Harry apareció en medio de la nada, solo veía árboles y más árboles, la brisa sacudió su cabello y alzo su mano para quitarlo de su rostro.
El olor a tierra y a hierva llenaron sus sentidos, el sonido del agua del río que fluía a unos metros de distancia era otro bono para su buena opinión para el maravilloso lugar que su padre, había elegido para el.
Saco su varita de su túnica y sintió automáticamente el tirón de la magia, que le daba la ubicación de la casa.
Cerro los ojos y visualizo su casa, que estaba protegida bajo el hechizo Fidelio. La casa se fue visualizando de a poco. La madera de color caoba, los grandes ventanales una puerta de roble tallado y un pequeño porche en donde se hallaba una especie de columpio pero de hierro y el asiento era de genero.
Era una modesta cabaña, pero para el era perfecta y sabia que ahora pasaría mas días afuera, disfrutando del aire puro. De hecho, su parte elfo rogaba por que se quitara los zapatos y deslizara sus pies desnudos a través de la tierra húmeda.
Harry se encamino a la casa, y paseo su mirada por el lugar antes de agarrar el pomo de la puerta y abrirla.
•••••
Los Cullen se hallaban sentados en la sala, sus rostros ya no estaban bañados por la preocupación, al contrario, ahora mostraban alegría, una alegría que no habían sentido por meses ya que el día de hoy habían logrado convencer a los Vulturis de que Reneesme no era un peligro para los humanos.
Se oía el ruido de los trastes en la cocina, y el tarareo feliz de Esme en la cocina al preparar una cena especial para la pequeña.
Edward tocaba el piano y junto a el se encontraba la niña, y Bella al otro lado observandoles.
De ahora en adelante todo seria perfecto, no tenían un enemigo con el cual luchar, todo estaría tranquilo y vivirían felices por toda la eternidad.
Solo que ninguno de ellos imagino que un enemigo mas fuerte que cualquiera llegaría a acabar con tan ansiada tranquilidad.
Alice permanecía en el sofá junto a Jasper, el vampiro charlaba con Emment acerca de un nuevo juego que quería probar el pelinegro. Fue cuando Alice, sufrió una visión.
Jasper la apretó en sus brazos y Edward dejo de tocar el piano para prestar atención.
En la visión vio a una persona vestida completamente vestida de negro, su rostro estaba deformado y una serpiente enorme yacía en sus pies.
Frente a él, un chico, casi un niño levanto algo parecido a una vara de un árbol y miles de luces de colores brillaron alrededor.
-¿Que diablos-pregunto Edward, cuando la visión se habia acabado.
-No lo se, pero algo grande se acerca y esta vez no tiene nada que ver con los Volturi.
*~*~*~*
-¿¡Donde esta!?-grito Voldemort, varios de sus súbditos habían pagado por la furia de su señor, Potter habia desaparecido de la fas de la tierra, lo habían visto en Hogwarts de pasada antes de volver a desaparecer.
Voldemort miro a la sangre sucia frente a él. La chica estaba sangrando por la boca debido a los múltiples hechizos que había recibido como tortura para que diera la ubicación del niño de oro.
-N-nunca lo diré.
Una sonrisa macabra se oyó por el lugar-Severus, trae el Vitaserum.
-Si mi señor- Severus sintió una pizca, solo una de ver a la chica en ese estado. Granger no sabia la ubicación de Emerald, y nunca lo sabria, sabia que se estaba completando de forma egoísta al dejar que el Lord acabara con la vida de la muchacha, pero era la vida de ella o la de su hijo y el, no se iba a arriesgar a perderlo nuevamente.
Se acerco a paso rápido a donde estaba Granger, la chica lo miro con odio y abrió su boca a la fuerza para que el liquido entrara.
-Con esto no podrás callar, asquerosa sangre sucia por ultima vez ¿Donde esta Potter?.
-No...no lo se, juro que no lo se...
-Nagini, mátala.
Severus cerró los ojos para no presenciar el horror de la escena. Juraba por lo más sagrado que su hijo jamás se enteraría de que fue testigo de la muerte de Granger.
*•••••*
La mañana llego y con ella, un día extrañamente asoleado para un lugar así, que llovía casi la mayor parte del año.
Harry preparo un sencillo desayuno que contenía jugo de durazno, tostadas a la francesa y leche. Tomo el libro que le dio su padre que contenía todo acerca de los elfos de su raza.
Tenia mucho que aprender de ellos, si Hermione estuviera a su lado, le apuraría para que leyese todo el libro hasta aprendercelo de memoria, extrañaba a sus amigos, sus paseos por Hogsmeade, los lloriqueos de Hermione debido al amorío de Ron y Lavander.
Suspiro y tomo el primer sorbo de jugo, hoy seria un día largo y esperaba que no fuera aburrido.
I••I
Emerald se quito sus zapatos y lo dejo en el porche de la cañaba, se habia puesto una playera de color blanca y unos pantalones de chanda del color gris arremangados hasta la rodilla. Su cabello estaba recogido en una trenza que le llegaba a la cadera. Había decidido dar una caminata para conocer los alrededores, y había llegado a una especie de risco que colindaba con una playa de agua oscura, de lejos se veían algunas casas de aspecto antiguo.
El sol estaba brillando en lo alto y hacia un poco de calor, no mucho ya que el viento hacía que el vello de su cuerpo se erizara.
Volte cuándo el sonido de una rama se rompió, sus ojos se abrieron desorbitados al ver a una especie de lobo pero del tamaño de un caballo. Era de color café oscuro y Emerald dio un paso hacia atrás, alertado.
Pero el lobo gimoteo para que no se alejara, agacho su cabeza como un pequeño cachorro y eso lo hiso dudar, pero sabia que lo mejor desparecer antes de que el lobo saltara sobre el y se lo comiera. Saco la varita nueva que su padre le habia conseguido y desapareció frente a el lobo que pestañeo sorprendido viendo a la nada.
Jacob corrió por el bosque, habia estado patrullando como cada día y estaba a punto de ir a visitar a Reneesme cuándo su Alfaro capto un olor especial, era fuerte pero no desagradable entre dulce cítrico, olla a bosque de pinos, helechos y violetas.
Corrió como un cachorro pequeño hacia aquel olor y fue así que llego hacia esa persona, Jacob jamás habia visto unos ojos de ese color, jamás habia visto a una persona así. Con orejas puntiagudas y una energía tan fuerte. Al principio pensó que era una visón, que el cansancio de los días pasados le estaba pasando la cuenta. Pero la criatura era demasiado real.
Y así como la vio la criatura desapareció ante sus ojos, dejándolo lleno de incertidumbre. Volvió sus pasos hasta la casa de los ancianos y aulló, su manada necesitaba saber que un extraño y magestuoso ser habitaba el bosque y quien sabe si sus antiguos sabían de quien se trataba.
••••
Draco golpeo la puerta de las habitaciones de su padrino, habia guardado solo lo que necesitaba para ir de visita a la casa de Emerald.
Estaba ansioso, ya habían pasado tres días de que lo habia visto por última vez y eso no le gustaba. Se habia dado cuenta que el odio por Potter se habia ido cuando apareció Emerald con sus ojos tan brillantes, llenos de emoción y su sonrisas.
Sabia que estaba cometiendo un error, que si el señor oscuro los descubría estaría en peligro inminente, y daba gracias a Merlín que su padrino le habia enseñado Legeremencia y que a pesar del nerviosismo ocultaba muy bien sus pensamientos delante del Lord.
Su padrino le abrió la puerta, y Draco se apresuro a entrar.
-Buenas noches padrino, ¿has sabido algo de él?-preguntó esperanzado.
-No, no he querido escribirle por el temor de que puedan interseptar la carta, además una lechuza no llegaría intacta hasta el otro lado del continente.- dijo Severus con sorna, sacando una carta sellada del escritorio.
-Cuando vuelvas tráeme la respuesta, tu madre dijo al Lord que visitarias a un amigo en Francia.
-Bien, bueno padrino si me disculpas tengo a un elfo que encontrar- dijo con disimulada alegría.
Severus activo el traslador y se lo entregó, Draco desapareció del cuarto y Severus rogo que nada saliera mal.