Un grito resonó de golpe de nuevo, en aquella vieja escuela abandonada. Por suerte, Mukuro Rokudo sabía que no había nadie más allí, ni siquiera su querida Chrome. Habían ido a comprar no sé que cosa, y él sólo les había esperado allí.
Aunque nunca se esperó que el propio Hibari Kyoya se presentara allí a molestar, diciendo que 'esta vez realmente le iba a matar a mordiscos'.
Por supuesto, Mukuro no estaba para tonterías. Estaba realmente enfadado. Sentía demasiada impotencia de hechos no muy lejanos. Así que en cierta manera se alegró de la visita de ese chico. Así podría pagar su... Impotencia y frustración con él, y el otro no podría quejarse.
No tardó en ganarle, en dejarle casi muerto en el suelo. Hibari estaba sorprendido, Mukuro estaba siendo especialmente violento a comparación a su estilo de lucha habitual. Por supuesto, Mukuro no le mataría. Sawada Tsunayoshi no le perdonaría si hiciera eso, y eso le imposibilitaría estar cerca de él y poseer su cuerpo, pero si quería jugar con él. Hacerle sufrir. Hacerle sufrir de la peor manera posible.
Al igual que Byakuran hizo con él tan sólo un mes atrás...
Sacudió sus pensamientos y comenzó a desnudar a otro adolescente. Hibari se sorprendió y por supuesto intentó evitarlo, aunque cada parte de su cuerpo le dolía como el infierno debido a los golpes de antes. Así pues, terminó completamente desnudo.
Mukuro sonrió: Hibari se veía completamente vulnerable, y a pesar de que estaba desnudo delante de la persona que más despreciaba en esta vida, no había rogado que le dejara. Diablos, ni siquiera había hablado, sólo había hecho un ligero gruñido. Bueno, hoy iba a conseguir que Hibari Kyoya le rogara, chillara, le pidiera que se detuviese, tal y como él había hecho una vez.
Así pues, no tardó en bajar sus pantalones y alinear su excitado miembro contra la pálida y estrecha entrada de Hibari Kyoya. Hibari abrió sus ojos con horror cuando vio las intenciones, pero aún se negaba a decir nada. Así que sonriendo juguetonamente, comenzó a introducir su miembro y a comenzar a moverlo, de manera duda. Se sentía demasiado bien, y el simplemente ver a Hibari mordiendo su labio con fuerza, sudando y prácticamente temblando por la fuerza que estaba usando el mayor, era una visión demasiado buena. Según el propio Mukuro, era una manera retorcida de amar.
Y finalmente, ocurrió. Hibari soltó su labio sangrado y gritó. Y eso excitó a Mukuro aún más, queriendo aumentar sus movimientos al límite. Y entonces, una sensación de placer increíble llegó al líder de los Kokuyo, que llenó enteramente a Hibari. Mukuro sonrió cuando sacó su miembro, había marcado a Hibari como suyo y sólo suyo. No el potro salvaje, no el décimo Vongola, no el guardián de la lluvia... No. Había sido él, Rokudo Mukuro. Se sintió aún mejor cuando escuchó a Hibari hablar.
— Te odio... Te odio tanto, Mukuro Rokudo...— Susurró. Mukuro incluso pudo jurar escuchar un tono de voz de terror o tristeza en la voz de Hibari.
Y, al momento, un sentimiento de culpa golpeó a Mukuro.
Así que, intentando salvar el poco orgullo que quedaba en el mago de la nube, colocó una manta sobre él y después lo levantó en brazos, queriéndole llevar a un sitio al menos no tan incómodo como el suelo.
Sonrió, aunque más bien de manera triste, cuando vio caer una lágrima del ojo de Hibari que había retenido durante todo el tiempo, algo que había sido inútil cuando había caído en la inconsciencia.
Ni siquiera se dio cuenta en el momento en el cual acercó sus labios a la lágrima del guardián de la nube y lo besó de manera dulce, como nunca había hecho antes.
— Sí, yo también lo hago. —
Sí, se odiaba así mismo, por no haber sido lo suficientemente fuerte como para evitar la violación de Byakuran un mes atrás.
Y se odiaba así mismo por haber lanzado su tristeza y frustración contra Hibari.
Le dejó en la cama y se quedó mirándole, antes de pasar una mano por el flequillo negro.
— Kufufu... ¿Alguna vez te habían dicho lo lindo que te ves durmiendo? —