Capítulo 4
Sin importar que…
Un pequeño Ciel corría por todo el jardín buscando algo en particular, en su carrera tropezó y cayó, empezó a gimotear por mas por el susto que por el dolor. Tanaka apareció de inmediato al escuchar al niño llorar
-Ciel- exclamo al mirar al niño en el suelo, este estiro los brazos para ser cargado por el anciano- Ya paso, le he dicho que no corra-Ciel se aferró a Tanaka que con dulzura lo consolaba- ¿Por qué corrías?- pregunto el anciano dejándolo en el suelo
-Buscaba una flor para regalársela a Sebastián- contesto Ciel aun sollozando
-¿Un flor?- pregunto Tanaka confundido
-En mi escuela hay un niño y una niña que son novios, el niño le regala flores a la niña, así que yo también quiero regalarle una flor a Sebastián, él es mi novio- decía el niño de manera inocente secando sus lagrimas
-Ciel…- Tanaka lo miro sorprendido, Ciel no entendía el porqué de esa reacción- Quieres mucho a tu padre ¿Verdad?- el niño asintió sonriendo de manera dulce, pensar en Sebastián lo alegraba- Entonces regálale una rosa rojo sangre- Ciel lo miro sin entender- En el lenguaje de las flores las rosas de este tono de rojo significan amor eterno
-¿Las flores hablan?- pregunto el niño sin entender muy bien a lo que se refería Tanaka
-Claro que si pequeño, ellas dicen muchas veces lo que no podemos decir en voz alta- Tanaka le arranco una rosa de color rojo intenso, como los ojos de Sebastián. Ciel sonrió fascinado
-Sabes abuelo cuando sea grande yo me casare con papa- Tanaka solo sonrió, a pesar de que Ciel era pequeño veía en sus ojos un gran amor hacia Sebastián, un amor que le traería problemas al pequeño. Se puso a la altura de Ciel para mirarlo a los ojos
-Este amor te traerá problemas- Ciel ladeo la cabeza en señal de no entender lo que sucedía- Ciel soy anciano, no me queda mucho tiempo de vida, así que quiero que recuerdes algo…
-¿Qué es?- pregunto Ciel sin entender muy bien la situación
-Sufrirás, es posible que te rompan el corazón pero si de verdad quieres estar con Sebastián debes soportarlo, sé que tu podrás curar el corazón del señor- Tanaka miraba con tristeza a Ciel
-¿Papa está herido?- pregunto Ciel asustado
-Si lo está, ¿Estás dispuesto a curarlo? Pequeño- Tanaka acaricio los azulinos cabellos de Ciel
-Yo curare a papa- respondió decidido, recibió un pequeño beso en la frente
-¿Aunque eso te rompa el corazón?- Ciel asintió- Me tengo que ir pequeño, recuerda que yo siempre estaré aquí para ti- Tanaka empezó a alejarse, Ciel sintió una enorme tristeza
-¡Tanaka!- llamo, pero Tanaka no lo miraba- ¡Tanaka!- Trato de seguirlo pero este se perdía entre las flores
-Ciel…
-¡Tanaka! ¡No te vayas!- grito estirando sus manos
-¡Ciel despierta!- abrió los ojos de golpe, todo había sido solo un sueño, Ciel se sentó en la cama mirando toda la habitación con confusión, luego su mirada se clavó en Sebastián que tenía el ceño fruncido
-¿Qué paso?- pregunto llevando su mano a sus ojos que se encontraban húmedos, al parecer había estado llorando
-Eso mismo quiero yo saber- dijo Sebastián levantándose de la cama- Creo que tenías una pesadilla- Ciel también quiso levantarse, pero al tratar de poner un pie en el suelo cayo de inmediato por el dolor de caderas que sentía, Sebastián solo lo miro con indiferencia- ¿Te duele?
-Si- asintió tratándose de poner de pie, cosa que no logro, en un rápido movimiento Sebastián lo cargo para acostarlo en la cama
-Esto es problemático- mascullo Sebastián mirando a Ciel que lucía adorable con su camisa que le cubría hasta los muslos, movió la cabeza para ahuyentar sus pensamientos- Llamare a la escuela, hoy no iras, me quedare- a Ciel le brillaron los ojos- solo para vigilarte ¿Qué clase de padre seria si no cuido a mi hijo mientras está enfermo?- Ciel sonrió- Además quiera un dio libre y… ¡Deja de sonreír!- Grito Sebastián exasperado por todo lo que estaba diciendo
-Estoy feliz, hoy te quedaras conmigo- Ciel se incorporó en la cama para abrazar con fuerza a Sebastián- Te amo
-Sí, si- Sebastián solo correspondió al contacto- Ahora descansa- lo separo para salir de la habitación. Su teléfono celular lo había dejado en el recibidor, cuando lo encontró le marco al director de la escuela para informarle la razón por la cual Ciel se ausentaría ese día
-¿Se cayó de las escaleras? ¡Eso es terrible!- exclamo el director imaginándose la situación
-Si… ya sabe cómo son los niños- Sebastián agradecía que el director no pudiera ver su expresión, su nerviosa expresión
-Que se tome el tiempo para descansar, buenos días Señor Michaelis- Sebastián se relajó un poco
-Sí, gracias- colgó, respiro para calmarse, sentía que el mundo entero sabía lo que había hecho con Ciel. Marco el teléfono de Bard para decirle que no era necesario que pasara para recogerlos ya que ellos no irían a ninguna parte
-Señor yo ya estaba por llamarle, tengo asuntos urgentes que atender, no voy a poder…- Sebastián lo interrumpió
-Bard tomate el día libre- escucho una exclamación de parte de Bard
-Gracias señor, ya mañana continuare con los labores- Sebastián colgó para llamar a la empresa y avisar que ese día no iría, no había necesidad, él era el dueño y podía hacer lo que deseara. Cuando termino llamo a Meyrin
-Hoy nos quedaremos en casa- Meyrin miro al señor sin entender lo dicho- ¡Sube el desayuno!- Meyrin se sobresaltó pero corrió a la cocina para hacer lo dicho. Sebastián subió las escaleras para ir a la habitación en donde se encontraba Ciel, al entrar este de inmediato se levanto
-¿No te duele?- pregunto confundido
-Bastante pero quiero hacer algo…- Ciel le pido que se acercara, Sebastián acerco su rostro al de Ciel, sin previo aviso el joven le planto un beso en los labios, suave, dulce y apasionado. Un contacto tan cálido que hizo que cerrara los ojos para disfrutar en todo su esplendor el beso. Sus brazos se enredaron en la cintura de Ciel, a la vez que los brazos de Ciel se enredaban en su cuello- Sebastián yo robare tu corazón… Hare que me ames como yo te amo…
- Ciel yo hare pedazos estos sentimientos que tienes hacia mí, hare que me odies tanto como yo te odio a ti…
- Sin importar que yo te conquistare, Sebastián…
-Sin importar que yo te destrozare, Ciel…