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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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En el camino a Konoha, Minato volvió a quedarse dormido en la espalda de Izuna. Jiraiya llevaba a Madara en la suya y nadie del equipo se detuvo hasta cruzar la puerta de la villa. Izuna detuvo la carrera empezando a caminar más tranquilo hacia el hospital de Konoha. Era de noche pero las enfermeras siempre trabajaban a turnos, alguien les atendería.


Llevando a Minato a su espalda podía sentir la respiración del chico pero no era eso lo que le preocupaba. Todo el camino había permanecido en un tenso silencio sintiendo aquel inmenso chakra brotar desde las entrañas de Minato. Estaba preocupado aunque no parecía haber problema alguno, Minato había despertado bien antes de volver a dormirse por el cansancio. Quizá sólo era su miedo al Kyuubi lo que le hacía notar cosas extrañas. Jiraiya no podía sentirlo tan fuerte como él, nunca se le dio bien notar ese tipo de chakras hasta que los veía salir de su portador.


- Has estado muy callado todo el camino – le comentó Jiraiya.


- Sólo… pensaba en las ganas que tengo de que acabe este día.


- Y yo – dijo Jiraiya sonriendo – cuando deje a Madara en el hospital iré a encargarme del asunto de Sakumo. Puedes ir a descansar si quieres.


- No puedo descansar mientras esos… asesinos sigan ahí fuera.


- ¿Crees que saben lo que ha ocurrido en la cueva?


- Estoy seguro. Había chakras que no conocía no muy lejos de nuestro lugar.


- No lo dijiste.


- Mi prioridad era sacarlos con vida a ambos, no ponerme a perseguir asesinos desprotegiendo a ambos. Era la peor situación si hubiéramos tenido un enfrentamiento. Sin Madara, sin Minato, intentando todos que no se los llevasen a ambos… habríamos perdido. Era mejor salir de allí y reagruparnos.


- Volverán a por ellos.


- Seguro, pero al menos ni Madara ni Minato estarán inconscientes – comentó Izuna entrando por el hospital.


Les dejaron a ambos en el hospital con los médicos y Jiraiya se marchó enseguida para ocuparse del tema de Sakumo. Seguramente le apresarían y le interrogarían hasta averiguar todo lo que estaba ocurriendo. Izuna se marchó al clan avisando a su padre de dónde estaba su primogénito. Tajima no tardó nada en mandar guardias a proteger a su hijo y al esposo de su hijo al hospital. No quería que nada les ocurriera ahora que estaban aquí ya en la villa. Al día siguiente, les dieron el alta y volvieron ambos al clan Uchiha a su casa, aunque Minato insistió mucho en hacerse cargo de Kakashi.


Madara no estaba nada de acuerdo con aquella decisión y tras mucho debatirlo, acabó aceptando que ese chico no tenía la culpa de lo que hizo su padre y Minato no paraba de presentarle a favor que Sakumo lo había hecho todo para proteger a su hijo, eso era importante, él también lo habría hecho de ser su hijo.


- De acuerdo, puede quedarse unos días en nuestra casa hasta que sepamos lo que pasará con su padre – dijo Madara al final hacia Minato – pero no intentes convencerme de lo de Sakumo. Quizá tú tengas un corazón enorme, Minato, pero yo no puedo obviar que intentó asesinarte, te entregó a esa gente. Le habría matado de no ser porque sabía tu paradero – le dijo Madara levantándose.


- Te quiero – le dijo Minato sonriendo y Madara se giró – Sé que no entiendes mi posición pero… también te agradezco que ayudes a ese chico.


- Supongo que sabes convencer a la gente. Aún así… sigo sin fiarme de él. Recuerda que somos nosotros quienes hemos encerrado a sus padres.


- Voy a ser su profesor – dijo de golpe Minato y Madara se sorprendió.


- ¿Vas a ser profesor?


- Sí – le dijo – me lo han propuesto y ya me han asignado un grupo. He pedido al equipo de Kakashi. Su padre me enseñó a defenderme y se lo debo. Quiero proteger a ese chico.


- Entiendo tu postura, pero no la comparto, Minato. Yo no puedo perdonar a Sakumo, lo siento.


Aquella noche Minato la pasó con su esposo y pese a que Madara no terminaba de comprender cómo podía Minato tener ese enorme corazón para perdonar algo así, no podía resistirse a sus besos y acababa por eliminar su enfado. Era imposible permanecer mucho tiempo enfadado con él o con el tema de Sakumo y más cuando su esposo se subía encima besándole con pasión y desnudándose frente a él.


Madara sentía que todo estaba perfecto en su matrimonio. Habían aprendido a comprenderse, a apoyarse pese a que no en todas las decisiones tuvieran la misma opinión. Aquella noche Madara le hizo el amor como nunca antes y es que adoraba a su esposo. A veces aún pensaba si había hecho bien metiendo a aquella bestia dentro de ese chico, seguramente era una decisión errónea pero no había tenido otra opción si quería salvarle. Habría hecho lo que fuera por salvarle. Era un tema que aún no habían hablado en serio, Minato lo había evitado pensando que le preocupaba demasiado a Madara, se había hecho el fuerte diciéndole que no había tenido otra opción y que aguantaría a esa bestia por él. Madara no quiso hablar más del tema tras ver cómo Minato lo aceptaba de buen grado.


Aquella mañana Minato se despertó desnudo apoyado en el pecho de su marido. Alzó la cabeza cuando la luz entró por la ventana y miró a Madara durmiendo con el brazo cogiendo su cintura evitando que se moviera. Aquello le hizo sonreír. Besó su pecho despertando a Madara con una sonrisa, quién le acarició con su mano libre la mejilla hacia su rubio cabello.


- Buenos días – le dijo.


- Buenos días – respondió Minato.


- ¿Te encuentras bien? – preguntó aún atemorizado por el Kyuubi que ahora llevaba dentro su esposo.


- Sí, estoy bien.


- ¿No sientes nada extraño?


- No, tranquilo. Tengo que levantarme. He quedado con Kakashi para ir a entrenar.


- ¿Verás a Sakumo? – le preguntó Madara.


- Me gustaría verle. Quiero que me explique todos los motivos, quiero oírlo de su propia boca por qué hizo algo así. No es un mal hombre, yo lo sé, sólo… tenía miedo por su hijo.


- Si vas a ir me gustaría acompañarte. No confío en él.


- Prefiero ir solo. Sabes que te amo y que me encanta estar contigo pero… si vienes tú, no querrá contarme todo lo que se ha guardado.


- Vale, pero ten cuidado, por favor.


Minato desayunó esa mañana con su esposo y después se fue a la oficina del Hokage para preguntarle por Sakumo, quería verle y entender las cosas, entender qué estaba ocurriendo. Sarutobi le concedió poder verlo y habló durante varias horas con Sakumo al que mantenían en la prisión. Cuando acabaron, Sarutobi lo mandó llamar de nuevo a su despacho. Minato entró cerrando la puerta tras él.


- ¿Estás bien, Minato? – le preguntó.


- Sí, un poco afectado, nada más. Me ha pedido que cuide de su hijo. ¿Qué va a pasar con él?


- Aún está en decisión. No sé qué haré con él pero sí sé lo que quiero de ti.


- ¿De mí? – preguntó extrañado.


- Sí. Creo que serías un gran Hokage y me gustaría que ocupases mi puesto cuando me retire.


- Pero… con todo el respeto, yo no conozco nada de la villa.


- Eres el mejor Nninja de la aldea y tienes un buen corazón, harás lo correcto, lo sé. No podría dejar la villa en mejores manos que en las tuyas. ¿Lo pensarás al menos?


- Vale, lo pensaré. Gracias por pensar en mí, es un gran honor.


Desde aquella reunión pasó más de un mes, un mes en el que Madara cada vez estaba más preocupado por Minato. A veces actuaba raro y sentía ese chakra del Kyuubi en el interior de su esposo, no podía ser bueno pero no quería asustar a Minato. Le mantenía vigilado todo lo que podía y para colmo, le habían ofrecido ser Hokage. Minato no había tomado aún una decisión al respecto aunque Sarutobi esperaba ansioso su respuesta. Aquel atardecer, Madara caminó hasta el embarcadero del lago del clan Uchiha viendo a su esposo sentado en él con los pies a remojo viendo cómo se ocultaba el sol. Izuna estaba a su lado hablando con él pero al ver llegar a Madara, se retiró sonriendo y colocándole una mano en el hombro.


- Felicidades – le dijo Izuna sonriendo y Madara no entendió nada.


Caminó hasta Minato y se sentó a su lado descalzándose para meter también los pies dentro del agua. Miró el cabello rubio de su esposo mecerse con suavidad y elegancia por la suave brisa que corría viendo cómo mantenía los ojos cerrados y sonreía dulcemente. Adoraba a su esposo, era increíblemente atractivo, cualquiera hubiera deseado tenerle por esposo y era suyo. Madara sonrió al verle.


- ¿Te encuentras bien? – le preguntó preocupado – Te he notado extraño estas últimas semanas. Estás decaído, agotado y… me preocupa ese chakra, Minato, está aumentando su poder.


- Aún puedo controlarlo – le dijo intentando calmarle Minato – Madara… la verdad es que no me encuentro muy bien. Tengo ardores y a veces mareos, comidas que me encantaban he dejado de comerlas y ahora… picoteo a todas horas. Yo… fui al médico.


- ¿Al Uchiha? – preguntó.


- Sí. Estabas ocupado en la misión así que Izuna me acompañó, no quise molestarte por unos mareos pero… no sé cómo decirte esto.


- ¿Es alguna repercusión del veneno? ¿Del chakra del Kyuubi quizá?


- No… es una repercusión de nuestras noches – le sonrió.


- ¿Qué quieres decir?


- Ya lo sabes… sé que es imposible, que los hombres no pueden quedarse embarazados pero… metiste ese chakra dentro de mí y…


- ¿Estás embarazado?


- Sí – aclaró Minato poniéndose serio al ver a Madara – lo siento, soy un bicho raro.


- Te amo – le dijo Madara abrazándole ante la sorpresa de Minato – siento haber metido ese chakra en ti, siento que por culpa de ese chakra estés en este estado pero… no lamento la noticia, me hace muy feliz.


- ¿En serio? – preguntó.


- Sí. Nunca había soñado con tener hijos pero… te amo demasiado, Minato, contigo tendría todo lo que jamás soñé tener. Quiero criar a ese niño, quiero hacerlo a tu lado para que le enseñes a ser tan dulce como tú.


- Desde luego no quiero educarlo al sistema Uchiha – le dijo Minato sonriendo y Madara sonrió – hagámoslo juntos, ¿vale? Es nuestro hijo – comentó Minato cogiendo la mano de Madara y colocándola en su vientre – es nuestro – le repitió a punto de llorar y por primera vez, vio a Madara soltar una lágrima que trató de camuflar escondiendo su rostro en la clavícula de su esposo – Felicidades… papá – sonrió Minato acariciándole el cabello a su esposo.


- Gracias, gracias por dármelo, gracias por ser tú.


Madara se limpió la lágrima camuflándose y se separó de Minato acariciando con su mano la mejilla de aquel rubio que sonreía mirándole fijamente con aquellos intensos ojos azules que al atardecer parecían aún más hermosos. No pudo evitar besarle después de enterarse de la mejor noticia de su vida. Sabía que ningún hombre podía darle aquella opción pero también sabía… que su padre había aceptado aquel matrimonio sabiendo perfectamente que Minato era el recipiente del Kyuubi, podía mantenerlo encerrado, podía tener hijos gracias a ese inmenso chakra que nadie sabía con exactitud de todas las cosas que podía llegar a hacer, pero desde luego… la descendencia era algo que su padre sabía y había aceptado con el Hokage. Jamás esperó Madara dejarle embarazado, ni meterle el Kyuubi pero ahora… ya estaba hecho y tener un hijo con él tampoco lo veía descabellado, lo deseaba.


 


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