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Letters por Jesica Black

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Capitulo 12
¿A qué le temes?

 

                Kardia estaba llorando desconsoladamente como nunca había llorado en su vida, probablemente haya sido la frustración que sentía de no haber hecho nada en ese instante donde estaba perdiendo a quien él consideraba el amor de su vida, y no solamente a él, sino también al fruto de su amor, el niño que Dégel llevaba en el vientre. Milo suspiraba mientras acariciaba los cabellos de tonalidad azulada y Camus le tomaba de las manos, sentado al lado de él, viéndolo derramar litros de lágrimas.
No podía hablar, pues cada vez que lo intentaba, nuevamente el llanto le ganaba y se sentía tan débil e impotente, tan furioso, que no sabía si era tristeza lo que padecía o bronca. Con una mirada, el rubio le hace señal a Camus que salgan del cuarto y Kardia se aferra a la almohada de la cama. Cierran la puerta y ambos suspiran del dolor que les causaba ver a un hombre tan bueno llorar.

–Tal vez Kardia sea un borracho inmundo, pero es un buen sujeto –bufó–. ¡No entiendo a Dégel!

–Yo tampoco –Camus cruzó los brazos–. Algo debe estarle pasando para aceptar una propuesta de matrimonio así sin más.

–Debe creer que de esa forma se quitará los fantasmas de la cabeza ¡Pero no es así! –Milo mira el pasillo–. Iré a hablar con él –pero antes de partir, es Camus quien le toma del brazo.

–No Milo, déjamelo a mí –murmuró.

–¿Qué? No, claro que no –le señala.

–Un embarazado podrá con otro embarazado, créeme. Entre futuras “madres” nos entenderemos.

–Aun así, déjame acompañarte –Camus alza la ceja–. No quiero acosarte ni mucho menos, sólo quiero que llegues bien, estás embarazado y los embarazos masculinos son delicados.

–Lo sé cariño, pero no voy a ir a tirarme de un bungee jumping…..sólo voy a casa de Dégel –le toma del rostro y le besa suavemente–. Estaré bien.

–Sí, pero… ¿a dónde irás exactamente? No tenemos la dirección de Dégel ¿o sí? –preguntó  y caminó hacia abajo al recibidor, haber si en la agenda de Kardia tenían algún teléfono o dirección.

–¿Por qué no revisamos el teléfono de Kardia? Tal vez se comunicó con alguien –tomó el celular que el muchacho había dejado momentos antes cuando ingresó a la vivienda.

–¡Tienes razón! ¿Qué haría sin ti, corazón?

–Seguro seguir buscando como idiota en la agenda –comenzó a reír bajito y miró el celular en las últimas llamadas que había hecho Kardia–. ¿Hm? Ah mira, hay un número aquí, dice Krest Verseau.

–¡El hermano de Dégel! Tal vez Kardia le llamó para saber su dirección –Camus negó.

–No bobo, recuerda que lo vio en un café, o eso es lo que creí oír entre tanto moco y llanto –tiembla ligeramente–. ¡Habla tú con él!

–¿Eh? ¿Por qué yo? –preguntó cuando el más joven le pasó su teléfono.

–Por qué tú lo conoces.

–¡Claro que no!

–Pero conoce a tu hermano, ¿qué puedo decirle yo a ese tipo? “Hola, soy el novio del hermano, del escritor de tu hermano” Suena demasiado, tú le dirás que eres hermano de Kardia y listo, ¡Marca!

–Pero…

–¡MARCA TE DIJE!

–Ya, ya,…..cariño –comenzó a marcar el teléfono bajo la amenazante mirada del pelirrojo–. El embarazo te hizo una fiera.

–Gracias –sonrió.

–¡Esta llamando! –Escucha una voz–. ¿Hola, Krest Verseau? Soy Milo, Milo Antares…..sí  ¿cómo te va? Mira, quería saber si Dégel estaba allí contigo….–espera–. Aja ¿y me puedes dar tu dirección? Necesito hablar con él personalmente……–hace otra pausa–. Bueno, no exactamente yo, irá mi esposo.

–¿Esposo? –susurró con una sonrisa, Milo le afirma.

–Sí….aja…bien, sí tengo para anotar –toma una lapicera y un trozo de papel–. Sí, dime la dirección… si….–anota–. Aja….sí, está bien, él irá enseguida….gracias Krest, te debo una gigante–cuelga–. Aquí tienes la dirección ¿en serio no quieres que vaya?

–Tu hermano te necesita aquí –le toma de las manos y le mira–. Yo aun extraño a mi hermano y lo busco desesperadamente, tú que lo tienes a tu lado mímalo mientras puedas.

–Tal vez llame a su amigo Manigoldo….–mira el teléfono.

–¿No es el tipo que perdió a su beba?

–¡Diablos…!.–murmuró apretando el puño–. Y aparte de Mani, Kardia no tiene muchos amigos –suspiró–. Ok, me quedaré.

–Gracias –le besa–. Pórtate bien mientras no esté.

–Sí, sí….llamaré al gato, ese lanudo siempre levanta el humor a cualquiera y tira mucho pelo en la casa –se ríe de su propio chiste pero ya Camus no está allí–. ¿Por qué tengo que decir los mejores chistes sobre Aioria cuando nadie los escucha?

 

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                La noticia le había partido a la mitad, y aunque fue a hablar con su mujer luego de la muerte de su hija, ésta no quería siquiera verlo, estaba acongojada. Como siempre, la mejor salida para alguien como Manigoldo era el alcohol. Buscó entre todo su arsenal de botellas pero no las encontró: ¿dónde demonios estaba? Más precisamente, ¿dónde estaba ese maldito bastardo que se adueñó de su casa? Caminó hacia la cocina para verlo allí cocinar, se veía muy guapo, pero inmediatamente despejó esos pensamientos.

–¿Qué mierda haces? –preguntó rascándose la cabeza.

–¿Eres ciego o estúpido? –sonrió y le miró–. Hago carne asada con verduras, nutritiva y lleno de proteínas.

–¿Verduras? No soy un conejo ¿sabías? –suspiró–. Dime, ¿dónde está mi cerveza?

–Las tiré.

–¡Pero las botellas estaban llenas! –Albafica se da la vuelta.

–Pues emborracharé a los linyeras del vecindario –apoya ambas manos en la mesada–. Tienes un grave problema de alcohol.

–Sí, gracias doc, lo tendré en cuenta, ahora dame mi alcohol –se acerca, pero Albafica niega.

–Lo siento, cariño, pero no más alcohol para ti, Mi casa Mis reglas.

–¡Es mi casa!

–No importa, ahora vivimos juntos y todo es mitad y mitad –Manigoldo se desencajaba, ¿acaso ese chico pretendía quedarse a vivir allí?

–¿Entonces las boletas de luz, gas y eso también serán tuyas? –alzó una ceja.

–No, esas te las regalo –continua cocinando, el escritor se frustra.

–Y dime, querido ¿cómo le explicaré a mi esposa que tengo un adolescente viviendo en mi casa? ¿Eh? No sé si te has dado cuenta pero ella vendrá aquí mañana y notará que estas aquí, no eres trasparente, mi vida.

–Ya te dije, le dirás que soy un pariente lejano, no me molesta hablar en italiano aquí –se da la vuelta y le guiña un ojo.

–¿Y cuando te crezca la panza? –Preguntó, aun Albafica se encontraba plano pero los estudios habían dado que el embarazo era cien por cien factible–. Ella se pondrá muy triste.

–Pero ve el lado positivo, podrás utilizar todos los chiches que tienes arriba.

–Son para niña, y no sabemos si él será varón o mujer.

–Pues tú pareces seguro que será un ‘él’ en lugar de una ‘ella’ –Albafica sonríe mientras termina de sellar los jugos de la carne–. Listo, están las verduras, la carne, ahora haré la salsa y lo meteré todo al horno.

–Hmmm, se ve bien –se relame, cuando intenta tocar una papa, el joven le golpea la mano–. ¡Ay! Oye, ten piedad, he vivido de pizza y pasta la mayor parte de mi vida.

–Te pasa por ser italiano –comienza a hacer la salsa con elegancia, usando todos los potecitos de especias que habían allí.

–Tienes un don para la cocina ¿de dónde lo adquiriste? –se sienta en la mesada.

–Bueno, a veces Aspros y Deuteros no podían venir a cocinarnos, con Jean nos encargábamos de eso.

–¿Jean? ¿Quién es Jean?

–¿Recuerdas que te dije que un tipo se llevó a un muchacho castaño pelirrojo del monasterio antes que yo me murada aquí? –Preguntó, Manigoldo afirma con la cabeza–. Bueno, ese niño era Jean.

–¿Era? ¿Murió?

–Bueno, eso no lo sabemos, no es que quiera que aparezca muerto, pero ya pasaron cinco largos meses desde que desapareció, y el tipo que lo tiene lo ha intentado violar antes, no me sorprendería que lo hubiera hecho en estos días y Jean estuviera embarazado de ese tipo.

–Hmmm, sabes eso me da ideas para una novela de terror –sonrió de costado–. No es que quiera que ese hombre asesine a tu amigo, pero es una buena idea, un adolescente de quince años secuestrado.

–Es terrible pero la realidad supera a la ficción –terminó la salsa y comenzó a preparar la bandeja para poner al horno, Manigoldo intentó tomar un pan y mojarlo en la salsa pero nuevamente Albafica le golpeó la mano–. No lo hagas.

–Ok, ok, entendí, iré a arriba a continuar mi libro, no me molestes.

Addio, amore mio….–susurró Albafica dándole un beso volador, Manigoldo sonrió.

 

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                Krest se encontraba en la cocina preparando la mamila para el pequeño Zaphiri. Aeneas aun se encontraba allí jugando con su bebé sentado en la silla del comedor, había saludado a Dégel cuando llegó pero el chico le miró y simplemente subió escalera arriba, Antares pensó que se debía a su embarazo y mal humor pero no, estaba equivocado, Dégel había llorado todo el camino a casa y recién en la puerta pudo secarse y aparentar que estaba normal, pero no era así, al entrar a su alcoba se largó en llanto nuevamente abrazando los peluches que serían para su hijo varón. Sus ojos recorrieron toda la habitación donde habían cartelitos con el nombre: Lysander, que había escogido para su bebé y cuyo significado era “libertador”.
Por otro lado, Krest que continuaba abajo estaba preocupado, su hermano no bajaba por más que le llamaba y cuando le tocaba la puerta le pedía que no lo moleste, necesitaba descansar.

–No sé qué le pasa a este chico –habló Krest llegando nuevamente a la cocina, Aeneas se detiene en su juego con el bebé.

–Tal vez deberías hablar con él, yo hacía eso con mis hijos mayores cuando venían berrinchudos.

–Dégel no es mi hijo, es mi hermano –suspira y camina hacia donde está su hijo llevando la mamila con él–. Dame, es hora que coma.

–Sí –Aeneas deja al niño en brazos de su madre quien comienza a darle de lactar. Era una imagen realmente conmovedora, y el pequeño consumía toda su leche rápidamente–. Wooo, tenías mucha hambre, Zaph.

–Sí, de verdad eres todo un glotón –dijo y lo abrazó completamente en su pecho dándole palmaditas en la espalda para que eructe. Llevaba como siempre un trapo en el hombro para que no le ensucie si vomitaba algo de leche, pero como buen padre de su hijo que era, simplemente eructo y se quedó dormido–. Trata de no moverlo mucho o te echará lo que comió encima.

–Tranquilo, tuve dos hijos antes que él –tomó al bebito y lo mete en su cuna que se encontraba en la cocina–. Ahí está, duerme cariño.

–Aaaah, ser mamá es más difícil que cualquier otra cosa –comentó, pero antes de posar su trasero en la silla sonó el timbre–. Mierda.

–Si quieres voy yo.

–No, debe ser el niño este, la pareja de……..–observa a Aeneas que le mira extrañado–. Ehm, la pareja del hermano del tipo con el que está Dégel –explicó y se acercó hasta la puerta para abrir, gracias al cielo la cocina era separada por todo un cuarto de la entrada principal–. ¿Hola? Tú eres…

–Camus Diamond, mucho gusto, ¿está Dégel? –Camus se imponía como el casi adulto que era, Krest admiraba a ese tipo de personas y sonrió, para luego abrirle paso a la pareja de Milo Antares. El pelirrojo pasó hacia el living.

–Espérame aquí….–se acercó a las escaleras–. ¡DÉGEL, ALGUIEN TE BUSCA! –gritó para que lo escucharan hasta en Francia, sintió un ruido de alguien levantarse pesadamente y sonrió–. Lo lamento, ha estado muy acongojado, puedes esperarlo….–inmediatamente un llanto se hace notar–. ¡Agh! Es mi hijo, lo siento, aguarda aquí –Krest se retira involuntariamente para ir a ver a su pequeño.

 

                Mientras esperó que el francés bajara, la mirada rojiza de Camus pasó por absolutamente todo el departamento, empezando por los jarrones finísimos, las imágenes de los hermanos abrazados o en medio de una pasarela, no sabía que Dégel en algún momento fue modelo, se veía realmente bien. Se levantó y estaba dispuesto a acercarse a los marcos en las vitrinas cuando unos pasos bajaron la escalera. Camus volteó y vio la figura de Dégel descender, se veía agotado, con los ojos rojos y la nariz hinchada, su vientre abultado que tomaba con cuidado al bajar por miedo que se le escape el chico, notó el temor a desmoronarse en cada paso que daba.

–Soy Camus, pareja de Milo –habla Camus, Dégel afirma.

–Lo sé, te he visto mucho en casa de Kardia –al decir su nombre la voz se quebró, Camus pudo notarlo pero no dijo nada.

–¿Podemos hablar?

–Si vienes por órdenes de él yo…

–No, Dégel….no….–le coloca una mano en el vientre, se sentía un poco las pataditas del pequeño–. Vine por voto propio….Kardia no me mandó.

–Hmmm….–el peliverde no creía mucho eso pero aun así aceptó y caminó hasta los sillones donde la cesta de fruta estaba por la mitad, tomó una manzana y la limpió en su ropa–. Te escucho.

–Dégel, no entiendo….–comenzó, parecía más frío ahora que cuando entró–. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué te casarás con…?

–Espera… ¿cómo sabes eso? –cuestionó, frunció el ceño de manera sorpresiva.

–Kardia lo escuchó –la mirada violácea de Dégel se volvió pálida al escuchar aquello–. Fue a buscarte, hasta ese momento había respetado tu decisión que él no se acercase más a ti, pero no pudo aguantar, él quiere ser el papá de su hijo, quiere estar contigo, quiere abrazar a su pequeño –sonrió, era adorable lo que Kardia deseaba con su corazón–. Y cuando te localizó, estabas con ese tipo…

–¡Tú no sabes nada de él! –señaló, sus ojos comenzaron a humedecerse.

–Sé que ese tipo te hostiga con respecto a tu pasado ¡Tu hermano me lo contó! –en realidad estaba mintiendo, Krest no le contó, fue Kardia, pero temía que pensara que el muchacho no sabía guardar secretos.

–No…..–cerró sus ojos y las lágrimas brotaron–. Tú….yo….

–Escucha, como hijo de padres fallecidos te puedo decir que es lo que se siente no saber quién es tu papá, hasta último momento no comprendía si ese hombre que me cuidó como su hijo era mi padre, o mi madre me había negado conocer la identidad de él durante toda su vida. Ellos no se amaban, mi papá tenía un amante y mi mamá también, pero siempre se sentaban juntos y aparentaban ser una familia feliz –cruzó los brazos–. Cuando fui creciendo me di cuenta de la falacia, y no sabes el terrible dolor que produce eso ¡Si te casas con ese tipo harás de tu hijo un Camus! Un niño cuya vida no tiene sentido más que estar junto a sus hermanos, los cuales tampoco su vida tiene sentido….te casarás con alguien a quien no amas.

–¿Cómo sabes que no le amo?

–¡Porque amas a Kardia! –Se levantó del sillón–. Aunque no quieras aceptarlo, lo amas, se lo has dicho, te has enamorado de él.

–……no sé qué hacer –susurró mirando su regazo, que ahora estaba oculto tras el vientre–. No sé qué hacer con mi vida….

–Dégel, tú eres dueño de tu vida…….

–Pero Sera…

–¡Seraphina está muerta! –gruñó, Dégel abrió los ojos: ¿por qué todos eran  tan crueles? –. Seraphina seguro sería feliz, si realmente ella te quería, entonces estará gustosa que estés con quien amas.

–¡Ella amaba a Kardia!

–Pero ella no pudo estar con Kardia porque falleció ¿no? –Dégel se preguntó por qué todos sabían su historia, pero no cuestionó–. Mi papá amaba a alguien, y seguramente ese alguien ahora es feliz con una persona, no sé quien, pero con alguien más….–sonrió y le tomó la mano–. Seguramente papá estaría feliz por él…..

–¿De….de verdad? –murmuró con simpatía, Camus sonrió.

–Por supuesto….–la puerta se abrió repentinamente y tanto Dégel como Camus giraron.

 

                Un hombre de mediana edad estaba allí, tenía el cabello rubio y una que otra cana blanca que no se notaba por el tinte de su cabello, los ojos celestes brillantes, una playera al cuerpo que resaltaba lo musculado que era y unos pantalones holgados. Miró fijamente a Camus y se acercó a él, Krest venía detrás intentando parar a su novio.

–¿Tú eres hijo de Coeur Diamond? –preguntó Aeneas, Camus le miró extrañado.

–¿Quién es usted?

–Por favor, hijo, dime ¿Tú eres hijo de Coeur Diamond? –insistió, Camus miró a Dégel, luego a Krest y por último al rubio.

–Sí, soy yo….–los ojos del rubio se llenaron de lágrimas.

–Yo era su mejor amigo de la infancia…..–le tomó las manos–. Te pareces mucho a él….–Camus miró para todos lados.

–Disculpe… ¿qué? –Camus estaba realmente impresionado con ese atractivo hombre, ¿era amigo de la niñez de su padre?

–Tu papá….Coeur, significa corazón en francés…..Corazón, Kardia, el nombre que le puse a mi hijo por él….–los ojos de Dégel y Camus se abrieron al escuchar aquellas palabras ¿acaso ese hombre era el padre del que Milo y Kardia hablaban? ¿El importante empresario?

–¿Cómo conocía a mi padre?

–Aaaah, ¿no sabes? Tu padre era mi vecino, ambos éramos amigos desde el inicio de los tiempos, hacíamos toda las cosas juntos –se sentó en el sillón–. Tu cabello rojo, tus ojos rojos me recuerdan a él….–Krest frunció el ceño–. Éramos muy amigos, y lo seguimos siendo mucho tiempo más hasta su muerte, fue doloroso para mí…..mi pequeño Coeur, lo protegía demasiado, pero jamás pude contra su terrible depresión.

–¿Qué? –preguntó Camus, Aeneas arquea una ceja.

–¿Acaso no lo sabes? Tu padre se suicidó…..–la mirada de Camus cambió drásticamente.

 

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                El sonido del timbre comenzó a volverse insistente, Kardia gritó llamando a Milo para que atienda pero recordó que pasaría a buscar a Aioria y de allí volverían juntos a casa, por lo que no se encontraba allí. Con toda la pereza del mundo, bajó las escaleras de su cuarto, pasó por la cocina y el comedor hasta llegar al living, gritó varias veces “Ya va”, pero la insistencia comenzaba a desesperarlo. Gruñó, y al abrir la puerta se encontró con él, un hombre de al menos veinticinco años, cabello grisáceo y ojos del mismo tono. Paso sin ser invitado y miró la casa por todos lados buscando algo, Kardia renegó un poco y cerró la puerta, ambos se habían quedado solos.

–¿Quién diablos eres tú? –preguntó bastante consternado, aun tenía los ojos rojizos de haber llorado, pero no lo suficiente para que el otro se diera cuenta.

–Unity Blueice –se dio la vuelta para mirar a Kardia–. Soy amigo de la niñez de Dégel.

–¿Y para qué viniste aquí? –preguntó mientras se trasladaba hacia los sillones, Unity no decía nada y simplemente lo seguía–. ¿Y bien?

–Vine para pedirte que dejes en paz a Dégel –los ojos de Kardia se abrieron, giró para verlo y arqueó una ceja.

–¿Disculpa?

–Sé que tú estás detrás de él y no pararás hasta tenerlo contigo nuevamente, quiero informarte que él se casará conmigo apenas nazca tu asqueroso engendro –señaló con ira, Kardia frunció el ceño al escuchar cómo se refería a su hijo.

–Escúchame bien, “mister simpatía” –habló con un tono desagradable–. Nadie llama así a mi hijo, además, ese pequeño también es hijo de “tu amado Dégel”.

–Dégel es mi amado, no las crías que lleve dentro y no sean mías –apretó fuertemente las manos, Kardia sonrió de costado.

–Estás enojado porque no pudiste ponerla ¿no? Tal vez intentaste cuando Dégel era joven y aun así el chico no entregaba.

–¡CALLATE! ¡TÚ QUE SABES DE MI ROMANCE CON DÉGEL! –gritó enojado acercándose y tomándole del cuello de la camisa, Kardia simplemente sonreía con sorna.

–Eres tan patético Unity, venir aquí diciendo que quieres que deje a Dégel, seguramente porque sabes que él está enamorado de mí y jamás estaría contigo.

–Claro, tienes razón–sonrió y le soltó, caminó unos pasos hacia atrás–. Él nunca estaría conmigo ¿y sabes por qué?

–¿Hm? No, ¿Por qué? –preguntó sin entender.

–Por qué tu estas con vida, cariño –de su cinto sacó un arma, Kardia camina hacia atrás al verla directo a sus ojos–. Si tú desaparecieras, ¿qué pasaría? Oh, creo que a Dégel no le quedaría otra que casarse conmigo, soy lo más cercano a una familia.

–¡Tiene a Krest! Él no dejará que…

–Ja, ¿Krest? Por favor, no me hagas reír –sonrió de costado–. Esa puta se revuelca con un idiota musculoso que es gobernador, sí, ¿cómo no? ¿Pero sabes qué? Mi papi es mucho más importante que ese estúpido….

–¿Gobernador? Espera, mi padre es…

–Bingo, ¿no sabías? –Sonrió más mientras empuñaba el arma–. Tu papi se acuesta con un tipo de treinta años, que es hermanito de Dégel ¿a poco no sería genial que se supiera la noticia?

–Eres…un maldito…–gruñó.

–Tengo todo bajo control, querido. Tú: muerto….tu hermano y ese pelirrojo entrometido tal vez los mande a sembrar rosas al Hades….–sonrió de costado–. Tengo a su hermanito menor también entre mis manos, dado que mi primo Lean Daralas está con él, el idiota está tan enamorado de ese tipo que haría cualquier cosa….y Dégel, Dégel será mío….en unos años buscaré alguna droga fuerte y se la meteré por la garganta al pequeño que va a tener, de esa forma no quedará nadie con tu sangre en este mundo.

–Eres un ¡MALNACIDO! –gruñó, se iba a abalanzar delante de él pero el disparo se escuchó, Kardia cayó al suelo sangrando y Unity sonrió por eso–. Bien querido, aquí esta la primera víctima, no soy tan malo, dejaré que Camus tenga a su bebé antes de matarlo junto a tu adorado hermano…..y tal vez –golpea el cuerpo de Kardia con el pie–. Mate también a los hermanitos de Camus, aunque ¿sabes algo? Ese niño, el tal Jean es muy bonito….tal vez lo venda en el mercado negro, pagarán mucho por él, ya Lean está haciendo dinero con ese chico jajajajaajajaja –y sin decir más sale de la casa.

 

                No pasó mucho tiempo antes que Milo llegara con Aioria, ambos reía sobre un chiste que le contaba. Bajaron del auto entre risas y golpes, Milo amaba llamarlo gato a ese sujeto que era su amigo desde que tenían cinco años, el apodo se lo había ganado dado que cuando fue a su casa a comer y dormido, el muchacho tenía una cantidad extraordinaria de mascotas, sobre todo gatitos pequeños a los cuales cuidaba con amor.

–Eres un lanudo, gatito….–rió, pero su risa se detuvo cuando vio la puerta abierta–. ¿Qué pasó?

–Milo, cuidado –susurró Aioria mientras caminaba con él.

 

                Los dos muchachos se acercaron sigilosamente por los pasillos hasta entrar al living. Milo observó por todos lados y pudo ver una mancha de sangre que poco a poco estaba corriendo por el suelo hacia ellos como un río que fluye. Su corazón se paró en seco y puso una mano para que Aioria no avance. Tragó de su saliva y caminó lentamente hacia detrás del sillón, su mirada se horrorizo cuando encontró a su hermano pálido como un fantasma, completamente inmóvil boca abajo y un charco de sangre.

–¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! –gritó desgarrando su voz y cayendo de rodillas frente a Kardia, Aioria corriendo llegó hacia él para ver esa horrible imagen y abrazar a su amigo que estaba completamente desencajado.

–Calma amigo, calma….–intentó Aioria mantener al muchacho en su eje, pero las lágrimas brotaban–. Déjame revisarlo –se acercó un poco, el castaño era el único que estaba más o menos consciente–. Aun tiene pulso ¡Milo aun tiene pulso!

–Mi….Kar….Kardia….–sollozó mientras se acercaba a su hermano.

–¡No, no lo toques, tenemos que dejarlo ahí para que la policía haga pericias! –Con las manos temblorosas marcó el número–. 911, necesito una ambulancia y a la policía, si….la calle es –mientras Aioria le daba los datos, Milo se acercaba un poco para ver la cara de su hermano, estaba llorando, por lo que no comprendía que pasó–. Gracias, gracias, estaremos esperando, haremos eso.

–¿Qué…qué te dijeron?

–Que hagamos presión en la herida para que la sangre no salga, ¿tiene orificio de salida? –busca en la espalda una herida pero no la encuentra–. La bala sigue dentro.

–¿Qué….qué hacemos? –aun con lágrimas en sus ojos y moqueando, Milo intentaba mantener la calma.

–Yo lo haré, tú ve afuera a esperarlo, llamaré a Shaka, él sabe más de medicina, está más avanzado en la carrera…

–¿No lo odiabas? –preguntó–. Dijiste hace un momento que era la muñeca barbie rubia de la facultad.

–En momentos así, no importa eso….

 

                Gracias al cielo, Shaka llegó aprisa y pudo mantener a Aioria y Milo tranquilos mientras asistía a Kardia. De no ser por él, seguramente hubiera muerto desangrado. La policía y ambulancia llegó momento después, justo cuando Camus regresó. Milo se abrazó a él, estaba con sangre en su ropa por estar todo el tiempo con su hermano, Camus intentó consolar al muchacho pero era imposible, ambos lloraron, Camus porque Kardia había ocupado una parte importante en su corazón y le hacía recordar a su hermano perdido, mientras que Milo, se le desgarraba el corazón, tendría que llamar a su padre y decirle lo que pasó, esperaba que Kardia saliera de ésta.

 

Continuará.

Notas finales:

¡Unity es un flor de hijo de p! Lo sé, veremos qué pasa más adelante con él, Dégel y con Kardia. No hice muy dramática la escena del balazo, me sentí muy tonta al leerlo.

Quiero antes que nada decirle algo a quienes leen esto, Jean puede ser muy victima pero ojo, no le quiten el ojo de encima que lo van a amar al final del fic jajajaja.
Espero que les guste este capitulo, a mi se me piantó el lagrimón.


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