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Somos Hermosos por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo...

Primero que todo, quiero que sepan que los amo mucho.... muuuuuuucho :3 no o olviden!!!

 

Me he tratado de apurar y escribí el capítulo durante esta mañana... espero que les guste y que no queden muy sorprendidos con las verdades que serán reveladas e.e siiiii..... este capítulo es drama intenso y sin cortes e.e

 

A leer!!! :3

CAPITULO XIV: Nunca fue Amor.

La angustia de no saber qué sucede con quien quieres, es la peor de las emociones. –Solo parientes pueden visitar a los internos… como usted no es su padre, no puede verle…- Es lo que día tras día me han dicho los funcionarios del Centro de Menores donde se encuentra recluido David. No quiero recriminarle, ni siquiera indagar en las razones por las cuales se introdujo en una organización delictual, lo único que anhelo es en abrazarle, besar su rostro de pequeño asustado, protegerle entre mis brazos, cuidarle y ahuyentar todos los peligros que deben estar acechándolo ahí adentro. Soy padre, le amo como tal, ¿cómo no pueden verlo? ¿Acaso un registro puede determinar cuánto amo a mi hijo? ¿La sangre es lo único que te puede hacer reconocer a un niño como tuyo? Claro que no, lo que tengo dentro del corazón es mucho más poderoso que ello y debería darme la posibilidad de verlo, aunque sea a lo lejos.

Voy todos los días a aquel edificio de concreto, de grandes muros impenetrables e inexorable frialdad. Tengo la esperanza que en algún momento, se terminen apiadando de mí, que me permitan visitar a David aunque legalmente no sea su padre. –No insista, no podemos quebrantar la ley, no sea testarudo…- Me dijo hoy un joven uniformado, quien con su rostro serio, me encaro como lo hizo ayer, y anteayer, desde hace dos semanas. Tal parece que no tienen corazón y no pueden entender lo que ocurre en mi interior, la desesperación por no proteger a tu retoño.

He dejado a mi papito con Andrés y Patricia, ellos lo cuidan mientras intento tarde tras tarde visitar a David. Nuevamente me han acompañado en un momento difícil, ya ni siquiera puedo dimensionar lo mucho que me han ayudado y es que son el único pilar que ha quedado intacto, socorriéndome cuando parece que todo se está derrumbando. Sé que debo irme de inmediato a la casa, solo que una duda ha rondado en mi cabeza desde el arresto de mi niño.

Jacinto… Jacinto… Resuena en mi cabeza día tras día, insistente y abrumador, una inquietud que me lleva ahora a caminar hacia el Cuartel de Policías donde se investiga la muerte de quien consideraba mi amigo, de quien nunca imaginé que sería un narcotraficante. -¿Por qué quiere saber sobre él? Recuerde que es el hombre a quien su hijo asesinó…- Es lo primero que dice el oficial a cargo, ese mismo que me reveló la identidad del anciano cuando se llevó detenido a David. –Yo lo conocía… él era un mendigo que dormía cerca de donde trabajaba. Me hice su amigo y lo ayudé, se suponía que no tenía a nadie en el mundo, que no poseía riquezas y que era un buen hombre… Ahora resulta que lideraba la mafia en la que mi hijo se inmiscuyó… ¿Cómo puede ser que existan tantas coincidencias? Ya no puedo dormir por las dudas que rondan mi cabeza… Por favor ayúdeme, siento que me estoy volviendo loco…- Le confieso abrumado, y es que es la verdad, mi cabeza lenta, mi estupidez, no me deja comprender lo que ha sucedido, lo que se ha gestado en mis narices y que estúpidamente nunca presagié.

-Jacinto López de Lérida es todo menos un mendigo, y es que ni siquiera nació pobre… Fue hijo de un prestigioso abogado, perteneciente a una adinerada familia. De algún modo llegó al medio delictual y gracias a su frialdad, logró llegar a la cima… Fue temido y respetado, controlaba el cartel del narcotráfico no solo en este país, sino que también en los vecinos y de pronto, como si la tierra se lo hubiera tragado, desapareció del medio, dejando atrás sus negocios y todo lo que poseía. Jamás imaginé que se escondería en las calles, como un mendigo… Lo más probable es que temía que alguno de sus enemigos le liquidara, ya a su edad, no podía defenderse como antes…- Relata el hombre, impresionándome palabra tras palabra. Ahora en vez de solucionar mis dudas, siento que el laberinto se ha incrementado, perdiéndome irremediablemente. –Las coincidencias no existen caballero, si usted conocía a Jacinto, tal vez fue él quien introdujo a David en su propia mafia… ¿no cree que es más entendible que eso haya ocurrido? – Lanza de pronto, sin remordimientos, quebrantando mi temple y derrumbándome aún más profundo en el abismo. Si eso fuese cierto, ya no podría recordar cariñosamente a Jacinto, él se convertiría en el causante de la tragedia que ha destruido a mi hijo.

El Cementerio Central es un amplio lugar, repleto de antiguos y hermosos mausoleos, pertenecientes a las que fueron o siguen siendo, las familias más importantes del país. No cualquier persona es sepultada en este parque monumental, más parecido a un museo al aire libre que a un camposanto. Este es el lugar, según me lo han dicho los policías, donde se encuentran los restos de aquel que ahora no reconozco como mi amigo. Camino por los antiquísimos adoquines, reconfortado por las sombras de los árboles centenarios y las estructuras de roca. Me dirijo al patio seis, allí donde finalmente me volveré a reunir con Jacinto. Al llegar a aquel sector apartado comienzo a escuchar voces, las que lentamente se hacen más fuertes. No puedo ver a quienes conversan, solo que aquel tono, aquella forma de pronunciar, me es completamente familiar. –No puedo creer que ahora esté muerto, no fue el mejor de los padres, pero no se merecía aquel final… Ya nunca podrá conocer a sus nietos…- Me asusto al reconocer que se trata de aquel sujeto, por lo que me escondo detrás de un enmohecido altar. Desde allí contemplo como el acompañante abraza fuertemente a quien he escuchado. –Debes seguir adelante, la muerte es algo natural… Tus hijos nunca tuvieron a su abuelo, ahora no será la diferencia…- Consuela detenidamente el de cabellera azul. Aquel a quien escucho es Noah, que abraza fuertemente a quien dijo que me amaba. ¿Qué hace Leandro en este cementerio? ¿Por qué están ellos aquí? ¿Vinieron a ver a Jacinto? ¿Realmente se han escapado juntos? ¿Son amantes? La cabeza me da mil vueltas y debo tumbarme en el suelo, con la respiración agitada, para así no caerme de la sorpresa.

Cuando ambos ya se han alejado y he podido tomar algo de aire, recién soy capaz de sentirme mejor. La vida se ha vuelto un enredo, ya no sé qué pensar, pareciera que todo este tiempo he estado en las sombras, engañado por quienes me rodean. Las coincidencias no existen… recuerdo las palabras del oficial. No, no es razonable pensar que Leandro y Noah hayan venido a ver a otro difunto, ellos han estado en la tumba de Jacinto, eso es evidente, pero ¿por qué? Por arte de magia recuerdo lo que el petizo pronunció, ¿el abuelo de sus hijos? La sola idea de pensar que él es hijo de quien fue mi amigo, me aterra, estas ya son demasiadas coincidencias. Las lágrimas simplemente brotan de mis ojos, sin percatarme, lloro por lo complejo que se ha vuelto todo. No puedo creer que a quienes tanto he amado, decidieron jugar tan cruelmente conmigo. –No puede ser su hijo… no puede ser…- Repito una y otra vez, son la sola intención de que aquello que pronuncio se vuelva realidad.

-Jacinto solo tuvo una hija… jamás un hijo…- Escucho de pronto a mi espalda, una voz profunda y serena, como si entendiera todo lo que acontece a mi alrededor. Al voltear, me encuentro con la mujer que hace mucho tiempo no veía, esa que siempre me regañaba en el trabajo. Doña Petronila me observa desde las alturas, sin importarle que esté postrado en el suelo, llorando a mares, confundido como nunca antes. –Aquel que acaba de retirarse no es su hijo… aunque si fue su yerno…- Continúa con su relato, altiva como siempre se ha caracterizado, sin importarle el vendaval que acaba de generar en mi interior.

~*~

Margarita… Ya no puedo sacarme de la cabeza ese nombre, desde que me enteré de toda la verdad, solo puedo imaginarme lo mucho que ha gozado con mi desgracia. No puedo creer que esa mujer tenga el alma tan corrompida, que haya maquinado en secreto mi desgracia, mi destrucción.

Aquella tarde, doña Petronila me acompañó hasta la sepultura de Jacinto y frente a sus restos, me reveló toda la verdad, todo aquello que la unía también a aquel anciano. -Ustedes se conocían ¿verdad? Una tarde los vi discutiendo en las escaleras… Usted le recriminaba que le había destruido la vida y él le mencionaba que trataría de rectificar su error, que vendería lo poco que le quedaba para ayudarla…- Comenté primeramente, recordando aquel suceso acontecido hace ya tanto tiempo.

-Mi familia y la de él eran muy cercanas. Nuestros padres poseían negocios en común y por eso nos criamos juntos, como dos amigos inseparables. Vivíamos en el barrio más elegante de la ciudad, éramos vecinos de los Lancaster y los Edwards, pero tras la depresión económica los padres de Jacinto quedaron en la bancarrota. Éramos adolescentes y en nuestros corazones ya se había gestado el amor… Él fue el único hombre a quien he amado… nunca existió otro…- La mujer se detuvo en ese momento, conmocionada por los recuerdos, teniendo presente que su enamorado se encontraba enterrado justo frente a ella. –Nos distanciamos cuando debieron vender la casona, mas nunca pude olvidarle… Cuando ya había cumplido los diecisiete, Jacinto volvió a mi vida, completamente cambiado, debido a los golpes que le había dado la vida. Me profesó amor eterno, que siempre estaría a mi lado… solo que mis padres no aceptaban nuestro romance, él ahora era pobre y no parecía un buen candidato para mí. Por primera vez les desobedecí y nos casamos en secreto… Ese fue mi más grave error. Mi amado no era más que un estafador, que sin escrúpulos asesinó a mis padres y robó mi herencia sin  miramientos, para luego abandonarme como un trapo viejo… ya había sacado de mí todo lo que necesitaba… dinero. Quedé en la más terrible de las miserias, desolada y sin amor, todo por culpa de quien ni siquiera ahora después de muerto, he podido dejar de adorar… Con el tiempo supe que lideró una mafia, supongo que lo logró gracias al dinero que me robó… Tras cuarenta años, regresó a mi vida, convertido en un mendigo, destruido y maltratado. Me confesó que jamás dejó de quererme, que siempre pensó en mí y en lo mucho que me había hecho sufrir, que solo estuvo con una mujer durante todo ese tiempo y que con ella tuvo una hija: Margarita, el nombre que supuestamente le daríamos a nuestra primogénita… Jamás la llegó a querer de verdad, me reveló que el saber que no era el fruto de nuestro amor, hija de una mujerzuela que conoció en la mafia, le hacía repelerla… Finalmente, terminó solo, sin una familia de verdad, rodeado de hombre que solo esperaban el momento preciso para derrocarlo. Así prefirió deshacerse de todos sus bienes y convertirse en mendigo. Allí te conoció y de una forma que no comprendo, te llegó a querer como si fueras su hijo… por eso…- No puedo seguir con ese relato, aquello que hizo Jacinto realmente me apena y el pensar en las consecuencias de sus actos, simplemente me destruye.

Desde el momento en que me enteré que Margarita era hija de aquel anciano, no puedo sacarme de la cabeza el que tengo que encararla, que hay algo que ella oculta, mi corazón me grita que busque la verdad, aquella que me ha sido tan esquiva. Aquella voz la acalla el miedo, el pavor que me da enterarme de una verdad dolorosa.

Acompaño  en la mañana a mi papito al hospital, cada vez se siente mejor y puede mover de mejor manera sus dedos y brazos. Por las tardes voy al Centro de Menores, a suplicar nuevamente que me dejen ver a mi retoño, solo que siempre recibo la misma respuesta. No soy su padre biológico y por ello, me está tajantemente prohibido visitarle. Mientras camino de regreso a casa, no dejo de pensar en Margarita, en que debería ir a su casa y encararla, sacarle toda la verdad. Ya lo he intentado antes, solo que el pavor me detiene. Sin pensarlo camino en dirección a  su hogar, ese que construyó junto a Leandro y donde vive con sus hijos. Estoy a punto de llamar a su puerta, cuando me arrepiento. Doy media vuelta para retirarme, y sin percatarme, me encuentro frente a frente con la mujer con quien quería platicar. -¿Me estás buscando?- Dice apática como siempre, con aquella mirada perdida y oscura.

Pienso en simplemente marcharme, solo que el recuerdo de las palabras que me dirigió la señora Petronila regresan violentamente a mi cabeza. - Allí te conoció y de una forma que no comprendo, te llegó a querer como si fueras su hijo… por eso… por eso cuando se enteró que su hija había incitado a aquel muchacho que recogiste de la calle, a meterse a la mafia, decidió intervenir y hacer hasta lo imposible por lograr que entrara en razón, que abandonara aquel mundo peligroso, ese que él mismo había construido… El día en que lo asesinaron, me comentó que movería las influencias que le quedaban para sacar a David del narcotráfico… Tras ello lo encontraron muerto, no sé qué sucedió, pero de lo que estoy segura es que fue por intentar salvar a aquel chico… falleció intentando ayudarte…- La mujer que tengo en frente, la esposa del hombre a quien amo, es la causante que ahora mi hijo esté tras las rejas, fue ella quien lo convenció a que buscara dinero de forma ilícita, aludiendo a quizás qué patrañas. Lo hizo para hacerme sufrir, de eso estoy seguro.

-¿Por qué no me atacas directamente a mí? ¿Por qué tienes que hacer sufrir a quienes me rodean?- Saco fuerzas de flaqueza y la encaro, decidido como nunca lo había sido antes, seguro de mí mismo. Si ella no hubiera intentando dañar a David, ahora Jacinto estaría vivo, su propio padre murió a causa de sus trampas. –Veo que por fin el tarado ha entendido quién soy realmente…- Su rostro cambia completamente, ya no veo vacío en su mirada, sino que el más profundo de los odios. El solo tenerla cerca, me da escalofríos y es que me revela su verdadera identidad. Ya no es la mujer insidiosa, la de comentarios venenosos, sino que es un completo demonio, repleto de maldad, oscura y sedienta de sangre. –Te odio, te detesto, porque me robaste al hombre que más he amado en este mundo… Eso ya lo sabías ¿verdad? No eres tan imbécil como para no comprenderlo, pero ¿qué pensarías si te dijera que nunca me he referido a Leandro? No, no te aborrezco por quitarme a mi esposo, sino que por robarme a mi padre… Siempre fui la guacha, la hija ilegítima, aquella que Jacinto siempre rechazó, que siempre aborreció como si fuese la peor creación que había surgido de sus manos. Crecí sintiendo su rechazo, deseando algún día lograr su amor… Mientras que tú, sin siquiera tener su propia sangre, conseguiste su amor tan fácilmente… Eres el ser más despreciable que he conocido, sabías que estaba repleto de dinero ¿cierto? Claro, por eso te acercaste y lograste lo que yo nunca pude hacer… ¿Te hace feliz ser más astuto que yo? ¿Te burlaste lo suficiente por tener el amor que yo siempre deseé?- Se acerca salvajemente a mí, empujándome hasta detenerme en la reja de su casa. El metal frío golpea mi espalda, mientras Margarita sigue hablándome, cada vez más fuerte y descontrolada. Su rostro está frente al mío, siento su respiración morir en mi piel.

-El pobre estúpido recogió a un huerfanito de la calle y todos lo veneran por eso. ¿Te lo violaste? Claro que sí, porque eres un sucio maricón… Todos creen que eres un santo, alguien tierno y bondadoso, pero en realidad eres una vil rata… ¿También te follas a la marimacho esa? Si eres un cerdo, un vicioso… El pobre chico quería ayudar a su indefenso padre porque no tenía dinero y estaban pasando hambre. Por eso le ayudé y le convencí que la mejor forma era haciendo cierto trabajos a unos sujetos que conocía. Dinero rápido y fácil, ¿qué joven no se entusiasmaría con ello? El tarado de David cayó en la trampa y se metió en el narcotráfico… pero, ¿quién tenía que aparecer? Claro, el padre perfecto, ese que siempre me rechazó ahora quería proteger al estúpido del barrio. Me amenazó ¿sabes? Dijo que te dejara en paz, que él te protegería cueste lo que cueste…- Detiene su parlamento un momento, para acariciar mi cabello y cuando decide proseguir, lo jala tan fuertemente que consigue de mi boca, unos dolorosos gemidos. Sus labios casi tocan los míos, el calor de su aliento vil me sofoca y su mirada aterradora invade mi alma temerosa.

–Estaba muy viejo, ya ni siquiera se podía a sí mismo ¿y quería ayudarte? No, no lo iba a dejar… Los antiguos socios de Jacinto lo buscaban hace muchos años para liquidarlo, simplemente tuve que decirles su ubicación y ellos hicieron el resto… ¿Lo mejor de todo? Es que su asesinato recayó en David, porque hicieron que todos atestiguaran que había sido tu hijo quien había disparado, ¿acaso no soy un genio? Acabé con el inservible de mi padre y de paso, te dañé nuevamente…- Una sonrisa se dibuja en su rostro, deformándola y convirtiéndola en un ser aún más despreciable.

–El tarado de Alejandro estaba feliz porque por fin un hombre se había enamorado de él, saltaba por los pasajes creyendo en aquella estupidez… ¿quién en su sano juicio querría estar contigo? Eres sucio, hueles a estiércol, tu rostro es repugnante y tu cuerpo nauseabundo… ¿sabes quién me dijo eso? Fue Leandro, él me decía eso cada vez que le obligaba a coquetearte, porque…. ¡Sorpresa! Esa también fue una jugada mía. Yo lo obligué a abandonarme y fingir que había estado enamorado de ti todo este tiempo… Cuando consiguió convencerte, le forcé a que le contara todo a tu padre y así destruir por fin tu estúpida familia, aunque nunca creí que todo saldría tan maravillosamente bien… tu padre postrado en una silla de ruedas y la borracha de tu madre internada en un centro de rehabilitación… ¡Mírame! ¡Contémplame! Porque tienes enfrente a la mujer que se ha encargado en destruirte la vida…. Soy yo quien te ha hecho tan miserable…- No, nada de eso puede ser verdad. Leandro realmente me amaba… eso no puede ser mentira. Me niego a creer que lo único hermoso que ha habido en mi vida sea una farsa creada por esta mujer. No soy alguien repugnante… no lo soy…

Mis piernas tambalean, las siento como si fueran de papel, sin embargo, no me caigo, es la misma Margarita quien me sostiene contra los dolorosos barrotes de metal de su reja. -¿Y crees que todo se ha acabado? Pues no… tú me quitaste a mi padre y eso todavía no ha sido recompensado…. El pobre David se ha enamorado en la cárcel ¿y sabes de quién? De otro muchacho… Salió igual de maricón que tú… Pensé al principio que lo mejor sería asesinarlo, pero no…. Es muy sencillo… ¿por qué no matar mejor al amor de su vida? Que lo veas destruido, abatido por la muerte de quien ama, convertido en un despojo humano… Sí, eso es lo que quiero que contemples, para que sufras por siempre…- Sigue atacándome, decidida a destruir mi alma y corazón.

Mi niño ha sufrido por su culpa, está tras las rejas por un crimen no que no ha cometido. Él es solo un muchacho, apenas ha comenzado la vida y por culpa de esta desquiciada ahora debe sufrir. No, no dejaré que esta arpía le haga más daño. –No te metas con mi hijo, perra… porque soy capaz de todo con tal de protegerlo…- Saco la voz, fuerte como nunca antes lo había hecho. Tomo su brazo y la alejo de mi cara, aprieto su piel bestial con energía, demostrándole que no me ha destruido. Soy débil, soy un tarado, alguien que no piensa bien y de quien todos se burlan, pero aun así, no permitiré que dañen a mi niño. Veo detenidamente a los ojos de Margarita, quien queda pasmada con mi repentina reacción. ¡Si osas a dañarlo, prometo por mis papitos, que te destruiré como la víbora que eres!

Notas finales:

Hasta pronto!!!

Cuidense mucho y sean felices!!!

 


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