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Juego final [SeKaiSoo] por FlyToXin

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No sabría decir qué fue lo que me hizo estar tan seguro, pero tenía la certeza de que Sehun no iba a darse por vencido, no iba a tragar con nuestra relación y sonreír cuando pasara por nuestro lado. Pero la certeza iba más allá, porque hubiera jurado que lo que quedaba sería apoteósico. Una especie de fuegos artificiales que bien podían ser fatuos. Algo de nosotros

no saldría adelante; solo cabía quedarse a averiguar si seríamos Jongin y yo los que perderíamos o si Sehun tendría que aceptar que se agarraba a un imposible.

 

Que Jongin se dio cuenta de que Sehun lo sabía..., era evidente. ¿De dónde si no saldría aquella actitud, aquella ira? Me cabreé, claro, porque para él era mucho más fácil enfrentarse a mí que a su amigo. Ay, señor..., el cuento de la Cenicienta se quedó en mitad de la historia. ¿Por qué no nos cuentan lo que sucede después de la explosión de amor? A lo mejor la culpa fue mía por pensar que alguien capaz de dibujarme en el aire un cuento de hadas podría hacer que durara eternamente. Pero la vida no es Disney. Menos mal.

 

Lo ignoré durante días y no me fue demasiado difícil, porque él estuvo sieso y seco. Nada más que trabajo. «Necesito que termines el briefing». «¿Cuándo podremos tener los balances?». «Puedes marcharte ya a casa; esto lo termino solo». Jongin jefe, que por mucho que a ratos me cayera mal, hacía su trabajo de manera impecable. El Jongin novio me debía una disculpa, pero no sería yo el que volviera a sacar el tema en la oficina.

 

Así que después de una clase de yoga y de calentarle la cabeza a Bora con todas aquellas idas y venidas, decidí esperarlo a la entrada del parking. Lo reconocí cuando solo era un punto en la lejanía; su andar o su abrigo. No sé. Quizá el amor, que nos tiene a todos bien localizados pero al que creo que le gusta mucho jugar al escondite. Cuando me vio, agachó la mirada y al llegar a mi lado me pidió que le esperara mientras sacaba el coche. Cuando me senté en el asiento del copiloto sabía que tardaríamos en encauzar la conversación y que tenía que ser él quien lo hiciera. Yo ya había dicho y hecho suficiente por los dos y estaba cansado de remar en círculos, que es lo que pasa cuando es uno solo quien se hace cargo del timón.

 

Llegamos al garaje de casa sin mediar palabra y una vez allí, con el motor ya apagado, Jongin abrió la boca para decir:

 

—Lo siento, piernas.

 

—¿Qué sientes?

 

—Los gritos y haber pasado dos días sin sacar el tema. Huir de algo no lo hace desaparecer. Debería saberlo bien a estas alturas.

 

—¿Y entonces?

 

—Joder, no lo sé —dijo abatido—. Es la primera vez en mi vida que no tengo ni la más remota idea de por dónde empezar.

 

—Dime al menos que te has dado cuenta.

 

—Sí —confirmó—. Pero no solo de lo de Sehun. Me he dado cuenta de que me agarro a lo conocido. Tengo la sensación de que mi casa es un teatro y que Sehun y yo estamos representando el papel que se espera de nosotros. Nos lo sabemos de memoria. Solo repetimos algo que tenemos muy aprehendido.

 

—Vale —dije mirándome las manos.

 

—No quiero jugar contigo al gato y el ratón. Y no quiero tenerte esperando. Pero es que no sé qué hacer.

 

—¿Has pensado hablar con él?

 

—Conozco a Sehun. Se cerrará como una puta ostra en cuanto le saque el tema.

 

—Podemos hacerlo los dos.

 

Me miró, jugueteando con su labio inferior entre los dientes.

 

—¿Crees que funcionaría?

 

—Al menos creo que debemos intentarlo. Según como reaccione, podremos ir viendo por dónde seguir.

 

Asintió y salió del coche.

 

—Solo... déjame que hable con Hyuna antes. Quiero asegurarme de lo que estoy haciendo.

 

—Claro.

 

Me rodeó con su brazo y me besó en el cuello.

 

—Esto es culpa mía —musitó.

 

—No es culpa de nadie. Creímos que saldría bien. Él sigue convencido de que podría ser.

 

—¿Tú crees que hubiera podido funcionar? —Me miró con expresión desamparada—. Quizá podría haber funcionado si yo no me hubiera marchado.

 

—Empezó siendo algo que nosotros convertimos en una situación diferente en Nueva York. No había otra decisión correcta. Solo la de marcharte. Lo demás cayó por su propio peso.

 

No. Jongin no estaba nada convencido de que aquello fuera a terminar bien. Eso o elegirme a mí no le llenaba lo suficiente. Siempre había pensado que no me iban las relaciones complicadas. ¿Qué hacía yo allí? Bueno... pelear. No quedaba otra. Cuando quieres algo..., ¿qué otra manera hay de conseguirlo?

 

Hyuna y Jongin comieron juntos el viernes de aquella semana en una cita que se alargó hasta bien entrada la tarde. Al principio pensé que me diría que fuera con ellos, pero no fui invitado. Había demasiadas cosas allí del pasado, suyas. Había mucho vivido antes de que yo llegara, cosas que no entendía porque no las había experimentado con ellos. Ese tipo de asuntos

que son difíciles de explicar, porque no tienen forma y solo los respiras cuando los llevas a cuestas. Recuerdos tristes, melancólicos, brillantes. Pero al parecer Hyuna tampoco fue de demasiada ayuda entonces. Cuando Jongin volvió lo hizo directamente a mi casa. Se dejó caer en el sofá, se frotó la cara y me pidió una copa de vino. No bebió. A decir verdad, tampoco cenó.

 

—¿No fue bien? —le pregunté acariciándole el pelo.

 

—Ni bien ni mal.

 

—¿Quieres contármelo?

 

—Hay poca cosa que contar. Le confesé que hemos vuelto, que su hermano lo sabe pero que no sé cómo gestionar la situación ahora.

 

—¿Y qué te dijo?

 

—Que está decepcionada por cómo lo estamos haciendo.

 

Tragué saliva con dificultad.

 

—Eso no es de mucha ayuda.

 

—No creo que nada fuera de ayuda.

 

—¿Y no añadió nada más?

 

—Oh, sí..., sí dijo. —Sonrió con sarcasmo—. Pero no sé si te hubiera gustado escucharlo.

 

—Es normal..., es su hermano.

 

—A Sehun tampoco le hubiera gustado escucharla.

 

—Bueno... yo creo que se le pasará. Al principio es normal que se aleje. Iremos acercándolo poco a poco. Sé que es como tu hermano. Al final conocerá a otra persona y se olvidará de esto.

 

—¿Sabes lo que pasa? Conozco a Sehun y sé cómo es cuando se siente inseguro. Es como un animal acorralado. Lanza dentelladas sin mirar a quién muerde. Y es... muy sentido.

 

—Es posible que solo esté esperando tener una charla contigo y poder tratar el tema abiertamente.

 

—No. —Negó con la cabeza—. Estoy seguro de que él lo que quiere es eliminar el problema, olvidarlo como si no hubiera existido. Eso solo es posible retomando nuestra relación o alejándote y, sinceramente, me da miedo por dónde pueda salir.

 

—Jongin... —Le acaricié la rodilla en un gesto tranquilizador—. Habla con él. De hermano a hermano. Dile que le quieres y que nada tiene por qué cambiar.

 

—Pero es que no es verdad. Yo le quiero, pero todo va a cambiar. Es como..., me siento viviendo de prestado una vida que no es mía. No puedo agarrarme al pasado porque no me deja crecer, no puedo pensar en el día a día porque no le veo sentido a nada de lo que estoy haciendo. Y así no hay futuro. Y sé cómo debe sentirse él. El piso, el trabajo, El Club, nuestras relaciones. Joder..., llevamos diez años haciendo las cosas mal. No es sano, KyungSoo. No es sano atarse a una única persona como lo hemos hecho nosotros..., me refiero a Sehun y a mí. Nos hicimos dependientes, no amigos. Y ahora no sé cómo cortarlo y ni siquiera sé si quiero. ¿Qué haré ahora?

 

Resopló y con los codos apoyados en las rodillas hundió la cabeza en sus manos. Tenía razón. Diez años que habían invertido en una relación de estrechez insana. Cada aspecto de la vida atado a otra persona, haciendo el universo cada vez más pequeño hasta el punto de compartir incluso su cama. Si uno de los dos hubiera sido mujer, ahora estarían casados, a pesar de ser infelices. Pero no lo sabrían porque habrían cerrado puertas y ventanas al mundo exterior. Si no sabes lo que estás perdiendo, es imposible que lo añores. Un mundo ficticio. Un Jongin atado. Un Sehun ahogado.

 

—Es posible que no quieras cortarlo —le dije—. Pero debes hacerlo o un día os encontraréis sin nada más que el uno para el otro. Y os habréis atado tanto que ya no os quedarán ni sueños propios.

 

Jongin no durmió. Al menos no lo hizo hasta las cinco de la mañana, momento en el que se levantó harto de dar vueltas. Lo vi vestirse y recoger sus cosas de la mesita de noche, pero preferí no decir nada y hacerle las cosas un poco más fáciles. Cuando salió hacia la puerta, me di cuenta de que cargaba con un peso enorme sobre los hombros. Era el remordimiento de sentir que estaba fallando al Jongin de veinte años que juró que nunca estaría solo si Sehun estaba con él. Era la certeza de saber que tenía que elegir entre lo que había construido y lo que quería.


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