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Letters por Jesica Black

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Capitulo 16
Kardia

 

                Agobiado por los mensajes que acababa de recibir, salió del hospital en busca de su hermano, de Camus o de quien fuera, él había convivido durante unos meses con Jean Wyvern y le había tomado cariño, no comprendía el por qué Unity quería continuar removiendo el cuchillo en viejas heridas y había regresado solamente para lastimarlos más, después de tantos tiempo. Tomó un taxi que lo llevó directamente a su vivienda mientras intentaba localizar a quien sea en el teléfono, pero todos los números le daban fuera de servicio.
Suspiró y recordó que aun tenía agendado a Krest, probablemente no pudiera comunicarse con Dégel, pero si su hermano mayor se enteraba de esto, poco a poco el muchacho se daría cuenta y regresaría.
Tardó un poco en atender hasta que se escuchó la voz del otro lado, desde que Aeneas Antares había blanqueado su relación con Krest, Kardia y Milo tenían una buena relación con él y sobre todo con el pequeño Zaphiri de un año y medio.

–¿Sí? –preguntó atendiendo, seguramente el identificador de teléfono del móvil le advirtió que era él.

–Krest, gracias al cielo alguien me contesta –suspiró, se le notaba agobiado.

–¿Qué sucede? –esta vez la voz de Krest se notaba preocupada.

–Me acaba de mandar algunos mensajes Unity, estoy intentando localizar a alguien pero no encuentro a Milo ni a Camus desde el celular.

–¿Unity? –preguntó sin comprenderlo–. ¿Regresó?

–Sí y creo que secuestró al hermano menor de Camus –se tira el cabello hacia atrás, comenzaba a sudar–. No creo que planee nada bueno, y dudo que lo haga para conocer gente.

–Dios, ese niño apenas hace dos meses lo encontraron en medio de la nada –suspiró e intentó  pensar–. Tal vez pueda conseguir su dirección.

–¡Perfecto, avísame!

–No Kardia, recuerda que tienes problemas en el corazón, déjanos a nosotros encargarnos ¿sí? –habló con serenidad.

–Aun así, ese tipo está tras de Dégel y….

–Por eso, déjamelo a mí, nosotros sabremos qué hacer, tú debes descansar.

–¡No puedo descansar! Camus se pondrá muy mal y está embarazado….–hace una pausa–. Por favor, ayúdame Krest.

–Haré todo lo que pueda, hace meses intento comunicarme con Dégel y no lo he conseguido –esa frase hizo a Kardia preocuparse más y bajara la mirada.

–Intenta comunicarte con él ¿quieres? Ya llegué a mi casa, nos vemos –cuelga el teléfono y le entrega el dinero al taxista quien lo recibe, baja del auto y va corriendo hacia dentro.

 

                Encontró la puerta de la casa abierta y al pequeño bebé de Jean llorando en su cuna, le tomó y por más que buscó por todas partes no había rastros de Jean. Su pecho comenzó a doler y se sentó, empezó a juguetear con el niño mientras aguardaba que su hermano llegase, cosa que ocurrió en pocos minutos. Milo venía con Logan en brazos mientras Camus arrastraba el carrito donde se encontraba dormitando el pequeño Eloy.

–¿Kardia? –Preguntó Milo al verlo y luego miró la casa ordenada y una tetera en la mesa, a Kardia no le gustaba el té–. ¿Qué…?

–¿Dónde está Jean? –fue lo primero que dijo Camus al ingresar y no ver a su hermano corriendo hacia él.

–Se lo llevo Unity.

–¿Qué? –Camus se acercó a ellos con cara de absoluta estupefacción–. ¿Cómo que se lo llevó Unity?

–Miren –Kardia, aun sentado, le entregó el celular a su hermano y cuñado, ambos observan la fotografía de Jean que Unity le mandó a Kardia.

–¿Por qué?

–No lo sé, Milo.

–¿Llamaste a la policía? –cuestionó Camus, completamente histérico.

–¡Unity es dueño de la policía! Tendremos que buscarlo nosotros mismos y a pie, me comuniqué con Krest, tal vez el sepa algo más sobre Unity.

–¿Y qué haremos mientras? ¿Quedarnos aquí y pensar que todo está bien? Jean es mi hermanito, acaba de recuperarse de las drogas y la prostitución a la que fue inmerso, luego de meses de psicología, ¿y quieres que me quede aquí sin hacer nada?

–Camus, tú eres el que más riesgo tienes, estas embarazado y si sigues así perderás a tu bebé –le explica Kardia–. Yo estoy con problemas en el corazón, no puedo hacer mucho más que eso, lo lamento….

–¿Y qué haremos entonces? –Cuestiona Milo–. Yo puedo hacer algo.

–Tenemos que cuidar a los niños y esperar a que Krest nos de información de Unity, tal vez una dirección o algo donde podamos localizarlo, mientras tanto, soólo queda esperar…

–¿Y si Jean está…? –Camus enrojeció de furia, Milo le abraza.

–Tranquilo, no creo que haga eso….

–¡LE DISPARÓ A KARDIA! ¡ESE TIPO PUEDE HACER CUALQUIER COSA CON MI HERMANO! –gritó agobiado, se veía en sus ojos la angustia que sentía.

–Tranquilo, no hay que perder la calma.

 

 

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                Mientras tanto en la carretera, al auto de Lauréense se le había pinchado una goma e intentaba cambiarla. Dégel salió del vehículo, pues su hijo estaba más que incomodo dentro y comenzó a correr por todo el descampado, siendo observado de cerca por el peliverde. La anciana mujer solamente abrió la puerta para recibir la briza veraniega y respirar profundamente.
Pasado un rato, ya Lauréense se metía al auto junto a Dégel y el pequeño para volver a iniciar el camino, pero empezaba a picar el hambre y el sueño era bien recibido, por lo que no aguardaron en buscar algún motel donde pudieran quedarse, y encontraron uno a un costado de la ruta. Comieron algo caliente y rentaron un cuarto para tres, Dégel dormiría con Lysander en una cama, la anciana en otra y el más joven de todos en el sofá.

 

–Me gustaría saber algo más de tus compañeros, Dégel –habló Lau mientras comenzaba a hacer su cama en el sofá–. Solamente nos contaste de Kardia y el por qué huiste.

–Es verdad, dijiste que han secuestrado a un chico pero nunca dijiste a quien irás a buscar –habló la anciana mujer.

–Hmmm, es bastante larga la historia…..–suena su celular–. Ah, me llegó otro mensaje –empieza a buscar entre sus cosas.

–Mami….–el pequeño Lysander se frega los ojitos mientras le muestra a su mamá el aparato celular, este suspira y le toma.

–Gracias cariño, tú tienes mucho sueño, así que ve a dormir –le acaricia los cabellos y el pequeño se sube a la cama ayudado por Lauréense.

–¿Quién es? –cuestionó Mary Ann.

–Unity, me ha enviado fotos de alguien muy parecido a mi –Lauréense se acerca y al ver la imagen de un chico dormido con cabello verdoso y largo silbó.

–Wooo, que belleza –Dégel le observó frunciendo el ceño–. Lo siento.

–Este chico no es Camus, pero se parece a él –busca el texto que había debajo de la imagen–. Probablemente no sepas quien es, dado que desapareció poco después que tu comenzaras a conocer a su hermano mayor, éste es Jean Wyvern, hermano pequeño de Camus, pero no te preocupes, también iré tras su hermano….

–Es un sádico –habló la anciana con horror.

–Es Unity, no sabía que tenía tanta maldad para hacer eso, y encima vestir a un chico y teñirle el cabello para que se parezca a mí….

–¿Le conoces? –Lauréense señalo la imagen, Dégel negó.

–No, nunca pude conocerlo en persona, pero según dice aquí es hermano menor de Camus –se pone una mano en la cabeza–. Camus ha estado mucho tiempo buscando a su hermano menor.

–Parece que Unity lo encontró….–suspiró–. Pero cuéntanos, ¿por qué Unity hace todo esto? Secuestrar a un chico y vestirlo para que se parezca a ti.

–¡Porque está loco! –Gruñó y se acercó a la cama para acobijar a su pequeño hijo–. Es un ser despreciable, no lo comprendo.

–¿Todo esto por la muerte de su hermana? –preguntó la mujer mayor, Dégel negó.

–Creo que su obsesión estaba antes de la muerte de ella, eso sólo fue una excusa para que su locura no se vea como algo “propio” sino que le vino de fuera –suspiró y se acomodó–. Lo mejor será descansar por hoy, mañana nos espera un largo viaje, espero que Unity no le ponga las manos encima a ese muchacho.

–Pobre chico –susurró Lau mientras se acostaba en el sillón–. Buenas noches Abuela.

–Buenas noches, hijo, buenas noches pequeño Dégel….–habló la mujer y los tres se quedaron dormidos.

 

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                No podía hacer más que llorar en esa oscura habitación, recordaba lo que le decía Lean una y otra vez: “En un mundo de monstruos, el objetivo es volverte fuerte” y había logrado bastante en los pocos meses que estuvo junto a su hermano. Se sentía débil, con el cabello ahora verde y esa ropa que le daba mal gusto, a veces demasiado erótica para su edad. Unity quería convertirlo en Dégel y sabía lo que vendría luego de eso, abusos, gritos, golpes. ¡No! Él tenía que ser fuerte, tenía que enfrentarse a Unity, le esperaban dos hijos en su casa, dos criaturas que solamente lo tenían a él. Se levantó y caminó hacia un espejo, no comprendía esa obsesión por algunos hombres con vestir a otros chicos más jóvenes de mujer, Camus le había contado eso de Milo hacía un tiempo atrás, mucho antes de ser secuestrado por Radamanthys, y aunque en ese momento no comprendía el morbo que le ocasionaba a un sujeto vestir a otro con ropas femeninas, lo había descubierto hacía poco. No aceptaban su homosexualidad y por eso, decoraban a jovencitos como si fueran mujeres. En su caso, le pasó con Lean en algún momento o con otros de los tipos que se acostaron con él, le daba asco, pero ahora su asco se había vuelto más a flor de piel con lo que Unity le hacía. Apenas había besado sus labios y le tiñó el cabello para que se pareciera al peliverde, pero vestirlo de aquella manera tan grotesca le desagradaba notoriamente.

–Tengo que ser fuerte, por mis hijos –se miró una vez más y se acercó al espejo–. ¿Qué debo hacer para huir de aquí? No quiero nuevamente sufrir lo mismo ¡mierda, mierda! ¿Por qué esto me pasa solamente a mí? –lanzó un alarido y golpeó con su mano el espejo, partiéndolo en dos y a la vez haciéndose una gran herida en la mano.

–¿Qué pasó? –Unity entró corriendo al cuarto para ver a Jean agachado con la mano sangrante y el espejo roto–. ¿Por qué lo hiciste? –se acercó.

–¡Déjame y vete! –gritó nuevamente, y se alejó, intentando controlar la hemorragia de su mano.

–Eres un bobo, pequeño bastardo –le toma del cabello, aferrándolo–. Si no curan tus heridas morirás desangrado.

–No me interesa, ¡me duele! –intentó tirar de su cabeza para que deje de aferrarse a sus cabellos, pero Unity lo soltó.

–Llamaré a Marin para que cure tu herida, quédate aquí –Unity salió del cuarto y a los pocos minutos una joven pelirroja ingresó.

 

                No tardó mucho en curarle la herida con ungüento y vendarla, recogió los cristales para que no se lastimara los pies y salió de allí sin decir absolutamente nada. Jean se abrazó a sus piernas y lloró de la bronca que tenía en su pecho. Poco a poco se fue quedando dormido en el suelo.
Su sueño fue interrumpido cuando sintió unos brazos rodeándole, pero por sobre todo, unas manos levantando su babydoll con mucha facilidad y sin restricciones. Abrió los ojos suavemente, sintiendo un dolor de cabeza por la luz y pudo ver al muchacho de cabello gris justo encima de él, tocándole. Con sus manos le intentó separar pero le dolía aun la herida que se había hecho al golpear el vidrio.

–Shhh….no te haré daño, Dégel….–murmuró, Jean se acordó entonces que su fachada era igual a la de Dégel, lo que hacía al loco de Unity confundirse.

–¡No soy Dégel! –gritó, pero eso no impidió que el mayor le bajara la ropa interior, por lo que tiró una patada, la cual fue tomada con mucha facilidad, que hizo que le termine de quitar la ropa interior.

–Ya cállate Dégel –le dio una bofetada, Jean intentó nuevamente golpearlo con su pierna y lo logró, pero eso enfureció más a Unity–. Eres UNA PERRA, ¿quieres huir con él? ¿Con el bastardo de Kardia?

–¡NO SOY DÉGEL, SUÉLTAME! –gritó intentando forcejear pero no podía, Unity era al menos 20 kilos más pesado que él y 30 centímetros más alto.

–¡Eres un maldito bastardo, embarazarte de él y refregármelo en la cara! ¿Dónde quedó la memoria de mi dulce hermana? ¡¿Dónde?!

–¡Su-suéltame! –gruñó, pero no hubo escapatoria, Unity le empezó a dar de bofetadas y Jean se las devolvía como podía.

                No, no se iba a dejar por más que le costara la vida, no iba a permitir que ese bastarlo le ultrajara, sobre todo cuando le había disparado a Kardia, el hombre que le había dado un hogar junto a su hermano y Milo, el pobre que solamente quería una familia con Dégel y le fue arrebatado todo lo que amaba, no dejaría que ese tipo se saliera con la suya.
No lloraba, no quería parecer débil, simplemente golpeaba y era golpeado, arañaba y era abofeteado. Apretaba sus piernas para que no pudiera ponerse entre ellas y fue un acto agotador para ambos que terminaría en la nada. Unity entonces le empuja y se retira de la cama, Jean piensa que por primera vez en su vida ha ganado, pero no, el peligris arrojó todo lo que tenía en el armario al suelo hasta sacar un arma.

–¡No tengo miedo a morir, he estado cerca de allí! –dijo el ex castaño al muchacho, pero este sonrió.

–Tú si….pero ¿tu hijo? –los ojos del joven se desencajaron.

–No….no te atreverías….–tragó un poco de su saliva mientras lo veía acercársele.

–No temas, si aceptas entonces no haré absolutamente nada….–se posiciona encima de la cama–. Pero sino…..–aprieta el pestillo de arriba para cambiar la bala y luego apunta a Jean, quien se mantiene con los ojos bien abiertos–. Adiós….

 

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                El año para ellos había pasado por demás satisfactorio. Minos intentaba reconstruir la historia que habían compartido juntos, pero debió suponer que era algo tan indignante que no era posible concebir el recuerdo. Mientras su mente se negaba a hablar, los coqueteos se fueron intensificando entre ellos, el joven Verseau pasaba mucho tiempo junto a aquel hombre de cabellera oscura, y por mientras, este seducía con la mirada al de cabellos blanquecinos.
No tardaron mucho en acabar en la cama, entre besos y caricias se desnudaron el alma, las manos morenas recorrieron todo el pálido cuerpo escuchándolo gemir y recordando algunos fragmentos de su vida sexual adolescente, pero ahora ya no eran niños, tenían treinta y ocho años y el fuego de la pasión había pasado por muchas etapas, tal así que Minos creyó que jamás de los jamases volvería a experimentar aquel placer culposo.
Un año después justamente, casi dos años desde que se conocieron de casualidad, estaban teniendo sexo en la habitación de Aiacos. Las penetraciones eran cada vez más y más fuerte, se sentía en el elixir de su vida, tocando el cielo con las manos mientras le besaba el cuello y lo mordía, marcándolo como suyo. Cerró los ojos y una extraña sensación en su bajo vientre le hizo parar, tomó a Aiacos por los hombros y lo separó de él completamente, se levantó y corrió hacia el baño dentro de la recamara, dejando al pastor completamente duro, agitado y con la erección palpitante.

–¿Qué sucede? –preguntó levantándose–. ¿Recordaste algo? –Pero no le respondió, un suspiro lo alertó y se levantó de la cama para caminar hacia la puerta del baño–. ¿Qué ocurre?

–Cof, cof…..de nuevo vómitos –murmuró bajito, Aiacos abrió la puerta para ver como el muchacho tenía la cabeza dentro del retrete.

–Hmm, debes ver ese tipo de cosas, no es normal que vomites cada vez que intentamos tener sexo, las últimas veces ni siquiera pude acabar –cruza los brazos, Minos niega con la cabeza y volvió a vomitar–. Agh, lo mejor es llevarte a un hospital.

–Cof, cof….no, ya me siento mejor –se para tocando el botón del retrete, de esta forma evacúa todo lo que dejó allí y camina lentamente, aunque tambaleándose, hacia el lavamanos.

–No es bueno estar de ese modo, sobre todo cuando nos interrumpe el sexo.

–¡Ya te escuche! –Gritó y le miró con el entrecejo fruncido, Aiacos se asusta ante esta muestra de fastidio–. Ay, lo siento cariño, no sé qué  me pasa.

–Hm…. ¿no quieres ir a un hospital? –preguntó nuevamente acariciándole la espalda.

 

                Minos asiente con la cabeza y ambos se disponen a vestirse.  Antes de salir, Aiacos se masturba hasta eyacular en el baño para luego limpiarse y subirse el pantalón, Minos había terminado antes de tener esos vómitos y no necesitaba masturbarse. Le ayudó a caminar hasta adelante donde estaba Sebastián esperándolos, los mira a ambos con enojo, Aiacos intenta de alguna manera acercarse al muchacho pero este los rechaza y se retira.

–¿Qué le sucede a ese chico? Desde que me ve aquí está constantemente de malhumor –habló Minos a su ‘amante’ mientras caminan hacia afuera, Aspros, quien logra escuchar la conversación, se mete.

–Es piel –murmuró, ambos voltean a ver al gemelo mayor–. Sebastián se siente realmente enojado cada vez que los ve a ambos juntos, y ni siquiera él entiende el por qué.

–Cosas de niños –bufó molesto el peliblanco, Aspros niega.

–Sebas ha tenido una vida terrible desde que nació, estuvo en una casa de acogida dado que fue abandonado por su madre, en ese lugar le golpeaban y quemaban sus bracitos con cigarro, luego vino aquí y fue adoptado por un matrimonio, pero éstos tuvieron un accidente que dejó a Sebas en coma durante varios meses, luego volvió aquí y un ex sacerdote los torturaba, intentó violar a algunos chiquillos también y como Sebas los defendía sufría un castigo peor, dado a eso la anciana decidió que sería mejor si ese tipo no estuviera aquí y desde entonces mi hermano y yo nos hacemos responsables –explicó Aspros.

–¿Qué clase de gente abandona a un niño en….aagh? –Minos se toma la panza–. Nuevamente me da estos retorcijones.

–Tranquilo, vamos al hospital. Cuida a los chicos ¿quieres Aspros?

–Claro, suerte con eso –saluda el hombre a su compañero.

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Se levantó como pudo y arrojó una almohada hacia un costado con odio, la pateo una vez que la vio el suelo y golpeó la pared, gritando y arañándola. Estaba terriblemente angustiado y más porque le habían amenazado de la forma más vil, sabía que ese hombre no se detendría y así como pudo engañarlo a él tranquilamente podría engañar a cualquiera. Negó con la cabeza al observar su reflejo en el espejo y miró el mueble que se encontraba a un costado, cuyo contenido se encontraba ahora en el suelo. Se acercó, con las piernas temblorosas y abrió ambas puertas para ver algunas cosas que se encontraban allí, estiró más la mano, el arma con la cual le habían amenazado seguro no estaría, puesto que luego que le obligó a practicar sexo con él, se había retirado con la misma en sus manos, pero por alguna extraña razón se sentía inseguro.
Puso sus pies de punta y estiró más el brazo hacia el fondo, debido a que su cuerpo era delgado no le pesaba mucho.

–Agh, no puedo –susurró para sí mismo, buscó con sus ojos y encontró una pequeña silla, la tomó y arrastró hasta el mueble para subirse en ella y estirar el brazo, llegó a tocar la pared y esta se escuchaba hueca–. ¿Qué?

 

                Volvió a ponerse de puntitas y sin quererlo saltó para aferrarse al armario y treparse en él, con sus manos comenzó a correr lo que sería el fondo y vio una caja de manera bastante larga. La tomó y arrastró como pudo para luego agarrarla y bajar de la silla, al abrirla observó un arma con varias balas. La tomó y la cargó para luego esconderla rápidamente debajo de la cama. Lean le había enseñado a manipular armas de todo tipo durante el año que estuvieron juntos y eso era porque muchos drogadictos intentaban propasarse con él. La guardó cargada y con el seguro puesto debajo del colchón, dado que pasaba todo el día en el cuarto nadie iba a tocarla allí abajo y era más que claro que seguramente ni Unity recordara que la tenía.
Volvió a subir al armario para dejar la caja sola con dos o tres balas y cerró todo. Tenía que aparentar que no tenía el arma, lo más seguro es que la próxima noche Unity intentara atacarlo nuevamente, bajo amenazas y ese sería su momento.

–No volverás a tocarme, nadie volverá a hacerlo –se pone ambas manos en la cara–. No quiero más esto….

 

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                Kardia se había quedado solo en la casa junto a sus tres “sobrinos”, había pasado ya una semana y no habían demasiadas noticias de Jean. Logan se encontraba dormido encima de su peluche gigante, Eloy al contrario estaba mirando dibujitos pero dormitaba de vez en cuando en el sillón y cabeceaba. Por otro lado, Gael, el más pequeño de los tres, dormía en su cuna desde hacía un buen rato. Por otro lado tanto Camus como Milo se habían retirado para ver a Krest y acordar que es lo que harían, parece que ellos tenían más noticias de Unity que cualquier otro y no querían preocupar a Kardia.
Intentó cerrar los ojos unos momentos hasta que el pequeño Eloy le tomó de la nariz y apretó fuerte, eso hizo al peliazul despertarse.

–¿Tu edes mi papi? –preguntó el pequeño, Kardia sonrió y le tomó en brazos para sentarlo en su regazo.

–No, cariño, no soy tu papá.

–Hmm….–mira angustiado su regazo–. ¿Y mami?

–Mami no está ahora –le acarició los hermosos cabellos oscuros–. Duerme, Eloy.

–Mami nuca no deja –intentó decir en su idioma infantil, Kardia le abrazó gentilmente, por alguna extraña razón se imaginaba a su pequeño hijo en la cara de ambos niños, y cada vez que veía a Logan correr o Eloy mirar dibujitos comiendo galletitas, pensaba en que estaría haciendo Lysander.

–Mami tuvo que irse a un lugar, pero Camus lo traerá nuevamente….ahora duerme –le acunó gentilmente y el pequeño se durmió en sus brazos.

 

                Cerró sus ojos e intentó imaginar a Lysander, era extraño pero cada día lo sentía más cerca, como si pudiera percibir la presencia del pequeño en cada instante. Si hubiera sido por él, tomaba el auto e iría a buscarlo puerta por puerta, no por nada su amor hacia Dégel había aumentado tanto que su insuficiencia cardiaca la asemejaba a un corazón roto. En sus sueños, Dégel le hablaba y lloraba, mientras pasaba a sus brazos una figura pequeña y de cabellos verdosos y ojos celestes como los de él, sonrió un poco entre sueños y se movió, intentando tomar en brazos a su hijo, pero siempre se desvanecía todo antes de tomarlo y despertó abruptamente al escuchar el teléfono celular. Buscó entre sus cosas, llevando a Eloy que yacía dormido en sus brazos y tomó el teléfono móvil que se encontraba allí.

–¿Llamada perdida? Número desconocido. ¿Qué debería hacer? ¿Hm? –Nota por un momento que tiene un mensaje de voz–. ¿Mensaje de voz?

 

                Tardó unos minutos en recordar la contraseña del mensaje de voz, y una vez logró recordarla se puso el auricular en la oreja para no despertar al niño y caminó a la cocina en busca de la botella de leche para darle de comer al más pequeño, antes que pudiera abrir la nevera la voz de alguien le dejó helado.

Kardia, soy yo, Dégel –la voz se notaba agitada, y se escuchaba unos ruidos, seguramente estaría tratando de detener a alguien o algo que se movía muy rápido–. No sé si te llegó el mensaje de Unity, pero creo que él tiene a alguien secuestrado, me ha pedido que regresara, lamento tanto haberme ido, cometí un grave error –se escuchó unas bocinas y un joven que gritaba–. Lo siento, debo colgar, pero….por favor, si escuchas este mensaje apelo a tu buena fe, por favor perdóname…–cuelga.

–¿Eh? –Kardia apartó el teléfono e intentó por todos los medios localizar donde se encontraba el número, pero este estaba bloqueado–. ¡Mierda! –gruñó–. Soy un idiota, la primera y única vez que me llama Dégel y yo estoy durmiendo –camina hasta el living donde ve a los otros dos niños dormir–. Aaaah….ojala pueda volver a llamarme.

 

                Se desperezó sobre el sofá e intentó dormir nuevamente con el pequeño en sus brazos, al no tener el número de Dégel, no podía devolverle la llamada, siquiera mandarle un mensaje, así que sólo tenía que esperar que este intentara comunicarse nuevamente con él.

–Ya llegamos –habló Milo, Logan al escuchar a su padre se levantó corriendo a abrazarlo–. ¿Cómo estás, campeón?

–¿Ah? ¿Llegaron? –Kardia se levantó perezoso, el niño en sus brazos se encontraba dormitando.

–¿Durmiendo una siesta? –preguntó Milo, Camus venía atrás notoriamente angustiado.

–¿Qué sucedió?

–Hablamos con Krest –susurró Milo a Kardia, y pasa sus brazos por encima de Camus–. Dice que lo más probable es que Unity intente contactarnos, el terror psicológico es lo suyo.

–Mierda….–tapa su rostro.

–También dijo de Unity convirtió a Jean en un nuevo Dégel, por eso lo más seguro es que no lo mate por ahora, hasta que Dégel esté aquí.

–¡Dégel me mandó un mensaje que vendría rápidamente! –menciona Kardia, Camus afirma.

–Sí, lo sabemos.

–Pero no tienes que angustiarte, encontraremos a Jean, ahora sabemos con quien está y probablemente cuando llegue Dégel sabremos donde.

–¿Saben dónde está Dégel? –preguntó Kardia, Camus asiente con la cabeza y dice en susurro:

–Francia.

 

 

Continuará.

Notas finales:

Bueno como pueden ver Unity no pierde el tiempo. Espero que les siga gustando el fic ¡Dejenme comentarios! Esta vez puse algo de Minos y Aiacos.


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