Capítulo 3
Mi perdición…
En la habitación lo único que se escuchaba era el sonido de sus agitadas respiraciones. Sebastián besaba a Ciel con pasión y este le correspondía de la misma forma, se separaban por uno segundos para recuperar el aliento pero inevitablemente sus labios se volvían a unir en un beso más salvaje que el anterior. Las manos de Sebastián se colaron bajo la ropa de Ciel que se estremeció, gimió suavemente en el oído de Sebastián que dejo de besarlo para empezar a lamer el cuello de Ciel
-Sebastián…- susurro, la situación era tan irreal que creyó estar soñando
-Silencio, no digas nada- le pidió Sebastián, sentía que si Ciel decía algo más terminaría por recobrar la razón y en ese momento era lo que menos quería, ya que quería culpar a su locura- Solo déjate hacer- Ciel asintió, Sebastián nuevamente empezó a besar el cuello de Ciel mientras le quitaba su ropa. Ciel también empezó a desnudar a Sebastián, le quito la camisa para acariciar su torso, su mano fue bajando lentamente pero Sebastián la detuvo- Quieto- fue lo único que dijo para empezar a besar el pecho de Ciel, quien se sonrojo por la acción.
La lengua de Sebastián se paseaba por esos botones rosas que se endurecían ante su contacto, su lengua siguió bajando saboreando la dulce piel del menor. Ciel solo gemía, sin decir nada justo como había pedido su padre. El recorrido de Sebastián termino en el miembro erecto de Ciel empezó a lamerlo escuchando los jadeos del joven
De un momento a otro empezó a hacerle una rápida felación provocando que Ciel gritara de placer. Ciel se agarró de las sabanas apretándolas con fuerza, la sensación era muy placentera, le recordaba esa noche cuando tenía 13 años en la que Sebastián había hecho lo mismo. No soporto mucho tiempo, al final se corrió en la boca de Sebastián. Trato de calmar su agitada respiración
Sebastián se tomó unos momentos para mirar a Ciel, que estaba sonrojado y con la respiración agitada, una muy agradable vista pero aun así…
Las ganas de correr, de huir para olvidar lo que había hecho se hicieron presentes, se levantó de golpe dispuesto a irse de la habitación pero nuevamente Ciel lo detuvo. Ambos no necesitaban palabras, querían continuar
Ciel le quito la poca ropa que tenía Sebastián, se arrodillo en el suelo para empezar a lamer su gran miembro
-Ciel- gimió suavemente Sebastián acariciando sus azulinos cabellos. Ciel ceso la acción para mirarlo
-No digas nada- lo callo con una traviesa sonrisa, Sebastián solo desvió la mirada. Ciel continúo con lo que estaba haciendo. Mordía, lamia y disfrutaba de los tímidos gemidos que su padre soltaba. Después de varios minutos Sebastián se corrió en su boca, dando un hondo gemido, ambos se tumbaron en la cama cansados por el orgasmo pero aun querían más…
Querían probar de más de ese placer prohibido…
Se miraron a los ojos para luego besarse con total pasión, sus lenguas se entrelazaban y sus manos acariciaban el cuerpo del contrario. Se separaron para mirarse, Ciel buscaba algo de seguridad y Sebastián una aprobación. No eran necesarias las palabras, podían leer los ojos del contrario y eso era más que suficiente
Ciel tomo la mano de Sebastián para lamer sus dedos, este trataba de no verlo para no perder aún más el autocontrol aunque en esa situación sus esfuerzos eran inútiles. Cuando Ciel los dejo bien húmedos se dirigió a su entrada metiendo uno escuchando el gemido de dolor de parte del menor
-Sera doloroso ¿Seguro que quieres continuar?- pregunto Sebastián, el ya no quería seguir y como no quería quedar como un cobarde espero a que Ciel fuera el que quisiera parar
-¡Que no digas nada!- Ciel trataba de contener las lágrimas de dolor que querían escaparse de sus ojos, aun así no quería parar el… quería complacer a su padre. Sebastián con un gesto de indiferencia metió otros 3 dedos provocando que Ciel gritara del dolor
-Podemos parar- empezó a mover sus dedos, Ciel apretó fuertemente las sabanas- Ciel
-Yo quiero seguir… yo quiero estar contigo- porque ese era su mayor deseo pertenecer a su padre. Sebastián suspiro, siguió en su labor escuchando los gemidos de Ciel que poco a poco se convirtieron en alaridos de placer, sacando sus dedos se posiciono sobre de él, tomo sus piernas para colocarlas en sus hombros y sin más lo penetro- ¡Sebastián!- grito Ciel roto en mil pedazos
-¿Me detengo?- el quería parar, pero a la vez quería seguir. Una situación muy confusa para Sebastián que solo actuaba por mero instinto
-No- trato de relajarse pero obviamente al ser su primera vez sería demasiado doloroso, intuía que mañana no iba a poder caminar- Abrázame- pidió con cierta timidez, era normal que Ciel buscara un contacto amoroso pero Sebastián no lo abrazo, solo entrelazo sus manos con las de Ciel. Inicio un lento vaivén - ¡Sebastián!
-Shh- lo cayó porque no quería que Meyrin los escuchara y porque si él seguía escuchando esos gemidos con su nombre terminaría por perder el autocontrol- Trata de no gemir tan fuerte- le susurró al oído mientras lo embestía con bastante dureza
-Está bien- mascullo Ciel mordiendo sus labios, ante esto Sebastián lo puso boca abajo para que gimiera contra una almohada. Siguió embistiéndolo sin consideración alguna, Ciel gemía de dolor y de placer- Ya casi- grito contra la almohada, Sebastián empezó a masajear el miembro del joven para que llegara más pronto al orgasmo. Lo logro
Ciel se corrió en su mano gimiendo fuertemente contra la almohada, el también llego gimiendo de manera más baja, sin fuerzas se tumbó al lado del joven calmando su agitada respiración
-Sin duda Ciel es… mi perdición- pensó al mirar al sonrojado joven que también tenía la respiración agitada- Tengo que alejarme de él, lo más pronto posible. Esto no está bien, es mi hijo, es menor, ¡Es hombre! ¡¿Qué me pasa?!- pensó sentándose de golpe en la cama, se sentía avergonzado de sí mismo por lo que acaban de hacer
-Sebastián…- la voz de Ciel interrumpió su huida
-¿Qué?- pregunto con cierta brusquedad pero Ciel ya estaba acostumbrado, 15 años había recibido ese trato
-Te amo- dijo de manera segura aunque bastante avergonzado
-Ya lo sé- fue lo que contesto Sebastián, recogió su ropa que estaba al pie de la cama mientras Ciel lo miraba con tristeza. Sebastián era un experto en romper su corazón con unas simples palabras
-Quédate- fue su ultimo pedido, estaba preparado para una respuesta negativa
-Está bien pero vístete, Meyrin de seguro puso algo de ropa en el armario- Sebastián se encamino hacia el armario que estaba vacío- Esa sirvienta…- exclamo con molestia- Ponte esto- le aventó su camisa, Ciel de inmediato se la puso, deshizo la cama para meterse entre las sabanas, Sebastián también se metió, el silencio lleno la habitación
-Abrázame- volvió a pedir, Sebastián abrió los brazos y Ciel no dudo en ir a ellos. Un abrazo cálido pero a la vez frio, un abrazo dulce paro a la vez amargo, un abrazo forzado…
Ciel escondió su rostro en el pecho desnudo de Sebastián, dejo que varias lagrimas se escaparan para luego quedarse dormido. Sebastián miro a Ciel con el ceño fruncido
-Buenas noches… Mi perdición- le beso fugazmente los labios para después dormirse…
Quizá lo único bueno de la situación es que al final Ciel no durmió solo…