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LAS MADRES DE HARUKA Y MICHIRU por lilytenoh23

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Notas del capitulo:

declaimer:las chicas de naoko y la historia d ela gran haruka tenoh misma que quiero que vuelva :(

   
Pues venga ke este fanfic no es mi pero esta prexioso aver si les gusta y les pongo algo mas ke tengo de esta autora con todo respeto y admiracion para haruka tenou espero no te moleste ke lo haya subido (si lo llega a ver por aki) 

El principio


Los ancestros Los Ancestros del Milenio de Plata 
Fic escrito por Haruka Ten'ou Areldenar de Adei <harukatenoh@mailcity.com> 
Historia 1. Atlantis y Rhea. Una fina línea 
Capítulo 2. Tanteos 

El ambiente estaba caldeado. 
Amaltea era alta, fuerte y diestra en el arte de la espada. 
Rhea estaba analizándola detenidamente al tiempo que intentaba 
esquivar sus embestidas. 
La joven princesa de Urano sonrió. 
Amaltea era demasiado impulsiva, ése era su mayor defecto. 
Esperó a que su adversaria cometiera el error provocado por 
la irreflexión y éste no tardó en llegar. La princesa de Júpiter 
se lanzó hacia Rhea convencida de su victoria, segura de la siguiente 
estocada. Rhea se apartó unas décimas de segundo antes de que la 
espada de la princesa de Júpiter llegara a su pectoral 
y se inclinó hacia la derecha en un ágil movimiento aprendido 
a base de observar a su padre cuando practicaba con el marido de 
Lady Neptuno. 
Amaltea, al no encontrar a su víctima, perdió el equilibrio 
y su cuerpo cayó hacia delante. 
Los rápidos reflejos de la joven de larga cabellera castaña 
le impidieron llegar al suelo, echó un pie hacia delante 
y recuperó la postura erguida justo a tiempo de notar el frío 
y agudo filo de la espada de Rhea junto a su latiente yugular. 
"No está mal, Amaltea" dijo Rhea bajando la espada 
y secándose el sudor con una toalla. 
Le pasó otra a su compañera de entrenamiento. 
"Has mejorado en estos últimos días. ¿Has estado practicando sola?" 
La princesa de Júpiter se echó a reir. 
"¿Qué otra opción me queda si quiero convertirme en una Outer Senshi? 
Mi padre me ha dicho que el tuyo se niega en redondo". 
Rhea frunció el ceño. Y pensar que una joven tan astuta 
y luchadora como Amaltea debía conformarse con ser Inner Senshi 
mientras que la estúpida de Rigel se ganaba el puesto de Outer Senshi 
sin merecerlo... 
"Mi padre es un hombre muy tozudo" murmuró Rhea, enfadada. 
"No me digas" se echó a reir Amaltea. 
Rhea levantó la vista y se echó a reir también. 
Una voz airada cortó sus carcajadas en seco. 
"He dicho que me dejes en paz" sonó la voz de Atlantis 
desde la puerta del gimnasio. 
Rhea y Amaltea se miraron unos segundos antes de correr en dirección 
a la entrada. Vieron a la princesa de Neptuno negar con la cabeza 
a un joven oficial que parecía pedirle algo. 
"¿Qué ocurre, Atlantis?" preguntó Rhea interponiéndose entre 
la pareja. 
La joven princesa de Neptuno sonrió de forma fugaz a su 
compañera antes de encogerse de hombros y lanzar una furiosa mirada al 
joven que tenía delante. 
"Hathor me ha pedido que le acompañe al baile que se va a celebrar 
para conmemorar el cumpleaños de la Princesa Serenity 
y no acepta un NO por respuesta" contestó mirando significativamente 
al rubio oficial venusiano. 
Rhea se dio media vuelta y miró a los ojos al militar. 
La imponente altura de la princesa de Urano hizo retroceder un 
par de pasos al muchacho. 
"Escucha, Hathor, Atlantis va a ir conmigo al baile así que 
no te molestes en volverle a pedir que te acompañe. 
¿Está claro?" dijo en voz baja. 
El joven venusiano parpadeó varias veces antes de 
asentir con la cabeza, sin atreverse a decir nada. 
Rhea sonrió satisfecha y pasó el brazo por el hombro de Atlantis, 
que parecía tremendamente aliviada. 
Cuando el venusiano abandonó el gimnasio Amaltea se echó a reir. 
"¡Has estado genial, Rhea!" exclamó admirada. 
"¡Gracias, Rhea, me has salvado la vida!" exclamó Atlantis 
dando un beso en la mejilla de Rhea, que se sonrojó ligeramente. 
"De nada, ha sido un placer." Murmuró. 
La rubia princesa de Urano soltó a Atlantis 
y se echó la larga coleta hacia atrás de forma airada. 
"Es impresionante, con una sóla mirada ese joven se ha echado atrás..." 
comentó Amaltea perpleja todavía. 
"A veces, la mirada de Rhea tiene más fuerza que su espada" 
contestó Atlantis, orgullosa de su amiga. 
La princesa de Júpiter asintió, convencida. 
Caminó de vuelta a la palestra, donde Chryse y Asaph 
se encontraban practicando con la espada, todavía. 

"Espera un momento, Rhea" susurró Atlantis cogiendo del brazo 
a su amiga, reteniéndola en la puerta. 
La alta princesa de Urano miró confundida a los verdes ojos 
de su compañera. 
"Quería darte las gracias por lo que has hecho por mí". 
Rhea se sonrojó ligeramente de nuevo y comenzó a juguetear 
con la punta de la coleta, como solía hacer cuando una situación 
la incomodaba. 
"Ya me has dado las gracias antes, no tienes por qué hacerlo." 
Contestó sonriendo a través de la turbación. 
Atlantis bajó la vista al suelo, avergonzada. 
"No sabía cómo librarme de Hathor, 
vuestra llegada ha sido providencial" murmuró. 
Levantó los ojos y sonrió abiertamente. 
"Lo de ir al baile contigo, ¿lo dijiste en serio?" 
Rhea parpadeó perpleja, con la guardia baja. 
¿A cuento de qué venía todo aquello? 
Ella tan sólo lo había dicho para alejar a Hathor de allí... 
"Es que si lo dijiste en serio, me encantaría ir al baile contigo." 
Susurró la joven princesa de Neptuno, sonrojándose profundamente. 
El corazón de Rhea dio un vuelco. 
¡Atlantis quería ser su pareja en el baile! 
Era, sencillamente, maravilloso. 
"Claro... claro que lo dije en serio, Atlantis" 
respondió finalmente Rhea, cuando vio que su amiga 
se encontraba al borde de las lágrimas ante su prolongado silencio. 
"Me gustaría que vinieras conmigo al baile". 
La princesa de Neptuno se echó a reir y le dio un fuerte abrazo. 
Rhea contuvo el aliento, estupefacta. 
"Tengo que volver con las demás antes de que se den cuenta de que 
me he ido" murmuró Atlantis separándose de ella, 
todavía con las mejillas arreboladas. 
"Luego hablamos de lo del baile, ¿eh?" 
La muchacha salió corriendo y se reunió con las demás, que, 
enteradas del percance que había tenido lugar hacía unos minutos 
en la puerta, la acosaban con todo tipo de preguntas. 
Amaltea estaba en el centro del corrillo, explicando con 
orgullo cómo Rhea se había enfrentado a Hathor y, 
con una sola mirada, le había hecho retroceder asustado. 
"No pensarás ser la pareja de Atlantis en el baile, supongo" 
sonó una voz ligeramente a la izquierda de la princesa de Urano. 
La rubia muchacha se giró y se encontró a Rigel, 
una joven alta, de larga cabellera azul oscuro y ojos grises 
que la atravesaban. 
La princesa de Plutón era casi tan alta como ella y 
sus ojos eran como filos de espada que estuvieran amenazándola 
de muerte. 
"¿Y por qué no iba a serlo?" contestó Rhea enfrentándose 
abiertamente a aquella mirada de cuervo. 
"Porque no está bien" la amonestó Rigel con tono maternal. 
"Nunca podrás casarte con ella, estúpida". 
"¡OYE!" exclamó Rhea, profundamente molesta, 
más con el tono que con las palabras de la princesa de Plutón. 
Rigel miró de arriba abajo a la princesa de Urano 
y se echó a reir de forma burlona. 
"Búscate un príncipe y olvídate de ella" susurró Rigel 
antes de abandonar el gimnasio. 
"¡Las prácticas aún no han terminado, Rigel!" tronó la 
voz de Lord Saturno, que salió del gimnasió detrás de la 
rebelde jovencita. 
Rhea seguía inmóvil en la entrada del gimnasio, 
con la mirada perdida y las palabras de Rigel resonando 
en su cabeza mientras su corazón latía a toda velocidad. 
¿Qué le había insinuado Rigel? 
La mano de Lady Neptuno en su hombro la sacó del ensimismamiento. 
"Vamos, Rhea, Atlantis te espera para practicar el 
ataque combinado" le dijo sonriendo afablemente. 
La princesa de Urano asintió y decidió dejar para más tarde aquel 
lío de sentimientos que Rigel había sacado la luz. 

Atlantis se miró al espejo y una sonrisa de pura felicidad 
apareció en sus labios, impregnando de luz el resto de su 
bello rostro. Se pasó el cepillo de forma ausente por la 
larga cabellera verde y se dio el lujo de pensar en lo bien 
que se lo pasaría en la fiesta, dentro de tres días. 
Ni siquiera fue consciente de que alguien entraba en la habitación. 
"¿Para quién te estás arreglando tanto, Atlantis?" sonó la 
agridulce voz de Rigel justo detrás de su oído izquierdo. 
Atlantis levantó la vista y se encontró con la alta figura 
de la princesa de Plutón, su compañera de cuarto... 
bueno, si a eso se le podía llamar compañera de cuarto. 
Rigel no solía dormir nunca en aquel dormitorio, 
aunque el lugar en el que Rigel pasaba las noches 
no era asunto de su incumbencia, ni mucho menos de su interés. 
"No creo que te importe, Rigel" contestó Atlantis, todavía sonriendo. 
"A Rhea le importa un comino que te pongas tan guapa, ¿sabes?" 
La sonrisa de Atlantis desapareció. 
Se dio media vuelta y se encontró con la sonrisa burlona de Rigel, 
sus ojos grises, crueles, su cabello largo y liso, de un azul 
más oscuro que el del mar. 
"¿A qué has venido? No sueles dormir aquí nunca" 
murmuró Atlantis con acidez. 
Rigel estaba intentando hacerla enfadar y no sabía el motivo. 
Se concentró en no dejarse llevar por la ira que le provocaba 
su mera presencia. Rigel se echó a reir y se encogió de hombros. 
Caminó hasta su cama y se sentó, apoyando las manos tras las caderas, 
echando la cabeza hacia atrás. 
"He visto lo que ha ocurrido en el gimnasio esta mañana 
y me parece patético que vayas en todo momento tras las faldas de Rhea" 
contestó Rigel entrecerrando los ojos con sarcasmo. 
"¿No te parece que ya eres mayorcita como para dejar estos juegos, 
Atlantis?" 
La joven princesa de Neptuno sintió cómo se tensaba cada uno 
de los músculos de su cuerpo. 
Dejó el cepillo con toda la calma que pudo acumular encima 
del tocador y se dirigió a la puerta. 
"Lo que yo haga con mi vida es asunto mío, ¿entendido?" 
respondió Atlantis a modo de advertencia. 
Se detuvo antes de marcharse para mirar de reojo a Rigel. 
"Creo que tu mera existencia es más patética que mi 
comportamiento así que búscate una vida y deja en paz la de las demás." 
Atlantis dejó la habitación dando un portazo. 
Rigel se puso tensa y se dejó caer sobre la cama, 
suspirando pesadamente. 
"Como quieras, Atlantis" susurró. 

"Llegas tarde" murmuró Rhea, acudiendo a su encuentro en 
el jardín del Palacio de la Luna. 
"¿Qué te ha pasado? Pareces enfadada". 
Atlantis sonrió brevemente y cogió la mano de Rhea, 
guiándola hasta la fuente del jardín, donde tomaron asiento. 
"He tenido un pequeño encuentro con mi compañera 
de habitación, eso es todo" dijo Atlantis suspirando pacientemente. 
"¿Qué le pasa a esa chica?" Rhea se encogió de hombros. 
"No lo sé, se comporta de la misma forma con todos" 
el rostro de la princesa de Urano se iluminó. 
"¿Qué te vas a poner para la fiesta?" 
Atlantis se echó a reir y apoyó la cabeza en el hombro de Rhea. 
"Había pensado que nos podríamos poner los vestidos 
que nos regaló mi madre para nuestro cumpleaños." 
La princesa de Urano se puso en pie, escandalizada. 
"¡Ni hablar!" exclamó, cruzando los brazos sobre el pecho. 
"Ya sabes que reservo ese vestido para el día que nos nombren 
Guerreros. Yo estaba pensando ponerme el vestido azul, el de satén. 
¿Qué te parece?" 
Sintieron pasos acercándose hacia ellas a toda prisa 
y Rhea vio que Atlantis abría los ojos, sorprendida. 
Se dio media vuelta y vio que Amaltea corría hacia ellas 
como alma que lleva el diablo. 
"¡Me lo ha pedido, chicas! ¡Me lo ha pedido!" gritaba 
y su rostro era la felicidad personificada. 
Las princesas de Urano y Neptuno se miraron, confundidas. 
Atlantis se puso en pie y caminó hacia ella. 
"¿Qué te ocurre?" preguntó, preocupada. 
"¡El capitán Nibir me ha pedido que vaya al baile con él!" chilló, 
riendo de forma histérica. 
Rhea y Atlantis la felicitaron. 
El capitán Nibir, uno de los principales oficiales de la guardia 
de Ganímedes, era un joven muy apuesto de Júpiter 
y parecía interesado en Amaltea desde hacía unos días. 
La joven princesa de Júpiter estaba impresionada por sus atenciones. 
"Ya lo he decidido" dijo, de repente Rhea. 
"Me pondré el vestido dorado, el que me regaló tu madre 
cuando gané el concurso de piano."

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