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Nuestro complicado y loco amor por FujoShi4Ever

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Notas del capitulo:

Hooolaaaa, lo prometí y aquí les traigo el nuevo capi que en mi opinión está bien surtido. Es un pequeño monstruo jaja espero de verdad que lo disfruten.

Con mucho cariño, disfruten!!!!!!

La noche de películas había concluido satisfactoriamente, Hibari se había esfumado de allí ni bien aparecieron los créditos y Tsuna solo negó con la cabeza. Era bastante progreso haberlo convencido de ir así que le dejaría en paz por el esfuerzo. Todos empezaron a retirarse a sus respectivas habitaciones, con Gamma cargando a una dormida Yuni mientras Aria le seguía el paso.

-Hey buenas noches –le dijo Tsuna ofreciendo bandera blanca. Después de aquella disputa no habían vuelto a hablar, mucho menos después de que el castaño saliera a una cita con Gamma.

-Buenas noches Décimo. ¿Estamos en paz? –le ofreció su mano junto a una sonrisa cordial.

-Lo estamos, mira sé que hemos tenido nuestras cosas, debes saber que lo de Gamma fue algo solo por mera formalidad. Mi abuelo lo puso en la lista y bueno –estaba empezando a divagar hasta que ella le silenció.

-Entiendo perfectamente Tsunayoshi. Preferiría que dejemos ese tema de lado, no fue algo sencillo de digerir en su momento, pero cada quien debe cumplir su papel y tú lo hiciste, así como Gamma.

-De acuerdo. Espero que lo puedan resolver –carraspeó- Ya sabes lo que sea que haya entre tú y él.

-Te digo lo mismo Sawada Tsunayoshi. Mi amigo vale oro –le guiñó un ojo dejando a un estupefacto Tsuna por unos segundos hasta que vió esa sonrisa cómplice y salió del lugar.

 

La pelinegra iba tranquila sujetando su collar mientras la invadían recuerdos de su infancia con Hibari Kyoya. Siempre tendría un lugar especial en su corazón, aquel amor infantil que tanto adoró, en su lugar ahora solo podía sentir incluso algo mayor por ese hombre de cabellos rubios que arrullaba a su hermana con tanta dulzura.

-Duerme bien princesa –depositó un beso en la frente de la niña y vio como Aria les observaba apoyada en la puerta de la habitación.

- ¿Quieres un trago? –ofreció ella amenamente.

-Por supuesto ya los llevo, vayamos a la terraza.

Ambos se sentaron en silencio disfrutando el ambiente tranquilo, agradecían tener tiempos de paz ya que la mafia no era un negocio sencillo de manejar. Aria lo había aprendido con el pasar de los años, ganando experiencia, haciéndose respetar ante aquellos que no aceptaban que una mujer les diera órdenes. La habían insultado y subestimado al igual que le sucedió a su difunta madre. Solo Gamma estuvo a su lado, ofreciéndole su apoyo incondicional, defendiéndola con todo lo que tenía.

-Parece mentira que lleves tantos años junto a mí –dijo algo nostálgica.

-No podrás deshacerte tan fácil de mí Jefa. Lo tienes bastante complicado ahora –dijo él emitiendo una risita.

-Lo sé, creo que mis subordinados te quieren más que a mí –murmuró con un tono enfadado, aunque él sabía que solo bromeaba.

-Sabes que son las personas que te adoran y siempre te serán leales.

-¿Igual que tú?

-Yo estoy destinado a estar a tu lado, en las buenas y en las malas. Lo supe desde el primer momento que te vi, cuando mi padre me dijo que debía protegerte y apoyarte en todo. Era un mocoso estúpido hasta ese día, no tenía ningún propósito. Aquel día lo encontré junto a ti y también este amor que estoy seguro seguirá conmigo hasta que muera.

-Gamma –dijo ella queriendo evadir el tema. No era algo de lo que se sintiera todavía cómoda hablando.

-Sé muy bien que me correspondes, después de todo fue difícil digerir que saliera con Sawada Tsunayoshi ¿verdad? –le dijo altanero, eso la tomó desprevenida haciéndola toser y sonrojarse.

-Vaya no sabía que ahora parte de tus funciones era escuchar conversaciones ajenas

Se levantó rápidamente buscando huir de todo aquello, pero Gamma fue más rápido sujetándola del brazo y pegándola a su pecho. Ella no pudo evitar inhalar el aroma varonil que despedía, sus manos intentaron débilmente empujarlo para poner algo de distancia entre ellos y que pudiera pensar racionalmente toda esta situación. El firme agarre no se lo permitió en especial cuando él se inclinó para capturar sus labios un poco desesperado ya que hacía meses que no tenían ningún tipo de acercamiento salvo algunos roces de ambas manos y uno que otro beso robado luego de las reuniones entre todos los miembros, besos que eran totalmente ignorados a la mañana siguiente, ambos actuando como si no hubiese pasado nada.

-Déjame por favor –susurró con un hilo de voz, sin alejarse ni un milímetro de él.

-No, esta vez no dejaré que huyas de mí, de lo que sentimos y te niegas a aceptar. Pensé que de verdad solo viviría de esos fugaces momentos que tenemos porque te importa más Hibari Kyoya. Ahora sé que solo estabas aferrada a esa idea, lo vi cuando todo tu ser se tensó al escuchar que saldría con el Décimo. Lo sentí en el momento que él ingenuamente llevaba el presente que le regalé y tú casi mueres de ira. Vamos Aria ¿qué te detiene? Si al menos me dejaras intentarlo, sabes que si no funciona y no quieres hablar más del tema lo respetaré. Permaneceré a tu lado porque eres lo más importante para mí, aunque deba enterrar en lo más profundo de mi alma este amor, me bastaría solo con poder seguir contigo.

-Lo sé, lo sé –dijo ella sollozando- Solo siento que te traicioné, no sé si me aceptarías sabiendo lo que hice, fue en un momento donde estaba confundida con mis emociones respecto a ti y a Kyoya. Todo cambió cuando te vi sonreírle a Tsunayoshi de la misma manera que lo haces conmigo, no podía tolerar eso. Aún así ya había cometido ese error, es tan estúpido –dijo secándose las lágrimas.

-Dime Aria, sácalo. No me enfadaré, lo prometo –le levantó el rostro mirándola fijamente, dándole confianza para que se sincerara.

Ella rió levemente, recordó que no le había dado importancia después de todo solo pasó una vez, fue algo meramente carnal con el hombre con el que alguna vez pensó en tener un futuro. Jamás creyó que la culpa la consumiría cuando se tratara de Gamma, se sentía estúpida aún así se aclaró la garganta dispuesta a enfrentarlo y si el rubio no quería saber nada más de ella pues lo entendería.

-Está bien, hace unos meses antes de que Kyoya se accidentara, como te dije me sentía perdida. Fui a su habitación para poder hablar con él, supe que se encontraba en un predicamento similar con su persona especial. Y –las lágrimas se hicieron presentes de nuevo- sé que no justifica nada, pero le quise tanto y en ese momento los dos nos entregamos a nuestros instintos. Solo queríamos olvidar todo por un segundo, ni siquiera hubo sexo como tal, nos masturbamos mutuamente y ahí acabó. Lo más ridículo es que luego de hacerlo ambos sabíamos que era un intento estúpido de eludir nuestros verdaderos sentimientos.

Los brazos que habían estado sujetándola de pronto la soltaron abruptamente, Gamma dio unos pasos hacia atrás mientras que Aria solo le miraba con los ojos acuosos. El rubio puso una mano en su frente emitiendo un sonoro suspiro.

-Gamma yo –guardó silencio al ver que la mano libre de Gamma se alzaba pidiéndole que no dijera nada. Eso la puso más nerviosa de lo que ya estaba, más aún cuando él se descubrió. Tenía una expresión de suma molestia pintada en el rostro, el ceño fruncido, cejas arqueadas, Aria temió cuando él avanzó hacia ella haciéndola chocar con el borde del balcón; era eso lo que quería evitar, que Gamma la despreciara, que la viera tal y como lo hacía en ese momento. Cerró los ojos como la cobarde que era con todo lo que comprendía su relación con su primer oficial.

-Mírame –le dijo frío mientras ella sollozaba negándose a su petición.

-No puedo –logró decir con mucho esfuerzo.

-Bien, entonces solo escucha atentamente lo que diré – se acercó a su oído haciéndola temblar- Si crees que una estupidez como esa me hará cambiar de opinión además de eliminar los sentimientos que he guardado para ti por años, estás muy equivocada. Estoy molesto de que si quiera consideres esa posibilidad, qué acaso ¿no has aprendido nada con tanto tiempo juntos? Aria tú eres la única a la que amo con locura. Te amo más que a mi propia vida.

-Yo igual –dijo en en susurro que hizo que Gamma se sobresaltara y le levantara el rostro.

-Repítelo por favor, dime que no estoy soñando.

-Te amo Gamma, quédate a mi lado –dijo ella aún con lágrimas en los ojos, solo que ahora lucía esa preciosa sonrisa que había cautivado al rubio desde el primer día que la vio.

-Para siempre Jefa –depositó un beso en su frente para luego llegar hasta sus labios sellando su pacto de amor bajo las estrellas de Sicilia.

 

Estuvieron un buen tiempo abrazados hasta que la brisa les hizo entrar a la habitación para recostarse juntos, compartiendo más besos dulces, sintiéndose libres y plenos como no lo habían experimentado hace tanto. Desde el tejado Fon con las piernas flexionadas miraba hacia la luna, no había querido escuchar toda la conversación, solo había llegado a su lugar usual cuando estaba pensativo y solo se mantuvo ahí quieto mientras esos dos resolvían sus asuntos. No le pareció raro escuchar la confesión de Aria, tenía sus sospechas desde aquella vez que la tomó por sorpresa en la cocina saliendo de la habitación de su primo. De alguna forma se alegraba por aquellos que sí estaban logrando entenderse en temas del amor, no como él que cada vez que Verde se le acercaba solo quería salir corriendo del lugar o por último todo acababa en discusiones incluso golpes donde el científico jamás intentaba devolverle un solo golpe recibido. Aquello le frustraba horriblemente, suspiró de nuevo en su lugar privilegiado solo con la noche estrellada acompañándole hasta que lo sintió su usual perfume en el aire inundando sus fosas nasales.

-Lárgate –ni siquiera se volteó.

-Hablemos Fon, ambos lo necesitamos. Sé que debajo de toda esa coraza que te has puesto aún sientes algo por mí.

-Así es, sí siento algo. Desprecio hacia ti –saltó del tejado aterrizando elegantemente en el jardín a sabiendas de que Verde no le seguiría, siempre estaba confiado de sus dispositivos. Nunca se había molestado en aprender alguna táctica de combate o un leve entrenamiento. Estaba dispuesto a ir hasta su habitación cuando un golpecito en su hombro derecho le detuvo, la sonrisa prepotente de su ex amante le saludó.

-Aunque no lo creas, he aprendido algunos trucos durante este tiempo que hemos estado separados.

-Tú te fuiste, no tergiverses las cosas. Y ya era hora, no puedes esperar que alguien siempre salve tu trasero mientras haces ciencia.

-Es suficiente de esto, vas a hablar conmigo, aunque deba usar la fuerza –frunció el ceño al ver como Fon se carcajeaba ante su amenaza.

-¿Tú? ¿Usar la fuerza conmigo? Creo que el encierro te está volviendo loco –quedó paralizado cuando Verde le tomó desprevenido tacleándolo y de paso inyectándole una sustancia en el cuello- Maldito qué me hiciste –intentó inútilmente defenderse usando sus llamas, pero algo las bloqueaba.

-Es inútil, este compuesto bloquea tus llamas por diez minutos. Todavía está en pruebas –le tomó en brazos cargándolo a la seguridad de su laboratorio donde Fon no tendría por donde escapar, ya que era su santuario, allí nadie les molestaría.

-En diez minutos eres hombre muerto –dijo totalmente enfadado, aunque su estúpido corazón latía desesperado al estar en los brazos de aquel idiota.

Una vez llegaron al laboratorio, Verde le depositó en un sofá dándole un beso en la frente a lo que Fon solo se encogió sin saber qué hacer. Una vez pasó el tiempo lo primero que hizo el pelinegro fue propinarle un buen golpe al científico quien solo sonrió. Luego le hizo señas para que se acercara a uno de los monitores con información sobre una pareja peculiar.

-¿Qué es esto? –dijo reacio a acercarse más de lo permitido hasta que el mayor le jaló hacia sí mismo quedando él detrás de Fon y susurrándole a su oído.

-Mi trabajo, quiero que veas que no he estado perdiendo el tiempo en estos años – Fon arqueó una ceja poniendo algo de distancia –

Verde le explicó lo que sabía de los donceles, la capacidad de crear vida e incluso le mostró los avances en Squalo ante la mirada sorprendia de Fon. Le mostró otros avances en tecnología de defensa y ofensiva para la familia. Por un momento se sintió como antes, como aquellos tiempos donde ambos fluían, incluso rieron al ver las grabaciones de Squalo en las primeras pruebas. También hablaron de Tsuna, cómo manejarían su situación incluso Verde le reveló que en futuro no muy lejano podría hacer que cualquiera aun sin la condición de doncel pudiera concebir. Fon no supo en qué momento había bajado la guardia y ahora se encontraba tomando té junto a Verde, su favorito, el idiota aún lo recordaba. Ambos dejaron sus tazas en una mesita que el científico había habilitado. Fon estaba sujetando nerviosamente su trenza ya que el tema de conversación había acabado.

-Creo que debería irme ya, me alegra ver que al menos usaste tu tiempo fuera para algo bueno- se irguió de camino a la puerta.

-No te vayas –Verde tomó su mano y Fon supo que estaba perdido al ver cómo el mayor se inclinaba lentamente sus ojos recorriendo cada detalle de su rostro hasta solo posarse en sus labios. Fon solo se quedó quieto, cerró los ojos dándole la señal a Verde quien capturó sus labios en un beso lento y delicado, posó sus manos en la cintura ajena profundizando el contacto hasta que ambos avanzaron hasta el sofá donde cayeron abruptamente, no les importó al estar tan enfrascados en besarse con pasión. Verde presionó su erección sobre la de Fon arrancándole un gemido.

-Te amo, jamás me apartaré de tu lado –murmuró Verde y eso fue lo que hizo que la ilusión en la mente de Fon se desmoronara. Rápidamente se separó del mayor, empezó a hiperventilar. Sus recuerdos le invadieron, la traición, lágrimas se posaron en sus ojos.

-Eso es mentira –dijo con la voz quebrada. Se secó las lágrimas lo más rápido que pudo, haciendo puños con sus manos – Esto es exacto porqué no quiero hablar contigo, un momento estoy feliz a tu lado y luego recuerdo tu traición, recuerdo que me abandonaste y ni siquiera te importó que pude haber muerto durante el ataque. ¿De eso quieres hablar? Hablemos de las pesadillas que me atormentaron por años, a veces escucho las explosiones acabando con nuestro hogar. Pensé que te había perdido durante el ataque, di mi vida por proteger a Tsuna porque sabía muy bien a lo que me metía al estar en esta línea de trabajo. El Jefe está por encima de todo, nuestra lealtad es hacia él, pero hubo un tiempo en el que yo habría saltado para protegerte antes que al Jefe. ¿Cómo demonios quieres que vuelva a creer en ti?

-Fon…yo lo siento muchísimo. En aquella época mi ambición pudo más que nuestro amor, sé que lo arruiné por un motivo tan egoísta y vano. Tuve mi momento de reconocimiento, no voy a mentir fue una de mis mejores épocas. Haberte dejado de lado no me parecía tan malo porque me vanagloriaba con mis logros y las frívolas palabras de extraños admirando mi creación. Luego me di cuenta que estaba completamente solo, no había palabras de aliento, no te tenía a ti –Verde también se quebró, pero logro recuperarse para seguir- Jamás te perdí de vista durante todos estos años, solo que soy un maldito cobarde, te observaba desde las sombras. Estuve cerca de hablarte tantas veces cuando volviste a China, lloré contigo aquellas tardes que escapabas de tus obligaciones, simplemente no tuve el valor de enfrentarme a ti porque sabía que aún no era ni la mitad del hombre del que te enamoraste. Hice todo esto por y para ti, probarte que ya no soy el mismo egoísta idiota de siempre. Lo siento, no sé qué más decir, quiero estar contigo

-No creo poder soportar otra decepción así –confesó el pelinegro ahora llorando libremente.

-Entiendo –musitó Verde visiblemente afectado por su respuesta tanto así que cayó de rodillas al piso.

-Necesito tiempo para procesar todo esto. Hay heridas que todavía deben sanar, dejaré de alejarte a cambio de que no me presiones tanto como llevas haciendo desde que volviste. Poco a poco Verde ¿sí? –se inclinó junto a él sujetando sus manos.

-Yo… -dijo recuperando su voz y viéndolo fijamente- Yo esperaré toda una vida si es necesario, solo quiero estar contigo –acarició su mejilla dulcemente y Fon cedió por unos momentos hasta que se levantó para retirarse no sin antes darle otro fuerte apretón de manos al mayor.

-Buenas noches –dijo ya desde la puerta.

-Hey ¿Fon? –él volteó mirándole algo confundido- ¿Alguna vez podrías volver a bailar por mí?

-No tientes tu suerte, estúpido –le contestó sonriendo y cerrando la puerta tras de sí.

Verde se dejó caer por completo en su laboratorio con una sonrisa boba en su rostro, tal vez aún tenía oportunidad de recuperar a su gran amor.

 

Base privada de Hibari

El pelinegro entró en su pequeña fortaleza sintiéndose reconfortado por el absoluto silencio que reinaba en el lugar, se sirvió un buen vaso de whiskey para luego descansar en uno de sus amplios sofás. Su paz se vio interrumpida al sentir dos brazos delicados rodeándole el cuello bajando hacia su pecho con esa inconfundible melena café ondeando.

-No te he visto beber desde ese Halloween, ¿tan malo fue pasar tiempo con mis amigos?

-Son demasiado ruidosos y siempre forman multitud, es algo desesperante. No me pidas que haga eso de nuevo

-De acuerdo Hibari-san. Ten tu premio –le besó haciendo que olvidara su bebida.

-Hmm ¿vas a quedarte a dormir? –preguntó más animado cargando a Tsuna hasta su habitación que ya era más de los dos.

-No preguntes lo obvio –siguió besándole hasta que cayó en la cama con Hibari encima suyo- Podemos aprovechar todo el día de mañana para estar solo nosotros.

-Lo siento, tengo un compromiso mañana por la noche. Podemos estar juntos hasta la hora del almuerzo –dijo el mayor yendo hacia su armario para cambiarse a un pijama, así como ofrecerle uno a Tsuna, ambos desvistiéndose casualmente. Hibari sonrió al ver ceño fruncido de Tsuna quien ahora tenía problemas con una de las mangas de la polera que le dio.

-¿Qué es ese compromiso? Quédate conmigo –dijo enfadado poco a poco dejando que Hibari le ayudase.

-No puedo hacer nada, tengo una cita. Es parte de mis obligaciones –en ese momento Tsuna sintió una punzada de celos horrorosa, no quería imaginar lo que habría sentido su guardián de la nube cada vez que él salía a sus citas. Intentó mantenerse en calma, sonriéndole forzosamente y asintiendo con la cabeza.

-Tranquilizate solo será una cena, nada más. Bueno eso pienso –dijo casual dándole la espalda al menor quien solo quería clavarle cuchillos por siquiera insinuar algo más.

-Me vas a decir en este instante con quién tendrás esa cita. Hasta donde yo sé no tienes ningún compromiso con tu familia –iba a seguir, pero Hibari solo le abrazó carcajeándose ligeramente- ¿De qué te ríes idiota?

-Cuida tu lenguaje –le mordió un hombro y luego sujetó su rostro- Mañana es nuestra cita, sigo siendo un candidato en la lista de tu abuelo. Te llevaré a cenar y lo que pase después solo tú lo decidirás –besó su frente mientras que Tsuna se sonrojaba.

-Ugh no vuelvas a asustarme de esa manera –se abrazó a él sonriendo- Entonces es una cita

Ambos amantes cayeron rendidos con sus manos entrelazadas y el sentimiento de esperanza que les producía su nuevo inicio. Probablemente sí estaban destinados a estar juntos.

Al otro lado de Italia bajo las inclemencias de la nieve, el equipo táctico de Dino repasaba el plan una última vez. Todos estaban nerviosos, ya que las condiciones climáticas no ayudaban para nada, solo Kaydel se veía confiada alentándolos para que no tuviesen miedo.

-Caballeros, nos infiltraremos rápido y sin que nos noten. Si llegamos a encontrar elementos hostiles confío en el entrenamiento de cada uno de ustedes y nuestra prioridad en ese caso es que el Jefe salga sano y salvo. Nuestra misión consiste en recolectar más datos de esta familia fantasma, pruebas para saber si nos enfrentamos a algo grande o es solo un cuento más –todos asentían a sus palabras- ¡Salimos en cinco minutos!

Dino sonrió al ver cómo aquella mujer se imponía firme ante sus subordinados, le palmeó el hombro amistosamente solo para recibir un guiño de vuelta. Una vez listos salieron en los convoys enfrentándose a la tormenta de nieve que azotaba a Catafalco, llegaron al punto donde el transporte ya no podría llevarles entonces empezaron a descender sin romper la formación que se les había asignado con Dino al frente y cuidándole a ambos lados Kaydel con Romario. La edificación era bastante alta, haciendo uso de las llamas junto a cajas arma pudieron ingresar, solo escuchaban el sonido del viento soplar. Lentamente iniciaron el descenso revisando habitaciones, hasta el momento no encontraban nada en la primera torre, llegaron a la sala de entrenamientos y era más que obvio que allí sí había personas conviviendo.

 

Rafaelle despertó sin miramientos y ya tenía a Verona en la puerta de la habitación porque ambos sintieron la presencia de extraños. Gelaro yacía despierto, salía de su laboratorio con una caja roja en mano, ambos le miraron deseando una explicación.

-Es Cavallone, teníamos los informes de que estaba cerca. No pensé que se atrevería a entrar aquí, no quiero que poner en riesgo a nadie más, Verona encárgate de que no hagan preguntas. Manejaré esto a mi modo, es hora de probar a Yuki –la pelirroja asintió, la sangre se le heló al escuchar sobre la caja arma experimental de su Jefe, disimuló como pudo y fue a encargarse de los demás para que estuviesen tranquilos. Rafaelle tomó la mano del peliazul algo preocupado.

-Iré contigo, por si algo se sale de control –Gelaro asintió ambos colocandose las máscaras para ocultar su identidad lo más que pudiesen, todavía no era tiempo de darles la cara. Solo entrarían de frente cuando atacasen el cuartel de Vongola.

Los hombres de Dino siguieron avanzando hasta llegar al salón principal donde se erguía el Trono de hielo y nieve de Gelaro, Kaydel supo que algo andaba mal cuando de la nada el frío que hacía afuera se volvía mucho más insoportable dentro de aquel lugar, sus hombres se tensaron e incluso Dino vaciló un poco. Su suboficial iba a decirle que mejor se retiraran, pero ya era tarde, de la nada todas las salidas se bloquearon automáticamente. Kaydel dio la orden de que protegieran al Jefe, silencio nada más, luego solo escuchaban la risilla de una mujer. Era como si estuviese por todos lados, el eco de su risa burlona retumbaba en las paredes de la sala.

-Amo, dime qué deseas –una delicada voz habló casi al aire.

-Identificate, quién anda ahí –Dino encendió sus llamas, así como todos sus subordinados.

-Cavallone Dino –dijo desde su trono Gelaro con Rafaelle detrás suyo- Estás muy lejos de casa

-No te lo repetiré una vez más, ¿quién eres? –sacó su látigo poniéndose en posición de ataque cosa que no agradó al peliazul.

-Tienes razón, no lo repetirás porque estarás muerto igual que todos tus hombres –le dijo levantándose y alzando su mano al aire, de la nada una mujer de largos cabellos negros estaba delante de Gelaro, vestía un kimono blanco y sus labios eran intenso rojo, como la sangre.

-Qué demonios es eso –murmuró Kaydel al ver como sus cabellos ondeaban y el espectro solo parecía obedecer al recién llegado.

-Mátalos, a todos. No quiero que ninguno quede de pie –fue la orden directa e incluso Rafaelle se tambaleó al escuchar a su amado hablar de esa manera.

-Tú ordenas, yo cumplo mi Amo – la sonrisa de la mujer creció, pronto había nieve por todos lados y una cortina de ella cubría a Gelaro quién seguía admirando el espectáculo. Los gritos no tardaron en llegar, Dino quedó en shock al ver como prominentes dagas de hielo se clavaban en sus hombres haciéndoles caer, escupir sangre en su estupor ya que todo estaba pasando demasiado rápido. Intentó en vano ayudar a uno de ellos, solo se pudo controlar al sentir un fuerte jalón de su suboficial quien gritaba que debían salir de inmediato. Romario le tomó del brazo para que avanzaran, luego lo vio desplomarse ya que una capa de nieve se iba formando en los pies de cada uno impidiéndoles seguir.

-¡Dino reacciona! –escuchó a Kaydel que luchaba por quitarse de encima al molesto elemento usando sus armas.

El ruido se le hizo ensordecedor y explotó junto con sus flamas liberándose del agarre, con su látigo fue directo a atacar a la mujer que continuaba en su risa maniática esquivando sus movimientos. Consiguió liberar a una parte de sus hombres y Kaydel ya se encontraba asegurando la salida primero a Romario que estaba algo herido, les gritó a los demás que se retiraran porque esa batalla estaba perdida. Fue vano su intento en derrumbar la cortina de nieve que cubría a Gelaro, aquella cosa le protegía a toda costa, gritó como un animal herido, pero procedió a retirarse. La nieve combinada con el intenso frío les hizo más difícil el escape, corrían desesperados ya que aún podían oir a Yuki.

-¡Se suponía que esto no sucedería! –Dino oyó decir a un miembro del equipo, luego vio como sus sesos se esparcían por toda la nieve. Todos voltearon a ver si el espectro les seguía, no provenía de ella sino de un francotirador posicionado en el punto más alto de la Fortaleza. Uno a uno fueron cayendo, el convoy estaba cerca solo necesitaban avanzar un poco más para poder escapar hasta que Dino cayó abruptamente en la nieve y a unos metros una sangrante Kaydel yacía tendida. El rubio sintió que se le iba la vida pues él no estaba herido, en su lugar la bala había derribado a la pelinegra que como mandaba su código de honor le había protegido. Se acercó a ella como pudo, volteándola y observó que de su hombro izquierdo la sangre salía a borbotones, presionó la herida y ella se quejó e intentó incluso atacarle hasta que vio de quien se trataba.

-Te salvé –dijo con dificultad, sus hombres le hacían frente al fuego como mejor podían.

-Y ahora yo te salvaré a ti, quédate conmigo Kaydel. Es una orden –dijo temblando levemente viendo como todo su alrededor se desmoronaba. El fuego cruzado estaba acabando con todos.

-Déjame aquí, tú eres el que importa. Vete –le dijo ella sonriendo y luego tosió, su cuerpo tiritaba por estar expuesta en la nieve.

Romario junto con otros tres hombres más ya habían abordado uno de los vehículos, les esperaban, aunque no resistirían por mucho. Dino solo negó ante las palabras de Kaydel, no dudó ni un segundo en cargarla en brazos avanzando dificultosamente logrando llegar al convoy y entregársela a Romario quien vio con pena a la mujer que ya empezaba a perder la consciencia. Los disparos seguían, fue lo único que les movilizó a solo continuar adelante y no mirar atrás, a ese infierno del que apenas habían podido escapar. Los mechones rubios estaban pegados a su frente mientras miraba por la ventana totalmente decepcionado, devastado por lo ocurrido. Su fiel amigo solo le puso una mano en el hombro buscando confortarle y él apenas le devolvió una sonrisa. Al llegar a la base de inmediato pusieron a la pelinegra en la mesa de emergencias, el doctor a cargo le extrajo la bala que era del elemento tormenta por eso había logrado descolocarle, aplicó llama del sol sobre la herida dejándole una tenue cicatriz mientras su respiración lograba normalizarse de nuevo. Aún seguía dormida, Dino no quiso alejarse de ella ni un minuto ni siquiera para discutir un nuevo plan después del asalto, lo dejó todo en manos de Romario mientras él velaba el sueño de Kaydel. El doctor entendió y salió dejándole a solas con ella, procediendo a curar al resto del equipo.

En la Fortaleza, Vicenzo se reunía en el salón principal con Rafaelle, Gelaro y Verona. La pelirroja estaba algo nerviosa observando al espectro que estaba en la sala, Yuki solo reía mientras la temperatura parecía descender. Ya se habían encargado de la limpieza.

-Se han ido Jefe, deben tener una base cerca. Si quieres puedo ir ahora y terminar el trabajo –ofreció Vicenzo con el rifle colgado en su hombro.

-No es necesario, ya les dimos una probada de nuestro poder. Te presento a Yuki, eres el primero en verla en acción, te pido discreción por favor. Aún debo hacerle unos ajustes, pero por ahora ha funcionado de maravilla –sonrió complacido, sacó de su bolsillo la caja roja y el espectro entró en ella sin ninguna queja.

-Pueden retirarse chicos, Vicenzo vuelve con Verita y que no sospeche nada ¿sí? Verona, gracias por tu ayuda, buenas noches –Rafaelle les dijo amable. Una vez solos se dispuso a confrontar a su amante. -Qué carajos fue eso. Creo que es muy peligroso, si esa cosa se te sale de las manos, qué nos hace diferentes de ellos, de él –murmuró consternado.

-No te atrevas a compararme con esa alimaña. Necesitamos algo con mucho poder para que el plan tenga éxito, Yuki es la herramienta perfecta. Entiende Rafaelle, esto solo ha sido un pequeño enfrentamiento y no derramé sangre que no debiese haber sido derramada. Es terrible lo que puede hacer un poco de poder y dinero. Si no estás de acuerdo entonces puedes volver a tu habitación, prefiero dormir solo antes de tenerte allí juzgándome –se levantó no sin antes mirarle con desdén.

-Lo siento, tienes razón. Hiciste lo que debías, solo no quiero que te hagas daño buscando llegar a la meta final. No soporto el pensamiento de perderte, me asusté –confesó, luego sintió las manos del peliazul en su rostro.

-Y no lo harás tonto. Solo quédate conmigo y estaremos bien-se besaron en complicidad para volver a la habitación del menor.

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Base de Hibari- A la mañana siguiente

El pelinegro ya se encontraba en pie en la cocina preparando un plato de fruta al compás de música ambiente. Terminó de poner cada cosa en la mesa y un somnoliento Tsunayoshi ya se asomaba por la puerta atraído por el olor de la comida. Ambos compartieron su beso matutino y se dispusieron a desayunar de manera pacífica o eso le habría gustado a Hibari, solo que Tsuna empezó a expresar su opinión respecto a la cita. En la noche parecía haber aceptado que saldrían, claramente esos pensamientos se habían esfumado al amanecer.

-Es que no entiendo, ni siquiera deberíamos ir a esa cita. Solo míranos, desayunamos juntos, me quedo a dormir en tu casa, además he tenido tu –Hibari puso un trozo de comida en su boca- hasta el fondo de mi garganta y no es que me queje porque es delicioso.

-Por favor cierra la boca antes de que me arrepienta de todo esto –dijo el pelinegro masajeándose la sien.

-Y ni hablar de tus dedos han estado en mi –esta vez Hibari no fue tan sutil y le puso un enorme onigiri en la boca al castaño que apenas pudo tragar, pero siguió- haciendo maravillas.

-Suficiente, iremos a la cita hoy porque tu abuelo lo ordenó y punto –se levantó y se dispuso a recoger los platos.

-Hibari-san es que creo que es innecesario cuando podríamos aprovechar todo el día aquí juntos –se puso a su lado lavando los trastes.

-Tienes miedo ¿verdad?

-¡¿Qué?! Cómo se te ocurre, es solo una insulsa cita, estamos bien así ¿no crees?

-Esto es tan difícil para mí como lo es para ti. Jamás había planeado detenidamente una cita para alguien mucho menos dejarle invadir mi espacio, mereces romance y sé que detrás de toda esa fachada de independiente que te cargas, tú también lo deseas –besó su frente y Tsuna solo asintió sonrojado, había dado justo en el clavo.

-Bien, al menos dime a dónde piensas llevarme

-Eso es hacer trampa, Kusakabe vendrá por ti a las 7:30 en la noche.

-Vaaale, de acuerdo

-Genial, usa algo elegante para esta noche.

Tsunayoshi volvió a la mansión Vongola para aprovechar el resto del día con sus amigos ya que si se quedaba al lado del pelinegro perdería la cabeza o lo haría enojar con tantas preguntas respecto a su dichosa cita.  Estaban en la sala de estudios intentando hacer los deberes, Tsuna estaba en las nubes pensando en qué haría con el carnívoro mayor, solo volvió a la Tierra cuando Reborn le dio un severo golpe en la cabeza haciéndole entrar en razón. Claro que se armó la contienda y ya nadie quiso volver a tocar los cuadernos por ver a Tsuna enfrentarse con el arcobaleno. Gokudera hacía porras para Tsuna mientras Lambo filmaba la escena y la subía a sus redes sociales, incluso se tomó un selfie con ellos atrás casi matándose, solo dejaron de pelear cuando Nana entró con bocadillos para todos. Pasaron el resto de la tarde sumergidos en los estudios hasta que la alarma de Tsuna dio las seis de la tarde, rápidamente inventó una excusa y escapó de todos ellos, quienes ni siquiera recordaban que Hibari seguía siendo un candidato en la lista de los pretendientes para el Décimo.

El castaño llegó con las prisas a la base de Hibari, maldiciendo porque ya había perdido veinte minutos y sabía que la puntualidad era sumamente importante para el pelinegro, además quería lucir bien; después de todo era su primera cita como tal. Entró a la ducha rápidamente, ni se había percatado de la enorme caja color blanco que reposaba en la cama que compartía con Kyoya. Una vez salió, mientras secaba su pelo pudo ver la caja, al abrirla solo se le aceleró un poco el corazón. Un precioso traje hecho a la medida reposaba allí, junto a una nota que hizo que sus rodillas temblaran, dichoso se dispuso a ver la hora de nuevo y apresuró el paso con su arreglo. Como Hibari se lo dijo, Kusakabe ya le esperaba en la entrada a la hora pactada, le reverenció y aunque Tsuna intentó sacarle información, el hombre no cedió. Le escoltó a un edificio que se veía bastante lúgubre, el castaño no podía distinguir donde se hallaban. Pronto se vio solo en aquel lugar hasta que de la nada la luz le cegó, ahí solo pudo distinguir un enorme candelabro que alumbraba todo el salón, una mesa al centro con champagne, pero aún no veía signos de Hibari. El pelinegro le sorprendió por atrás depositando un beso en su mejilla.

-¿Te gusta?

-S-sí –dijo Tsuna apoyándose en su pecho y luego tomó la mano del mayor mientras este le guiaba hasta la mesa donde ya tenían el champagne servido y brindaron – Estás demente, rentaste todo el edificio para nosotros –Tsuna negaba con la cabeza.

-Es una cita Tsunayoshi, quería que solo estemos los dos para poder disfrutarla –bebió de su copa casualmente.

-Ugh a veces olvido que la opulencia de tu familia te precede –le sacó la lengua divertido.

Luego observó cómo servían la cena, al menos con eso el pelinegro no se había excedido tanto era su pasta favorita con mariscos. Lo agradeció internamente y ambos disfrutaron de la velada por fin relajándose luego de meses de constante estrés, hablaron de sus misiones, discutieron levemente los nuevos informes, así como la misión de encubierto de Dino de quien aún no tenían noticias. Después de terminar el postre, Hibari le llevó a la terraza para observar el cielo estrellado, solo los dos bajo la luz de la luna como lo habían estado en el Halloween pasado, pero ahora no había límite de tiempo. Ambos respiraron acompasados, disfrutando de su momento, el pelinegro acariciaba el anillo de Tsuna mientras le abrazaba por detrás. El castaño se volteó y solo rió antes de darle un beso lento, dulce al mayor que no dudó en corresponderle de inmediato.

-Nos falta algo –murmuró aún sin dejar de abrazar al menor.

-Y qué sería eso, tengo todo lo que quiero justo aquí. Hibari Kyoya solo para mí –el castaño sonrió y su voz tembló – Te quiero –pudo haber dicho lo que en verdad quería decir, que era amor. Sin embargo, no estaba seguro de si era el momento correcto o si el pelinegro aceptaría eso.

-Te quiero profundamente Tsunayoshi –besó sus labios y le apretó fuerte contra sí- Pero lo que nos falta es completar ese baile de ya hace tanto.

-Tienes razón, no pudimos terminar aquella vez. No pongas algo tan romántico o vomitaré, los dos acabamos de ser demasiado cursis –dijo quitándole la magia al momento, en busca de levantar su fachada valiente de nuevo, Kyoya lo sabía así que solo lo dejó pasar.

-Tango, ¿está bien para ti?

-Me ofende la pregunta. Estoy más preocupado que no puedas seguirme el paso o peor que no te resistas más a mí –hizo un gesto dramático hasta que oyó la música, la mejor pieza a su parecer, las manos de Hibari ya estaban en su cintura acercándole a él para iniciar la danza con sus cuerpos pegados, le dio vuelta un par de veces, luego ambos caminaban sin dejar de mirarse a los ojos hipnotizados por el otro y ese constante magnetismo que les unía. Tsuna sentía que flotaba con cada paso que daban, su corazón se desesperaba. Terminaron el baile con el castaño arqueado en uno de los brazos de Hibari y se fundieron en otro beso esta vez más apasionado. Se separaron con dificultad, intentando recuperar sus respiraciones- Eso ha estado estupendo Hibari-san

-Lo sé ¿qué te gustaría hacer ahora?

-Creo que quiero volver a casa y seguir bailando, pero ya sabes solo nosotros y con el dormitorio cerca. Ni creas que no noté donde escondes los condones –murmuró divertido al ver la mueca del mayor que le miró con reproche.

-Ya hablamos de esto, solo cuando estés listo.

-Lo sé, tal vez esta noche sea la indicada –se acercó a él para robarle otro beso y darle la seguridad de que no quería aquello solo por capricho o por un efímero deseo sexual como habían sido sus previos encuentros. Kyoya pareció comprenderle y acarició su rostro ofreciéndole su brazo para poder retornar.

Esta vez Hibari iba al volante con Tsuna tarareando una canción, el pelinegro ya iba a tomar la salida hacia su base, una fila de vehículos le bloqueaba el paso. Era bastante extraño porque no esperaban recibir visita de ningún miembro aliado o importante. No podían avanzar, no sin cruzar la mansión primero, ambos bajaron del auto con curiosidad de saber qué rayos sucedía. Tsuna tomó la mano de Hibari y se echó a correr riéndose al ver como el mayor hacía una mueca de exasperación, de todas maneras corría junto a él. Así llegarían más rápido le había dicho y de paso verían qué estaba pasando. Tsuna no pudo resistirse a besar a Kyoya detrás de una de las enormes columnas que adornaban la mansión, iban muy bien en eso hasta que se dieron cuenta que era demasiado peligroso. Como un niño el castaño caminaba de puntitas con Kyoya siguiéndole obviamente siendo sigiloso, pero no como él, a Tsuna se le escapaba una que otra risita, de nuevo tomó la mano del mayor queriendo otro beso, esta vez los dos se quedaron congelados al ver la figura imponente que les miraba con una ceja arqueada desde las escaleras principales. Tsuna se soltó de Hibari abruptamente tragando en seco, buscando una explicación en los ojos del mayor que también se veía sorprendido por el visitante.

-Madre –murmuró apenas creyendo que se tratara de ella, estaba ahí enfundada en su kimono rosa pálido, sus cabellos color platino cayendo en cascada hasta su cintura en vez del usual moño, sus ojos azules escrutinandole- ¿Qué haces aquí? –solo pudo decir, visiblemente incómodo porque tenía a un Tsunayoshi más que nervioso a su lado.

-Vine a verte Kyoya, debiste estar ocupado ya que no respondiste a mi mensaje –dirigió su mirada a Tsuna quien solo la evadió, aquella mujer era de temer.

-A-ayume-sama qué gusto verla de nuevo –Tsuna la reverenció, estaba muriendo de la vergüenza, la madre de su casi novio les había visto en esa clase de comportamiento infantil y todo por su culpa. La mujer le devolvió el saludo mirándolo de arriba abajo.

-Has crecido bastante Tsunayoshi, vamos vengan los dos. Tomaremos el té con Nana-san, a no ser que tengan otras cosas que hacer –lo dijo casual, pero Tsuna sintió como si le hubiera puesto una tonelada de ladrillos en los hombros. Miró a Kyoya en busca de apoyo y este solo asintió con la cabeza, ambos encaminándose detrás de Ayume que ya avanzaba hacia el salón de reuniones.

Vaya manera de terminar la noche, pensó Tsuna suspirando sonoramente cuando escuchó la voz de su madre hablando a mil por segundo con la matriarca Hibari. Adiós a la noche de cariños después de una cita perfecta.

 

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En la cabaña donde descansaban los pocos hombres que Dino tenía a su disposición, él solo estaba pendiente de la recuperación de Kaydel quien ya lucía mejor, solo que aún no despertaba. Estaba cabeceando cuando vio como la mujer se removía, por acto reflejo llevó una de sus manos para inspeccionar la herida y el rubio le apartó suavemente.

-Estás bien, el doctor dice que la cicatriz se irá en unos días. Solo no te sobresfuerces

-Vaya pensé que estaría en el cielo ya que nunca te he visto tan preocupado por mí –dijo con la voz rasposa hasta que Dino le dio un vaso de agua – Eres un estúpido, te arriesgaste a que te dispararan por mí.

-Tú lo hiciste primero, no podía dejarte ahí –sonrió tomando su mano.

-Ugh eres tan humanista, debes pensar como Jefe. Te expusiste demasiado haciendo esa tontería de salvarme, ven acércate quiero decirte qué es lo que realmente pienso acerca de todo esto –Dino se acercó lo suficiente y como siempre Kaydel hizo de las suyas, le volteó el rostro robándole un beso firme con sus manos aprisionándolo para que no se alejara. Quiso hacerlo durante un momento, luego sucumbió ante la destreza de su sub oficial tomando el control con ambos explorando la boca ajena con sus lenguas, se separaron por la falta de aire- Gracias bonito –dijo ella y se carcajeó al verlo- ¡Por fin te robé un beso!

-Eres una maldita amenaza Kaydel, veo que ya estás mucho mejor –le contestó fingiendo indignación para luego volver a la carga disfrutando de un contacto más lento y acompasado.

Aquella noche Dino olvidó por un momento que Kozato Enma existía, esa noche su mente y cuerpo solo estaban enfocados en la mujer que yacía debajo de él, solo pensó en sus labios, sus orbes lila y cuan feliz estaba de tenerla viva, a su lado.

Notas finales:

De veras no saben cuan feliz estoy de poder compartir este capítulo, así con esta longitud y tal cual quería publicarlo. Gracias en serio a quienes siguen leyendome aún después de todo el tiempo que estuve desaparecida.

Bueno! Los que querían saber de Aria y Gamma ahí lo tienen jeje por fiiin!!!!

Con Verde y Fon también ya avanzamos poco a poco, les dije que cada ciclo se iría cerrando.

Bertesca no se va con jueguitos ya les dieron una probadita de su poder, quieren saber más de ellos? Sí señores se va a armar la buenaaa entre ambos bandos.

Pero aquí lo que importa es la señora madreee de nuestro Kyoya! Ayume-sama literal les aplastó cualquier ilusión de cariñitos después de la citaaa. 

GG ahora las malas noticias, bueno les cuento que en mi país se está flexibilizando la cuarentena así que tardaré dos semanas en dejarles el nuevo capítulo. Porque estaré algo ocupada con el trabajo, como recompensa el siguiente capi asegurado será un monstruo así bien larguito y surtido como este para retribuirles la espera.

 

Se me cuidan mucho!!!! Los amooo!!!!


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