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Somos Hermosos por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo :D

Saben? Esta semana comencé a postular para hacer mi práctica profesional en una empresa... me llamaron para ir el miércoles y tuve que hacer todo rápido... mi pelito largo desapareció u_u en fin jajajajajaj

Estuvimos pensando en mis compañeros y bueno... tal vez deba irme de mi casa si es que llegan a aceptarme...porque aparte de práctica, es trabajo... Tendría que arrendar un departamento y todo D: y me pavor.... tener que estar solito!!!!!!!! y eso... quería compartir con ustedes mi vida u.u esoooooo... para los que han vivido solos o se han ido de la casa de sus padres... es muy dificil? D:

CAPITULO VI: La esposa del doctor.

Mis papitos se conocieron en el campo, mientras trabajaban bajo el sol poderoso de verano. Por lo que me han dicho, laboraban en una plantación de duraznos, sacando los frutos de la mata junto a muchos otros jóvenes del sector. Creo que mi mamita cayó de pronto de la escalera y quien primero fue en su socorro, fue mi padre, que ni siquiera la conocía en ese entonces. No, no fue una escena en que la doncella cae en los brazos del príncipe azul, más bien don Carlos llegó bastante tarde y tuvo que recoger a doña Carmen del suelo. Lo que si fue romántico, es que él la acompañó durante toda la tarde, viendo que no tuviera ninguna lesión.

Primero se convirtieron en amigos, ambos caminaban los arduos kilómetros hacia sus casas en compañía del otro, escuchando sus historias y anécdotas. –En realidad él era muy feo, pensé que nunca sería más que mi amigo… Supongo que fue su inteligencia la que me enamoró, esa astucia que siempre ha demostrado…- Es lo que mi madre me contó una vez, cuando le pregunté sobre su época como novios. Para ser sincero, mi papito es muy inteligente, y eso no tiene nada que ver con que no haya podido terminar sus estudios. Tiene un ingenio innato, una capacidad que le ayuda a sobrellevar los distintos problemas que se le ponen en frente. Es él quien ha hecho durar por quince años nuestro calefón, el que hizo las instalaciones eléctricas en la casa, quien siempre arreglas los objetos estropeados, incluso ha fabricado las sillas del comedor que se han terminado por romper con el tiempo. Esa es la misma característica que heredó Orlando, y es que desde pequeño siempre pudo sortear las incapacidades de la pobreza muy bien, tanto que terminó en la universidad.

Al tiempo de casarse, mi mamita quedó embarazada de mi hermano mayor, el orgullo de la familia, el vivo retrato de don Carlos. Al tiempo, decidieron venirse a la ciudad para darle un mejor futuro a la familia. Lo único que pudieron conseguir es arrendar un pedazo de tierra a las afueras, donde construyeron una pequeña casa de madera. Con el transcurso de los años, ahorraron el dinero suficiente para comprar el pedazo de tierra y es aquí donde todavía vivimos. Tras su mudanza, doña Carmen supo que estaba embarazada y así nació la hija que tanto deseaba, Pilar, esa a la cual podría vestir como a una princesa. El clan estaba conformado, ambos padres estaban dichosos de lo que habían logrado y ya nada más pedían. Solo que pasó el tiempo, mis hermanos crecieron y de pronto, sin planificarlo ni quererlo, mi madre quedó preñada de mí. Otra boca más que alimentar, era todo lo que podían pensar y es que la vida ya era difícil teniendo solo dos hijos.

Supongo que siempre me culparon por llegar a arruinar todo, a complicar un plan que tanto habían añorado. Como soy el menor, nunca me compraron nada, heredaba todo de mis hermanos mayores y es que no alcanzaban los recursos para el tonto hijo que todo le costaba. El colegio era un suplicio porque yo no heredé la astucia de mi padre, mi cerebro no funciona bien, al más mínimo problema que tengo, todo parece nublarse, complicarse debido a la incapacidad de mis neuronas para orientarse. Mi familia era de patos y yo nací ganso.

El tiempo pasó, yo dejé el colegio, mientras Orlando entraba a la universidad, gracias al trabajo duro de nuestros padres, los que trabajan día y noche pensando en el porvenir de su primogénito. Mientras eso sucedía, todos caían rendidos ante la hermosura de Pilar, la reina de todo este barrio. Si la astucia venía de los genes de mi padre, la  belleza era parte de mi madre. La piel clara, el cabello ondulado, la nariz respingada y lo grandes ojos marrones, eso es lo que recibió mi hermana como herencia, y lo que tanto supo ocupar para su beneficio. Los chicos más guapos, siempre estaban interesados en ella, los mismos que usualmente solían ser amigos de Orlando. ¿Quién desentonaba? Pues el que se quedaba encerrado en la pieza durante las fiestas, al que dejaban atrás en la feria para que nadie se diera cuenta que era también su hermano y es que para todo el mundo, aquellos dos ángeles no eran parientes míos.

El mayor comenzó a frecuentar nuevas amistades, más sofisticadas y provenientes de mejores familias. Como ya se le había hecho costumbre, presentó a Pilar con sus nuevos camaradas. Luego de ello, todo cambió. El universitario logró titularse, comenzó a trabajar en un buen puesto para una empresa de prestigio. Luego se mudó de casa y es que la oficina le quedaba muy lejos, nuestra hermana le siguió en búsqueda de una oportunidad. Ya nunca más le volvimos a ver luego de ello, las llamadas se volvieron lejanas, estériles hasta que se extinguieron. Para qué hablar de visitas, sus rostros no los hemos visto hace años, sin embargo, estoy seguro que si los llego a ver en la calle, podría reconocerlos perfectamente. Son mi propia sangre, con quienes intenté jugar en mi infancia y el amor que siento por ellos, no me permite olvidarles.

~*~

Un mes, eso es lo que ha transcurrido desde que decidí aceptar la oferta del doctor Eguiguren. Supongo que ya me he acostumbrado a dormir poco, a tener ojeras profundas en mi rostro y a sentir que sobre mi espalda llevo una roca pesadísima. Nada de ello me importa y es que ver el rostro de felicidad de Andrés, logra que todo esfuerzo valga la pena. Lleva todo este tiempo saliendo con Ángela, y pareciese que cada día aumenta un poco más su amor. Suelen ir de compras, a tomar helados, a recorrer esos parques tan hermosos que hay lejos de nuestro barrio, donde la riqueza suele aflorar. Ya casi no quedan rastros de María, de esa chica retraída que buscaba esconder lo que siempre fue, ahora es el muchacho viril que tanto anheló.

Y él no ha sido el único que ha cambiado, y es que nuestra casa parece otra desde que Leandro ha decidido hermosearla. Primero comenzó con el suelo, el que ahora es de una brillante madera clara, luego cambió las ventanas rotas, mientras que las paredes las recubrió con una solución extraña, con un líquido blanquecino que le dio una dureza especial. Y eso no es todo, porque las piezas han quedado firmes, incluso la nueva que ha hecho detrás de la cocina. Primero pensé que sería para Andrés, para que tuviera privacidad, solo que finalmente resultó ser un regalo para mí. ¡Sí! Tengo cuarto nuevo y aunque me falta comprar un poco más de muebles de segunda mano, creo que ha quedado hermoso.

-Si fuese unos años más joven… me sentiría atraída hacia aquel hombre, ¿no crees lo mismo Janito?- Suele decirme mi madre mientras le vemos trabajar. Claro, ahora está obsesionada con verme emparejado con aquel sujeto. Debo reconocer que cada vez me siento más agrado hacia él, ha convertido en realidad un sueño que había poseído hace mucho tiempo: arreglar nuestro hogar.  Y bueno, si él hace eso con la estructura, pues yo me encargo del patio y es que no quiero quedarme sin hacer nada.

Debido a la muerte de mis angelitos, decidí que no adoptaría a ninguno más y es que no quiero volver a sufrir debido a la maldad de Margarita, cualquier animal que ingrese a nuestra casa es una posible víctima de aquella desquiciada. Por eso, ahora he volcado todo aquel cariño a mis plantas, las que han comenzado a poblar majestuosamente nuestro jardín, ese que antes sólo era de tierra. Ahora mismo planto unas petunias, que espero puedan florecer pronto. Más allá he plantado un duraznero, un palto, dos cerezos, un naranjo y otro limosnero. Pronto compraré semillas de césped y todo será tan verde como el más bello bosque.

Mientras aplasto la tierra recién colmada, un envoltorio de chocolate se posa frente a mis ojos. Levanto la mirada y me encuentro con la escasa estatura de Leandro, quien me ofrece aquel dulce. –Espero que te guste… esta vez no había de leche, así que tuve que traerte uno con nueces…- Me dice antes de marcharse tal como llegó. Esto no me sorprende y es que se la ha hecho costumbre traerme golosinas día tras día. –Desde que trabajas tanto, he visto que has adelgazado mucho… Así es que come…- Es lo que me dijo la primera vez. No sé si lo hace para fastidiarme, con la intención de recalcarme lo gordo que soy, o si realmente está preocupado debido a mi baja de peso. Pues sí, no todo ha sido malo desde que trabajo para el doctor Eguiguren, como estoy tan ocupado, no tengo tiempo para pensar en comida. Termino en el patio y entro a casa para poder cenar, debo acostarme temprano si es que quiero llegar a buena hora mañana al trabajo.

La luna sigue reinando el firmamento, acompañada de sus pequeñas estrellas, cuando salgo a tomar el autobús. Debo viajar dos horas para llegar al barrio acomodado, aquel donde se encuentra la consulta del doctor. –Quedan solo dos meses… solo dos meses…- Es lo que repito a cada momento mientras viajo y es que la meta está cada vez más cercana.

En aquel lugar, debo trapear los pisos, sacudir los muebles en la sala de espera, botar la basura de los contenedores, ordenar las distintas revistas ubicadas en las mesas, asear los baños, barrer las alfombras y un sinfín de tareas que a veces las enfermeras me mandan. Así paso los turnos, corriendo de un lado para otro, porque no hay nadie que me ayude y es que aquel doctor parece ser muy tacaño para ello. –Olivia, ¿mi esposo está en su oficina?- Escucho a mi espalda mientras paso el trapeador por el suelo de la recepción. Esa voz me asusta y es que parece ser muy dura, propiedad de una dueña arrogante que le pregunta a una de las secretarias sobre aquel hombre. ¿Será la esposa del doctor Eguiguren? Me entra la curiosidad, por lo que me volteo para averiguar con qué tipo de mujer se ha casado el rubio grandote.

Mis manos pierden toda fuerza y estúpidamente provoco que la fregona se me resbale, cayendo sobre el balde con agua. Todo el suelo se humedece debido a mi negligencia, mientras que el ruido de los utensilios chocando entre sí estremece la consulta por completo. Me quedo embobado viendo aquella figura delicada, esas manos tan finas y aquel cabello tan claro. Sus facciones me son conocidas, jamás podría olvidarlas, aun cuando haya teñido su cabello y esté utilizando ropas tan finas. –Pilar…- Es todo lo que atino a decir, mientras sigo viéndola detenidamente.

-¿Qué has hecho? Mira el desastre que has provocado… debes ser más cuidadoso…- Es la forma en que una de las enfermeras me regaña debido a mi estropicio. Debido al reto, la mujer que tanto rememoro, voltea hacía mí, escudriñando en cada una de mis facciones, como si buscara identificarme. No hay duda, esa es mi hermana, el vivo retrato de mi mamita.

Mi corazón late fervientemente, feliz por aquel reencuentro y sin poder contenerme, corro para abrazar a la mujer. – Hace tanto que no sé de ti… ¿Cómo te ha ido? ¿Estás bien? ¿Eres feliz?- Le pregunto a la vez que escondo mi rostro en su hombro, impregnándome con aquel fino perfume que despide. En estos momentos recuerdo las tardes en que jugábamos a los cuentos de hadas, siendo ella la princesa, Orlando el valiente soldado que la rescata y yo el ogro feo que la tenía de rehén. Lo pasábamos tan bien, además que mis padres le extrañan tanto, ahora que la he vuelto a encontrar, todo puede volver a ser como era antes, ¿verdad?

-¡Suelta a mi esposa, animal!- Es el grito desesperado del doctor Eguiguren cuando me encuentra abrazando a Pilar. Me separa de ella para empujarme y debido a lo mojado del suelo, caigo estrepitosamente, golpeándome en todo mi trasero. -¿Estás bien, mi amor? ¿No te ha hecho daño aquel degenerado?- El hombre arregla el cabello de su esposa, indagando preocupado en sus ojos, demostrando lo mucho que la ama. ¿Por qué me trata así? Si solo estaba contento de ver a mi hermana mayor. –Estoy bien… no ha sido nada… es que… es que….- La ahora rubia me observa mientras busca explicarle la situación al médico, quien espera impaciente sus palabras. Debe decirle que somos parientes, tal vez él se sorprenda debido a la coincidencia y es que jamás imaginé que quien podría ayudar a mi Andrés, sería el marido de mi hermana. –Yo lo conozco, él es… el hijo de doña Carmen, ¿te acuerdas? Mi sirvienta de infancia, esa que me criaba cuando mis padres estaban de viaje… Jugábamos de pequeños, así es que me tiene mucha estima… no tienes que tratarlo así… ya sabes, él es… retardado, no sabe comportarse…- Dice finalmente, dejándome completamente atormentado.

El doctor parece creer aquellas mentiras y se relaja ante la situación. Decide entrar a su despacho, dándome la espalda sin siquiera pedirme disculpas debido a la confusión. Los ricos son así, orgullosos y testarudos, como nunca han tenido que humillarse por tener hambre. Me levanto a tientas, buscando no resbalar nuevamente. Cuando lo logro, solo siento los delgados dedos de Pilar, la que me lleva hasta una esquina apartada de la recepción. - ¿Qué buscas? ¿Acaso quieres dinero? Ya le dije a doña Carmen que se tienen que olvidar de mí y de Orlando, que ya no los necesitamos… que tienen que dejarnos tranquilos… ¿Acaso no ven que pueden destruir todo lo que hemos construidos estos últimos años?- Me amenaza fríamente, observándome con desdén. ¿Se ha juntado con mi mamita? ¿Acaso se le ha ocurrido tratarla como lo acaba de hacer conmigo? –No vuelvas a abrazarme ni a insinuar que somos parientes… ¿entendido?- Debo asentir ante su sentencias y es que me asusta con aquella faceta, con esa dureza con la cual me trata.

Tras enfrentarme, da media vuelta y camina hasta la oficina de su esposo, solo que no puedo quedarme callado y mi boca se mueve por voluntad propia. –Antes era la princesa secuestrada y ahora eres la bruja del cuento…- Le digo desde lejos, sintiendo como toda la pena comienza a invadirme. –Lástima que tú sigas siendo el mismo ogro feo de siempre…- Responde Pilar tras girar, solo con la intención de observarme de pies a cabeza, analizando cada una de mis partes, reprobando aquella imagen deplorable que debo provocar.

El resto del día lo trabajo callado, incluso cuando llego en la tarde al centro comercial. –Todos los días deberías portarte así… pareces hasta normal…- Es lo que me dijo doña Petronila mientras inspeccionaba mis acciones. Ni siquiera la escuché mucho y es que solo quería laborar para ocupar mi mente en algo. Los ojos inquisidores de mi hermana, quedaron grabados en mi memoria, como un poderoso hechizo.

-Por las palabras que te dijo, parece ser que está coludida en algo con tu hermano Orlando, ¿no crees?- Me dice Jacinto una vez terminé de contarle todo lo sucedido con Pilar. Tras finalizar mi turno, fui hasta la esquina del centro comercial donde suele estar mi amigo sin hogar. Necesitaba desahogarme con alguien y qué mejor que con uno de las personas más bellas que he conocido. El anciano se rasca la barba al pensar en lo dura que ha sido la mujer. ¿Está coludida con mi hermano? Pues parece tener razón y es que me dijo que no nos acercáramos más a ellos dos. -¿Y esos son los hijos por los cuales tus padres están orgullosos? Deberían ver más de cerca, para que puedan entender que el único hijo que merece su cariño eres tú…- Dice enojado el anciano, mientras me da unas palmaditas en la espalda. Por un lado me siento halagado debido al notable cariño que mi amigo tiene hacia mí, solo que sus palabras no tienen del todo fundamento y es que mis hermanos realmente han conseguido mucho, especialmente Orlando al lograr llegar a la universidad. –Ellos son mucho más inteligentes que yo y gracias a eso ahora tienen tan buena vida… Cualquier padre estaría orgulloso de ellos, ¿no?- Trato de defender a mis hermanos, porque aunque Pilar me haya tratado tan mal, siguen siendo parte de mi familia. Jacinto se queda simplemente callado, moviendo la cabeza al ver que persista en interceder por quienes tanto quiero.

Luego de darle de qué comer a mi amigo, tomo el autobús para poder llegar a mi casa. Tras soportar el olor a cuerpo transpirado y a calzoncillos usados dentro del transporte, me bajo en mi paradero para rápidamente comenzar a caminar. Al llegar a la esquina de mi pasaje, me encuentro con un bulto conocido tirado en el suelo. Sí, resulta que mi mamita está tan ebria, que se ha quedado dormida en el lugar donde cayó, sueña plácidamente aun cuando hace tanto frío. –Mamá, levántese… Vamos a casa…- Le digo mientras la meso y es que quiero que despierte. El olor a alcohol repleta mi nariz, parece que esta vez la mujer ha bebido más de lo normal.

Apoyando su cuerpo en el mío, guío a doña Carmen hasta nuestra casa, lo primero que haré es darle un baño para que se quite ese hedor. –Ya cuéntame, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué andas con esa cara?- Es lo primero que me dice la mujer mientras transitamos por la calle. Me sorprende que aun estando en aquel estado, se haya dado cuenta de mis penurias. Intento esquivar sus constantes preguntas y no es hasta que llegamos a la reja de nuestro hogar, que revelo inquieto lo que ha ocurrido en la mañana. –Encontré a Pilar… ¿Por qué nunca nos contó que había hablado con ella? ¿Es verdad que le pidió que olvidara que es su hija?- Digo sin más, sabiendo perfectamente que son afirmativas cada una de las respuestas a esas preguntas. Mi mamita abandona nuestro contacto, prefiriendo apoyarse en uno de los postes de la reja. Allí se queda quieta, mirando fijamente el suelo, tratando de recordar mientras combate los estragos del alcohol.  

Espero impaciente, mas no la presiono y es que sé perfectamente que todo ese asunto le es doloroso. –Orlando se hizo amigo de mucha gente rica en la universidad. Tu hermana siempre me decía que él la presentaba a sus compañeros, que era tan bella que todos ellos quedaban embobados… Intuía lo que mi hijo mayor quería lograr, vender a Pilar con tal de escalar posiciones… Exactamente eso sucedió cuando conocieron a un doctor. Lo que ella me contó es que tu hermano logró deshacerse de todas las que pretendían al médico ese, para luego presionarle y lograr que la aceptara… Creo que ahora mientras ella es su esposa, Orlando se hace cargo de los negocios familiar del ricachón… En eso se han convertido mis niños… en dos estafadores…- Culmina por revelar todo lo que la mujer rubia le había confesado. Supondría que doña Carmen le ha contado esto a mi padre, solo que sabiendo lo apasionado que aún es al defender a su hijo mayor, se hace obvio que no sabe nada, porque mi mamita no ha querido provocarle tal dolor.

En el transcurso de nuestra conversación, llegan a la casa Andrés y Ángela, a quienes les vemos llegar tomados de las manos, como una pareja normal. Nos saludan cordialmente y es que no es necesario presentarnos, la muchacha ha ido a nuestro hogar muchas veces dentro de este mes, ya es casi parte de la familia. Planificamos hacer tostadas con mermelada, platicamos de quién hará qué tarea, cuando una quinta persona se une a la conversación, alguien que poco o nada nos estima. –Aquí tenemos al circo del barrio… ¿cómo se sienten al tener una casa renovada gracias al dinero de mi esposo?- Pregunta Margarita sarcásticamente, recalcando en todo momento que Leandro es legalmente su cónyuge, como si yo fuese su amante. Todos sabemos lo venenosa que es la mujer, por lo que intentamos ingresar y dejarla atrás. –El otro día traté de recordar dónde había visto aquel rostro y me costó mucho ¿saben? Pero ahora estoy segura de qué es lo que ocultan… ¿Sabes a qué me refiero?- Increpa a Ángela, en un vuelco extraño. ¿Por qué quiere atacar a la castaña si ni siquiera la conoce?

Antes en este barrio vivía una chica muy ahombrada llamada María. Sus padres al saber que era lesbiana, la echaron de la casa y como siempre, Alejandro se aprovechó de eso… la trajo a vivir aquí y de pronto, nadie más la vio… ¿Será que la asesinó? ¿Hizo algún hechizo demoniaco? Pues no, lo que sucedió es que le ayudó en algo antinatural, en transformarla en un hombre y aquí le tienes ahora… tu novio es en realidad una mujer, ¿no crees que te han estado engañado descaradamente?- Inyecta su veneno en la delicada mente de Ángela, quien no puede dar crédito a tamaño secreto. Incrédula observa a Andrés, deseando desesperadamente que todas aquellas palabras sean mentiras, aunque por más que espera, no escucha eso que la confortaría.

Todos estamos quietos ante cualquier reacción, solo que no esperábamos lo que pronto sucedería. –Yo dejo calva a esta zorra… es que no le quedará ni siquiera un pelo en su cabeza. Ven aquí, que te voy hacer pagar por lo que acabas de hacerle a Andresito.-  De la nada veo cómo mi mamita salta cual rana sobre la maciza estructura de Margarita, buscando en su estado de embriaguez vengarse de lo que acaba de hacer la chocolatera.  No sé cómo, pero saca una fuerza impresionante y bloqueando cualquier movimiento de defensa, comienza a arrancar con sus manos envejecidas, los cabellos oscuros de la mujer. Gritos y movimientos bestiales es todo lo que veo, sin siquiera poder moverme debido a la conmoción. ¿Qué hago ahora? ¿Debería detener a mi mamita? Aunque esa víbora se merece lo que está recibiendo… ¿Qué debo hacer?

Notas finales:

Gracias por leer!!!! 

Hasta pronto... los quiero ;3


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