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Juego final [SeKaiSoo] por FlyToXin

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POV JONGIN



Con dos cojones, tío. Si la cagas, que sea bien cagada. Me había puesto a aletear como un gallo de corral en el despacho, queriendo evitar que KyungSoo se viera en el mal trago de tener que reírle las gracias al gilipollas del presidente de la empresa Nam que me llevaba a mí por la calle de la amargura desde hacía tres años. Estaba harto de terminar las negociaciones en un garito cutre del centro oliendo a whisky, a tabaco y a sexo. Eso y el... «venga, campeón, que te pago a la rubita que te la coma para que te relajes». Qué puto asco.

 

Pero tenía que entender que KyungSoo era adulto, independiente y que no me necesitaba para salir airoso de una reunión con semejante imbécil. En realidad creo que ya me levanté cabreado. El resto del día fue una concatenación de absurdeces que sólo consiguieron ponerme de peor humor. Y él tenía razón. Estaba cabreado porque había dado prioridad a la felicidad de Sehun frente a la mía. A ratos pensaba... «¡que le jodan!» y cogía mentalmente las llaves del piso de KyungSoo. En mi cabeza yo subía, lo besaba, lo desnudaba y después me corría dentro de él. Y al final, después de la paja, me daba cuenta de que todo era mentira. KyungSoo o el resto de mi mundo. Esa era para mí la elección, aunque él quisiera estar conmigo y Sehun quisiera retomarlo con los dos.

 

A la mierda el mundo. Y fue así como terminé diciendo que sí a la proposición de la pesada de

Hyuna para una cita a ciegas con una compañera de su oficina. Me enseñó una foto mientras me hablaba de lo muy interesados que estaban en ella todos los tíos que la conocían. Me ahorré los sarcasmos del tipo: «Pues entonces no entiendo por qué cojones me la quieres encalomar a mí». Pero dije que sí. Ella me llamó. KyungSoo cogió el teléfono y se encabronó. Discutimos a gritos. Di un portazo. Lancé una patada a la mesa. No me rompí el pie de puro milagro.



El resto de la semana fue más de lo mismo pero con frialdad. Trabajamos juntos, pero como si

fuésemos dos desconocidos. ¿Lo peor? Que el jueguecito me ponía como un puto mono en celo. Él tan tieso, tan digno, fingiendo ignorarme para después recorrerme con los ojos. Joder, KyungSoo, quiero follarte hasta que nos desmayemos en un charco de sudor. Gracias a Dios me lo callé. O no. Quizá debía habérselo dicho.



El jueves tenía la jodida cita a ciegas. Pensé en fingir una enfermedad tropical para no ir, pero

después escuché a KyungSoo reírse al teléfono, coqueteando y confirmando una cita con alguien. Me cagué en tu alma, Hyuna, eres lo puto peor. Y es que Hyuna estaba convencida de que muerto el perro, se acabó la rabia. Si los tres nos poníamos a follar con otros, se nos pasaría y todos podríamos volver a ser amigos en el reino multicolor del arcoíris y las ganas de vomitar.

 

A las siete recogí a la tal Jihyun en la puerta de su trabajo. Ella se acercó dubitativa a mi coche mientras yo le mandaba un mensaje a Hyuna con amenazas de muerte que se harían efectivas si me había citado con una loca. La chica tocó en el cristal dos veces, abrió la puerta y me preguntó con una sonrisa:

 

—Eres Jongin, ¿verdad?

 

Aquello parecía el maldito Baddoo. Le dije que sí, aunque tuve la tentación de fingir indignación y decirle que me llamaba Seunghyun. Ella se sentó en el asiento del copiloto y se inclinó para darme dos besos. Era guapa. Una chica morena, alta, delgada pero con curvas y dos buenas tetas. Se había puesto un vestido color burdeos que se le marcaba bastante, pero eso no lo vi hasta que no entramos en el bar y se quitó el abrigo. Y allí estaban sus nalgas y la insinuación de una ropa interior casi inexistente.

 

Nos sentamos a una mesa y hablamos de lo típico. ¿Te gusta tu trabajo? ¿Qué haces con tu tiempo libre? ¿Cuánto hace que no sales con nadie? Cuando me descubrí a mí mismo diciéndole con pena que mi última relación no había funcionado, me di asco y decidí que yo a esa chica me la follaba sí o sí. Si ella estaba por la labor, vaya. Y todo porque en una cadena de pensamientos funestos acabé imaginándome a KyungSoo follando con otro en ese preciso instante. Y conociendo a Hyuna no le habría arreglado un plan con cualquier fulano. Sería un tío de los de anuncio. Me esforcé mucho en parecer encantador pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme con su mano en mi paquete y sus labios pegados a mi oreja:

 

—¿Vamos a follar o qué?

 

Tócate los cojones. Y yo hablándole de arte a lo tío sensible. Pagué la cuenta, cogí las llaves y me la llevé a mi coche. Apoyados en la carrocería me metió la lengua hasta la garganta. Jamás me habían besado así. Creo que podría considerarse violación de boca. Aunque me dejé un poco, debo confesarlo. Y de tanto refregón al final se me puso... contenta.

 

A ella no le apetecía hacerlo en mi coche y a mí no me daba la gana llevármela a mi casa, aunque hubiera estado bien un encuentro en el ascensor «amiguita rubia» versus «KyungSoo». O no. Irremediablemente terminamos en el piso de mi ligue, que compartía alquiler con su hermana. Me acordé de KyungSoo. Cómo Baek se enterase de aquello, iba a darme hostias con su mano de bebé hasta en el carné de conducir. Baek seguía llamándome «cuñado» cuando estábamos solos y algo así lo decepcionaría tanto...

 

Mi acompañante se desnudó a la velocidad del rayo, antes de que pudiera decirle que me lo estaba replanteando. Bueno..., se dejó las braguitas, pero fue como si no llevara nada porque la poca tela que llevaban era medio transparente. Estaba buena, la verdad. Pero era uno de esos cuerpos... como prefabricados. No tenía ni una imperfección y lejos de ponérmela dura me pareció antinatural. Las tetas me miraban directamente a los ojos no porque fueran perfectas sino porque las había pagado.

 

Se arrodilló delante de mí y me desabrochó el cinturón y el pantalón. Cuando me la sacó..., estaba tontina, pero no dura. Le dio igual. Para dentro que fue. Y mientras ella chupaba yo pensaba que aquella era una de las mamadas más surrealistas de mi vida, apoyado en la puerta de un piso desconocido, con un póster de Charlie y la fábrica de chocolate pegado a mi espalda. Tuve que cerrar los ojos y pensar que era la tremenda boca de KyungSoo la que estaba engulléndome. Aunque KyungSoo lo hacía mejor..., mucho mejor.

 

Me quité la americana, el jersey, la corbata y la camisa. Ya la tenía dura y ella estaba encantada. Yo empezaba a estar... medio asqueado. No sé explicarlo. Me estaba poniendo cachondo pero por las razones equivocadas. El único erotismo que encontraba allí era el más brutal. Era como hacerse una paja con la película porno más cerda y explícita que encuentras porque a tu novia le ha venido la regla, no le apetece follar o se ha negado a chupártela.

 

Sacó un condón y me lo puso con la boca. Me pareció la mayor marcianada que me había ocurrido jamás, hasta que lo mejoró diciendo que le gustaba jugar en la cama.

 

—¿A qué? —le pregunté asustado por si a Hyuna le había dado por decirle que Sehun y yo

jugábamos algunos partidos en pareja.

 

—Inventémonos algo. Vamos a actuar...

 

Oh, Dios. Que no me pidiera ser el médico.

 

—¿Indios y vaqueros? —le pregunté con sorna, abriéndole las piernas y colocándome entre ellas.

 

—No..., qué tal si... jugamos a que eres mi hermano. —Mi cara debió ser un poema pero ella ni pestañeó—. Corre o nos pillará papá.

 

Joder, tía. Estás fatal. Y aun así..., se la metí. Ella gemía y gemía y yo no dejaba de preguntarme qué coño estaba haciendo allí. Me pasó lo mismo la última vez que follé con otra en mi coche. ¿Por qué no aprendía con la experiencia y me ahorraba aquellos saraos? Por inercia seguí empujando entre sus muslos, sin pensar mucho en lo que estaba haciendo, ni sentirlo. De vez en cuando un cosquilleo me recorría la espalda pero... nada más. Y cuando quise darme cuenta, mi compañera se corrió, tocándose como una loca a la vez que la penetraba. Pensé que podría marcharme, pero... ¿desde cuándo es normal que un tío se pire sin correrse? Ella se puso a cuatro patas, me pidió más y yo seguí...

 

—Ay, sí, hermanito, dame. Dame más fuerte. Dame por donde quieras.

 

Me vi reflejado en un espejo y por poco no me descojoné. Pero ¿qué coño era eso? ¿Una cámara oculta? La empujé contra la almohada y esperando que surtiera efecto le dije:

 

—Calla o nos oirán y terminarás castigada.

 

Coño. Eso la puso como las cabras. ¡Qué gritos! Creo que se corrió dos veces más. Eso o es una grandísima actriz. Como lo vi venir, decidí que ya que estábamos actuando, iba a fingir mi orgasmo para salir de allí por patas.

 

—Coge mi móvil y haz una foto —me pidió frenética.

 

Pasé de todo. Gemí ronco un par de veces y paré. Ale. A casa a ducharme. Y después a matar a Hyuna con mis propias manos. Y a suicidarme por gilipollas. Cuando salí de su habitación, su hermana estaba con unos amigos en el salón. Tendrían como veintidós años y se despollaron de la risa. Los entiendo, yo también me hubiera reído de ver salir a un tío con mi pinta del dormitorio de una loca.

 

—¿Hiciste la foto? —me preguntó envuelta en una bata de raso negro, apoyada en la puerta.

 

—No. Me pudo la emoción.

 

—A la próxima.

 

—Seguro.


No le di ni un beso. Le dije que ya la llamaría yo y cuando crucé el rellano ya la tenía bloqueada en Line. Lo siguiente que hice fue escribirle a Hyuna para cagarme en su alma. «Eres lo puto peor. Por favor, ¿con qué tipo de dementes te relacionas?». Ella contestó pronto: «Pues mira, con las mismas dementes a las que tú te follas, subnormal». Sí, me lo merecía.


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