-Dime a dónde vamos- insistía Owen mientras Ed tapaba sus ojos y lo guiaba paso a paso para que no tropezara. –Se paciente, no falta mucho, camina despacio. Ya esta, abre los ojos- Destapo sus ojos y lo dejo ver, estaban en un parque de noche, los arbustos y árboles los rodeaban y dejaban ver con claridad el cielo, estaba despejado y las estrellas brillaban. Los ojos azules de Owen reflejaban el cielo, estaba sorprendido como un niño de seis años.
-¡Wau! El cielo se ve genial. –Sabía que te gustaría, bueno sentémonos que estaremos aquí hasta la madrugada- Se sentó en el pasto y se quito la mochila que cargaba consigo. -¿Tan tarde?- Se sentó a su lado mientras lo miraba curioso. –Sí, la sorpresa aun no termina, así que ten un café para aguantar el sueño, lo siento pero no está caliente- Saco de la mochila unas latas de café helado y se la entrego al pequeño albino quien le sonrío feliz y se acurruco entre su brazo para beberlo.
Era pasada la media noche, Owen apenas aguantaba el sueño, se había quedado dormido casi en cuanto se termino el café. –Despierta, ya es hora- Ed intentaba despertarlo, después de un rato el albino se despertó tallando sus ojos. -¿Hora de qué?- En eso volteo a ver, las luces del cielo recorrían el firmamento y caían de forma que parecían tocar una canción. –Esto es…
-Una lluvia de estrellas, quería ver esto contigo- Owen estaba feliz, sus ojos profundos absorbieron la luz del cielo, miro a Ed y tomo su mano sin decirle nada, solo le sonrió y beso su mejilla. Ambos se quedaron largo rato viendo el cielo, Owen se levanto y se paro frente a Ed dándole la espalda. Cuando se giro Ed lo supo, el joven con el que soñó antes era él, las estrellas caían tras suyo iluminándolo. –Gracias Ed, muchas gracias- No pudo soportarlo se levanto y lo tomo en brazos para besarlo, un beso tierno que poco a poco se volvía apasionado, lo amaba, ya no tenía dudas lo amaba de verdad y nunca se separaría del él.
Caminaban ya de regreso a casa de Ed, aprovechando que estaba obscuro y nadie los miraba Owen lo tomo del brazo y así se fueron todo el camino. Habían pasado una noche estupenda, ambos estaban muy contentos, por fin se sentían completos el uno con el otro.
Llegaron al departamento notando que la puerta estaba entre abierta, esto preocupo a Ed quien se puso frente a Owen para protegerlo. -¿Alguien está en el departamento?- Pregunto Owen preocupado. –Espera aquí- Ed entro lenta y silenciosamente a la casa, mirando a su alrededor con precaución. –Llegaste tarde Ed, por poco me quedo dormida- Le sorprendió escuchar la voz de Helen que estaba recargada en el marco de la puerta de su habitación. -¿Helen? ¿Qué demonios te ocurre? No puedes estar aquí. –Tranquilo Ed, solo vine a devolverte las copias de tus llaves- Le sonrió sínicamente, aun más al ver a Owen entrar y poner cara de molesto. -¿Qué hace ella aquí? -Nada, ya se iba, y no volverá si no quiere que llame a la policía- Le arrebato las llaves y la miro con expresión seria y fría. –Tranquilo, no soy tan mala como crees, ya me voy- Fue a la puerta de entrada y se detuvo allí. –Por cierto, dices que me olvidaste, pero el conejo en tu habitación era para mí ¿No? ¿Acaso aun lo guardas para dármelo…o se lo darás a él?- Se fue dejando a Owen consternado ¿Acaso ella tenía razón y Ed aun pensaba en ella?
-Owen escucha, no es lo que crees- Owen estaba molesto, confundido, triste, no entendía lo que pasaba. -¿Por qué lo conservaste entonces? ¿Acaso aun sientes algo por ella? Debiste desacerté de esa cosa, además ¿Qué hace ella con tus llaves aun?- Ed se intento acercar pero Owen no lo dejo. –Me voy a casa- Se dio media vuelta para irse pero Ed lo detuvo cerrando la puerta. –No lo harás. -¡Déjame ir!- Ed tomo de las muñecas a Owen y lo aprisiono contra la puerta. –No permitiré malentendidos entre nosotros. –Entonces explícate, ¿Por qué conservas ese conejo?- Ed tomo aire y desvió la vista un poco apenado. –Tú dormiste con esa cosa la primera vez que estuviste aquí, intente tirarlo pero, me recuerda más a ti que a Helen. Entiende esto, te quiero solo a ti, ella no significa nada, solo tu Owen- Soltó sus muñecas y lo tomo de la barbilla para que lo mirase a los ojos, el albino los tenia llorosos, se miraban lindos pero prefería mil veces verlo feliz.
– ¿Puedo confiar en ti? ¿Solo a mí, solo me quieres a mí?- Ed asintió con la cabeza. -Solo a ti- Se acerco y beso sus ojos haciendo caer unas cuantas lagrimas, el más joven lo abrazo con todas sus fuerzas, lo amaba y creía en el, pero no confiaba en que esa chica los dejara en paz.
El castaño lo beso, primero lentamente, poco a poco el beso se volvió intenso, apasionado, se necesitaban desesperadamente. Lo tomo en brazos y se lo llevo a la cama donde lo coloco con cuidado, se quito la chaqueta y después la camisa, Owen se sonrojo al ver su abdomen desnudo. –Tú también, quítate la ropa- El pequeño se puso nervioso pero lo hizo, sus manos temblaban, se quito el suéter seguido de sus pantalones quedando solo con su camisa y su ropa interior. Ed lo había estado mirando con deseo, quería poseerlo, hacerlo suyo, podía sonar egoísta pero eso era lo que quería. –Lindas piernas. –Tonto…deja de decir cosas extrañas- Ed se rio bajo, luego se acerco y comenzó acariciándolas despacio, luego las beso subiendo de las rodillas a los muslos.
El también se quito los pantalones quedando en ropa interior, lo tomo de la cintura y lo obligo a sentarse sobre él, Owen se sorprendió cuando sintió que algo bajo de él lo estaba rosando. -¿Ed, tu estas…?- Lo callo con un beso, siguió acariciándolo bajo su camisa quitándosela poco a poco hasta dejar desnudo su torso, lamio y beso despacio pasando por sus labios, su cuello y su pecho, mordisqueo y succiono sus pezones mientras el más chico gemía de puro placer, Ed siempre sabía donde tocar para hacerlo sentir bien. El más grande comenzó a moverse un poco a lo que Owen se estremeció, podía sentir su erección debajo de él rozándolo, Ed continuo haciéndolo de manera que no dejase de soltar esos dulces gemidos que lo enloquecían. -¿Cómo se siente?- Le susurro al oído de forma seductora mientras mordía el lóbulo, Owen solo pudo responder con otro gemido, no quería quedarse atrás así que él también se comenzó a mover, Ed quedo más que sorprendido por ello, su pequeño albino de ojos profundos estaba sobre el moviéndose de esa forma, debía controlarse, lo había hecho por bastante tiempo, cada vez le era más difícil.
-Con que si te gusta- Owen lo miro sonrojado. –Solo tú, solo contigo hare todas estas cosas- Mientras lo decía no dejaba de moverse haciendo que se frotasen entre los dos, Ed lo sostuvo de la cintura y lo tumbo en la cama tomando de nuevo el control, se movió con más rapidez haciendo que el chico se estremeciera, pronto se corrió entre su ropa humedeciéndola. – Eso fue rápido- El comentario de Ed hizo que se ruborizara. –Cállate, yo no tengo experiencia como tú.
-Lo sé, eso te hace más lindo- De nuevo lo beso y se tumbo en la cama junto a él, en eso Owen volteo y vio su espalda, tenía un tatuaje de esqueleto que abarcaba casi toda la espalda. –Tienes un tatuaje, no me habías dicho- Owen le reclamo haciendo tono de molesto aunque no lo estaba realmente. –Oh sí, lo siento no es importante realmente- Owen se acerco y paso su mano por lo que simulaba ser su vertebra. -¿Desde cuándo lo tienes? -Desde que tenía tu edad- Owen se sorprendió al escuchar eso. – ¿Tus padres no se molestaron?- Ed se rio un poco ante la pregunta. –No porque nunca se dieron cuenta. ¿Y qué opinas? –Owen seguía pasando su mano por donde estaba la tinta. –Me gusta.
Fue lo último que dijo, luego ambos se fueron a dormir. A la mañana siguiente era domingo, el día libre de Ed así que se levantaron tarde, Ed despertó a Owen besando su mejilla, su nariz y sus ojos hasta que este los abrió despacio. –Buenos días dormilón ¿Descansaste?- Owen bostezaba mientras asentía con la cabeza, el castaño lo miro detenidamente, realmente era feliz a su lado, no quería perderlo.
-No quiero molestarte tan temprano pero quiero hablarte de algo- Owen le miro despreocupado. –Sí, dime- Ed tomo fuerzas y le dijo. –Quiero conocer a tu madre y pedirle su permiso para salir contigo- Owen se quedo completamente helado. -¿Qué? Eso no puede…mi madre no sabe nada, no es necesario, ni siquiera está en casa la mayor parte del tiempo.
-Escúchame Owen, aun eres joven, yo soy seis años mayor y quiero hacer las cosas bien, si tu madre se entera por cualquier otro medio se puede molestar, es importante que lo sepa –Owen no sabía que decir, le aterraba que su madre no aceptara que saliera con un hombre, no quería que le prohibieran ver a Ed. –No quiero que nos separen- Ed tomo la mano del chico de ojos azules. –Eso no pasara, si es necesario la convenceré pero por favor déjame hacer esto de manera formal, yo no estoy jugando contigo voy muy en serio.
Owen lo pensó, no estaba del todo convencido pero al final accedió. –Está bien ¿Cuándo quieres ir a hablar con ella?
-Esta tarde- Respondió Ed.
- ¡¿Esta tarde?!