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Vacaciones humedas por Varoy

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Notas del capitulo:

Y al paso del verano las cosas se ponen más ardientes. 

Muchas cosas caen al suelo, la mesa está llena de porquerías, pero no me interesa, tengo a Sam pegada contra mi cuerpo, me mira entre sorprendida y anhelante. Todo lo que podría hacer con esta muñequita.

No me puedo resistir a la belleza de su piel, beso su largo cuello, a la vez que mis manos amasan con prontitud su trasero redondo, su respiración es irregular y gime muy bajito. Tengo un serio problema con las redondeces de una mujer. Junto sus senos y succiono a la vez sus pezones. Vuelvo a poner mi palma sobre su sexo, que sigue húmedo e hinchado, ella gime y las entrañas se me derriten.

—¡Espera!— me grita y la siento temblar— quiero tu boca ahí.

La empujo con violencia sobre la mesa, abro sus piernas y la descubro mojadísima. Le sonrió perversa y me avoco a lo mío, comer y lamer vagina ¿Hay algo más estimulante y delicioso?

Ella no para de gemir y traviesa como sé que es con su pie intenta llegar a mi sexo.

—¡OH!— gime sorprendida— Quiero probar de tu fuente.

Sus palabras me hacen perder la razón. La chupo con tanta intensidad que en segundos ya se está convulsionando en mis brazos, siento su salvia salada y deliciosa en mis labios. No me he llenado de ella y quiero que también me coma.

—Acuéstate bien sobre la mesa—pido.

Me obedece sumisa.  Antes de subirme yo también, la beso con frugalidad.

Me pongo a gatas sobre la mesa, mi sexo ha quedado al alcance de su boca y el suyo a mi alcance, haremos el glorioso 69.

Me da un par nalgadas en el trasero, sopla con suavidad sobre mi sexo sobre estimulado.

—Mmmm, aahh— gimo involuntariamente.

Yo recorro con la lengua su vientre, alrededor de su sexo sin llegar a mi objetivo.

—Mmm, vamos, me encanta lo que haces— murmura.

Me recreo en sus labios vaginales.

—Uhhm, vamos— suplica. Esta tan concentrada en lo que estoy por hacerle que parece no darse cuenta de que mi sexo está expuesto ante ella. 

Bajo mi cadera hasta su boca y con movimientos sugerentes le restriego mi entrepierna en la cara, ella entiende el mensaje y se pone a lamer, primero despacito, después con urgencia.

—Oh, mmm, ahh, Sam— alego y mientras me lame, yo ahogo mis gemidos de placer contra su clítoris, su vagina y su ano.

—Oh, Dios, Ellie, para, detente— pide mientras le espoleo el clítoris con la lengua, la penetro con los dedos el ano y la vagina— AAhh, mmm assiiiii, máaaas ,oh oh oh, Ellie, Ellie, ah, ah , ya, ya , ahhh.

Siento y saboreo su orgasmo, esta flácida y temblorosa, se sigue corriendo de una forma escandalosa. Es fascinante ver como se corre una chica.

Me siento complacida al ver que he logrado volverla loca, aunque ella se aboco tanto a lo que le hacía que no termino conmigo.

—Ey— le digo— ¿quieres probarlo?

Le pregunto, mientras señalo mi sexo y me doy la vuelta, veo su rostro sonrojado y satisfecho.

—Sí y quiero oírte, eres sensual.

—¿Puedo acomodarme a mi gusto?

Asiente sorprendida.

—Quédate así— sugiero.

Sigue tendida a lo largo de la mesa y se ve esplendida, estoy muy excitada y quiero comprobar que de verdad es un genio con la lengua.

Pongo cada rodilla a lado de su cintura, mi sexo aún no roza ninguna parte de su cuerpo y me encantaría estarlo haciendo ya.

Me observa expectante. Me inclino sobre ella y la beso, ella me responde con ternura, toma entre sus manos mi rostro y conforme va bajando por mis hombros el beso se va haciendo más urgente más apasionado, llega a mis senos y siento recorrer electricidad por mi vientre, gimo contra sus labios, estos se vuelven exigentes, abrasadores, al igual que los míos. Cuando ya no puedo soportarlo más me separo de ella con violencia, me mira febril.

Arrastro poco a poco mis rodillas a los costados de su cuerpo, al llegar a sus senos, ella restriega su pezón erecto contra mi vagina.

—AAhh, mmm— me recreo en la sensación, ella se acopla al movimiento de mi cadera, siento venir en orgasmo, pero me detengo, quiero que lo logre son su boca.

Con prontitud situó mis rodillas al lado de su cabeza, bajo las caderas, ella ya está preparada, tiene la boca abierta para recibirme. 

—AAAhhhh. Siiiii— su lengua diestra y juguetona va de mi clítoris a mi vagina. Con lo que me gusta frotarme—AAAAhhh, Ooohh— gimo con fuerza a la vez que mis caderas toman por cuenta propia su ritmo.

Sam, mueve su lengua a la velocidad de mis caderas, el ritmo es frenético cuando estoy  por llegar.

—AAAAAAHHHH—grito cuando he llegado. Sam no me da tregua y me sigue estimulando, la espiral que me arrastra es tan gloriosa que creo que estoy a punto de desfallecer.

—Sam, Sam— le pido, cuando siento que el cuerpo me falla. Parece no escucharme, con sus agiles dedos me penetra y me estimula el clítoris, literalmente exploto en gemidos y mi propia eyaculación abundante y violenta le llena la cara.

Me desvanezco devastada sobre ella. Rodamos sobre el escritorio, me besa con dulzura los labios cuando abro los ojos para verla.

—Esto ha sido lo mejor de mi vida— murmura a mi oído.

—Y la mía— le respondo. Nunca nadie había logrado que me corriera tantas veces seguidas y de un modo tan violento.

—Tenemos que ducharnos antes de salir.

Me arrastra al baño, la miro embelesada, no me equivoque con ella, es mi Diosa mi Afrodita, es una pena que no pueda tenerla por siempre.

Nos enjugamos nuestros propios y salados fluidos, a la vez que nos acariciamos y nos seguimos besando. Sin decirme nada, se quita del chorro de agua, toma una toalla, se seca un poco, se pone sus bragas y su sostén, me manda un beso al aire y sale como su jamás hubiese pasado nada.

Ojala podamos repetir, ojala pueda tenerla de nuevo aquí, entre las cuatro paredes de mi habitación. 

Termino de lavarme, voy a uno de mis cajones, saco y me pongo uno de los bikinis más pequeños y escandalosos que tengo. Es blanco y aunque está seco se me transparenta todo, se me ven los pezones obscuros y erguidos, la tanga no deja nada a la imaginación la raja que lleva a mi vagina se ve con total claridad. ¿Qué si estoy escandalizada o pudorosa? No, quiero provocar a Sam o a cualquiera de las chicas, tendremos dos largas semanas aquí, tal vez pueda encender a más de una, tal vez pueda hacer un trío o por qué no tener sexo grupal. No soy fría o poco romántica, solo tengo que ser realista, todas a excepción de Vanessa tienen una relación. No tengo ninguna posibilidad con alguna de ellas, sólo queda la posibilidad de tener sexo alucinante con todas las que pueda, sí soy ambiciosa también.

Me doy una última mirada en el enorme espejo, se nota que he tenido sexo alucinante, mis ojos brillan, tengo los labios hinchados, veamos si podemos seguirle dando.

Las chicas siguen en la piscina, Amanda sigue en el camastro, Vanessa dormita sobre una tumbona, Pamela y  Sam juegan dentro del agua. Esta última me giña un ojo cómplice y sigue en los suyo.

—Ellie—grita Amanda escandalizada.

—¿Qué?— pregunto con total inocencia.

—Tu bikini esta increíble, aunque no me lo pondría, ¡se te ve todo!

Me alzo de hombros.

—Estamos entre chicas, además tenemos lo mismo, no creo que la diferencia sea mucha entre lo que ves y lo que tú tienes.

Le sonrió con picardía, se pone colorada y cambia de tema.

—¿Terminaste tu trabajo? Sam cree que te dormiste, fue buscarte y dice que no contestaste.

Me gusta la discreción de Sam, aunque me habría dado igual que todas se enteraran.

—Sí— le sonrió de buena gana— quede satisfecha con lo que hice— Y con lo que me hicieron— Estaba en la planta alta, en el estudio, tal vez por eso no la oí.

Si hemos de jugar al juego del misterio y la discreción por mi bien.

Amanda acepta de buena gana mi explicación  y se bebe el último sorbo de piña colada que le queda en la copa.

—Tenemos que ir por más bebidas, creo que te has quedado sin nada—murmura distraída.

—Yo voy— se ofrece Pam.

—¿Vas?— me pregunta Amanda.

—Vallamos nosotras— dice Pam— Vanessa ya se ha dormido, Sam y Ellie acaban de regresar, dejemos que disfruten. Además queríamos comprar algunas otras cosas ¿recuerdas?—le dice a Amanda.

—¡Oh es cierto! Por el cumpleaños de Sam— agrega Amanda en susurro— Bien vayamos— comenta a la vez que se pone de pie con decisión.

Se adentran a la casa y después de un rato salen elegantemente vestidas, Sam y yo pedimos algunas bebidas en específico, damos dinero y Sam les presta su auto.

Yo me recuesto sobre la tumbona mientras mi Afrodita nada como sirena en las transparentes aguas. Estoy satisfecha o cuando menos eso parece, cierro los ojos y dejo que los abrasadores rayos solares tuesten mi piel. La electricidad de las caricias de Sam aun me recorre el cuerpo.

—Shht, oye— murmura la sirena.

Abro los ojos y está en topless, muestra la mitad de su torso y con su dedo me llama sugerente. Volteo a ver a Vanessa, ronca ligeramente.

Bueno un poco más de diversión en el agua no estaría mal.

Camino con decisión a la piscina, me zambullo en las cálidas aguas y al instante tengo a Sam pegada a mi cuerpo, me mira arrobada, nos besamos con pasión, el agua choca contra nuestros cuerpos, no manoseamos hábilmente.

—Sigo húmeda y no puedo olvidarme de tus caricias— murmura Sam a mi oído.

Sus palabras me encienden, no puedo creer que a pesar de los orgasmos tan intensos aún quiera más.

En acto reflejo ella pone su mano en mi sexo y yo en el suyo.

—Ah— decimos a la vez, gemimos y gemimos hasta que llegamos de nuevo. Se restriega contra mi cuerpo y quisiera poder adentrarme más allá de su piel.

—MMMmmm— escuchamos, nos vemos sorprendidas y al saber que el ruido no lo hemos hecho ninguna de las dos, volteamos a ver a Vanessa, una castaña de ojos verdes preciosa, que nos mira excitada.

Esta abierta de piernas, se ha deshecho de su tanga y se acaricia seductoramente el sexo.

—Algo que me excita— dice jadeando— es ver acción entre dos mujeres, por mi no se detengan.

Se acaricia con tal ceremonia que las manos me pican y la sangre me hierve. YO QUIERO TOCARLA.

Volteo a ver a mi sirena y sus ojos brillantes me dicen que le pasa lo mismo. Sin pensármelo salgo de la piscina seguida de Sam, llego a la altura de Vane, la miro ardiente, está sorprendida. 

Sam ni siquiera se lo piensa, la empuja para que quede ligueramente recostada sobre la tumbona, le aprisiona las manos y se sienta a horcajadas sobre ella.

Percibo la sorpresa en las facciones de Vanessa, Sam no la deja pensar y la besa con pasión. Me gusta su atrevimiento, sus ganas de explorar y experimentar cosas nuevas. Definitivamente ver a mujeres en acción carnal es apasionante.

A pesar de no estar incluida en el intercambio arrebatador que tienen las chicas, me siento parte de ello. Me inclino, desabrocho el sostén de Sam y mientras voy regando besitos por su espalda, tomo un seno en mi mano y lo estrujo, con la otra mano rebusco en el sostén de Vane, Suelta un jadeo, sé que le gusta.

Sam se separa, toma aire, se pone de pie, me da un beso casto en los labios y va a ponerse al otro lado del camastro. Me giña un ojo, le jala un poco el pelo a Vane que no sale de su asombro y vuelve a besarla.

Sam me ha dejado el camino libre, sabe lo que me gusta, lo que me envicia. Me hinco frente a Vane, araño un poco sus piernas, las abro un poco más y miro con buenos ojos la causa de mi adicción, esta esplendorosa, mojada e hinchada, no me va a costar nada hacerla llegar.

Le beso el sexo, intenta cerrar las piernas a la vez que se estremece. Vuelvo a abrirla, pongo fuerza en ello, me pongo a lamer con ahínco su sabroso sexo, se retuerce, sus gemidos son ahogados en los labios de Sam.

Estas son mis vacaciones favoritas. Entre más chupo pone menos resistencia, se lubrica más y más.

—Ahhh, ahhh, ahhh, ahhh— gime y profiere Vane, se toma con fuerza de los brazos del camastro. Sam esta arrodillada atrás de mí, se lo que va a hacer, elevo un tanto la cadera y le doy acceso a mi sexo.

—Viciosa— me dice a la vez que me da un sonoro golpe en las nalgas. Me lame el sexo sobre las bragas.

—MMMmmm— gimo contra la vagina de Vane que está a punto de llegar.

Sam hace un lado la poca tela de mis bragas, me penetra con la lengua y me estimula el clítoris con los dedos yo hago lo propio con Vane.

—Ohh, ahh, dale— me exige— hago fricción a tal velocidad contra su clítoris, que grita ensordecedoramente cuando llega.

Ni siquiera puedo concentrarme mucho en ella, ya que aun estoy contra su vagina cuando Sam está a punto de hacerme llegar.

—Ohh, ahhh, ahhh, siiii, Dios, siiii, ahhhh— grito como loca. Vanessa aplaca mis gemidos con su boca, me besa tan apasionadamente que soy un mar de sensaciones, manos en mis nalgas, en mi clítoris, una lengua en mi vagina y otra en mi boca y finalmente dos manos amasando y estrujando mis senos con violencia. Y de nuevo me dejo ir en la boca de Sam, siento mi fluido salir y salir, me pierdo y la sensación de vaciarme no termina.

En alguna parte de mi cerebro sé que Sam no ha sido recompensada. Dando tras pies me incorporo. Jalo a Vanessa para que se ponga de pie.

—Puedes recostarte aquí—le pido señalando una toalla que he extendido sobre la tarima de teca que rodea la piscina.

—¿Otra vez?— me pregunta sorprendida— me hare una viciosa.

—No has probado lo mejor— le dice Sam— una vez lo pruebes no lo dejas.

Vane obedece, se tumba, pero antes se deshace del sostén. Esta en cueros y es igual de hermosa que Sam ¡Oh mujeres tan celestiales!

—Yo sé donde quiero estar— murmura Sam con tanta travesura que Vane se pone colorada.

—¿Desde cuándo hacen esto?— Nos pregunta Vane.

—Desde hace una hora como mucho.

—Ustedes acaban de…

—Sí, ahora calla— le digo.

Resulta que puedo ser muy mandona a veces.

Sam pone su sonrosado sexo a la altura de la boca de la castaña ojiverde, inicia un delicioso vaivén y sus gemidos son música para mis oídos. Una última ronda pienso. Me deshago de las bragas, abro las piernas de Vane que está totalmente expuesta, coloco mi sexo sobre el suyo e inicio mi propia oscilación. El contacto de dos sexos hinchados, humedecidos, lubricados es celestial.

—Aaaahh. Ahhh. Ahhhh. Aaahhh. Siiii, ahhhh— gimo yo.

Vanessa experimenta la misma plenitud que yo, sigue el ritmo de mis caderas.

—Siii,asiii, aaahhh, mmmmm, aahhh, AAAHHH— grita Sam.

—Umhh, aaaaaahhh, más, maaas, Dios, assiii, no pares, Ellieeeee, oooooh, AAAAAhhh, Siiiii— grita Vanessa enloquecida…

—Mmmmh, Ahhh— grito yo perdiendo la razón.

Exhaustas como estamos nos tumbamos un momento bajo los rayos de sol. Vane es la primera en incorporarse, besa nuestros labios, nos roza con sus chichis duras, majestuosas y agrega.

—Esta experiencia tenemos que repetirla, si Pamela y Amanda no quieren hacerlo se pierden de una gran oportunidad, porque yo quiero seguir berreando como loca cada vez que me hagan llegar al cielo. Y quiero tener más sexo en la piscina o en cualquier otro lugar. LAS DOS SON DELICIOSAS— musita relamiéndose los labios. Se pone de pie, se pone bragas y sostén y nos quita la majestuosa vista.

Sam ni siquiera mira su ropa, me besa y va a sumergirse en la piscina en cueros. Eso tiene sus ventajas. Yo me anudo las cintas de las bragas y voy de nuevo a la tumbona. Cuando regresan Pam y Amanda parece que no nos hemos movido del lugar en el que nos dejaron…

Notas finales:

Espero que les guste, acepto sugerencias y comentarios.


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