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Cambio de intereses por Ambidistrux

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Maldita sea, James quería hablar conmigo sobre lo que estaba pasando. Genial, sabía que había estado intentando alejarme y era cuestión de tiempo que tuviese que decirle lo que estaba sintiendo en ese momento. No sabía ni por dónde empezar, me llevé la taza a los labios. Nunca había sido de los que ocultaba sus sentimientos ni mentía sobre lo que pensaba, así que las cosas no hacían más que empeorar. Muy a mi pesar ese escocés sabía más sobre mí que cualquiera de mis novias y no necesitaba mucho para saber que le estaba ocultando cosas.

Por mucho que intenté que ese momento se retrasase lo máximo posible, allí estábamos, caminando en dirección a mi habitación. Él me estaba hablando, pero yo solo atendía a mis pensamientos, intentando hilar todo en mi mente antes de que aquella bomba me estallase en la cara sin que pudiese hacer absolutamente nada por remediarlo. Ya estaba frente a la puerta de la habitación que estaba compartiendo con Alicia, ella se había ido, estaríamos solos y eso me aterraba, no sabía cuánto tiempo podría soportar aquella situación sin lanzarme a besarle sin más remedio.

Con la mano algo temblorosa introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta dejándolo pasar delante de mí. Inmediatamente después entré yo, cerrando la puerta y me acerqué a la cama donde él ya había tomado asiento. Apoyé los codos en las rodillas llevando mi mirada al suelo quedando así cabizbajo. No tenía claro por dónde empezar aún, así que solo me dejé llevar por lo que me decía el corazón.

—¿Te acuerdas cuando dijiste que si pudieses tener un poder sería enamorar a la gente y me enamorarías a mí? —Aquella no era mala forma de empezar, ¿verdad?

—¿Aquella tontería? —Bien, parecía que era el único de los dos que había dejado que aquel bromance lo arrastrase a enamorarme de quien no debía—. Sí, me acuerdo —Una risa salió de sus labios, ¿en qué demonios estaba pesando él? Fruncí levemente los labios—. También me acuerdo de la cara de tonto que pusiste —murmuró acercándose un poco a mí. Gracias por pensar que estoy jugando, James…

—Bueno… Después de esa entrevista me puse a pensar, ya sabes, de cómo te trato, de cómo me tratas, de cómo nos ve la gente —Ni yo mismo me estaba aclarando para decirle aquello, todo era maravilloso. Respiré hondo y alcé la vista, clavando la mirada en sus ojos azules, esos que me habían hecho perder cualquier clase de sentido—. Creo que… —Me humedecí los labios preparado para soltarle la bomba—. Estoy enamorado de ti.

A James se le quedó cara de estúpido y se levantó de la cama de un salto, como si tuviese un resorte en el culo. Lo vi pasarse las manos por la cabeza, donde aún no tenía apenas pelo, y yo solo volví a bajar la cabeza, vale, no esperaba que le gustase escucharlo, pero tampoco me esperaba que sintiese semejante rechazo hacia mí. Me pasé una mano por la nuca antes de decir o hacer nada más, ¿qué decir cuando la has cagado con tu mejor amigo?

—Ayer se lo dijiste a Alicia y por eso te tiró el vino encima, ¿verdad? —Le escuché preguntar con algo similar a diversión en el tono, aunque mezclada con cierta preocupación.

—No —dije en un inicio mientras jugueteaba con mis propios dedos—, me tiró la copa porque no podía apartar la mirada de ti y no la escuchaba.

Entonces hubo unos segundos de silencio que a mí me resultaron eternos, nunca habíamos aguantado mucho tiempo callados estando juntos. Normalmente nos recriminaban porque no dejábamos de hablar ni un momento o porque nuestras bromas eran de mal gusto. Fue entonces cuando vi su sombra entre mis pies y fruncí el ceño, ¿por qué se acercaba si hacía solo dos segundos parecía que yo tenía lepra? Sentí su mano en mi barbilla, alzándome la cara y lo siguiente solo me dejó aún más desconcertado. Sus labios estaban sobre los míos. ¿Me estaba besando? ¡Me estaba besando! En cuanto pude reaccionar puse una mano en su nuca para que no se separase y pude seguir aquel beso aún sorprendido. Mis pulmones me reclamaron aire antes de lo esperado y tuve que dejar que James se separase de mí. Mi vista se fue a sus rojizos labios, viendo como expresaba aquella sonrisa y decía las palabras que me alegraron el día. ¿Qué digo día? ¡La semana! O aún mejor, ¡el mes!

—Creo que tú también me gustas, Fassbender —La mano que había estado en mi mentón pasó a mi mejilla, sintiendo como me acariciaba los labios con el dedo pulgar.

—¿Hablas en serio? —pregunté totalmente incrédulo, lo más seguro era que estaba dormido y mi mente solo estaba haciéndome escuchar lo que yo quería escuchar, nada más.

Una risa volvió a salir de sus labios y apartó la mano de mi cara para acercarse a la ventana, quedando de espaldas a mí. Me levanté de donde estaba, más que confuso, se alejaba, me besaba, se reía, se alejaba. ¿Qué estaba pasando?

—Claro que hablo en serio —Me miró sobre su hombro mientras yo intentaba razonar aquella idea—. ¿Crees que te besaría si no me gustases?

Con la fuerza que me había levantado ahora recaí en la cama, estaba pasando, le gustaba a James, era fantástico, pero entonces recordé la noche anterior, cuando lo había visto con su esposa y su hijo. ¿Esperaba que yo fuese su juguete? ¿Qué solo fuese su amante de vez en cuando? Mi alegría se convirtió en decepción, porque sabía que era incapaz de romper una familia, pero también era incapaz ser solo su segundo plato o su postre. ¿Qué hubiese pasado si nos hubiésemos conocido antes? Era probable que así pudiésemos estar juntos sin que nadie pudiese decirnos nada, no estaríamos haciendo nada malo, aunque las cosas eran como eran y nuestra historia de amor se veía frustrada por una esposa y un hijo a los que James adoraba.

—¿Qué esperas que hagamos ahora? —le pregunté lleno de dudas que solo él podría resolver.

—Tú deberías romper con Alicia y yo contárselo a Anne-Marie… Pero los dos sabemos que no va a pasar —Se rascó la nuca, parecía que yo no era el único al que casi le temblaban las manos por la situación.

—No pienso ser tu amante, James —afirmé más serio de lo que jamás había estado en mi vida—, tampoco quiero destruir tu familia, sé lo importante que es Brendan para ti y… No puedo permitírmelo.

—Pones mi felicidad sobre la tuya… —Se volteó de nuevo hacia mí con una sonrisa algo entristecida—. Yo tampoco puedo dejarte sufrir por mi culpa. Quizá si se lo explico a mi mujer lo entienda.

Me levanté de nuevo y me acerqué a él, esta vez fui yo el que dejé la mano en su rostro, contemplando aquellos ojos azules suyos, sintiendo que todo estaba logrando que nos viniésemos abajo.

—¿Estarías dispuesto a luchar por esto? —pregunté inseguro, aquello me venía algo grande.

—Siempre que tú también lo estés puedes estar seguro de que lucharé, Mike —Su mano se apoyó sobre la mía y yo solo le dediqué una sonrisa.

—Deberíamos… Probar —murmuré yo antes de bajar la cabeza y fundir de nuevo nuestros labios de nuevo.

Así fue como todo empezó, como los dolores de cabeza, las dudas, los miedos y las inseguridades se acabaron para mí. Aunque no sabía lo que venía después. Quizá si lo hubiese sabido hubiese pensado dos veces antes de hacerle aquella confesión, pero, a lo hecho, pecho, ¿no?

Notas finales:

Bueno, con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho.

Reclamaciones, sugerencias, tirones de orejas, cartas bomba, ardillas con bazuca en reviews, como siempre.

Gracias por leerme un día más.


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