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Letters por Jesica Black

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Capitulo 18
Unity.

 

               

                Los días que pasaron, después que Jean fuera encarcelado, para Camus fueron los peores de su vida. Cuidando de su embarazo, de los hijos de su hermano y aun con eso intentando terminar las últimas materias que le quedaban del secundario, para él, esto era un castigo o algo peor. Dégel, quien había planteado irse a vivir con Kardia para que su hijo y el padre tuvieran una relación más afectuosa, le acompañaba cada vez que el llanto le ganaba.
Kardia, por otro lado, había comenzado a escribir nuevamente, su inspiración había vuelto luego de enfrentarse al filo de la muerte, Manigoldo lo ayudaba constantemente en ello aunque éste tenía sus propios problemas en su casa.
Milo había comenzado a trabajar con su padre, no le gustaba pero dado al embarazo de Camus, tendría a dos niños que alimentar y ya no estaba para su fascinación de vivir de la música como un adolescente.

 

El tiempo pasó, y no con ellos los meses en los que todos se encontraban trabajando junto al abogado de Jean Wyvern, que debido a los pocos recursos que tenía el muchacho debió optar por uno del estado. Camus fue ese día a la reunión, ver a su hermano con el uniforme naranja de presidiario le rasgo el corazón. Ambos se sentaron en la silla frente a la mesa del joven agobiado, quien al ver a los hermanos se sorprendió de lo bellos que eran. Camus debía tener al menos cinco meses de embarazo para ese entonces y los estudios le afirmaron que sería un varón. El abogado revisó el expediente y luego miró al más joven.

–Mi nombre es Nathanael Rossbille, soy abogado oficial –le extiende la mano, Jean primero mira a Camus y luego la estrecha. El joven abogado tenía cabello rubio ceniza, ojos verdes y una mirada gentil –. ¿Tú debes ser Jean Wyvern?

–Sí.

–Yo soy Camus Diamond, soy el hermano mayor –también lo saludó respetuosamente.

–Mucho gusto, bien aquí dice –señala el expediente–. Homicidio en primer grado, eso significa que premeditaste el asesinato del joven Unity Blueice….

–Sí –susurró cabizbajo el muchacho, Nathanael suspiró.

–La idea es trata de reducirte la pena o que te declaren incompetente, pero dado a tu rendimiento académico, no podemos considerarte loco –hace con sus dedos un golpeteo en la mesa.

–Usted no entiende, yo he sido víctima de violación desde hace dos años….–intentó excusarse–. Ese tipo fue el que arruinó mi vida sin siquiera conocerme ¡él estaba loco!

–Yo le creo señor Jean –saca del expediente un informe–. Este es un informe médico, necesitaríamos renovarlo, por lo cual pedí a un médico clínico que le revise en su consultorio, le hará todos los análisis pertinentes: de sangre, de orina, test de embarazo, de enfermedades de trasmisión sexual, entre otros.

–¿Qué dice ese informe? –preguntó Camus mirándolo desde arriba.

–Este examen fue el que le hicieron a Jean Wyvern cuando lo recuperaron de esa cocina de drogas ¿se acuerda? El psicólogo le ordenó que hiciera un chequeo general y –comienza a releer–. Embarazo de cinco a seis meses, dos cicatrices de cesáreas, dos abortos, al menos veinte violaciones y desgarramiento….–Jean se cubre el rostro de la vergüenza, Camus con un gesto pide que no continúe y el hombre no lo hace–. Encontraron droga, sobre todo cocaína y heroína en bajas dosis.

–Pero él ya no consume, ¿recuerda su último análisis? –intentó alivianar, Nathanael asintió.

–Sí, lo tengo acá, estaba limpio unos días antes que el señor Unity lo raptara –suspiró–. Aun así, esto no me dice absolutamente nada…..

–¡Fue abusado durante meses por diferentes personas….!

–Pero eso no me dice inocente para con esto, joven Diamond, usted debe entender que yo debo reducir la sentencia de su hermano que asesino con alevosía a un hombre…

–¡Un hombre que me estaba por matar! –gritó Camus indignado, Jean le toma de la mano para que se calmara.

–Tranquilo….–el menor intentó aliviar la angustia de su hermano mayor, quien se sentó a su lado.

–¿No hay nada que podamos hacer?

–Me temo que no, la querella querrá que Jean pase el resto de su vida en la cárcel….–cerró el expediente–. Haré todo lo posible para que las cosas vayan viento en popa, pero, debes decirme todo lo que pasó en esas semanas que estuviste cautivo.

–Bueno…él me tiñó el cabello –se tomó un mechón que aun estaba decolorado  por el verde.

–Eso no es delito, sigue.

–¡Me secuestró! ¿No le parece suficiente? Se aprovechó de mí, me hizo vestirme como a su puta.

–Hmmm…–mira a Jean con tristeza y niega–. ¿Algo más?

–¡Me violó! –exclamó–. Me violó mientras me amenazaba por un arma en la cabeza.

–Eso lo tomaré, aunque el otro abogado dicen que es difícil –se levanta–. Se llama Andre Lissett…

–¿Andre? –preguntó extrañado–. Me suena ese nombre –pensante.

–Bien, debo irme, un gusto conocerte Jean, espero que las cosas pasen y que tu libertad sea inminente.

–Gracias señor Nathanael….–Jean no le toma la mano sino que lo abraza, el hombre sonríe y le acaricia la espalda, lo suelta y sale de allí dejando a los hermanos solos.

–Gracias por venir –habló Milo en la puerta, acompañado de Dégel.

–¿Cree que las cosas se complicarán para Jean? –cuestionó el peliverde, Nathanael suspiró y miró hacia atrás para luego dirigir sus ojos al muchacho.

–Escuchen, es difícil, hay testigos que dicen que Jean empuñó el arma y le mató, no sé qué es lo que el doctor Lissett tendrá preparado para nosotros, lo único de lo que estoy seguro, es que no es fácil este caso, no será fácil sacar a Jean de la cárcel con todo lo que tenemos en contra –negó con la cabeza.

–Él no es un mal chico, sufrió demasiado –defendió Milo.

–Lo sé, pero el sufrimiento personal no amerita que le quites la vida a un sujeto por más ruin que sea, lo único que nos queda es apelar al desorden emocional que padece Jean por ser víctimas de constantes violaciones, necesito un informe médico lo antes posible de él, eso me podría poner en visión lo que ocurrió….mientras tanto, aun estamos a la deriva.

–Gracias igual por tomar el caso –agradeció el peliverde.

–No, de nada….cuiden a ese chico…..–miras hacia atrás donde Camus abraza a Jean nuevamente–.Es un muchacho tan joven ¿cuántos años tiene?

–Dieciseis casi diecisiete y cuatro hijos.

–Que terrible es el mundo para algunos –murmuró el joven abogado y se fue.

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::

                Manigoldo decidió hablar con su mujer, era difícil y lo sabía, pero tenía la idea que si no lo hacía las cosas empeorarían entre ellos. Albafica siempre lo motivaba, pero no tenía las agallas para destrozar el corazón de una mujer que fue tan bondadosa con él.

Como todos los días dejó lo que estaba haciendo, miró a Alba y su hija Giannina y se acercó a la mujer que comenzaba a tejer ropa para mujer.

–Luana –murmuró Manigoldo, la mujer giró su cabeza y sonrió.

–¿Pasa algo, cariño?

–Necesito hablar contigo –Albafica, quien notó la seriedad del rostro de su ‘amante’ toma a la pequeña y se dispone a irse–. No Alba, quédate por favor.

–¿Seguro?

–Se-seguro –susurra en un hilo de voz, la mujer se acomoda en el asiento y lo mira.

–¿Qué sucede? –Cuestionó, Manigoldo se sentó a su lado y la tomó de las manos–. Mani, me asustas.

–Escucha, creo que te he mentido demasiado y no lo mereces…..–susurró bajito–. Yo pensaba en hacerte feliz, pero lo único que hice fue obligarte a quedarte conmigo sin darte nada a cambio.

–No comprendo….

–Luana, yo hace tiempo….–su voz se quebró, Albafica suspiró y Luana comprendió.

–Ya lo sé, no hace falta que me lo digas –sonrió–. Sé que hace años nuestra relación no funciona y que el bebé que no tuvimos nos unía en cierta forma, pero….Mani, yo te amo…

–Lo-lo sé….

–Escúchame, te amo tanto que comprendo que quieras dejarme –el italiano le mira sorprendido–. No soy boba, Mani, tú siempre me lo has dicho, yo sé que estas enamorado de Albafica.

–¿Qué? ¿Cómo? –preguntó dando un salto, la mujer lo bajo a tierra nuevamente.

–Los vi besarse el día que llegue del hospital…

–¿Por qué no dijiste nada? –preguntó Alba, la mujer sonrió.

–Pensé que si ustedes creían que necesitaba saberlo, me lo dirían –se tapó el rostro–. No voy a mentir, que cuando supe que esperabas un bebé y vi a la niña, fue como rememorar cosas del pasado, pero también sé que necesitan ser felices y yo estorbo.

–¡No, claro que no! –intervino Albafica.

–Solo deseo que me dejen continuar aquí con la niña, es lo único que me hace feliz en esta vida….–habló la mujer.

 

                A Albafica se le rasgo el corazón y aceptó lo único que a la mujer le hacía feliz, Manigoldo también lo hizo, no por nada Luana necesitaba ser feliz al menos una vez en la vida.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

                El día que se celebra el juicio fue un catorce de enero, el juez que presenciaba y dictaminaba la inocencia o culpabilidad de Jean Wyvern era nada más que un anciano con muchas cadenas perpetuas en su registro, Hakurei de Altar. Camus abrazó fuertemente a su hermano, pero su seño se frunció al notar algo irregular con el jovencito, pero dado que éste se separó rápidamente para ir a su lugar no tuvo oportunidad de decirle.
Se ordenaron los participantes observacionales, los jóvenes del jurado, la querella donde principalmente estaban los padres de Unity y Seraphina junto al abogado Andre Lissett y del otro lado Jean, acompañado por sus hermanos y el abogado. El anciano golpea con su martillo para dar inicio a la sesión.

–Bien, orden en la sala….estamos aquí para celebrar el juicio de la querella de Unity Blueice contra Jean Wyvern por homicidio agravado con alevosía –habló el hombre, el murmullo comenzó sobre todo de parte del juzgado quien no entendían como un chico tan joven podía estar acusado de un delito tan grave–. Bien, señor Lissett, ¿quiere llamar a su primer testigo?

–Sí su señoría, llamo a declarar a Jean Wyvern –mira al acusado, quien no estaba completamente seguro de su posición. Nathanael le da ánimos.

 

                Jean camina al estrado, siendo observado por sus hermanos. Milo le toma por detrás a Camus dándole ánimos ante esto, que lleven a su hermano a juicio era agobiante, angustiante y más con cinco meses de embarazo. Jean hizo el juramento antes de pasar al estrado y sentarse, bajo la intensa mirada de Andre que le resultaba terriblemente conocido, pero no dijo nada. Entonces el hombre comenzó a cuestionarle.

–Señor Wyvern, ¿usted convivía con el señor Unity Blueice hace cuanto tiempo? –preguntó el hombre.

–¿Convivir? Esa no es la palabra que buscaría….–afirmó el muchacho frunciendo el ceño.

–Tiene razón, ¿hace cuanto usted vivía en la casa de Unity Blueice…?

–Una semana y media –explicó, intentando ser conciso.

–¿Usted era alimentado? –Jean miró a su hermano y luego asintió–. Quiero que quede en acta, señor juez, que el muchacho ha asentido con la cabeza…

–¿Queda asentado? –preguntó el juez a un muchacho que tecleaba en la computadora.

–“el joven Wyvern asintió” si señor –concordó el joven, André sonrió.

–Bien, entonces, usted era dentro de todo, satisfecho en sus necesidades fisiológicas…

–¡Objeción! Las preguntas no tienen ningún sentido para el caso –habló Nathanael, el juez le observó.

–No ha lugar….continúe Lissett.

–Gracias señor juez –hace una reverencia–. De acuerdo, vayamos a lo importante…. ¿usted tenía una relación amorosa con el joven Blueice?

–¡Claro que no! –se levantó.

–Sentado joven Wyvern….–le pidió el anciano, Jean muerde sus labios y se sienta.

–¿No tenía ninguna relación con el joven Blueice? –preguntó haciéndose el incrédulo.

–No, claro que no –bufó.

–¿Entonces, usted me dice que su embarazo, es un embarazo no deseado? –Jean levantó la mirada observando al joven abogado, luego miró al suyo quien buscaba entre sus papeles–. ¡Dígame, joven Wyvern! El bebé que espera y obviamente debido al tiempo de gestación es del señor Unity Blueice es sólo un hecho ocasional para usted, porque, si no me equivoco, usted se prostituía.

–¡OBJECION! –gritó–. Está dando a entender que mi cliente es “una prostituta”, lo cual lo denigra como persona….

–A lugar, creo que no entiendo a donde va ese criterio suyo, señor Lissett, tratar a un adolescente con esos términos no lo aceptaré en esta corte.

–Lo siento, lo siento, me exalté tal vez –se disculpó–. Pero eso no quita el hecho que usted esté embarazado del señor Unity, ¿lo sabía?

–Hmmm….….si…..–miró para otro lado, Camus no comprendía como su hermano no le había contado nada, pero recordó que al abrazarlo sintió algo duro en el vientre del joven, algo extraño, lo que indicaba un embarazo de pocos meses, al menos tres.

–Eso nos da a entender a todos, a menos que los niños vengan de un repollo, que usted mantuvo relaciones sexuales con él….

–¡ÉL ME VIOLABA! –gritó.

–¡Orden, orden! –Golpeó el juez su estrado y miró a Jean–. Jovencito, por favor, cálmese y conteste las preguntas del abogado.

–Pero…parece que busca reírse de mí –señaló el chico.

–Bien, sino tiene más preguntas, la defensa puede tomar su lugar –explicó el juez.

–Gracias, su señoría –Nathanael se levanta, desabrocha un poco su corbata (porque estaba sofocado) y camina al estrado–. Joven Jean, dígame y dígale a esta corte, exactamente qué era lo que pasaba en la mansión del joven Blueice….trata de no ser tan gráfico….si no te sientes preparado para eso.

–Lo diré, depende de esto mi inocencia –suspiró y miró al juzgado–. Unity Blueice me secuestró, usando un pañuelo con cloroformo, yo estaba en casa de mi hermano viviendo y ellos son testigos de ello. Me llevó a su casa drogado, dejando a mi bebé de dos meses en su cuna y con la puerta abierta.

–¿Y qué más?

–Él me tiñó el cabello y me puso ropa  como la de Dégel, me llamaba así y si no respondía me abofeteaba.

–¡OBJECION! Teñir el cabello y poner ropa no es delito…

–A lugar –habló el hombre–. Continúa hijo, pero se concreto.

–Sí su señoría….–suspiró–. Cuando desperté, me golpeó y no sólo eso, me pidió que tuviera sexo con él, obviamente me negué…

–¿Y qué te hizo?

–¡OBJECIÓN! –Nuevamente el maldito abogado protesta–. Está dándole a entender al victimario que mi defendido le “hizo” algo.

–A lugar, vuelva a formular señor…

–Sí….a ver –murmuró Nathanael–. Dime Jean, ¿qué más pasó después de que te negaste?

–Él buscó un arma….y me amenazo con ella, le dije que no me importaba si me mataba, pero entonces me dijo que para él, entrar en la casa de los Antares era fácil y podía matar a mis hijos si quisiese, eso no pude soportarlo –bajó la mirada–. Y cedí.

–¡OBJECIÓN! –Nuevamente alertó el abogado–. Si cedió a tener relaciones sexuales con la víctima, entonces no es violación.

–¡Es violación cuando la víctima cede bajo amenaza, señor Lissett! –Explica Rossbille–. Creo que alguien tiene que leer con más intensidad el código civil.

–No ha lugar, continua hijo –Hakurei observó nuevamente al muchacho.

–¿Y qué más ocurrió luego de eso?

–Todos los días pasaba lo mismo, venía, bajo amenazas me pedía tener sexo con él y se iba, siempre fue así todo el tiempo a todas horas, no le importaba nada….–se abraza–. Yo he sido una víctima de abusos en otras situaciones….he sido alguien a quien la vida no le ha sido sencilla, pero no quería continuar con tanto dolor.

–¡Objeción! Eso no sirve al caso –explicó el abogado de la contra.

–A lugar, siéntese señor Rossebille…..gracias Wyvern, vuelva a su asiento –el noble anciano le muestra el camino a Jean quien retoma a su asiento–. Bien, señor Lissett, llame a su siguiente testigo.

–La defensa llama a Orfeo Liris –Jean abre los ojos y gira su cabeza para ver al hombre de cabellera celeste. Justo detrás de todo se encontraba su esposa Euridice junto a dos niños rubios de casi dos años, quienes eran los hijos biológicos de Jean.

                El hombre juró como todos los testigos y se posicionó en el estrado, el hombre de castaño cabello se acercó a él para cuestionarlo, por mientras Jean continuaba pensando donde había visto a ese joven hombre que era abogado, poco a poco su visión iba siendo más clara y su vientre comenzaba a doler, ahora caía con el hecho que estaba embarazado de Unity y eso le daba nauseas.

–¿Conoce a ese chico de allá? –preguntó André.

–Sí, señor –afirma Orfeo.

–¿Bajo qué circunstancias? –preguntó con una sonrisa mirando al muchacho.

–Él me quería vender a sus hijos.

–¡OBJECION! –Esta vez quien gritó era Nathanael–. Solamente trata de ensuciar más a mi cliente.

–Quiero decirle, señor Rossebille que el testigo está bajo juramento y acaba de decir que el joven Jean es culpable de un delito grave como la venta de niños, a su vez, él mismo se incrimina como comprador –Hakurei observa al muchacho.

–Espere….él solamente dijo que le quería vender a sus hijos, más no que los compró –aclaró el abogado, Hakurei le mira con el ceño fruncido pero le da lugar.

–¡QUE LE HAGAN UN ADN A SUS HIJOS! –gritó Jean.

–¡ORDEN, ORDEN! Joven Wyvern, si sigue gritando así tendré que sacarlo del lugar, así que no me obligue….–explicó el juez, el joven suspiró y se sentó–. Bien, continúe.

–Bien, entonces el joven aquí presente quiso venderle a sus hijos, ¿y luego? ¿Le propusieron algo?

–¡Objeción! Está dando pie a que el testigo diga lo que él quiere…

–A lugar, por favor señor Lissett, formule nuevamente la pregunta, las objeciones de este caso me van a volver loco –susurró, Lissett simplemente sonrió y asintió con la cabeza.

–Perfecto, bien, ¿qué pasó después?

–El joven que estaba con él me dijo que podía tener hijos propios si quería, podía acostarme con él.

–Eso es mentira –susurró a su abogado Jean–. Él fue el que propuso eso.

–¡Objeción!  –Reclamó Nathanael–. Mi cliente dice que fue el mismo señor Liris quien ofreció tener relaciones con él para engendrar un hijo propio.

–A lugar….–suspira–. Hágale la última pregunta y hagamos un receso.

–De acuerdo, señor Liris –mira a Orfeo con serenidad–. Cuando usted ofreció tener relaciones sexuales con él, como dice el acusado –le miró de reojo–. ¿El joven se negó a dicho acto?

–No.

–No hay más preguntas –todos comienzan a levantarse.

–¿Qué? ¿Escuché bien? –Preguntó Jean a su abogado–. ¿Me están haciendo quedar como una ramera?

–Parece que si –susurró tomándose la cabeza.

–¿Y qué tiene que ver eso con el caso? –preguntó Milo, quien se acercó a ellos.

–Pues, quieren mostrar que Jean era un chico fácil que engañó a Unity y le disparó cuando se aseguró de haber engendrado un hijo con él….no por nada los Blueice son ricos –susurró y miró nuevamente al joven–. Esto se está lleno de las manos.

–¿En serio lo cree? –Preguntó Jean con ironía–. ¿Me acaban de decir puta en un estrado frente a un juez, de diez maneras diferentes y usted cree que esto se nos está yendo de las manos?

–Jean…–intenta hablar Dégel quien se acerca con Kardia.

–¡Nada de Jean! Mi vida se arruinó, solo se arruinó, se arruinó –se sienta y oculta su rostro tras las manos–. Es una mierda….todo lo es, este maldito juicio, el hijo de puta de Unity…. ¡todo!

–Lo siento, sino me hubiera ido….

–Si no te hubieras ido las cosas tal vez no serían así o serían peor –habló Kardia suspirando–. Ese loco me disparó y no te preocupes Jean, yo te salvaré de esta.

–Lo que más me puede es ese abogado –miró el joven al hombre que estaba del otro lado charlando con el juez–. Lo tengo de algún lado pero no sé de dónde.

–Tranquilo, ya lo recordarás, pero a todo eso –Camus mira a su hermano un instante–. ¿Estás embarazado?

–Sí….–susurró bajito–. Me lo dijo el doctor cuando me hicieron los análisis clínicos.

–¿Por qué no nos dijiste? ¡Eso pudo ser una gran información! –habló el abogado, Jean frunce el ceño.

–Claro, porque no tengo suficiente con dos niños que vendí obligado, un niño de un año y medio que es de un puto drogado vendedor de heroína llamado Lean, y otro bebé de un estúpido empresario o….–se detiene en su discurso y mira al abogado–. Abogado….

–¿Hm? ¿Jean?

–Ya sé de donde tengo a ese tipo –se levanta–. Me acosté con él cuando estaba drogado, Lean le vendía drogas y su mujer no podía tener hijos, así que venía conmigo y me pedía que tuviéramos uno….pero dado a que mi cabello ahora es verdoso y estoy más estilizado que antes, seguro no me reconoció, además nunca usé mi nombre real cuando tenía sexo con desconocidos.

–¿Qué? ¿Te acostaste con ese tipo? –preguntó Kardia y miró con desagrado al hombre.

–Claro, le pagaba a Lean al menos diez mil cada vez que venía, Lean me decía que lo más probable es que Gael sea hijo de ese tipo –suspiró–. Tienen que llamarlo, seguramente cuando lo vea se asustará.

–Es bueno, pero Lean no es del buen vivir y es primo cercano de la familia, tal vez no sea buena idea…–comentó el abogado Nathanael.

–Cualquier cosa es buena si me hace evitar la cárcel, tengo dos niños….bueno, tres…–se acaricia el vientre–. Ni siquiera sé si podré conservarlos, tener una madre como yo, pobrecitos.

–No tienes la culpa, Jean –habló Alexander, quien por primera vez se acerca a su gemelo y le abraza–. Te ayudaremos siempre, lo sabes, tú eres inocente de esto….

–No, ustedes saben que yo disparé esa arma….lo saben….

–Tranquilo –los hermanos acunaron al menor.

 

                Aeneas miraba a los hijos de Coeur desde lejos junto a Krest, sabía que el joven tenía un cariño especial por el pequeño Jean, pues era el más niño de los tres y su dulzura era angelical. Ahora verlo demacrado, con dos niños a cuestas y uno por nacer, más otros dos que tuvo que dar obligado, le partía el corazón. Tener dieciseis años y tantos hijos para un muchacho tan joven era desgarrador. Miró a Krest:

–Tengo que ayudar a ese chico, no sé cómo pero debo hacerlo –se tapó la boca.

–Pero no podemos hacer nada….–cuestionó Krest con Zaphiri en brazos–. Me parte el alma ver a ese chico, tan joven, tantos hijos, está desesperado.

–Unity le arruinó la vida muerto o vivo –suspiró–. Aunque quiso arruinársela a Dégel, creo que algo de culpa tenemos por no detenerlo antes y dejar que pasara esto.

–Es verdad, ese chico nada tenía que ver con los problemas entre Unity y Dégel, terminó siendo una víctima de ello –acuna a su hijo de casi dos años, Aeneas abre sus ojos.

–¡Ya sé! Hay alguien que tiene poder aquí, dado que el papá de Unity ha renunciado a su cargo.

–¿De qué hablas, Aeneas?

–Tú sabes de quien.

–No, él jamás testimoniaría por Jean….jamás….

–No queda otra que pedirle ayuda….–le toma la mano a Krest y la besa–. Así deba doblegarme.

–Aeneas….no….

–Lo siento, pero alguien tiene que hacer algo….

 

                Por mientras, Jean continuaba hablando con su abogado, quien intentaba calmarlo. Debido a que un juzgado no es un lugar para tres niños en crecimiento, Camus tuvo que dejarlos con Aspros y Deuteros, quienes a su criterio eran las personas a las que confiaría su vida, pero sabía que Jean después de tantos días en la cárcel necesitaría el cariño de sus dos hijos, por lo que en el receso fue a llamar a los gemelos para que trajeran a los infantes menores. Aspros llegó con los dos niños de Jean, uno que inmediatamente vio a su madre le pidió al gemelo que lo baje y fue corriendo con pasos torpes hacia él, mientras que el otro, apenas tenía unos pocos meses de vida y no entendía nada.

–¡Mi niño! –habló Jean abrazando a su pequeño hijo, éste le rodeó con sus manos y comenzó a llorar–. Lo siento tanto, Eloy, lo siento, ojalá tuvieras una mejor madre que yo.

–No digas eso Jean, eres la mejor madre que pudo tener ese niño –Camus se agachó para tomar a Eloy por la espalda y separar al chico de la madre–. ¿Cómo estas, cariño?

–Mami…–murmuró bajito–. Te etañe….–sus ojos llenos de lágrimas desquebrajaban el corazón del menor.

–No puedo separarme de mis hijos, los amo, a cada uno…–se agachó más y lo estrechó en brazos–. Extraño a mis hijos Mathias y Charisse también, no sé qué hacer, ni siquiera sé por qué lo hice.

–Jean, acuérdate como estabas cuando lo hiciste, muy flaco y probablemente drogado o en una mala vida –respondió Dégel quien se acercó junto a Lauréense con dos jugos.

–Levántate, chéri –habló Lauréense y ayudó a Jean a levantarse–. Un chico tan lindo no puede vivir de rodillas…

–¿Hm? ¿Y tú eres? –preguntó extrañado.

–Soy Lauréense Montier, soy un compañero de Dégel, nací en Francia –le besa la mano–. No te preocupes, saldrás de esta, tienes hijos encantadores.

–Gracias –sonrió débilmente.

–¡Atención! –Gritó un policía–. El Juez Hakurei de Altar  entra en sesión junto a su asistente Erin de Altar, acomodarse cada uno en su lugar.

–Hmm….–Jean mira a su abogado–. Escuche, no puedo ir a prisión, así deba acostarme con todos los del juzgado, ¡no puedo! Tengo dos hijos….tres….cinco ¡mierda! Necesito estar con ellos.

–Escucha Jean, si haces alguna estupidez como esa te irá peor, déjanos a nosotros ¿quieres? Te sacaremos….–Nathanael mira a Kardia quien afirma–.  Su señoría, llamo al estrado a Kardia Antares, testigo de los hechos.

 

                Kardia hace el juramento como todos los testigos y se coloca en el estrado, Dégel desde su posición le manda un beso volador que el muchacho recibe con una sonrisa. Nathanael, carraspea algo incomodo y se dirige hacia él para comenzar el interrogatorio, mientras tanto, André se queda mirando a Jean con lascivia, buscando el punto justo para destruirle, aunque la destrucción de ese chico era más por dinero que por placer personal, pues si metía a prisión al asesino de Unity, la familia de este le daría una gran cantidad de dinero.

–Bien, Kardia Antares, dígame por favor ¿conoce al acusado? –preguntó señalando a Jean.

–Sí, señor –sonrió dulcemente.

–A su criterio, ¿cómo es como persona? –volvió a cuestionar, Kardia respondió:

–Es una buena persona.

–Y dígame ¿usted conoció a la víctima, Unity Blueice? –esta vez la actitud era más seria, como André estaba mirando a Jean casi ni prestaba atención.

–Sí, lo conocía y a mi parecer era un…..–miró a los padres–. Con el permiso y mayor de los respetos a sus padres, un hijo de puta –todos se sorprenden ante esto.

–¿Por qué afirma eso? –cuestionó el abogado.

–Él estaba “enamorado” de Dégel, y como yo también lo estaba vino a mi casa y me disparó.

–¿Tiene pruebas de ello? –volvió a indagar, el abogado de la contra comenzó a apartar su mirada para prestar atención a lo que se decía.

–Por supuesto, se hicieron pericias es la bala con la que me disparó, es la misma que Unity tenía en su casa cuando lo hallaron muerto, tiene sus huellas ¡el quiso matarme a sangre fría!

–¡Objeción! –se levantó el abogado.

–Denegada, continúe señor Antares.

–Cuénteme usted, ¿Este es su celular? –preguntó mostrándolo al público.

–Sí.

–¿Unity le envió mensajes, verdad?

–Mensajes, fotos y videos señor…

–Por favor, los que sean sensibles a las imágenes que mostraré, apártense –toma una computadora y proyector para que la imagen se plasme en una cortina improvisada–. Vamos a ver un video bastante polémico que el señor Unity mandó.

 

                Nathanael enciende el aparato y las imágenes se plasman allí, se ve a dos personas, claramente Unity y Jean, manteniendo relaciones sexuales no consentidas por el menor, dado que el más joven estaba amenazado con un arma, no se veía notoriamente una resistencia violenta. El juez observó y luego miró al avergonzado chico agachar su mirada, no podía creer que su vida intima estaba siendo observada por un montón de ojos, inclusive, pensaba que algunos medios de la prensa se encontraba allí, no por nada Unity era muy popular.

–Bien –habló el joven abogado terminando la cinta–. Dejaremos aquí para no traumar más al joven Wyvern.

–¿Ese era usted? –cuestionó el juez, algo excitado para su edad.

–Hmm….s-si…–bajo la mirada aun más.

–¡Objeción! Se nota a leguas que lo estaba disfrutando –reclama el abogado de la contra.

–¿Qué? ¡VE A TENER SEXO CON UN ARMA EN LA CABEZA Y LUEGO DIME CUANTO DISFRUTAS! –Jean se paró de lleno pero es tomado de la cintura por Lauréense, quien intercedió rápido a pesar de estar detrás de los incriminados.

–¡Orden, orden! –Hakurei golpea con su mazo–. Por favor señor  Wyvern, no vuelva a hacer ese tipo de cosas….

–Dijo que a la próxima lo sacaba de aquí–gruñó Lissett.

–Bueno, pero….no…–habló el anciano mirándolo de arriba hacia abajo–. Me-Mejor que continúe aquí, no por nada él es a quien usted acusa.

–Grrr….–Lissett observó a Jean y en voz muy baja, apenas moviendo la boca susurró–. Si ganas este juicio, será por puta –Jean más que ofenderse le sacó la lengua y volvió a su lugar.

–Bien, abogado, co-continue….–murmuró el juez y le susurró a su ayudante, quien era notoriamente su hermano Erin–. Dile al abogado que me de copias de todos los videos, ya sabe, para analizar.

–Bueno, su señoría –habló Nathanael, estaba feliz que el juez comenzaba a tirarles a favor, aunque tuviera que ser Jean y su extraña forma de ser la única causa por la que la mayoría quería al chico libre, no por nada los tres hermanos Diamond eran muy hermosos, pero salvo por Jean quien era el único soltero, los otros dos se los veía cómodos en su posición, Alexander con una novia que le tiraba besos desde el público, y Camus, quien era asechado por su “marido” Milo–. Señor Antares,  ¿usted recibió esos videos donde se ve claramente al señor Unity manteniendo relaciones sexuales con un adolescente MENOR DE EDAD –resaltó– de esa forma despiadada?

–Sí señor.

–¿Y qué sentimiento le produjo?

–¡Bronca, por supuesto! –exclamó.

–No hay más preguntas –Nathanael abandonó el estrado.

–¿Quiere hacer alguna pregunta más señor Lissett? –cuestionó el juez.

–Claro que si su señoría –se levantó, miró a Jean con odio y se acercó al estrado–. Dígame señor Kardia, ¿usted conocía a Wyvern de antes?

–No –respondió seco.

–¿Sólo lo conoció cuando se instaló en su casa? –Kardia entrecerró sus ojos y afirmó.

–Sí.

–Y dígame, ¿en algún momento pasó algo?

–¿A qué mierda se refiere?

–Usted sabe, es un hombre solo, de treinta y cinco años –le miró–. Necesitado sexualmente, un chico joven con necesidades apasionadas.

–¡Yo no lo toqué! Era como mi hermano –gruñó.

–Pero él ¿lo incitó al sexo?.... –Kardia no respondió.

–Responda la pregunta –aclaró el juez.

–Recuerde que está bajo juramento…..–Kardia miró a Jean y este con espanto negó y se cubrió el rostro.

–No, jamás….

–Bien….–susurró–. La defensa descansa.

–Perfecto, continuaremos mañana –se levanta y retira de la sala.

–Kardia, ¿por qué mentiste? –susurró Jean cuando estuvo a su lado.

–Espera, ¿qué tu qué? –Dégel, quien había escuchado eso, se posicionó junto a ellos.

–No pasó nada y tú estabas en ese momento con pensamientos de tu antigua vida, no eras responsable de lo que decías, créeme, jamás lo tomé como una seducción, eres un niño –Kardia le abraza gentilmente.

–Tengo buenas noticias –habló Nathanael–. El juez pidió el video.

–¿Y eso que tiene de bueno? –preguntó Jean enojado.

–Parece que le interesa, tú sabes, es un hombre, lo que gana es lo que siente en sus pantalones y es el que lleva la voz cantante aquí aparte del jurado, además varios de ellos también son hombres que te han mirado con lascivia.

–Me acabas de decir lo contrario hace una hora, que no use mi cuerpo para obtener lo que quiero –aclara el joven.

–Sí, porque no debes exponerte a eso, no debes ir tras ellos pidiendo tu libertad, sino esperar que ellos te den la libertad simplemente por cachondeo….–Nathanael se relajó–. Bien, vamos a comer.

–Disculpa….–Hakurei se acerca a los demandados–. Soy Hakurei de Altar, ¿puedo hablar un minuto con usted?

–Lo siento, cada cosa que quiera hablar con mi cliente tengo que estar presente yo –habló Nathanael, Jean afirma, sabía las intenciones del viejo, no por nada había encontrado en su vida mucha gente así. El anciano, con cara de pocos amigos se sacó la túnica que llevaba dejando ver un cuerpo muy musculado y trabajado para su edad, intentando seducir al menor quien no evitó de verlo.

–Sólo quería desearle un feliz juicio, he visto a sus hijos y créame, yo tengo nietos de la edad de esos chicos –le acaricia suavemente los cabellos a Jean, quien no retrocede, adrede se queda en su lugar.

 

                André le miraba furioso, el muchacho usaba su encanto natural para ganarse al juez y eso comenzaba a irritarlo, tenía que hacer algo y no se le ocurrió mejor idea que dar el golpe clave, en uno de los personajes que más agobió en su vida a Jean Wyvern. Sonrió y caminó hasta fuera del salón para llamar por teléfono a un amigo muy cercano.

 

Continuará.

Notas finales:

Quiero que ustedes me propongan si quieren que el hijo/a de Unity sea niño o niña XDD ya que me da paja pensarlo yo misma. Espero que les haya gustado. Creanme que estoy tentada en hacer más puta a Jean pero bueno, tiene que convertirse en un chico de bien porque tiene 5 niños para criar.


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