Capítulo 2
Esta noche…
Un ansioso Ciel esperaba en las afueran de su colegio que su padre pasara a recogerlo. En cuanto vio a la distancia el automóvil negro en el que siempre se iban, corrió hacia él, emocionado porque después de un aburrido día de clases vería a su padre pero…
-Su padre está ocupado- explico el chofer al ver la cara confundida de Ciel
-Entiendo- su ánimo decayó, entro de mala gana al automóvil azotando la puerta, se sentía tan molesto y a la vez tan triste- Bard quiero que me lleves con mi papa- pidió con tono autoritario, escucho al chofer suspirar, no le importo él quería estar con su amado padre
-Las ordenes de su padre son que lo deje en la mansión- Bard empezó a conducir, Ciel molesto por la respuesta busco su teléfono para hablarle a su padre, este le contesto casi de inmediato
-Sebastián quiero ir a verte- fue lo primero que dijo, de manera demandante. Escucho a Sebastián soltar un gran suspiro
-Estoy ocupado Ciel, ve a casa prometo regresar temprano- Ciel solo suspiro
-Está bien, regresa pronto, te esperare, te quiero papa- sabía que a Sebastián no le gustaba que lo llamara de ese modo pero en algunas ocasiones era inevitable llamarlo de esa manera
-Si Ciel- Sebastián colgó. Desanimado su tumbo en el asiento acurrucándose junto a la ventana para dormir cosa que no pudo ya que el chofer empezó a hablar
-Joven sé que le molesta que me meta en sus asuntos pero… No es normal que un hijo le de besos en los labios a su padre- el chofer sabía que recibiría un gran regaño de parte de Ciel, que tenía bastante carácter
-¿Por qué no es normal? Cuando amas a alguien deseas besarlo ¿No?- Bard suspiro mirando al joven por el retrovisor
-Disculpe la pregunta pero ¿Usted ama a el señor?- le respuesta era obvia pero quería confirmar algo
-Por supuesto que lo amo- contesto Ciel poniéndose a la defensiva
-Seré más claro, ¿Lo ama como un hijo ama a su padre?- Ciel sabía que insinuaba Bard. Era su triste realidad él no amaba a su padre como un hijo. Suspiro ignorando completamente al chofer que decidió ya no seguir con la conversación. Al llegar a la mansión, Ciel bajo rápidamente sin despedirse de Bard que en silencio se retiro
La mansión siempre estaba en silencio, un silencio que le molestaba, aun así resignado subió las escaleras para ir a la habitación que compartía con su padre. En el camino se detuvo
-Meyrin- llamo a la sirvienta que estaba limpiando con esmero una habitación
-Si joven Ciel- contesto al llamado sin dejar de limpiar la habitación
-¿Habrán visitas?- pregunto
-No ¿Por qué pregunta Joven Ciel?- la sirvienta ceso toda acción para mirar a Ciel que miraba con recelo la habitación
-Estas limpiado la habitación, inclusive has tendido la cama ¿Por qué?- la sirvienta siguió aseando la habitación para ocultar su nerviosismo, cosa que no logro. Ciel era observador y sumamente inteligente- Meyrin- llamo Ciel exigiendo una explicación
-Joven Ciel no cree que a su edad es raro seguir durmiendo con su padre- Ciel resoplo con molestia. Ese día había sido el día de molesta a Ciel porque hace cosas raras e inapropiadas con su padre- No estoy insinuando nada es solo que… esta es una mansión… Hay más de 20 habitaciones… ¿Por qué no usa una? Así tendría su privacidad- exclamaba algo temerosa
-¿Estas arreglando la habitación para que la use?- un detalle innecesario quiso agregar pero no quería adelantarse
-Debe estar hambriento, deje su mochila, yo iré a servirle la comida- Meyrin decidió emprender la retirada. Ella solo obedecía las ordenes que había recibido, era medio día cuando Sebastián le llamo para que limpiara una habitación cuando le pregunto el motivo el simplemente contesto de que era hora de que Ciel dejara de dormir con él, también le dijo que no debía decirle nada al joven
Ciel solo miraba con el ceño fruncido a Meyrin que corría hacia el comedor. Con paso más desganado se dirigió a la habitación para aventar su mochila, luego se dirigió al comedor donde un plato de comida lo estaba esperando. Lo termino casi al instante porque estaba realmente hambriento y porque ya quería comer postre
-Como postre joven Ciel le prepare una tarta de chocolate ¿Quiere que se lo lleve a la biblioteca?- pregunto Meyrin
- No lo comeré cuando papa llegue, mientras tanto estaré en el estudio- una habitación que parecía cine, con una pantalla gigante, perfecta para pasar el rato. Se dirigió ahí, encendió la televisión y empezó a pasarle a los canales. No había nada así que lo dejo en un canal al azar, un ambiente perfecto para pensar
Pensaba en lo que Bard le había dicho. Ciertamente él amaba a su padre pero no de la manera normal… Desde niño su padre le había atraído pero cuando cumplió 12 años se dio cuenta de sus sentimientos. Él estaba enamorado de su padre, al principio trato de negar esos sentimientos, se consiguió varias novias para auto convérsese de que el solo quería a su padre, porque eso era su padre. Pero al final, se dio cuenta que no era así, porque no importara con quien estuviera, el deseaba a su padre. Desde ese día le robaba besos a Sebastián, haciendo más fuerte ese sentimiento que aunque trataba de reprimir no podía y Sebastián con el paso del tiempo pareció haberse acostumbrado a sus besos
-Si tan solo me amaras como yo te amo- pensó mirando el techo de aquel lugar, cerró los ojos escuchando que alguien tocaba a la puerta- Adelante
-Su padre ya está en casa- no necesito escuchar más, se levantó rápidamente para salir corriendo empujando a la sirvienta en el proceso, corrió para abalanzarse a su padre que con un suspiro se dejaba abrazar
-Bienvenido- le quiso plantar el habitual beso en los labios pero Sebastián lo aparto bruscamente, se quedó helado por aquella acción
-Meyrin- llamo a la sirvienta que de inmediato apareció- ¿Hiciste lo que te pedí?
-Si señor Sebastián, está lista para ser usada- dijo la sirvienta, Ciel solo era un mudo espectador, aún seguía en shock por lo que había pasado
-Gracias- le sonrió a la sirvienta que se sonrojo
-También esta lista la comida- Sebastián se dirigió al comedor, Ciel se quedó solo en el recibidor, nunca pensó que una simple acción pudiera destrozar su corazón. Con paso algo temeroso se dirigió al comedor en donde Meyrin y Sebastián hablaban de una manera muy amena
-¡Deja de coquetear!- le grito sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas, la sirvienta huyo porque se imaginaba la escena que Ciel haría, Sebastián miro fríamente a Ciel
-¿Por qué? Soy un hombre, es normal que le coquetee a una mujer- esas palabras hicieron que rompiera en llanto, salió corriendo para refugiarse en la biblioteca
-Yo debería ser el único al que ven tus ojos…- sollozo, él quería ser el único para su padre pero es no iba a ser posible. En primera porque Sebastián no lo quería, se había encargado de decírselo durante toda su vida, aun así no tomaba en serio sus palabras. Era su hijo, era hombre y casi 18 años menor que el, su amor jamás seria correspondido- Si tan solo pudieras amarme como yo te amo a ti… - lloro unos minutos más, luego seco sus lágrimas y bajo al comedor, su padre seguía ahí mirando su plato que contenía el postre- Meyrin- Sebastián se sobresaltó con la voz del menor, la sirvienta apareció con un plato
-Joven Ciel- dijo Meyrin dándole el plato
-Gracias- le dijo para luego sentarse junto a Sebastián- ¿Cómo te fue hoy?- le pregunto actuando como siempre cosa que al parecer molesto a Sebastián
-Ya sabes lo normal- dijo para empezar a comer su postre
-Hoy fue un día aburrido- Ciel empezó a comer la tarta de chocolate- Sebastián ¿Me quieres?- sabía que su respuesta iba a ser dolorosa pero quería saberlo de todos modos. Sebastián solo suspiro
-Ciel tu sabes que yo…- miro el rostro triste de Ciel, se mordió los labios para reprimir esas palabras- Sígueme- le pidió levantándose repentinamente, Ciel lo miro confundido- Sígueme- volvió a repetir, Ciel asintió para luego seguirlo. Ambos se encaminaron a la habitación que Meyrin había estado limpiado- Le pedí a Meyrin que te preparara una habitación
-¿Por qué?- pregunto Ciel alterado
-Tienes 15 años, no es normal que sigas durmiendo en la misma cama que yo, por eso le pedí que limpiara esta habitación- ambos entraron a la amplia habitación- Mira hasta le pedí que trajera tus libros favoritos…
-Pero yo…- Sebastián le acaricio sus azulinos cabellos
-¿Acaso no quieres tu privacidad?- pregunto Sebastián con una amplia sonrisa
-¡No la quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!-se abalanzo para abrazar con fuerza a Sebastián que solo suspiraba, sabía que Ciel haría un berrinche- Yo quiero seguir durmiendo con papa porque lo amo…- ante esas palabras Sebastián separo a Ciel para limpiar con cierta brusquedad sus lagrimas
-Buenas noches- fue todo lo que dijo, apretando los puños se dirigió a la puerta pero su camino fue interrumpido por Ciel que se aferró fuertemente a el
-Quédate, hasta que me duerma- Vaya que Ciel era persistente, suspiro cansado por la situación
-¿Por qué? No me digas que le tienes miedo a la obscuridad- rio dándose vuelta para ver a Ciel- ¿No te parece que es una actitud algo infantil?- tomo su mentón para verlo… Vaya error
De sus grandes y bellos ojos azules se escapaban silenciosas lágrimas, su expresión de total desconsuelo fue su perdición…
Empujo a Ciel para que cayera en la cama, de inmediato se posiciono sobre de él….
Ambos se miraron a los ojos… Buscando un culpable…
-No te vayas todavía porque esta noche… Yo dormiré solo- sollozo Ciel, mirando con tristeza los ojos carmesí de su padre. Sebastián no lo resistió mas, olvidándose de todo se acercó para besar a Ciel que de inmediato se aferró a el…