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Nuestro complicado y loco amor por FujoShi4Ever

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Notas del capitulo:

Hola! Pues tuvo que llegar una pandemia y todo para finalmente actualizar esta preciosura de fic al que considero mi bebé. Perdónenme la verdad porque bueno me he tomado mi tiempo con esto, no sé si les dije pero ya me gradué de la Uni. Entonces entre trabajar y vivir como un adulto ha estado grave. 

Entonces mil disculpas, les traigo el nuevo capi y quienes aún me lean pues espero que les guste.

 

También esta vieja reacia por fin ha decidido entrar al mundillo de Wattpad. El fic por allá va en el capi 16 pero tengo otritos por si gustan pasar por allá o si les es más cómodo leerme por ahí. Les dejo mi user: 

Gabiru12

Sin más disfruten!

 

La noche llegaba con bastante frío pero no para ciertos amantes, Vicenzo besaba la espalda desnuda de Verita luego de una maravillosa sesión de placer. Los celos algún día lo matarían pero no podía evitarlo si se trataba de ella. Al otro lado de la fortaleza yacía Gelaro encima de Rafaelle besándolo mientras reían, la mano del pelicafé tocando sin ningún decoro la retaguardia del menor. No habían hecho nada, Rafaelle sabía que era demasiado pronto, solo unos pequeños toques más allá de lo convencional y Gelaro había empezado a temblar como una hoja, su inexperiencia lo delataba así que él decidió esperar, un poco más no haría daño.

Donato se acariciaba el piercing de su labio inferior, realmente había dolido además junto con la pelea con su Jefe estaba hecho polvo. Verita no le quiso curar de nuevo luego del incidente, estaba mirándose en el espejo ya que había sangrado un poco hasta que vio a la pequeña figura apoyada en su puerta con un botiquín en las manos. Sin su permiso Massimo se adentró en la habitación poniendo las cosas en el mueble, empezó a sacar una pequeña gasa de algodón hundiéndole en el desinfectante y aplicándosela directamente sin previo aviso, se quejó audiblemente alejándose del niño o bueno adolescente.

-No aguantas nada –le dijo aburrido tomando su rostro y cubriendo bien la herida, estaba tan enfocado en la tarea que no notó como esos brillantes ojos rojos le admiraban- Hoy actuaste más estúpido de lo normal al retar a Gelaro, sabías que te aplastaría

-No fue tan malo –como pudo articuló las palabras y Massimo solo negó con la cabeza.

-Ya está listo, no vuelvas a hacer otra idiotez como molestar a Verita –dijo algo molesto, se dio la vuelta y empezó a acomodar las cosas para irse.

-Ay por favor, era solo un pequeño juego. Cuando tenía 17 una vez le robé un pequeño beso, Vicenzo se moriría si lo supiera así que lo de hoy fue nada.

-¿Estás enamorado de ella? –lo dijo sin mirarlo.

-Para nada, es una gran amiga. Tal vez antes la vi con deseo, pero ahora no –sonrió ligeramente estirándose en la silla donde reposaba- Luego vi como creciste y no pude resistirme a ti –lo tomó en brazos dando vueltas con él hasta caer en la cama con Massimo a horcajadas suyo, le dio un golpe en el hombro maldiciendo – Si Gelaro escuchara las sucias palabras que salen de esa pequeña boca –siguió burlándose.

-Eres tan infantil, en serio. Ya déjame ir ¿quieres?

-Qué bueno que preguntas. No, no quiero –lo abrazó fuertemente casi como cuando era un niño y era su bolita de amor en ese entonces, lo quería- Recuerdo que te encantaba esto, no sé cuando te convertiste en esta bolita de odio aburrida que eres ahora.

-¡Ya no soy un niño! Deja de tratarme como si fuera uno, estoy harto de ti y las estupideces que siempre dices y haces –golpeaba su pecho insistentemente descargando su furia por haber presenciado ese acercamiento con Verita y más al saber lo del beso.

-No estés celoso, siempre serás mi pequeña bolita de odio a la que adoro –besó su frente, el muchacho le apartó de un manotazo casi hiriéndole de nuevo, siseo un poco llevando una mano a su adolorido labio.

-Te lo ganaste –dijo enfadado pero luego se acercó a él –Déjame ver –miró por si había sangre de nuevo pero todo normal- No pasó nada, de todas maneras debería arrancarte esta atrocidad como castigo –delineó con sus finos dedos el metal del piercing, sus ojos agua marina solo se fijaron en esos labios, paseando por ellos y conteniendo un suspiro cuando Donato se relamió y rozó sus dígitos. Su corazón latía desbocado, todo su cuerpo tembló al sentir que el mayor succionaba lentamente, su lengua acariciándolo sensualmente -¿Q-qué estás ha-haciendo?

-Dijiste que no quieres ser tratado como un niño. Te enseño cosas de adultos –sonrió al ver como se sonrojaba el más pequeño. Una ligera molestia se había instalado en sus pantalones así que lo apartó de encima, no quería que notara eso. Se irguió yendo al mueble tomando el botiquín olvidado para depositarlo en las manos del menor que no salía del asombro- Vete ya Massimo, solo bromeaba. Olvídalo ¿sí? –quiso revolver sus rubios cabellos pero se detuvo, estaba haciendo algo muy malo, sí el chiquillo tenía lo suyo aún así no podía simplemente forzarlo a aquellas cosas. Vio como él se encogía al ver su mano a poca distancia de su rostro.

-¿Donato? –estaba confundido, casi anhelaba aquel toque pero el mayor había parado cualquier tipo de acción. Le asustaba pero también lo quería, se sintió bien sentir su lengua, se preguntaba qué sería poder sentir lo mismo en otras partes de su cuerpo.

-No, por favor vete –lo tomó bruscamente del  brazo casi arrastrándolo hacia la puerta que por un milagro había estado cerrada durante su pequeño desliz. Se tensó al sentir como una fina capa de hielo empezaba a cubrir su brazo, Massimo solo hacía eso cuando estaba molesto. Gelaro le había enseñado a manipular mejor su elemento, después de todo eran los únicos usuarios de la flama nieve.

-No –susurró sin mirarlo- ¿Porqué pones distancia cuando acabas de hacerme e-eso? ¡Contesta!-aumentó la presión y Donato gruñó.

-Eres un mocoso sin remedio, intento protegerte de mí y creo que hasta de ti mismo. Eso que hice hace un momento está mal, no puede volver a pasar ¿comprendes?

-¿Por qué? ¿Acaso no te gusto? –sus orbes hipnotizadores le miraban fijamente, Donato solo quería que la tierra se lo tragara y lo escupiera muy muy lejos de esa situación.

-Massimo no se trata de si me gustas o no. No podemos simplemente estar haciendo esas cosas porque sí, cuando tengas más edad te habrás olvidado de este asunto y hasta de mí. Encontrarás a alguien que pueda tratarte bien, que te ame.

-No lo negaste, eso significa que te gusto, pero por alguna estúpida razón te incomoda la idea

-¡Massimo! Apenas tienes 13 años, sencillamente no –dijo y liberó su flama apartándolo, caminaba de un lado al otro en su habitación- Verona sabrá de esto, me matará de seguro.

-Quieto –volvió a usar su poder inmovilizándolo, sentía que se congelaba por dentro. El pequeño le llevó de nuevo a la cama, ahora Donato maldecía su estúpido elemento. Lo vio trepar a su cuerpo quedando sentado en su regazo, sus delicadas piernas rodeando su cintura. Intentó removerse pero se sintió peor- Te haré daño si sigues así, sabes que no puedo controlarlo del todo –a regañadientes aceptó aún así se negaba a mirarlo, sintió una mano helada forzando su rostro hasta que estaban frente a frente, estaba listo para replicar pero el otro se adelantó- Primero, ya he cumplido los catorce ¿sabes? Segundo, yo te gusto y tú me gustas. Tercero, voy a soltarte y vas a enseñarme más de eso –poco a poco aquel frío infernal abandonó su cuerpo, sintió algo de alivio que se esfumó al notar que el rubio estaba a nada de tocar sus labios.

-Esto está mal de tantas formas, ya que me voy al infierno –lo miró una última vez antes de lanzarse a por esos pequeños labios. Massimo se sentía en la gloria, los besos de Donato sabían a victoria. Le besó con paciencia, gruñéndole para que abriera la boca y le dejara entrar. Su lengua empezó a explorar su cavidad, invitando a la suya a unirse en esa sensual danza.

-D-Donato –suspiró entre sus labios, abrazandole. Le tomó por sorpresa cuando el mayor invirtió sus posiciones dejándolo expuesto en la cama con él gateando como un depredador dispuesto a devorar a su presa - ¿T-te gusto? –sonaba tan inseguro, Donato sonrió ladinamente para luego inclinarse y delinear con su lengua su mejilla derecha.

-Mucho sí –besó sus labios una vez más, después solo se colocó a su lado, atrayéndolo a su pecho-

-Hey –iba a soltar la pregunta del millón, pero el pelicafé solo se carcajeó.

-Ni lo sueñes, hasta que no tengas la edad apropiada no habrá más que solo esto. Verona me aniquilará si sabe que llegué a tocarte de más –suspiró cansado.

-P-pero yo estoy seguro

-Y sucederá, cuando estés verdaderamente listo y consciente de todo lo que eso conlleva. Deja de quejarte, disfruta. Duerme un poco, tengo que sacarte de aquí antes del amanecer o sino soy hombre muerto.

-Está bien –se acurrucó contra él quedándose dormido en poco tiempo.

Dante ingresó a la habitación sin ningún tipo de miramientos, quedándose atónito ante la escena. Su gemelo solo le gruñó para que no hiciera algo estúpido, indicándole que se largara con la orden clara que no podía decir nada.

Iba de camino a su dormitorio entre risas al haber encontrado in fraganti a su querido hermano. No esperaba encontrarse con la dulce, pero a veces muy sádica Vittoria paseando por los pasillos, su cabello rosado cayendo en cascada, no en las usuales coletas que solía llevar. La siguió hasta uno de los balcones, ambos en silencio mirando caer la nieve.

-Nuestra leona no te ha tratado bien ¿eh?

-Sabes como es ella, pero qué remedio

-Morirás esperando que algún día te vea como más que un camarada o algo patético –dijo sin mucho afán.

-Lo sé, déjame tener algo de esperanza carajo. Además, no es como si tuviera demasiadas opciones –se recargó y echó la cabeza para atrás.

-Tal vez sí pero estás demasiado ocupado sintiéndote miserable –le miró de arriba hacia abajo para probar su punto. Su cerebro hizo corto circuito, ¿acaso ella estaba insinuando lo que creía?

-Qué dices –río nerviosamente, nunca creyó que podría interesarle de todas las personas a ella.

-Vamos Dante ya no eres un niño –sonrió dulcemente, pero en esa mirada suya había algo muy sombrío que le hizo temblar – No me digas que me temes –parpadeó lento pareciendo inocente, acercándose hasta poner una de sus manos en el pecho ajeno, al estar de espaldas aquella acción solo le hizo querer retroceder, pero no había más espacio.

-Vittoria yo creo que ya debería volver a mi habitación –dijo como pudo, Vittoria raras veces mostraba su verdadera naturaleza, eso le estaba asustando. No daba crédito a que el pánico le estaba invadiendo y no fuera por Leonessa, incluso se negaba a admitir que sentía algo de exitación ante la demostración de dominancia.

-Te mostraré que el miedo no es tan malo –sin remordimiento se acercó y le empujó por el balcón aferrándose a él. Antes de siquiera poder gritar, ella lo atrapó en un fogoso beso mientras enredaba sus piernas alrededor suyo. Más la caída nunca llegó, una capa de los abanicos enredados con sus llamas de lluvia les sostenía. Ella siempre cargaba con ellos, suavemente cayeron en la fría nieve que cubría su territorio. Vittoria se apartó de él quitándose del pijama los restos de nieve mientras emitía una pequeña carcajada. Dante no salía del shock hasta que ella le ayudó a erguirse, se disponía a capturar sus labios nuevamente, pero él le apartó bruscamente.

-¡¿Estás loca?! –empezó a hiperventilar sin querer propagando sus flamas, como un escudo protector.

-Tranquílizate, todo está bien caro mio –estiró una mano tentivamente a través de sus flamas queriendo acariciar su rostro. Su instinto le llevó a atacarla, dejándola en el suelo. Mala idea, muy mala idea. Si había alguien experta en combate cuerpo a cuerpo esa era ella, rápidamente se levantó gruñéndole para correr hacia él lanzando puñetazos y patadas que apenas pudo esquivar. Le atrapó en una llave haciéndole caer secamente al piso, así tenía la ventaja de estar encima suyo, sus muslos le aprisionaban firmes de lado hasta que decidió sentarse sobre su pecho disfrutando de la tos que emitió. Cuando recobró algo de sentido, tenía ambas piernas peligrosamente cerca de su rostro, tragó audiblemente ya que desde esa corta distancia podía sentir como ella ardía. Todo aquello no hizo más que excitarla y aunque su mente le gritara que eso no era lo correcto, él también sentía que se quemaba por dentro.

-Vittoria –salió como una súplica y eso la hizo feliz.

-Pide amablemente y te será concedido –se deslizo hasta su abdomen.

-Yo, yo uhh yo quiero –estaba a punto de decirlo, pero perdió la concentración al ver como una cabellera rubia se retiraba del balcón, de nuevo se la quitó de encima queriendo correr a explicarle la situación a la mujer que verdaderamente le importaba, o eso creía - ¡Demonios! Soy tan idiota, cómo pude dejar que esto pasara

-Quizá esto es lo que realmente quieres –le dijo ella con total seguridad.

-No, esto fue un error –se alejó a paso apresurado sin voltear a verla, la peli rosa solo suspiró acomodándose el cabello.

-Estaré esperando por ti –Dante se tensó ante aquellas palabras, siguió caminando, mantendría su distancia y todo estaría bien.

 

En el entrenamiento del día siguiente, Dante maldijo por lo bajo cuando Verona hizo que intercambiaran parejas poniéndole con Leonessa. Donato estaba encantado porque entrenaría con Massimo, a lo lejos vio a Vittoria con su usual sonrisa dulce tranquila con Vicenzo. Giacomo le hacía una pequeña reverencia a Verita. Salió de su ensoñación cuando la voz autoritaria de la pelirroja les decía que empezaran de una buena vez.

-Leonessa, lo de anoche –quiso explicarle, aunque no tenía porqué, pero se sentía mal. El corazón se le estrujo al ver que ella solo le miraba confundida.

-Tranquilo, no diré nada. Somos compañeros y solo me interesa que desarrolles más fuerza en el entrenamiento, lo que hagas después o con quién no es de mi incumbencia –le sonrió, aquella mujer que solo sabía decirle cosas hirientes le estaba sonriendo porque genuinamente solo le importaba la familia, con el objetivo de ejecutar el plan a la perfección. Las palabras de Vittoria resonaron en su cabeza, solo compañeros, nada más.

-Gracias –dijo sintiendo que su interior se rompía en mil pedazos, se colocó en posición de ataque y luchó con todo lo que tenía, pudo notar que la rubia se emocionó y también aumentó la intensidad de su flama. Siempre supo que ella, así como Giacomo o Verona muchas veces contenían su poder para no lastimarles, no quería pensar en nada más así que solo arremetió dejando que su elemento tomara por completo su cuerpo.

Al final del día Verona le había felicitado, diciendo que ya veía más progreso. Para todos fue una sesión productiva y a la vez cansadora, por esa razón se encontraban secándose el sudor y bebiendo agua. Donato se le acercó dándole una botella que recibió de mala gana, sabía que le pasaba algo pero que todavía no era el momento para hablarlo. Además, por alguna razón le molestaba ver a la pelirosa conversando animadamente con Giacomo y los demás.

-Gia-kun es tan fuerte –dijo entre risas mientras el susodicho solo le golpeaba la cabeza, odiaba verla tan feliz mientras él agonizaba. No supo cómo pero en automático había caminado hasta donde estaban aquel par y empujó al mayor de forma brusca, nada amigable.

-Quítale las manos de encima –dijo con el ceño fruncido, más aún cuando su amigo solo le ignoró, él quería pelear, necesitaba sacar toda su ira y frustración. Así que volvió a golpearle, aquello no le gustó a Giacomo quien ya se disponía a enseñarle algo de respeto. Tenía el puño listo en el aire y fue frenado por una poderosa patada de la pelirosa.

-Dante-kun no es necesario que molestes a Gia-chan solo porque no puedes lidiar con tus emociones –le dijo desde arriba otra vez con su tono dulce. El buen ambiente se había ido así que todos empezaron a marchar hacia sus habitaciones. Ella también se disponía a hacerlo y la detuvo.

-No tan fácil –solo le miró arqueando una ceja, aquel día solo llevaba una fina coleta, su usual atuendo con una chaqueta, falda y los botines. Su mirada le decía todo, no le gustó para nada lo que había hecho.

-Te enfrentas a uno de los nuestros solo porque Leonessa no quiere nada contigo. Madura ¿quieres?

-Es que tú no entiendes cómo me siento, la amo ¿sí? –dijo quebrándose. Dolía como la mierda, toda una vida buscando su aprobación y saber realmente saber que nunca le consideraría lo estaba matando.

-Tú no la amas, solo buscas la aprobación de alguien y eso te lo puede dar cualquier persona incluso yo – le levantó el rostro, en su interior regocijándose de ver esas lágrimas, era tan tierno. – Como dije antes, te estaré esperando a cuando estés listo

-N-no yo solo amo a Leonessa. Lo de anoche no significó nada

-Entonces ¿porqué atacaste a Giacomo hoy?

-S-solo necesitaba descargarme con alguien, no tiene nada que ver con eso.

-Dante, estoy dispuesta a darte todo lo que quieras. Solo pido a cambio que seas completamente mío –se acercó a él acariciando su rostro, quitando las lágrimas- Solo tienes que escogerme, jamás te haría daño –susurraba en su oído, aunque él se sentía mucho más expuesto al peligro con esas palabras.

-No, tú solo quieres manipularme a tu antojo –se alejó levemente.

-Y dime ¿acaso no es eso lo que buscas? Que alguien tome el control por ti, te he visto caro mio. Ni siquiera tu propio hermano entiende la dimensión de lo que tú realmente deseas.

-Cállate no sabes nada –se avergonzó de inmediato. Casi nadie era capaz de ver tan transparentemente, aquello que se esforzaba en ocultar. Se sentía enfermo consigo mismo, al querer exactamente lo que ella decía. Alguien que pudiera manejarlo, hacerlo sentir seguro.

-Si sigues negándolo no llegarás a ningún lado –salió de la sala dejándolo con sus propios pensamientos que solo lo confundían más.

Se pasó el resto de la tarde meditando, más como un zombie, según Donato. Lo hablaron y su hermano solo pudo silbar para negar con la cabeza, Dante se sentía avergonzado. Estaba abrazando sus piernas después de contarle todo a su gemelo.

- ¿Crees que soy raro? Sé sincero, por favor –dijo con la voz quebradiza.

-Hermano, sí te diste cuenta que muero de deseo y amor por un chiquillo de catorce años, que apenas entiende lo que le sucede. Dante, es genético, todos en nuestra maldita familia están locos y de todas maneras los viejos ya están muertos. Yo no seré tu verdugo juzgándote cuando me juego el pellejo correspondiéndole a Massimo –le sonrió para luego abrazarlo fuerte, casi como cuando eran niños y solo ellos podían entenderse, se le estrujó el pecho al sentir como su hermano lloraba de alivio. Porque ambos se tenían el uno al otro.

-No sé qué debo hacer, en serio creo que Vittoria me arruinará –dijo ya separándose al mismo tiempo que se secaba las lágrimas.

-Pero esa idea no te parece tan mala ¿o sí?

 -No lo sé Donato, yo simplemente no lo sé

-Dante, haz lo que creas mejor ahora. No pienses en mí, no pienses en lo que dirán los demás. Es tu decisión y yo te apoyaré hasta el final, si alguno de estos bastardos se atreve a juzgarte seré el primero en golpearlos. Aunque ya sabes si es Gelaro no puedo hacer mucho –se carcajeó para luego recibir un golpe de parte de Dante que murmuraba “idiota” entre risas.

­-Gracias, creo que ya sé lo que debo hacer –salió de la habitación de su gemelo casi corriendo, se chocó con Massimo en el pasillo. Este lo miró algo avergonzado, pero él solo le revolvió el cabello indicándole que su hermano estaba libre.

Massimo abrió la puerta lanzándose a los brazos de Donato, con este besando su frente para luego ir a por sus labios.

- ¿Qué le pasa a Dante? Iba como loco por el pasillo –dijo acurrucado en el pecho del mayor mientras él le acariciaba la espalda.

-Solo está escogiendo su destino mi dulce, precioso Massimo –pasó su lengua por la mejilla del menor, disfrutando del pequeño temblor que invadió al más pequeño. No hablaron más dedicándose a una merecida sesión de besos.

Vittoria se encontraba tranquila en su pijama ya lista para acostarse hasta que escuchó como llamaban a su puerta desesperadamente. Arqueó una ceja esperando unos segundos, los golpes solo se intensificaban, se dispuso a abrir mirando de arriba abajo a la hermosa criatura que tenía frente a ella.

-He tomado una decisión, creí que debía hacértelo saber –dio un paso hacia adelante, milagrosamente haciendo que ella retrocediera. Cerró la puerta detrás suyo, su corazón latía desesperado al igual que la pelirosa solo le miraba curiosa. Hincó una rodilla, notando la excitación en la mirada ajena, aquellas delicadas manos temblaban- Soy tuyo –bajó la cabeza en sumisión, esperando algo. Todo su ser fue invadido por la felicidad cuando la mano de Vittoria se posó en sus cabellos tirando de ellos suavemente, como no creyendo lo que sucedía.

-Ya era hora

-Cuida de mí por favor

-Siempre, caro mio. Siempre

*****************

 

El viento azotaba sin ninguna contemplación la pequeña cabaña donde se alojaban Dino Cavallone y su equipo de investigación. El rubio estaba apoyado en la ventana, empañando los cristales con su respiración acompasada. Romario que estaba coordinando algunos detalles con sus subordinados de pronto les pidió que se retiraran a la habitación contigua. Aquel niño ahora joven adulto al que juró proteger había dejado de ser él mismo luego del incidente con Kozato Enma, le dolía el pecho de ver al que consideraba su hijo, de esa manera.

Su usual sonrisa se había esfumado, en las primeras semanas era como ver a un cadáver animado haciendo las cosas en automático. Poco a poco se había recuperado pero el costo fue un cambio radical desde su vestuario, la forma de dirigir no que fuera malo, eso jamás; ahora se mostraba serio y había puesto sobre él una especie de barrera para que nada ni nadie lo pudiese lastimar de nuevo. Tal vez su ser por su propia familia había salido adelante pero su corazón todavía resentía el incidente. Escogió la indiferencia y el rencor porque aquel amor iba a matarlo, le dolía el alma recordar a Enma.

Romario respetó su decisión y decidió seguirlo en esa larga misión, si todo salía bien tal vez existía la posibilidad de que su jefe volviera en sí y sanara sus heridas. Por lo pronto solo se limitó en poner una mano en el hombro ajeno, un mensaje silencioso, diciéndole que siempre estaría para él.

-Todo listo jefe, mañana nos aproximaremos a Catafalco. Según los reportes no queda mucho de la población, lo que sigue en pie es aquella Fortaleza, casi impenetrable.

-Eso está por verse –le sonrió algo altanero. Después de todo, aquella ira y dolor se habían canalizado en entrenamiento y ahora su flama era mucho más peligrosa, así como destructiva.

-No debemos subestimar nunca Dino, lo sabes.

-Así es, por eso mismo te tengo a mi lado mi gran amigo y compañero. Tú no me abandonaras ¿verdad?

-Nunca, boss. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea –se palmearon brevemente la espalda riendo un poco.

- ¿Tenemos noticias de Tsunayoshi? –preguntó sentándose en el sofá cerca del fuego.

-Breves ataques, nada que los rangos menores no puedan controlar, solo eso. Y Hibari fue muy escueto con su reporte

-Tengo todo bajo control –dijeron ambos al mismo tiempo conociendo de sobra las manías del carnívoro.

-Jefe sé que no es de mi incumbencia, pero si quisieras saber sobre Kozato Enma solo tienes que decirlo y haré que alguien nos mande un informe con todos los –fue silenciado por la mano de Dino y una negativa con su cabeza.

-Es suficiente Romario. Todos los días, a cada hora pienso en él. En qué estará haciendo, si está bien, si la escuela no está siendo muy dura. Quiero llamarlo, pero en el momento que tengo el celular en mis manos y voy a marcar, recuerdo que me odia, que casi pudo matarme y por este amor que todavía traigo en el pecho le iba a dejar hacerlo –se irguió dándole la espalda- No puedo seguir amándolo, me destruirá por completo. Estando aquí me doy cuenta que lo más importante ahora es cuidar a la familia. He decidido olvidarle, ya no tiene sentido guardar espacio en mi corazón para alguien que no me perdonara jamás. No quiero que vuelvas a mencionarle si no es por algo relacionado al trabajo, es una orden.

-Pero Jefe, quizás todavía hay esperanza de solucionar las cosas –intentó hacerle entrar en razón solo para ver cómo se volteaba caminando hacia él quedando de frente.

-Ya tomé una decisión y te repito es una orden ¿está claro?

-Sí Jefe.

-Perfecto, ahora manda a llamar a Kaydel. Repasaremos el plan para la operación.

-Claro, la operación –dijo algo irónico- Estoy seguro que Kaydel preferiría discutir otras cosas contigo.

-Kaydel es una mujer admirable, me ha demostrado sus capacidades en el campo en estos meses. Nuestra relación es estrictamente profesional, aunque a veces creo que olvida su posición.

-Entonces no te parece atractiva –cruzó los brazos sonriendo a su Jefe quien solo le miró con reproche.

-No estoy ciego Romario, claro que es atractiva pero sencillamente no tengo tiempo ni cabeza para esas cosas ahora mismo. Lo sabes.

-Como tú digas. Oh genial ya está aquí, adelante Kaydel –la puerta se abrió dejando ver a una mujer enfundada en su uniforme completamente negro solo resaltando el emblema de la familia Cavallone. Su cabello negro estaba atado en una firme coleta mientras sus ojos lila escaneban de arriba hacia abajo al Jefe de la familia, tenía una sonrisa picarona plasmada en el rostro.

- ¿Me extrañabas Jefe? –dijo acercándose a él sin importarle el carraspeo que emitió Romario.

-Oficial Kaydel no olvides que hablas con el Jefe de la familia. Siéntate y explícame nuestro plan para ingresar a Catafalco –dijo Dino cortándole cualquier tipo de avance y sonriendo al ver que la pelinegra fruncía el ceño.

-No eres divertido. Pues vale, hablemos de lo que nos interesa en realidad. Catafalco es una isla en la que no tenemos jurisdicción así que prácticamente esto es invasión, pero al revisar los expedientes de todos los ataques nos conduce aquí. Específicamente a aquella Fortaleza de la que no se tienen datos. Existe vagamente esto –sacó fotos del escudo de Bertesca y el primer líder- Creemos que pudo haber existido una Famiglia aquí durante muchos años trabajando en secreto. Lo curioso es que en los archivos de Vongola encontramos un Acuerdo de Paz entre Primo Vongola y por lo antiguo del documento solo podemos ver el escudo que coincide con el de las primeras fotos, solo se lee Bert. Está incompleto, es información demasiado antigua, el restaurador dice que no se puede salvar más aparte de esto. No lo sé Dino, quizá nos enfrentamos a un fantasma que dudo mucho nos lleve a algo útil.

-Fantasma o no, debemos investigarlo de todas maneras. Si los informes nos dirigen hasta aquí debe ser por algo. Jamás había visto este emblema, no figura ni en la historia de las familias.

-Es cierto, quien sea que formó parte de esto se encargó de ocultar muy bien toda la información –dijo Romario examinando las fotos.

-Pues prepárate bonito, mañana a primera hora salimos en busca de tu fantasma –expresó Kaydel tomando del mentón a Dino quien solo le apartó suavemente.

-Excelente trabajo oficial. Descansa, tenemos un largo día mañana

-Contigo, ni siquiera este frío me detiene. Duerme bien –le guiño un ojo y salió tranquilamente. Romario no pudo contener la risa al ver a Dino sobarse el puente de la nariz y suspirar exageradamente.

-Esa mujer será tu perdición boss –murmuró antes de retirarse.

Dino solo rió ligeramente, miró una última vez por la ventana y se tocó el mentón algo pensativo.

Quien sabe qué nos depara el futuro.

Aquella noche no soñó con cabellos rojos como el fuego, en su lugar vio la sonrisa coqueta y los orbes lila de Kaydel.

 

En Sicilia Enma observaba las estrellas pensando en el paradero de Dino. Ya eran casi cinco meses que llevaba fuera en aquella misión, solo sabían de él por sus reportes escritos o por las llamadas de Romario. Si alguna vez llamaba se limitaba a conversar directamente con Tsuna o con Hibari. Lo negaría hasta la muerte, pero siempre rondaba el estudio esperando ver salir a su amigo con la esperanza de que le dijera que Dino había preguntado por él. A veces podía quedarse horas mirando la pantalla de su celular esperando por una llamada, no sabía si podría hablar con él sin reprocharle el suceso, además del hecho de que casi lo mata por tener casi cero control de su propio poder.

La ira había permanecido en él los dos primeros meses, sin poder olvidar, omitiendo el hecho de que él también había dañado a Dino. Pronto al ver que él probablemente no regresaría al menos no en buen tiempo se sintió devastado, había pedido tanto aquella indiferencia que él se alejara lo más que pudiera y ahora le golpeaba en la cara la triste realidad. ¿Acaso se habría olvidado de él? O peor aún ¿tendría ya a alguien más? Esas preguntas le quitaban el sueño en repetidas ocasiones, lo único que le ayudaba a olvidar era el entrenamiento.

Se sentía orgulloso de tener más control sobre sus habilidades, así ya no podría dañar a nadie por accidente. Cada día veía más progreso incluso ya no necesitaba que Mukuro estuviera ahí como su maestro. Aquello se había convertido en su terapia, algo personal para poder seguir con su vida. La escuela no iba tan mal, con sus amigos cerca era decente.

Solo deseaba que el fantasma de Dino no le persiguiera constantemente, su sonrisa, sí era eso lo que más extrañaba de él. Mirando al cielo derramó unas cuantas lágrimas por su amor perdido, tal vez debieron hablar o si nunca hubiese aparecido en su casa aquel día, nada de esto habría sucedido. Pero no vivimos de los hubiera, se secó las lágrimas y fue al espejo.

-Debes ser fuerte, vales mucho. Si un día vuelve y podemos solucionar las cosas, que así sea. Pero si no debes dejarlo ir ¿eh? –se sentía algo tonto hablándose a si mismo, aún así era una promesa, no para nadie más ni por complacer a otros. Sonrió y salió de su habitación encontrándose con un ocupado Gokudera que luchaba por quitarse de encima a Yamamoto.

-¡Enma! Vamos únete a la noche de películas, ya están todos allí. Creo que hasta Hibari se nos unirá esta vez –decía entusiasmado el pelinegro mientras Gokudera resoplaba ante la mención del carnívoro.

-No sé a qué maldita hora el Décimo quiso invitar al idiota más grande de la mansión.

-Vale ya, eso tengo que verlo. Se nota que Tsuna ha mejorado su relación con él, pero de ahí a que venga a una noche de películas, no me lo creo.

 

Los tres amigos llegaron a la sala común donde ya estaban instalados la mayoría de la familia, el ruido casi ensordecedor porque no sabían qué película escoger. Squalo reposaba en el pecho de Xanxus con este curiosamente acariciando su vientre a la vez que le susurraba algo que claramente hacía sonrojar a su tiburón. Todos guardaron silencio súbitamente cuando vieron llegar a Tsuna que parecía no poder contener la risa y la figura imponente de Hibari Kyoya detrás suyo escaneando toda la habitación, así como a los presentes con una cara de asesino serial, de que preferiría estar en cualquier lugar menos allí.

-¡Bienvenido Hibari! –Yamamoto le sonrió a lo que Kyoya solo hizo un breve asentimiento con la cabeza. No pasaron dos segundos que todos volvían al usual ruido.

Solo Reborn notó la mueca que hacía el pelinegro y que se disponía a retirarse cuando la delicada mano de Tsuna le detuvo. Maldito manipulador, le hizo aquella mirada a la que nadie podría resistirse ejerciendo un poco de presión en la mano ajena.

-Por favor Hibari-san, solo esta vez. Por mí ¿sí?

-Solo esta vez herbívoro.

El hitman no pudo evitar carcajearse al verlo suspirar sonoramente antes de sentarse lo más alejado que podía de todos ellos. Su mirada solo se suavizaba al observar a Tsuna sonreir con sus amigos. Esos dos se traían algo, por el momento no intervendría, después de todo su alumno sabía en qué se estaba metiendo.

Notas finales:

Bueno, bueno no vamos a mentir. Lento pero seguro nos vamos acercando al final de este fic, tranquis sí que yo le estimo por lo menos unos 7 a 8 capítulos más para hacer las cosas bien y cerrar todo como se debe.

Entiendo que este capi hay un buen rato de Bertesca pero quiero que los conozcan, entiendan un poco más de qué va este equipo que amenaza la seguridad de Vongola. También quise mostrar que fue de Dino y Enma, finalmente cerramos con este acto tan manipulador de Tsuna a Hibari, pero que él tolera porque obvio ya le quiere demasiado. 

Reborn no es idiota, él sabe en qué bailes andan esos dos pero está confiando en Tsuna para que decida lo mejor.

Dudas? Lo amaron, lo odiaron o solo me odian a mí jaja Espero leerlos y a ver si nos encontramos por Wattpad. Nuevamente muchísimas gracias a quienes me leen, son el motor para continuar.

 

El siguiente cap ya está listo, solo falta hacer unos retoques así que firme hay actu la siguiente semana. Los quiero y cuídense mucho


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