Durante muchos días he visto a Kyoya no hacerme nada, parece que al final se arrepintió de todo el daño que me causó ese día, hasta que…
-Kusakabe, el otro día te pedí que me trajeras algo, así que ya estoy esperando que me lo traigas-
-estas seguro de no poder venir por el-
-ya te dije que no puedo ir-
-entonces hoy en la noche lo llevo, pero... –
-¿Qué?-
-no quiero imaginarme lo que harás con eso-
-eso no es importante, sólo tráelo y ya-
No entendí a que se refería, vi entrar a Kusakabe a la oficina con dos cajas que realmente me causaron dudas.
-Kyoya, espero que sólo las quieras para coleccionar-
-eso es lo de menos, ya te lo dije antes-
-me voy, ten cuidado con estos objetos-
Al verlo partir mi intuición me dijo que si quería seguir viviendo debía alejarme un poco de Hibari, ya que sus ojos dejaban ver una sonrisa llena de malicia.
En la noche fuimos a la habitación, ya había encargado una segunda cama, para que el durmiera, y por supuesto, ya estaba instalada en la habitación.
-lamento decirte que hoy no la estrenaré-
-estoy seguro de que será a tu entero gusto-
-sí, lo es, pero…-
Dejó una de las cajas debajo de su cama y la otra fue abierta, jamás me imaginé que sacaría esa cosa, una cosa tan terrible que jamás creí ver más que en fotografías, era algo que conocí como la horquilla, y justo al lado de esta estaba la pera de la angustia.
Traté de disimular mi temor, pero él se acercó lentamente a mí, como esperando que el miedo me hiciera caer, me contuve por algunos momentos, hasta que sus brazos fuertes me sujetaron, no sin antes hacerme un par de moretones por su fuerza bruta.
-Tsunayoshi, se nota que sabes lo que son estos-
-¡claro que lo sé!-
-parece que después de todo si aprendiste algo en la escuela-
-nunca olvidaría algo tan malo como lo que tienes en las manos-
-no te preocupes, es nuevo, lo mande a hacer especialmente para ti-
(Sudando frio) -¡no creas que me podrás eso!-
De un golpe en los oídos me dejó inmóvil, cuando me di cuenta ya tenía ese objeto del mal puesto, no debía moverme si no quería morir.
-estará puesto mientras dura esto-
(Susurrando lentamente) –Kyoya, te juro que no me moveré, pero quítamelo, puedes hacerme lo que desees, pero quítame esta cosa, por favor-
-suplícame como yo te pedí que me lo quitaras y no lo hiciste, pero deberás tener cuidado, esta vez no voy a dormirte-
Sus manos quitaron mi ropa, dejándome completamente desnudo, sus ojos miraban todo mi cuerpo y me dejaban congelado de lo que estaba por pasarme, me di cuenta de que la puerta tenía seguro puesto, desde afuera no podría ser abierta.
-haré que te calles para que no venga nadie-
-suéltame Kyoya-
Con un trozo de sabana dentro de mi boca cumplió su objetivo. Para tres segundos más tarde él estaba tocando mi miembro fuertemente mientras no podía moverme por el objeto en mi cuello.
Si bien pensé que eso lo peor que me podría pasar, lo miré aterrado, cuando se bajó los pantalones y sacó su glande bastante hinchado, y me levantó las piernas, para penetrarme de una sola vez.
Adolorido lloraba por la sangre que recorría mi cuerpo y su miembro dentro de mi cavidad, mas adolorido me sentía al verlo penetrarme y no poder moverme o forcejear.
Finalmente salió de mi cuerpo y antes de soltarme mordió fuertemente aquella parte de mi cuerpo que es también una debilidad, sin poder quejarme, sólo llorar, sus manos me sujetaron durante media hora más y finalmente me quitó aquel aparato que había cumplido su objetivo.
-sufre… sufrirás todos los días igual, la sangre que brota de tu cuerpo hoy no es nada a comparación de la que derramarás-
-¿Por qué? Kyoya-
-preguntas ¿Por qué? cuando me has robado todo lo que tenía y disfrutaba, ni siquiera puedo golpear a alguien por romper las reglas-
-no lo hagas más-
-mañana usaré el otro objeto de la caja, y te aseguro que si alguien se entera de esto, si alguien sabe que te estoy haciendo esto, antes de que me intenten hacer algo, usaré el otro objeto de la caja grande que está escondido en un compartimento secreto, y no volverás en tus días de vida a olvidar quien es Hibari Kyoya-
Con esas palabras, no tuve más que callarme, después de todo, le tengo miedo.
Al día siguiente usó cintas para amarrarme y nuevamente algo para callarme, la pera usualmente se usa para la lengua o el ano, si tengo la boca cerrada entonces eso significa que…
-¿sabes lo que más deseo en este momento?-
Moví la cabeza para indicarle que no lo sabía.
-morderte hasta la muerte-
Lo miré triste y casi sollozando
-pero no lo haré yo, no usaré mi boca, esta pequeña amiga lo hará por mí-
Temblando y forcejeando, el usó la pera con mis pezones, haciéndolos sangrar y viéndome llorar por demasiadas horas, las noches ya no serían de sueño, serían mi eterno dolor, desde ahora y para siempre, es una marca en el alma, que no desaparecera.