eres lo más valioso para mí, la razón por la que vivo y me levanto cada día. No voy a permitir que nadie te arrebate de mi lado —metió sus manos bajo la camisa de Tetsuya mientras su boca se encargaba de saborear y marcar el cuello de su amado.


 


—Reo, no me hagas daño —pidió entre gimoteos.


 


—No quiero dañarte, solo quiero dejarte en claro que eres mío —dijo recostándolo contra la cama y posicionándose encima de él—. Mi Tetsu–chan, ¿Por qué lloras? ¿Por qué cada vez que estoy contigo tiemblas de esta forma? Solo quiero amarte y estar a tu lado siempre…


 


—Reo, mi bebé… no dañes a mi bebé…


 


—¿Bebé?


 


Su cuerpo se quedó congelado, su mente trabaja a mil por hora sacando demasiadas conjeturas. Ellos siempre habían hecho el amor sin protección desde el primer momento, ¿por qué ahora se embrazaría? ¿Por qué ahora?


 


Se dejó caer a un costado, observando a su Tetsuya llorar.


 


No quería aceptarlo, su mente se negaba pero no había otra posibilidad para él.


 


El hijo que esperaba Kuroko no era suyo, era de Akashi.

Notas finales:

No sé que estoy hice pero ya Reo se enteró que Tetsu está embrazado... solo que piensa que es de Akashi.

¿Qué pasará ahora?

¿Más drama? ¿Más lágrimas? ¿Más malos entendidos?

Falta relativamente poco para el final, no sé cuantos capítulos pero si van a ser pocos

Comenten que les pareció y denle mucho amor a mi retorcida alma *huye antes de que la linchen*(?


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