Narra autora
--------En el barco de los mugiwaras--------
Mientras que todos se fueron a buscar a los 3 hombres desaparecidos, un grupo, el encargado de cuidar el barco, se quedaron en el por si capitán regresaba junto con los otros. Las gyojins ya se encontraban fuera del mar, junto con los demás pero sin que las viesen otra persona que no fuesen parte de los mugiwaras "originales".
— ¿Cuándo llegaran? —preguntó preocupada la pelirosa. Se encontraba un poco ansiosa con la aparición del pequeño azabache, había estado esperando este momento desde que se fueron de la isla, además de querer ver por sus propios ojos lo que tanto rumoreaban de él.
—No lo sé, pero estoy segura que deben de estar cerca —dijo la azabache animando a la princesa, lo cual consiguió levemente—. Si es que siguen vivos —se le escapó a la mayor, cosa que hizo sobresaltar a la sirena. Estas dos se encontraban mirando en dirección al espeso bosque que caracteriza aquella isla peculiar.
—Esos idiotas no saben pensar antes de actuar —dijo Franky soltando una leve risa, uniéndose a ellas en su espera.
—Luffy-chi, lo extraño... —dijo Keimi haciendo un puchero. La estrella le comenzó a acariciar la espalda en un intento de consolarla.
—Si capitán-san no regresa pronto, podría poner en peligro al bebe —dijo la arqueóloga con la mano en la barbilla seria, como si estuviese pensando. Esto alarmo un poco más a los presentes, dejándolos aún más inquietos.
— ¡Oigan veo algo! —dijo Pappaga exaltado, apuntando a unas sombras, las cuales se encuentran un poco lejos del barco, por lo que no se puede saber con exactitud quienes son. Todos fueron hasta donde está la estrella, y efectivamente había personas que se acercaban.
— ¿Serán ellos? —digo el ciborg un poco dudoso. Por las dudas, todos se pusieron en posición de pelea y las sirenas listas para esconderse por si eran marines o personas malas.
— ¡¡Oiii!! ¡¡Chicos!! —una voz conocida por todos se escuchó, logrando que todos dieran un suspiro de alivio, excepto la azabache, quien soltó una risita.
— ¡Luffy! —gritaron todos felices al verlo. El pequeño azabache se acercaba a paso rápido junto con su novio y hermanos. Cuando llegó al Thousand Sunny —de un salto un poco brusco—, su vista se dirigió rápidamente a sus amigos de la isla gyojin. Se sorprendió mucho, al igual que los otros tres, pero luego de reaccionar fue hasta donde ellos con una gran sonrisa en su rostro.
— ¡Luffy-sama! ¡Me alegro mucho de verlo! —dijo feliz la pelirosa con un leve sonrojo, estaba muy emocionada que por fin pudiese hablar con él. Robin les miraba con ternura, mientras que el ojigris les miraba con su típica expresión, la cual tenía el ceño levemente fruncido.
— ¡Llorona tanto tiempo! —le contesto el saludo con una sonrisa. No se esperaba para nada que le fuesen a visitar, lo cual era muy raro que viniesen solas; pero como siempre le restó importancia.
— ¡Luffy-chi!! Yo y Pappaga también vinimos —dijo la sirena emocionada mientras agitaba las manos, al lado suyo estaba la estrella, quien le miraba con lágrimas en los ojos debido a su emoción.
—Mugiwara... —susurro este conteniendo la emoción, mientras que el susodicho le miro resplandeciente.
—Hola, shishishi —dijo riéndose. Sin que se percatarse el azabache, el pecoso comenzó a acercarse a este.
—Veo que ya se reencontraron —dijo Ace alcanzando a su hermano menor. Este solo se limitó a mirarle sin quitar aquella sonrisa que tanto le caracterizaba.
— ¿Ya se conocen? —preguntó confuso el moreno ladeando levemente la cabeza.
—Si, en lo que estabas con… tus padres —dijo esto último en un susurro, con un poco de dificultad —, ellos habían llegado. Aunque no se bien para que —termino de decir el moreno mirando a su hermano. Pero a este solo se le ocurrió preguntar por alguien.
— ¿Jimbei esta con ustedes también? — preguntó el menor volteándose hacia las gyojins con un brillo en sus ojos. Estas rieron antes de contestar la pregunta.
—Sí, Jimbei-sama también quería volver a verte. Ahora está afuera buscándote —dijo la princesa un poco tímida. El pequeño moreno solo se confundió mas, “¿A qué se referían con que están buscándole?” pensó, cosa rara en el. (Bulling, pfff, ¿Dónde?)
—Entonces deben de ser ellos —dijo el ojeroso mirando al grupo que se acercaba. El cual no venía de muy buen humor, ya que no hallaron rastros del pequeño capitán, en especial cierta persona. Los que se encontraban en el barco se limitaron a solo mirarles. Ya que el de nariz larga utilizo sus lentes para ver quiénes estaban en el barco, logró divisar al capitán de este, dándole a saber a los que estaban con este de lo que vio.
Y sin querer queriendo, desato el mal hacia su pobre nakama.
—Oe Luffy será mejor que te escondas —dijo Ace con una mueca nerviosa mirando al grupo. Particularmente a una mujer que venía corriendo más rápido que los demás.
— ¿Por...? —las palabras no alcanzaron a salir, debido a que escucho él gritó más fuerte que haya escuchado en toda su vida.
Nadie supo que hacer en ese preciso momento más que rezar por el bienestar de Luffy.
— ¡LUFFY! —una furiosa navegante se acercaba con rapidez al menor, que incluso provoco que a todos les recorriese un escalofrío por la espina dorsal. De un movimiento rápido la peli naranja ya se encontraba en la cubierta del barco.
—Por eso —dijeron sus hermanos con miedo y nerviosos por el demonio, digo navegante, que se acercaba a paso rápido hacia ellos. Al mugiwara le costó un poco captar lo que habían dicho, pero cuando lo hizo ya era tarde.
Luffy iba a escapar, pero ella fue más lista y rápida, lo agarró firmemente del cuello de su polera y le propino un golpe muy fuerte en la cabeza haciéndole un enorme chichón en esta. Cualquiera que no los conociese, diría que esa escena es igual a la de un brabucón abusando de un pobre debilucho.
— ¡¿ERES IDIOTA O TE HACES!? —le grito, para acto seguido comenzar a sacudirlo como si su vida dependiese de ello —. ¡MIRA QUE ESCAPARTE EN EL ESTADO EN QUE ESTAS! , ¡ACASO NO SABES HACER OTRA COSA MÁS QUE METERTE EN LÍOS! —volvió a gritar.
— ¡Oi, te estas sobrepasando Nami-y…! —dijo Law enojado tratando de detener el maltrato en vano, pero fue interrumpido abruptamente.
— ¡TU TE CALLAS MIRA QUE TAMBIEN ES TU CULPA, CIRUJANO DE CUARTA! —le grito haciendo que el susodicho se quedara callado en su lugar, estaba asustado pero no lo iba a demostrar tan fácilmente. La mujer siguió con su regaño hacia el ojinegro.
Al pobre azabache no le quedaba de otra más que disculparse, si es que quería seguir con vida.
—Lo... siento… Nami... —dijo un poco mareado Luffy posando débilmente sus manos en las de la susodicha en un intento en vano de hacerla reaccionar. Los demás mugiwaras ya se encontraban en el barco, viendo la escena preocupados, pero, ¿Ellos que podían hacer contra el demonio en el que se transformó la navegante?
—Eres un idiota... —susurro cabizbaja para después aprisionarlo entre sus brazos, dándole un cálido abrazo—. No vuelvas a hacer eso, todos estábamos muy preocupados por ti… —decía sin romper el abrazo.
El menor quedó sorprendido por la acción de la peli naranja, pero esto no fue impedimento para que le devolviera el abrazo. Para ella, Luffy era como su hermano menor problemático, que siempre hacia que se preocupase, que se estresara, pero a pesar de todo esto y más, le quería y le va a apoyar en todo.