Visión de Verano
¿Es o no es?
Pensé que algo estaba mal con Ichiru, tenía mis dudas acerca de que fuera él mi visión de verano. Pero después de ese día con mi abuelo, pude ver de nuevo al chico del que me enamoré. Esa tarde todas mis dudas se despejaron y lo único que pude ver fue un brillante futuro a su lado, hice miles de planes en un instante. Pero…siempre hay un pero.
—Entonces, es un buen lugar ¿no crees?
—Mmh —Ichiru cambió la hoja de la revista y luego asintió. —Luce bien, pero ¿eso qué tiene que ver conmigo?
—Bueno, mi abuelo irá a tomar una terapia a las aguas termales que hay ahí. Como será en vacaciones pensó que podríamos ir.
—¿Quién pensó?
—Mi abuelo. Dice que quiere jugar damas chinas contigo.
—¿Damas Chinas? ¡Ay, no, Kaname, olvídalo! ¡Eso es muy aburrido!
—¿Eh? Pero ese día parecías muy divertido.
—¿Qué día?
De pronto, a veces, quizás, Ichiru no parece ser el mismo chico de esa tarde. Y eso, me desconcierta. Cada vez que pasa me siento de nuevo inseguro.
—El día que me acompañaste al hospital.
—…Aah…Ese día…estaba de buen humor, supongo.
—Pues ojalá estuvieras de buen humor más seguido.
—¿Qué quieres decir?
Ese es el tono de voz que usa cuando está molesto. Sé lo que viene sin necesidad de una bola de cristal, y aunque lo sé, no puedo ni quiero detener el curso de mis palabras.
—Sólo eso. Ese día eras tan afable…
—¿No soy afable?
—No quise decir eso…
—¿Entonces, qué?
—¿Quieres calmarte? No estoy diciendo nada malo. No te pongas histérico.
—Ah, ahora soy histérico. Pues perdóname por ser así.
—Oye, Ichiru…
—Muérete, Kaname.
Ichiru tomó su mochila y se fue dando largas zancadas. Por mi parte sólo pude suspirar largamente, al tiempo que cerraba la revista de golpe. De nuevo, me encontré a mí mismo confundido. Pensando en lo que debería hacer. Quizás debería aceptar que un amor nacido tan fugazmente no tiene ninguna base de la cual sostenerse.
A menudo pienso que estaría mejor solo, que debería esperar a conocer a alguien, conocerle realmente y no sólo dejarme llevar por mis sentimientos primarios. Pero, luego, como entonces, me arrepiento de pensar en dejarle ir y me levanto para ir tras él. Siempre es así.
Es por eso que esa noche fui a su casa a buscarlo. Toqué el timbre y aguardé. Fue su madre quién abrió la puerta para mí.
—Oh, ¿tú eres Kaname, verdad?
Asentí con una sonrisa.
—Ichiru está en su habitación, iré a buscarlo, en tanto toma asiento.
—Gracias, señora.
Nunca antes había estado en su casa, así que me senté con cierta timidez en el primer sillón que encontré. Su madre regresó para decirme que ya venía, me ofreció té, el cual rechacé lo más amablemente que pude. Y después de lo que me pareció una eternidad, vi a Ichiru caminar hacia mí por el pasillo. Llevaba una camiseta y un short, y al parecer acababa de bañarse porque llevaba una toalla en el cuello y el pelo húmedo. Se detuvo justo antes de entrar a la sala y me hizo una seña para que lo siguiera.
—Ichiru, ¿a dónde vamos?
—A…mi habitación —dijo mirándome de reojo, quizás para comprobar que lo seguía —, supongo que es más cómodo.
—S..sí —ir a su habitación, me ponía nervioso, porque, bueno, por obvias razones.
Abrió la puerta de su cuarto y pasó él, primero, yo cerré la puerta. El lugar tenía las paredes de un color azul muy agradable, estaba ordenado y limpio, de alguna manera no podía creerlo. Había una laptop abierta en el piso de madera y una cámara fotográfica réflex. No sabía que a Ichiru le gustara tomar fotografías. Se sentó en el piso y tecleó algo en su computadora, antes de cerrarla. Yo me senté a su lado con la espada recargada en los bajos de la caja de la cama.
—¿Y bien? —me dijo —¿qué sucede?
—Yo…quería pedirte disculpas por lo de hace rato.
—¿Disculpas? ¿Por qué?
¿Acaso lo había olvidado? Últimamente Ichiru resulta desconcertante, se parece a ese pez que sale en aquella película de Disney.
—Peleamos ¿recuerdas?
Él me miró y frunció el ceño. Era extraño, su cabello caía de una manera diferente sobre su frente, quizás, pensé, era por estar mojado. Como no obtuve respuesta continué.
—Está bien si no te gustan las damas chinas, quiero decir, las jugaste ese día por amabilidad con mi abuelo. No te preocupes, le diré que tienes otros planes y así no te molestará más.
—Pero tu abuelo no me molesta —frunció más el ceño, —En realidad me divertí ese día. Tú abuelo es muy divertido en sí mismo.
—¿Te lo pareció?
—Sí —me sonrió, —me gustaría tener un abuelo como el tuyo.
—¿De verdad? —él asintió y yo no pude evitar sonreír.
—Sea lo que sea que dije, olvídalo ¿quieres? Y discúlpame, no tuve un buen día. Es todo.
Ese de ahí, ese, era mi amor. El chico de mis sueños. No pude evitar sonreí más ampliamente.
—Puedes decírmelo ¿sabes?
Tomé un mechón de su cabello y el dio un respingo, como por instinto sujeto la toalla alrededor de su cuello. Me resultó tierna su reacción.
—¿Decirte qué? —desvió la vista y se puso aún más nervioso, cuando me acerqué un poco más y nuestros cuerpos se tocaron muy suavemente.
—Si tuviste un mal día, puedes quejarte conmigo todo lo que quieras. Por supuesto, también espero que me cuentes las cosas buenas. Hay muchas cosas que aún no conozco de ti, y me gustaría conocer todo de ti.
Él giró el rostro y me miró a los ojos. No puedo describir la manera en la que me quitó la respiración. Que mirada más hermosa, ni siquiera puedo describirla.
—Si lo sabes todo, el misterio se acabaría ¿no crees?
Reí y tomé su rostro con mis dos manos. Nunca antes me había sentido tan libre de actuar, quiero decir, besos y caricias, siempre pedía permiso para ello. Pero ese día, como aquel día después de la visita a mi abuelo, sólo quería tocarlo, besarlo, sin importarme nada.
—Estoy seguro que jamás me aburriría de ti.
—Eh…Kana…me —intentó apartarse, tomó mis muñecas con sus manos y empujó hacia afuera —. Es tarde, debes volver a tu casa.
—Más tarde —murmuré prácticamente sobre su rostro y un segundo después lo estaba besando.
Como la vez pasada él se quedó estático, pero sólo brevemente, separó sus labios y me dejo conocer la calidez de su boca. Esa acción provocó que quisiera abrazarlo más cerca, así que lo hice, lo atraje, lo rodee con mis brazos sin dejar de besarlo. Me sentí embrutecido, era tan dulce y suave, era lo más delicioso de toda mi vida.
Fue él quien rompió la magia y me apartó. Tomó aire casi desesperadamente y se puso de pie. De nuevo, sujetó la toalla en su cuello cuando me miró desde su nueva posición.
—No hagas eso —sus mejillas estaban rojas.
—¿Por qué no?
—No deberías, no con…
—¿Con?
—Nada. Ya tienes que irte ¿no? Es tarde, perderás el tren.
Miré el reloj y asentí. Era verdad. Suspiré y me levanté del piso también.
—¿Nos vemos mañana?
—Ahhh… —hizo un mohín de duda y se mordió el labio inferior. ¡Dios! Quería besarlo de nuevo.
—Bueno, si decides que nos veamos, me llamas.
Él asintió y sin decir nada, me apuró para que saliera de su habitación; después, me guió hasta la puerta de su casa.
—Ichiru —le llamé, girando hacia él y antes de que cerrar la puerta.
—¿Mmh?
—Piensa lo de las aguas termales. De verdad me encantaría ir contigo. ¿Lo pensaras?
—Sí, lo haré. Ahora, vete.
—Buenas noches —le dije y le robé un beso rápido.
A veces, pienso que sería mejor estar solo y dejar que el amor llegue de pronto. Pero definitivamente, lo que siento por él, no puede ser replicado en ninguna otra persona.