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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a todos por su apoyo y los mensajes que me dan muchas fuerzas

También gracias por seguir a este desahogo tan.largo. no todo lo sucedido en el fic es fiel a la realidad pero 

Si que sirve de desahogo

Muchas gracias

Espero les guste el capi que lo.vuelvo a subir xq editor lo hizo trizas hace poco.

Nos leemos.

Te Amo y por eso Tienes el Poder Para Lastimarme. Pero confío en que No lo Harás.
 
Capítulo 15. El Juicio.
 
 
Miraba el techo de su habitación, de acabado poroso y de color gris… ese mismo color podía definir sus pensamientos ahora mismo, surcaba sus recuerdos con tristeza pero firmeza ante un pasado que le daba cierta fuerza a levantarse todos los días de su cama. Antes evocaba sus recuerdos para ver la sonrisa en el rostro que amaba. Que ama… Milo seguía Amando a Camus, había hecho promesas de amarle siempre, de tenerlo atesorado en su corazón y llevarlo en el altar más alto que su alma podía construir. Comprendía las mil razones que tuvo Camus para terminar su relación, aprendió que cada mal paso lo estaba pagando y con creces. Entendía que si el amor es poderoso y sabía que realmente fue amado así por Camus las actitudes de este de buscar alguien que ocupe su lugar tan prontamente eran una especie de berrinche para olvidarlo a él o por lo menos intentarlo. Milo razonada que los berrinches tenían que ser castigados y por ahora… él tendría el control. Sólo debía buscar la forma de manipular la situación y provocar en Camus un desgaste… que la pase mal, que se sienta fatal y recuerde cuándo fue la última vez que se sintió seguro, protegido y hasta amado, así pronunciaría Milo por cada poro y lo buscaría de nuevo.
Bien, ese era el plan original. Pero se desviaba de su meta al no poder controlar su mal genio… como en la fiesta  y el reclamo que le inventó sobre la presencia de los Jueces Espectros y su posterior discusión en la casa de Tauro. 
Cualquier cosa podía pasar con Camus sino formalizaba nada con otro… Milo pensaba que Camus podía revolotear por aquí y allá coqueteando un poco pero si algo se ponía serio era otra historia, ahí consideraba que sus nobles sentimientos se transformarían en más rabia de la que sentía y pujaría por salir de la manera más inconveniente posible.
Tenía a su favor que conocía a Camus, tanto como así mismo, la información no era un problema, sólo delinear un plan sostenible para desestabilizar a Camus rápidamente. Entre las cosas que sabía que Camus aborrecía era que hablen de él, que  se conozca sobre su privacidad y mellen su digno nombre. No soportaba que le levanten falsos de ninguna naturaleza. También sabía que le incomodaba ser el centro de atención por las razones equivocadas y el mal descanso… un Camus con sueño sin poder conciliarlo era tortuoso. 
Milo suspiró cansado de darle vueltas al asunto. También cansado de la mala noche que había tenido. La fiesta en Tauro se había alargado un par de horas después de echar a  Camus de ahí y luego se encontró con  kanon y Radamanthis conversando en las afueras de Géminis. Él ascendía a su Templo y los invitó a quedarse en su sala. Saga por asuntos de honor y normativa no permitía que un Espectro pase la noche en su sagrado Templo. 
Recordando que tenía invitados se puso de pie y después de bañarse salió a ver a sus amigos.
Estaban aún dormidos sobre un sofá marrón amplió. Tapados apenas con una manta gruesa. Milo los observó un poco, ambos tenían la totalidad de sus prendas, supuso que no habían tenido relaciones.
Kanon fue el primero en salir de su somnolencia, moviéndose un poco para cerciorarse y mirar a su alrededor, abrazo suavemente al que tenía a su lado agradeciendo que su presencia era real y no un sueño. Luego vislumbro a Milo.
- Si han tenido sexo en mi sofá, me lo compras.
Sin otra palabra se fue a la cocina a preparar el desayuno. 
Radamanthis que también se despertaba abrazo a kanon antes de abrir los ojos, hundía su cabeza en el pecho y le alagaba con tiernas palabras.
- Que despertar más deseado – le dijo – Qué sea así siempre.
Kanon correspondió los besos tiernos pensando que no quería que faltaran ese tipo de amaneceres pero quizá en su propia cama y no en un sofá prestado. Mientras ambos se ponían de pie y ordenaban los alrededores de su nido nocturno cada uno estaba sumido en su propio rumbo. Radamanthis pensaba en cómo pasar más tiempo con kanon y separarse lo menos posible. Mientras el gemelo menor pensaba en la noche anterior y cómo había cambiado su realidad en menos de doce horas, salió hacia una boda soltero y terminaba amaneciendo con su antiguo amor, sin duda habían tenido un desenlace dramático. Se preguntó que tan diferente hubieran sucedido las cosas si los intermitentes sentimientos de celos que despertó Camus al verlo bailar con Radamanthis y su posterior vigilia de éste en la puerta de baño, en ese punto de la historia era imposible no recordar la pócima que utilizó Radamanthis y preguntó.
- Ya quiero saber todo el espectáculo que dio el refrigerador con peluca – dijo divertido pero susurrando para que Milo no lo escuche – Apuesto que hizo una escultura de hielo de sí mismo y se admiro toda la noche. 
- No te lo dije ayer porque estábamos hablando de nosotros – dijo Radamanthis recordando que a esas alturas de la noche saltaron los temas importantes – Pero Camus se fue a Acuario con Hades… 
Kanon saltó de su sitio para tapar la boca del Espectro, no quería que Milo sufra más por el Caballero de Acuario. Era su amigo y entendía el tipo de daño que podía ocasionar esa información… explicó rápidamente a Radamanthis que no hablarían de eso hasta estar lejos de Milo y le dio las razones. Para su suerte Milo hacia ruidos típicos en la cocina y al parecer no se había percatado.
- ¡Vaya! Si que Camus es veloz – dijo burlón y Radamanthis se levantó de hombros.
Sin embrago, Milo si que escucho esas palabras que lo atravesaron como si de la espada más filosa se tratase. Punzo en el corazón y le martillo el cerebro, robandole la alegría y todo rastro de tolerancia a su dolor, a su culpa. En definitiva no se quedaría sintiendo tanto sufrimiento él solo… 
Dando una excusa sin fundamento dejó la pareja en Escorpio diciendo que podían disponer de la cocina y empezó su ascenso en dirección a Acuario.
Uso el mismo criterio de respeto que tenía Camus a su relación para ingresar al Templo de éste, es decir, nulo a los ojos de Milo. Sin más teniendo en posesión las llaves a cada una de las recamaras entró sin anunciarse, adrede caminó despacio para ver por sus propios ojos a Camus en manos de otro hombre. 
En la sala de estar que era  antecesora a las alcobas se percató de platos y copas sucias en la mesa y en un extremo una copa vacía y otra completamente llena de un líquido verduzco. Con sólo olfatear sabía que era una bebida alcohólica. Caminando suavemente sobre el piso de madera lustrado ingresó a la alcoba principal de Camus. 
La luz del sol ya casi le llegaba a los ojos, estaba dormido con todo el cuerpo relajado, el cabello acuamarin desordenado sobre el rostro y las almohadas, sus facciones se mantenían armoniosas, Milo podía describirlas como angelicales. Es más, hubiera suspirando de gusto al verlo dormir ya que consideraba que ver su rostro apacible era lo mejor de esta nueva vida… pero Milo lejos de enternecer apretó los puños con fuerza al advertir que la ropa de Camus estaba esparcida en el suelo, incluso su ropa íntima. 
¿Acaso estaba desnudo debajo de todas esas mantas? ¿Y dónde estaba el otro? Podía haberse marchado con la salida del sol o incluso antes o simplemente estar oculto en algún rincón. Pero Milo no salía de su asombro al ver la expresión en el rostro de Camus, decía que lo conocía y saber todo de él  pero el gesto que mantenía en el rostro sereno, era nuevo. Ese gesto de felicidad, curvándose en sus labios era totalmente nuevo. 
Se debatía entre despertar a Camus a sacudidas y entre más sacudidas obtener la verdad de los hechos o por el otro lado, esperar que la situación avance por sí sola y llegar de todas formas a la verdad. 
Movido por todos los celos que sentía y la manera maligna que lo dominaba levantó ligeramente la manta azul que cubría a Camus para corroborar que sí era su ropa y que sí estaba desnudo.
“-  Camus se fue a Acuario con Hades ”.
Las palabras de Radamanthis ya no eran un chisme ahora eran su sentencia. Sintiéndose ofendido, insultado y hasta víctima de una terrible infidelidad fue al cuarto de baño a lavarse la cara y las manos. Mirándose al espejo se juró que provocaría el dolor que sentía, que ese sentimiento de derrota que aplastada su corazón no se quedaría en su cuerpo, iba a traspasarla al que la provocó y en mayor proporción y una vez que lo vea lastimado recién encontraría sosiego, paz y fuerza para continuar.
Agarró una toalla blanca que colgaba al lado del lavamanos, desde el principio odiaba esa toalla de Camus por ser tan pequeña y la consideraba inútil… la estrujo contra su rostro y manos para secarse y salir a la habitación en nueva cuenta. Aunque en su imaginación estaba estrujando sus sentimientos.
Al salir vio a su ex novio sentado sobre la cama y espavorido al hacer caer una copa de cristal al suelo. 
- Milo…
Escucho su nombre como una cacofónica, atónito ante su presencia. Incluso tomó la manta que lo cubría para taparse el pecho desnudo ante la presencia del susodicho. 
Lo único que hicieron fue mirarse fijamente unos segundos. Milo lo noto nervioso y desconcertado, leía su silencio como el más incómodo se su historia, y él sentía que merecía una explicación, antes las recibía todas, siempre hasta quedar satisfecho ahora ese prolongado mutismo lo estaba sacando de quicio. 
El primero en romper el contacto visual fue Camus, Milo vio como estudiaba los alrededores de su habitación para encontrar respuesta a su presencia o quizá para su noche entera ¿Acaso había bebido tanto que no recordaba sus pasos? ¿Por qué no decía nada?
Creía que al echarlo del Templo de Tauro este volvería a Acuario, pero lo dicho por Radamanthis ¿donde habían coincidido con Hades?
- ¿No vas a decir nada?- exigió antes de estallar en rabia y exteriorizarla en forma de golpes -  realmente no se que pensar de ti.
Y era verdad, por un lado quería pensar lo peor. Mancillar para si mismo la imagen amada que conservaba de Camus o quizá la imagen de un Camus que lo amaba, para que así esa ruptura dejara de lastimarlo y por otro lado santificar hasta el último de sus días esos recuerdos que le decían que fue amado en verdad.
- No necesito saber que piensas sobre mi – apenas una pausa – Si estás tan molesto vete de mi Templo ahora.
Esa renovada fuerza y dureza en su mirada y materializada en su voz era tan ajena para Milo, tanto que desconocía a ese Camus y lo dejaba sin argumentos para lograr actuar a su favor. Sin otra alternativa, arrojó con rabia la pequeña toalla que odiaba y la pisó antes de salir hasta las afueras del Templo de Acuario. 
Resoplo y dio algunas vueltas sobre sus mismos pasos, casi en círculos indeciso sobre su actuar. Pero al final llegó a una conclusión… si había sido traicionado… Camus si estaba con alguien mas… Hades pasó la noche en Acuario. 
Delineo algunos planes en su mente, figuró escenarios y conversaciones y por último trazó la estocada final.
- Cuidado Caballero Milo – una vocecilla chillona lo sacó de sus pensamientos. 
Se tratan de kiki, un pequeño niño que vivía en el Santuario y también aprendiz de Mu. Milo casi no sabía nada del susodicho pero su estrecha relación de amistad con Mu le daban cierta confianza para poder charlar con él. Ahora se veía apresurado y en ambas manos llevaba un par de jarrones medianos, de color blanco y ornamentados en dorado. 
- Si no me movía hubiera chocado con usted Caballero Milo – le dijo con alivio – Si algo le pasará a estos jarrones el Maestro Shion me mataría. 
- ¿Qué tienen de importantes los jarrones? – cuestionó Milo por pura curiosidad, había visto un par de esos por todo el Santuario.
- Nada – respondió suelto – pero hoy es la fiesta de entrega de invitaciones a los demás dioses y el Maestro Shion esta súper mega estresado… ¿No sabía que hoy era esa fiesta? – kiki se puso de puntas para mirar más de cerca la expresión de Milo esperando su obvia respuesta. 
- No, no sabía… ¿entonces vendrán otros dioses? – Milo empezó a pensar que quizá las cosas estaban armándose a su favor. 
- Todos – dijo exagerando la palabra – Por eso el Maestro está súper mega estresado, la señorita Athena dice que este año está bajo el ojo del huracán…. Aunque no se que significa eso.
Milo sujetó a kiki de los hombros y sin causar sospecha de éste se escondieron detrás de un pilar, aún tenía que corroborar su sospecha de que Hades saldría pronto de la casa de Camus.
- Tu eres muy buen amigo de la señorita Athena ¿No?
- Si – respondió de inmediato.
- Bien, entonces tienes que procurar que ella este contenta kiki, y que mejor oportunidad que en la fiesta de hoy. Piensa en algunas buenas ideas que hagan reír a todos…
- ¡Si! – exclamó animoso – como contar un buen chiste…
- No – Milo se estaba poniendo nervioso – tiene que ser algo que haga reír a todos y al mismo tiempo que nadie sepa que eres tú… cómo por ejemplo en mantequillar el piso por donde caminara Athena y que de un pequeño saltó gracioso.
- Eso suena genial – Milo empezaba a pensar que kiki tenía problemas de discernimiento entre lo bueno y malo o simplemente era demasiado inocente… nada mejor para él – también podría ponerle mucha sal al agua…
- ¡Si! Ese tipo de cosas. 
Antes de obtener otra palabra la puerta de Acuario se abrió y Milo cubrió la boca a kiki para evitar ser vistos o escuchados. Ambos vieron a Hades salir, con la camisa entreabierta y las mangas dobladas hasta los codos, compartían algunas palabras con Camus y luego el dios se iba escaleras arriba. Milo sintió millones de cuchillos atravesando la extensión de su cuerpo de manera torturante y demasiado apresurada una tras otra. Y más al ver la expresión soñadora de Camus, suspirando con los ojos brillando de ilusión. Éste cerraba su puerta y se perdía de su vista un momento.
- ¿Era el señor Hades? – kiki se sorprendió ante lo visto, era la primera vez que veía a Hades de cerca – Vio lo alto que es, señor Milo y que aura tan imponente…
- Si, si, calla – Milo se contuvo de golpearlo.
- ¿Y que hacía saliendo de Acuario? – aquella pregunta le dieron la idea que necesitaba.
- Paso la noche ahí kiki – dijo Milo con el tono de voz más inocente que encontró – eso es lo bueno de estos tiempos de paz, hasta Hades puede quedarse a dormir con Camus.
- ¿Hicieron una pijamada? – y kiki cayó de lleno.
- Si kiki y eso es lo que debes decir a todo el que veas a partir de ahora ¿Vale? Qué viste a Hades salir de Acuario porque se quedó a dormir con Camus… que es lo mejor de estos tiempos de paz – Milo le sonrió de manera cariñosa jugando con sus cabellos rojos – más las sorpresas que le harás a la señorita Athena ¡Tendrá una velada inolvidable!
Vio al niño partir sujetando con afán sus jarrones, pensando en la manera que todo eso podría comprometerlo a él, sólo le había dicho que no mencionara su nombre para no quitarle crédito a su autoría… esperaba que con eso la atención no se desvié de Camus.
A los segundos el Caballero de Acuario salió de su casa con expresión relajada y sonriente. Ajeno a toda soez que se edificada sobre su buen nombre.
 
 
 
A momentos solo se escuchaba el crepitar del fuego sobre las antorchas, tanto las empotradas en las paredes o en las manos de sus portadores, los murmullos eran escasos. Nadie entendía a totalidad lo que estaba pasando, solo habladurías y los murmullos daban vueltas sobre el mismo asunto.
“Un dorado lo invitó pasar a su propio Templo”
“Dicen que no es la primera vez”
“¿No estaba saliendo con otro dorado?”
“¿Todo esto por eso?”
 
Los Caballeros Dorados estaban reunidos al centro del salón, sobre la alfombra roja en filas de cuatro y por orden de signos. Camus tenía delante de él justamente a Milo y a su lado Shura. En filas de dos y flaqueando a los de armadura dorada estaban los Caballeros de Plata, vestían formales y ninguno parecía saber ciertamente que hacían todos ahí, de esa forma y especialmente a esas altas horas de la noche.
Shion ocupaba su ornamental silla vistiendo sus ropajes oficiales, en las manos sujetaba su mascaron de rostro inexpresivo que, a pesar de tener la orden de vestirlo, estaba postergando ese momento. Respira con calma para buscar dentro de sí toda la sabiduría que necesitaba para afrontar lo venidero, lo inesquivable e inminente. La situación se había salido de sus manos y se escurrió por más de un oído peligroso en menos de lo que acababa el día. Ahora no estaba de total acuerdo con Athena, pero entendía su forma de proceder y la manera en que lo hacía, era mejor actuar al anochecer que al día siguiente a primera hora, donde los rumores traspasen más que las fronteras del Santuario.
Ojalá pudiera hacer algo para evitar lo que viene, pero contrario a eso también estaba molesto con él mismo, con sus Caballeros y con todos… 
Desde muy temprano en la mañana el Santuario se había convertido en algo parecido a un circo, los eventos inesperados estaban a la orden, siendo inoportunos por la presencia de los dioses que entre elegancia y vocablo cortes cuestionaban a Athena y sus decisiones y para muchos su mundana actitud poco digna de quien se llame diosa.
La mala racha comenzó con un grito demasiado humano de Athena resbalando en la entrada de sus Aposentos, para terminar en el suelo de sentón, a la vista de todos. Confundida y sonriente no pensó que apenas comenzaba la mañana. 
Lo siguiente fue el banquete, comida deliciosa digna de los dioses servida a la jactanciosa forma que Athena conocía, para presumir de los placeres que la tierra podía proporcionar, pero para el desagrado de todos, los saleros estaban trucados, apenas se inclinaba sobre la comida y terminaban expulsando toda la sal. Los molinillos de pimienta estaban mezclados con tierra y pequeñas piedras, apañando la situación y antes que caigan en pánico se sirvió el mejor vino del Santuario solo para descubrir que había sido reemplazado por vinagre, la posterior agua salada parecía sacado de una comedia de mala reputación. Mezclado de la pelea que se presenció entre Milo y Camus que levantó sospechas que realmente Saori no podía manejar a sus guerreros, que no merecía ser Athena, que los sucesos que se presentaron eran ridículas bromas elaboradas por quienes deberían protegerla. 
Todo podía manejarse hasta ahí, era mediamente soportable para los cimientos del Santuario pero el rumor que empezó a circular de boca en boca entre los dioses después del banquete era algo que todos esperaban que Athena entregarse explicaciones. Ella se sintió ridiculizada por los demás de su estirpe que le restregaban en el rostro que no estaba calificada para manejar el Santuario, que eran sus mismos Caballeros de mayor rango quienes pasaban por alto las normas consagradas, que no la respetaban que ella no servía para eso.
Athena salió de atrás del dosel del fondo del salón, estaba sería como pocas veces la habían visto, traía su tiara y cinto dorado encima del vestido blanco. Pensaba en el gran significado de la ceremonia que iba a montar, todo para mantener su respetado puesto de diosa y conservar su guardia a su amada humanidad, no podía permitir que autoridades superiores a ella la consideren incompetente, débil o incluso indigna. 
Debía demostrar que podía reestablecer el orden en el Santuario, que las normas escritas estaban para ser respetadas y ella para hacerlas respetar. Al final decidió que si ella no podría conciliar un sueño reparador nadie el Santuario lo haría. Además actuar a elevadas horas de la noche tenía un propósito mayor, era para impedir a otros dioses inmiscuirse en asuntos que sólo la involucraban a ella. 
- Shion – dijo y este se puso de pie al momento se tapaba el rostro con el Mascarón que caracterizaba su rango. 
- Están todos presentes – dijo a la diosa, ella sólo asentó - ¿Ha pensado bien las cosas? Lo mejor sería reducir el cuórum para evitar mancillar un buen nombre.
- No, es necesario hacerlo así… por un bien mayor – ella no estaba disfrutando sus funciones pero estaban razonadas. 
Caminó al centro del salón justamente a unos pasos de los Cabellos dorados, los miró a todos uno por  uno deteniendo su mirada silenciosa en cada protegido por una constelación solar. 
Al final tomó aire y hablo fuerte.
- Caballeros de Athena, mis Santos Guerreros he convocado a esta reunión extraordinaria que constará en actas del Santuario para invocar al sistema acusatorio ante la norma quebrantada de Athena – una pausa donde tomo aire y cerró los ojos– Camus de Acuario pase adelante.
Uno, dos y tres segundos transcurrieron sobre sus emociones que se desataron en un manojo atropellado más no se reflejaron en su rostro. Altivo y serio encontró su voluntad para moverse donde le había indicado Athena. Apenas había movido los músculos de su rostro y cualquiera que le presentaré atención notaría que sus ojos fríos ahora también parecía que podían congelar.
Su mente le decía que mantenga la calma, que había trasgredido las normas del Santuario y respondería por ello, estrictamente por su conducta. La pronunciación de su nombre y rango era el inicio de su pena, o así lo consideraba Camus, que la asistencia de todos los miembros del Santuario para presenciar su juicio y la lectura de sus cargos acusables era sólo el principio de su castigo… que deshonra, que deshonor. 
A sus espaldas los murmullos se intensificaron sea que estaban corroborando sus suposiciones o haciendo algunas nuevas, bueno, pensaba Camus. Esto era algo que le tocaba vivir y saldría bien parado, que no lograrían mancillar su nombre, no iban a verlo cabizbajo. 
- Camus de Acuario, se le acusa de…
La voz de Athena que empezó potente  y segura no terminó de hablar ante el ruido de la pesada puerta al final del pasillo abriéndose. Un soldado raso ingresó presuroso para decir algo rápido a Athena y Shion ubicado a su lado. Ella apretó los labios y se molesto a sobremanera.
Pronto encontraron explicación ante tanto teatro armado.
Desde el fondo del salón ingresó alto, imponente, podrían describirlo hasta majestuoso con el cabello brillando en dorado, largo enmarcado su delgado rostro de ojos azules  e intensos. 
- Zeus…
Para muchos de los Caballeros Dorados que eran más cercanos al actuar de su diosa el ver al rey de los dioses cobró sentido el acto que estaban viviendo. Camus también lo entendió, que el tablero estaba extendido y las fichas mayores se movían para darse caza entre ellas, él sólo representaba un peón en ese juego, uno que estaba a la disposición de su señora para ser sacrificado y salir airosa… lo comprendía.
Athena no se movió de su sitio, cobrando fuerza de la mirada de sus Caballeros presentes siguió atenta con la mirada al rey de los dioses, hizo una reverencia cortes  apenas lo tuvo en frente.
- Querida Athena, ¿mi mensajero estaba equivocado? – hablo directamente a la diosa, sin mirar a nadie más – me entregó el recado sobre tu proceder, sin embargo dijiste que lo harías a la salida del sol. 
Ella no contestó, pues era verdad que había ocultado la verdad de los asuntos para dejar fuera de esto precisamente a Zeus que se inmiscuía en cada oportunidad que se presentaba. En resumidas cuentas, no lo quería al momento del juicio, temía que intervenga.
- Soy la señora de este Santuario y todos ellos son mis Caballeros, procederé como sea conveniente. 
Zeus continuó avanzando en su caminar que no era apresurado pero tampoco pausado, parecía ir con la exactitud del tiempo que se requería a sus palabras. Cuando hablo de nuevo estaba al nivel de la ornamental silla del Patriarca.
- Procede entonces.
Convencida de no exteriorizar vacilación tomó aire nuevamente y continuó con sus palabras. 
Camus cercado en su forma habitual de ser ante cualquiera que no eran sus recientemente llamados amigos respiraba con calma para no sentirse traicionado por cualquier emoción que luchase por salir. Había encontrado un punto cualquiera donde mirar para sólo concentrarse en ello y escuchar lo venidero, para no defraudarse a él mismo… para no defraudarse más. 
Apenas parpadeo y muchos sentimientos lo inundaron, se sentía tonto ¿Qué hacía él con esa mirada de hielo ante su diosa y prácticamente todo el Santuario? Estaban a segundos de escuchar todo lo que era capaz de hacer, de todo lo que era capaz de ¿Mentir? Tantos años encapsulado en los adjetivos de ser alguien frío, calculador, reservado. Adjetivos que en de verdad sentía que lo calificaban con orgullo, se sentía así… pero que había ocurrido en los últimos meses… mostrando tantas facetas desequilibradas al permitir que todos se enteren de sus problemas con Milo, su escandalosa ruptura, sus salidas con Hades, su cercanía con Saga, las noches en el techo de su Templo bebiendo con Shura… y lo peor, su anterior noche…
- Camus de Acuario, Caballero dorado, se le acusa por la transgresión de la norma de Athena que rige los denominados tiempos pacíficos, establecidos en los cánones sagrados. 
Comenzó Saori, sacándolo de su ensimismamiento y mirando aquel punto  que se proponía memorizar. Apenas arrugo el entrecejo cuando una leve punzada en la cabeza lo acotó, era un dolor agudo y fino, molesto y chirriante. No pudo mirar más aquel punto pues a pesar de que sus ojos seguían fijos, ahora miraba sus recuerdos, como si los evocara. 
Parecido a una película, estaba de nuevo en la boda de Shura y Aioria en el momento que Radamanthis le daba una bebida, se vio a sí mismo desmayar y luego despertar. Shion hablando, Shura riendo. Su discusión con Milo, Radamanthis hablándole y luego Saga. Cámara lenta en bailar, beber y bailar más, Radamanthis otra vez con la misma bebida, luego Saga, Saga robándole un beso… el recuerdo paso lento… bailar y luego la mirada de Hades sobre sí, lo recordó en color rosado lleno de luz, lleno de esperanza. Las imágenes pasaron rápidas de él con Saga y luego discutiendo con Milo. Vino la playa, el mar y la luna con Hades de nuevo. Recito sus palabras con la voz de él en su mente para luego verse ambos en su Templo rodeados de penumbra y él desnudo sin tocarse lado a lado en la cama.
Creyó que se acabaría ahí la intromisión a sus memoria, pues reconocía que sin mirarlo, sin tocarlo Zeus estaba dentro su cabeza dándose el lujo de pasear por sus recuerdos. El rey continuó hasta ver despertar a Camus, su afrenta con Milo y luego la galanura de Hades esa mañana y avanzó rápidamente hasta encontrar aquel sueño que tuvo y pensó que nadie nunca lo sabría. Él en su techo de su Templo y su decisión de aceptar las palabras de amor que habían surgido entre él y el dios del inframundo.
Salió de su mente dejando que miré su preciado punto, Camus apenas pudo levantar levemente una mano para ponerla sobre una ceja y no expresar el dolor de cabeza que le había dejado el rey ante su invasión.
Sólo Athena había notado la invasión silenciosa que duró apenas segundos que parecieron largos minutos para Camus, ella tenía  que continuar con el juicio.
- Los cargos acusables son los siguientes – dijo firmemente – Primero, mancillar los alrededores del Santuario con conducta vejatoria. Segundo, cruzar los sagrados Templos sin la autorización de sus guardianes a altas horas de la noche con compañía de presencia restringida. Tercero, permitir el acceso al Templo que guarda a altas horas de la noche a personas de presencia restringida hasta la salida del sol – una pausa donde ella respiró un poco pensando que no había vuelta atrás, estaba hecho. Todos lo sabrían… pensó que el bien mayor a proteger era su amada humanidad que en manos de otro dios siempre corría el peligro de padecer. Pensó entonces en Camus, a pesar de verse firme y estoico reconocía que su corazón sufría amargamente desde hace tiempo. 
Athena le dio la espalda y caminó hasta quedar cerca de Zeus que había tomado asiento en la silla de Shion. Antes de pronunciar la continuación del acto formal el dios la interrumpió.
- Todo esto por eso – dijo con voz elevada, sea porque no le importaba que los demás logren escucharle o porque su intención era esa – Un humano poniendo en riesgo la piedra angular de tu Santuario.
- Si – dijo intentando no sonar herida, ella amaba a todos sus guerreros – Será castigado y todo estará saldado.
Zeus entonces sonrió a medias, solo Saori lo vio. Y no le gustó para nada.
- Me lo llevaré, le pintare el cabello de rubio y será mi doncel, en las fiestas servirá de mi exclusivo copero. Estaré de nuevo reviviendo los tiempos de mi estimado Gaminides. 
Su estómago sufrió un violento vuelco y solo sus ojos fríos cambiaron de posición para demostrar el huracán en su interior que gritaba que nada de esto podía ser real. Camus miró a Zeus sorprendido pero luego reencontró su punto fijo.. . Si, lo mejor era no mirar a ese dios directamente… 
Todos conocían la historia de Gaminides, contada desde la era del mito, como Zeus convertido en águila secuestró a un joven hermoso y lo convirtió en su amante. De hecho, quizá de ahí la actitud de Zeus pues este creo la constelación de Acuario en honor a su preciado Gaminides.
- No – quizá lo dijo con acritud pero Athena no permitiría que algo así le pasare a ninguno de sus Caballeros – Es uno de mis guerreros.
Zeus no respondió, se limitó a mirar a Athena que le correspondió la mirada. 
- Shion – exclamó la diosa de cabellos lilas – continúa por favor. 
- Si – dijo y caminó hasta quedar frente a Camus, con algunos pasos de distancia – Se procederá con el interrogatorio. 
Bien, pensó Camus, inhalando suavemente aire, tan suave que no se notaba que lo hacía para después expulsarlo. No tenía que estar intranquilo, sólo era un interrogatorio.
- Camus de Acuario, es cierto y verdadero que conoce las sagradas normas que rigen el Santuario de Athena.
- Si.
Pretendía continuar cómo había estado hasta ahora, firme y conservar la rigidez de su rostro pero sintió sobre sí un par de manos invisibles y fuertes que tocaron sus hombros solo para empujarlo con rapidez al suelo, obligando a su cuerpo a poner una rodilla hincada.  Esa misma fuerza permaneció ejerciendo presión sobre su espalda y también le posicionó la quijada paralela al suelo. Ante los demás vinieron a Camus tropezar ante nada y quedarse en esa postura, con la cabeza inclinaba. Pero sin necesidad de verlo sentían que era Zeus con su poder que se tomaba atribuciones. 
- Los interrogatorios se responden con la cabeza gacha – le dijo a Saori que se movió inquieta en su sitio al ver a su guerrero  sometido a la voluntad de otro dios.
Debajo de su mascaron Shion se mordió el labio, deseando parar tal acto y obligar a todos a nunca mencionar nada del asunto jamás, entendía la importancia de reivindicar el nombre de Athena pero la presencia del dios y su actuar salían del marco de lo tolerable para él. 
- Segundo, es cierto y verdadero que tuvo acceso carnal en los alrededores del Santuario con persona de acceso restringido.
- No.
Respondió rápidamente sin ser capaz de erguir la cabeza por la fuerza del dios. Sin embargo, la sola pregunta le producía enojo y rabia ¿Tanto se habían salido de control los rumores? ¿Qué más estaban diciendo de él? Y lo más importante a todo eso… el origen que lo provocó ¿Quién espacio tal rumor?
- Dice la verdad – dijo Zeus con complacencia a sí mismo.
- Bien – dijo Shion continuando con la lectura del pergamino que tenía en las manos – Es cierto y verdadero que cruzó los Templos sagrados hasta llegar a Acuario y permitir su acceso a persona de acceso controlado en plena noche hasta la mañana siguiente. 
- Si.
Vacilo unos segundos pero todo lo leído por Shion era verdad. No tenía caso explicar nada. ¿Qué iba a explicar? Qué había sido por mucho una noche maravillosa, que su corazón con el raciocinio nublado sólo perseguía la felicidad y que no pretendía ofender a su diosa, no quería lastimarla con su actuar… era tan confuso, todos sabían que Radamanthis era asiduo a quedarse en Leo o Escorpio hace un par de años por su relación con Kanon, hasta que terminaron. Más de una vez las marinas de Poseidon se quedaron en ruidosas fiestas lo mismo que los guerreros de Asgard, si bien recordaba hace un par de años Afrodita alojaba a Minos el Juez Espectro bajo el titulo de noviazgo ¿Por que él estaba siendo expuesto de esa forma? Tantos años edificando y cuidando su reputación y en menos de un día todo se venía abajo. 
- Terminamos Camus – dijo Shion con la  voz más relajada. 
La presión sobre su cuerpo desapareció y fue capaz de erguirse por completo, no había rastros del poder de Zeus sobre su espalda. Pero sintió su mano invisible tocar su cabello acuamarin, apenas rozando su nuca para después empujar su casco fuera de su cabeza. Cuál sea que sean las intenciones del rey de los dioses para sacarle el casco dorado Camus no intervino.
El tintinear del oro rebotando en el suelo hizo eco en las paredes que se escuchó con más fuerza por el fuerte silencio marcado. El casco dio unos saltos y giros antes de detenerse en los pies de Kanon.
Saga desde el principio no despegó su mirada verde de la anatomía de Camus, aunque sólo podía verle la espalda imaginaba su rostro… lo sabía serio y fuerte pero aunque le decían que Camus era frío la verdad es que no era de hielo. Su poder y cosmos estaba relacionado a ese elemento pero sus sentimientos eran nobles y su corazón cálido. Saga se sentía realmente abatido por lo que acaecía sobre su amigo… si, un amigo que llegó a tocarle el corazón y ahora estaba pagando un precio demasiado alto por esa manera apresurada de  vivir de la anterior noche… Ojalá hubiera ido con él a la playa… Ojalá nunca lo hubiera soltado… aunque al final decidiera estar con él o Hades no importaba, pero no verlo atravesar esa maroma burlesca e irreal. Cuando Zeus mencionó llevárselo pensó que era razón suficiente para desatar una nueva guerra hasta recuperarlo. Camus… cuánto le hubiera gustado llamarlo su Camus.
Con el casco del Caballero de Acuario en los pies de Kanon, Saga se inclinó a tomarlo mirando de paso el rostro de su gemelo. Su mirada denotaba enojo a la par de eso apretaba los puños con fuerza. Sin duda las razones del porqué era algo que Saga tenía que cuestionar. 
Athena tenía previsto acabar con toda esa audiencia sin pausa para no dar paso a nada de controversia y encontrar por fin un alivio en la pronta resolución pero el actuar de Zeus y su manera de intervenir le dieron la señal que lo mejor era una pausa y continuar después sin la presencia del Rey de los dioses.  
- Se declara un cuarto intermedio en la presente audiencia. Se abrirá la última sesión a la salida del sol con todo el quórum presente. Pueden retirarse. En cuanto al acusado… aguarde.
Athena lo había dicho, que podían marcharse pero Zeus se puso de pie y nadie se movió. Vieron a Zeus con su manera calculada de caminar se alejaba de la diosa, pasaba al lado de Camus y luego siguió hasta llegar a los demás caballeros dorados.
- En ese caso, me marcho estimada Athena. 
Sólo dijo eso antes de perderse tras la gran puerta. Unos segundos después todos empezaban a moverse rumbo a la salida más tranquilos sin Zeus ahí.
- Shion, Patriarca – fue Afrodita el primero de los dorados en moverse y romper filas, se acercó a Shion – Que rayos fue todo esto… ¿En verdad…? Todos saben que yo… antes con Min…
- Calla – le dijo Shion  con los dientes apretados y al tiempo que se sacaba el mascaron.
- Pero, no es posible que…
- Lo sé – contestó únicamente - Calla.
Sólo Afrodita había expresado su indignación pero todos sus compañeros dorados tenían sentimientos encontrados ante lo vivido. No por nada luchaban hombro con hombro hasta encontrar la muerte y una nueva vida juntos, bajo el mismo propósito y ligados al mismo destino… todos estaban compungidos al atestiguar a su compañero de la onceava casa ser enjuiciado por una conducta que ellos adoptaban… entendían que era una jugada política de Saori pero aún así… Camus era su compañero. 
Contrario a eso recordaban los presentes en la casa de Tauro en su fiesta post fiesta que Camus exclamó muy seguro que no tenía nada con el dios y esa noche la paso con él… la opinión estaba dividida en cuanto a la manera de llevar su vida privada pero unificada en no retirar su apoyo a su compañero de armas. Con excepción, claro. Milo había disfrutado desde el inicio hasta el fin, preguntándose si podía salir mejor. A sus ojos Zeus sobraba pero era una guarnición excelente.
Shura miraba a Camus en la distancia que los separaba, cualquiera que no lo conociera afirmaría que Camus de Acuario si se veía como alguien frío, con el rostro tallado en líneas rectas y para él que sí lo conocía bien entendía que esa expresión le estaba sirviendo de bunker. La señal de retirarse estaba dada, Shion y Athena compartían unas últimas palabras, él se animó a acercarse a su compañero y mejor amigo.
Algo inesperado le pasó, Aioria, su reciente esposo y amor de toda su vida le sujetó del brazo con fuerza calculada impidiendo que avance. Y sólo negó con la cabeza.
- Es hora que te replantees esa amistad – Aioria era así, pocas veces sugería las cosas y como está vez estaba mostrando su fuerte carácter autoritario.
Shura tomó la mano que lo asía con  cariño y entrelazo los dedos sin romper el contacto visual que los unía. Aioria molesto y Shura intentando comprenderlo. 
El que era llamado León Dorado le habló a su pareja mientras los demás avanzaban a la salida.
- Es por respeto a la amistad que tengo con Milo - aclaró Aioria intentando que esa sola oración sea suficiente para aclarar todo sin un discurso de explicaciones. Sin embargo Shura se vio realmente confundido ¿Qué tenía que ver Milo?  - él esta sufriendo el daño colateral de todo esto… todos sabían que tenía una relación con Acuario y ahora tiene la fama de ser al que le fueron infiel.
- Es absurdo… Aioria – Shura nunca había discutido con su pareja por temas relacionados a terceras personas o la amistad de sus amistades por así decir. Antes de lograr debatir un poco más el tema Shion los interrumpió.
- Retírense, falta poco para la hora acordada.
Shura siguió a su esposo aún sujetos de la mano, contrariado pero unos pasos afuera del gran salón  y logró hablarle de cerca.
- Escucha Aioria – dijo con el tono dulce que sólo el León conocía – Es mi amigo. 
Una pausa donde sus miradas hablaron, sí Aioria era autoritario y tenaz pero no injusto con su pareja, además él conocía de amistades y la importancia de ellas. Cedió un poco a su petición estando seguros que luego tendrían que ahondar el tema. 
- Esta noche estaré en Sagitario. 
Shura al principio creyó que era una tajante respuesta refiriéndose a que no pasarían la noche juntos. Pero comprendió que más era una concesión. 
- Cuídate hermoso – Shura le beso en los labios antes de marchase.
El Caballero de Capricornio camino de vuelta sobre sus pasos ingresando de nuevo al salón que casi estaba vacío. Shion y Athena continuaban con su conversación, algunos caballeros de plata no se habían movido esperando que la salida se vacié y Saga a unos pasos detrás de Camus. 
Athena se marchó perdiéndose detrás de los doseles y Shion vio a Camus igual que hace un momento. Le pidieron aguardar para evitar que el cúmulo de gente presente lo agobie en su descenso a su propio Templo. Pero si lo consideraba mejor, el retenerlo debía provocar más estrés en Camus.
- Puedes retirarte Camus.
Devolviendo la mirada y haciendo una inclinación de cabeza el mencionado giró sobre sus propios pies y caminó rápidamente sin mirar a ningún lado. 
Saga y Shura lo vieron salir pero no atinaron a decirle algo en específico.
- Tengo que hablar con Shion - dijo Saga, aún sostenía entre sus manos el casco de Camus  - No puedo creer todo esto.
- Iré con Camus – el caballero de Capricornio se apresuró en ir tras su amigo. 
En algún momento se había detenido la lluvia, las escalinatas y superficies de piedra estaban mojadas y algunas guardaban pequeños charcos de agua. El viento soplaba con fuerza anunciando que prontamente se cambiaría de estación. Esa noche no era oscura, todas las antorchas del Santuario estaban prendidas y el bullicio de las voces de sus habitantes rompía toda calma relacionada a las altas horas que marcaba el reloj.
Cuándo llegó a su Templo no se percató que durante el descenso tenía compañía. Ingresó a su casa pensando que estaba solo, y casi le cierra la puerta en la cara a Shura. 
Camus lo vio un momento antes de alejarse y perderse en una de las habitaciones del fondo. Shura se quedó de pie bajo el marco de la puerta, lo primero que notó fue el fuerte olor a químicos utilizados en limpieza y lo reluciente que se veía todo. Conocía al dueño de ese Templo y era de hábitos aseados pero lo que veía tachaba en lo exagerado. Parecía más la escena de un crimen que habían intentado limpiar meticulosamente.
El silencio de la casa le permitió escuchar arcadas y el sonido gutural del vómito. Shura resoplo cerrando los ojos, recordaba que esa era la respuesta del cuerpo de Camus ante una situación demasiado estresante que su cuerpo no podía canalizar de otra forma. Como el día que Milo decidió terminar el lapso de tiempo que se dieron en su relación. 
Unos minutos más y Camus volvía a la sala de estar. Caminaba unos pasos y se sentaba en el sofá. Por unos instantes miró hacia la nada sin articular palabra, parecía incluso que había olvidado la presencia de Shura ahí.  
El Caballero de Capricornio tenía todo un discurso preparado, una rabia innata que le exigía conocer más que los hechos, las razones de su actuar. Pero verlo así… como lo tenía en enfrente le indicó que exponer su rabia y saciar su afán de conocer sus cavilaciones no eran de utilidad para Camus… se llevó la mano a masajear su sien. 
- Camus… - Qué podía preguntar ¿Estás bien? ¿Cómo estás? 
El mencionado cerró los ojos dejando escapar algunos suspiros, reconociendo que acaba de afrontar una situación que siempre temió y era tan espeluznante como imaginaba que podía ser… incluso peor. La realidad siempre superaba todo… sus miedos… sus miedos enfrente de él, luego pisando su sombra, en menos de nada pisando su nombre. Lo que sentía inmovilizando su cuerpo y acelerando su corazón era el miedo… al menos sabía que era eso, entonces pensó que podía hacerle frente. Como hombre y como caballero había enfrentado situaciones por demás angustiantes que ponían en riesgo su integridad física y emocional pero el entrenamiento lo fortalecía y también en su carácter y talante. Estaba agobiado y estresado pero jamás vencido. A pesar de todas sus dudas y emociones adversas él saldría delante de ésta.
- Toma.
Delante suyo estaba Shura ofreciéndole un vaso con agua. Camus lo tomó y su amigo se sentó a su lado.
- Gracias, y también gracias por estar aquí… - después de pensar en algo que no sea sus recientes horas le dijo - ¿Y Aioria? Estas recién casado… es mejor que estés con tu esposo. 
- El comprende – respondió únicamente sin saber si realmente comprendía - Camus, tengo tantas preguntas – su amistad era honesta, forjada en la rectitud de sus pasos y la nobleza de sus actos. Ambos sabían que eran hombres honorables ¿Cómo podía empezar a explicarse la actitud de Camus si lo calificaba así?  por los compromisos que lo ocupaban era poco lo que conocía de Camus esas últimas semanas. Lo sabía enredado por Milo, confundido por Saga pero casi nada de su acercamiento a   Hades  – Cómo llegó todo esto tan lejos. 
- No puedo explicarlo Shura… - se animó a hablar antes que sus emociones exploten desde dentro, Shura era su amigo y si a alguien podía contarle algo era a él - Solo se que ayer me sentía muy bien. Sólo pensaba en positivo. 
- Te lo dije en la fiesta. Que no bebieras demasiado… el estanque está lleno de tiburones, te dije. Y te fuiste con el pez más gordo y más peligroso – quiso evitar sonar a regaño, pero no había forma. 
- No fue así, estaba en la casa de Aldebaran y cuando Milo llegó discutimos. Me  fui a la playa y me metí al mar.
- ¿Por qué? Tu no sueles hacer ese tipo de cosas.
- Era algo que deseaba hacer hace mucho, fue ahí donde me encontré con Hades. No era planeado. Luego subimos hasta aquí. 
Su voz se apagó, no tenía caso explicar nada más. Esos eran los hechos y en el mundo real son los hechos los que importan, las explicaciones sentimentales estaban excluidas. Podía haber echo el amor toda la noche con Hades o simplemente jugar casinos y los hechos serían los mismos. La historia no cambiaría de cómo dejó entrar a un dios ajeno al Santuario a su Templo y seguro que hasta su cama.
- Volviste con esa manía horrible – Shura le sacó la mano de la boca donde pellizcaba una uña con los dientes – Qué más pasó. ¿Como se enteraron todos de Hades y tú? Cuando llegábamos con Aioria del pueblito ya estaba entrada la noche y antes de llegar a Aries unos soldados reían y supongo que no nos vieron porque dijeron algo cómo “así son algunos dorados, Milo es imbécil” 
- ¿Qué tiene que ver Milo? – Camus arrugo el entrecejo e interrumpió sin quererlo.
- Aioria les sacó la información a puntapiés – Shura no pudo evitar pensar que ahí radicaba la razón al comportamiento de su pareja – Esos soldados nos contaron que desde la mañana estaba corriendo el rumor que… tu ya sabes, Hades y tú se acostaron juntos. Antes de poder venir a verte y saber algo más me recogían de mi Templo para ir donde el Patriarca. 
Camus se sujetó el estómago sintiendo nauseas nuevamente, tomó de un solo trago el agua que tenía en una mano esperando revitalizar sus fuerzas mentales que pedían refuerzos. Era demasiado de todo… en tan poco tiempo.
- Camus, que vas a hacer con Hades. Después de esto no creo que lo veas más – lo dijo para medir su reacción a esas palabras más que para conocer la respuesta.
Camus le miró confundido, por su mente la idea de dejar de tratar a Hades o alejarse de su presencia no era considerada una opción ¿Tenía que considerarlo?
- ¿Por qué dices eso?
- Es claro que fue él quien empezó a contar lo sucedido entre ustedes a todos los demás dioses en la fiesta de entrega de invitaciones – Shura estudió el rostro de Camus – Tu no…
- No creo que él haya mencionado nada del asunto – y lo creía así firmemente, hasta antes que Shura lo dijera no pensó siquiera que Hades tuviera algo que ver en todo eso – Él me respeta.
- Camus – Shura se arregló la garganta indeciso pero al final no servía de nada si guardaba sus palabras – Es un dios, hablar de sus conquistas y aventuras con los humanos es un pasatiempo.
¿Aventura? Esa palabra no le gustó para nada… ah… no… no estaba para pensar en eso ahora mismo.
- Entonces quien más se enteró de todo esto y lo esparció como pólvora.
- No lo se… - Camus se puso de pie pensando que si continuaba estático sus músculos se encogerían por la tensión. Caminó hasta la cocina y Shura lo siguió – Hay una pregunta que desde está mañana no obtengo respuesta. Al despertar Milo estaba aquí ¿Por qué?
- ¿Vio a Hades?
- Él me dijo que no, se levantó antes para hacer el desayuno… - decir eso en voz alta era un placebo para tanto estrés emocional – Cuándo Milo entró me encontró sólo. Estaba sumamente molesto que apenas me habló. Dijo algo cómo… “qué quieres que piense de ti” o “No se que pensar de ti". Yo le dije que se largara.
Sin perder palabra Shura calentó agua y alistó lo necesario para preparar infusión de hierbas que sabía que Camus tomaba algunas veces. 
- ¿Milo? 
- No se por donde empezar pero es un asunto que investigare hasta llegar al final. 
- Haré mis propias averiguaciones.
Hubo un poco de silencio entre ambos. Tomaban camomila caliente y ligeramente endulzada.
- ¿Estás mejor? – Shura lo vio menos rígido que antes. Estaba consciente que la situación no había terminado y eso era terriblemente estresante.
- Sigo pensando que no es buena idea que dejes a Aiora – agradecía su apoyo pero no quería causar daño colateral.
- Camus, hay algo que tengo que preguntar – Shura omitió el último comentario – Tu estuviste trabajando en los Archivos del Santuario. Encontraste algún tipo de información sobre las sanciones que existen según el tipo de conducta penable. 
Camus sintió que esa era otra razón para sentir miedo… miedo a la incertidumbre. Realmente no había dado con ese tipo de información, tal vez Saga o Kanon trabajaron con esa sección en específico. 
- No, no tengo idea. 
Una sanción, un castigo, una pena. Eso era lo que le esperaba afrontar en un par de horas más. 
- El canon solo estable qué conductas están prohibidas pero deja al albedrío de Athena la sanción. En los Archivos no encontré ninguna cita con algo parecido a lo que me sucede. 
Estaba arremetido ante tanto  desconcierto. No sabía lo que le esperaba y menos lo que vendría después. Sea cual sea su sanción la situación no se terminaría ahí, esto iba a perseguirlo por siempre  ¿Qué tan profunda iba a ser la marca dejada? Se preguntó cuándo aprendería a vivir con esto y cuánto terminaría afectándole.
- Hay una pregunta que terminó suelta – se percató Camus intentado desviar un poco el tema, si seguía con eso dando vueltas en la mente, temía enloquecer – Qué tiene que ver Milo ¿Por qué los soldados lo mencionaban?
- No tiene caso… - no quería aumentar peso al daño emocional que estaba soportando Camus para agregar el supuesto daño sufrido de Milo.
- Shura, si sabes algo dímelo.
- Aioria mencionó que se dice que Milo es una víctima de todo esto porque se sabía que ustedes eran pareja y ahora es visto por los demás como al que le fueron infiel. 
- Lo que faltaba…
Suspiró pensando que lo mejor era no pensar en eso también por ahora, su mente no podía abarcar todo al mismo tiempo, terminaría enredado, agotado y confundido. El tiempo sería su aliado en esta encrucijada, el tiempo pondría todo en su lugar. Quizá sólo le quedaba mirar al cielo y pedir fuerzas… cuando sienta que su alma flaquea y sus ojos no sean tan fríos como el hielo… mirar al cielo y pedir paciencia. 
Con las manos contagiándose del calor de la taza que sujetaba dio un sorbo largo, calentando su garganta y luego su pecho. Cerró los ojos y suspiró.
- Sabes que la ironía va a terminar matándome – Camus se sentó en una de las sillas de su cocina.
- ¿Por qué? 
- Todo esto y… ni siquiera nos hemos acostado.
Lo dijo en una sola voz sonriendo por primera vez desde que empezó aquella situación ilusoria que lo tenía de pie en una orilla alta y peligrosa. Saltar a lo desconocido se le antojaba más no que lo empujen. 
Shura no supo si reír o golpearse la cabeza contra algo. La información recibida no cambiaría los hechos vividos o por vivir pero como asiduo al Caballero de Acuario  entendía que esa sonrisa que se dibujaba en el rostro de Camus eran una verdadera novedad.
- Y todo lo que estás pasando y no te has dado el gusto –  Camus sonrió un poco más ante sus palabras -  Entonces que sucedió ¿Dónde está el cadáver que ocultas?
- ¿Cadáver? El único cadáver es mi privacidad – refuto Camus.
- Entonces porque hiciste limpieza tan extrema. Huele terrible a detergente y cloro. 
Camus se puso de pie y fue a su habitación a abrir la ventana más grande que tenía en toda su casa. Facilitando la circulación de aire fresco. 
Shura lo siguió hasta ahí y vio que esa habitación no se salvaba de la limpieza, pero contrastando el cuadro estaba la cama, desordenada y con las sábanas revueltas. 
- Me dispuse a limpiarlo todo para no pensar en Hades – se sincero Camus mirando desde la ventana la cama deshecha. La verdad completa a su aseveración era que no quería pensar en lo sucedido en su cama, tanto que no pudo cambiar esas sábanas.
- Y porqué no querías pensar en Hades.
Llevado por sus propios asuntos, organizando la fiesta del cumpleaños de Athena y también los detalles de su boda, simplemente no tuvieron tiempo para compartir sus extensas conversaciones en el techo de su Templo. Shura recordaba ansioso, abatido y confundido a Camus por sus desórdenes amorosos. Y a pesar de tener sobre sí el peso de ésta noche el corazón tenía su propia forma de demostrar su ánimo y sin duda la esencia de Camus estaba adormecida en calma, lejos de los fantasmas de Milo y su daño, en sus ojos tenía un brillo renovado, ligero casi escondido pero presente para el conocedor de Shura. Tenía ilusión destellando en los ojos. 
- Porque – Camus se detuvo antes de contarlo todo. 
- ¿Por qué…? – lo animó a continuar. 
- Me dijo que me quería. Yo le pedí que fuéramos novios.
Shura pensó que ojalá tuvieran otro contexto para compartir semejante noticia, pero la realidad era esa y muy pocas veces las cosas salían como uno las desea. Se alegró por su amigo sin saber cómo demostrárselo, si Hades podía provocar aquel brillo de ilusión en la mirada de hielo y un brío en el corazón escarmentado él estaría contento…  
Vio a Camus sujetarse la cabeza y dejarse resbalar por la pared hasta sentarse en el suelo. Seguramente muchas cosas pasaban por su mente.
- ¿Qué va a pasar conmigo Shura?
- Todo pasará Camus… - se acercó y se sentó en el suelo también – No estás solo. Muy pronto todos olvidarán esta historia. 
- Si y me convertire en una historia con moraleja. 
- Hay algo más – recordó Shura – Por favor por los próximos años de tu vida mantente alejado de las águilas.
Se sujetó más fuerte la cabeza recordando a Zeus esa noche y sus intervenciones, era obvio que Shura hacia referencia a Gaminides y la forma en cómo fue secuestrado.
- Anotado.
Respondió únicamente. 
Faltaba menos de una hora para que el amanecer se aproximara sobre las tierras del Santuario, para que todas las aves canten y el rocío resbale lentamente por las hojas de los árboles, y todos los habitantes del Santuario se reúna en el gran salón del Patriarca. 
Bebieron un poco más de camomila caliente. Shura mencionó que lo mejor era que se presente ante Athena con el estómago lleno y repuesto. Con energía para afrontar una guerra, sería incauto acudir en vilo sin saber cuanta fuerza necesitaría. Eran caballeros y estaban acostumbrados a llevar sus cuerpos al máximo pero también esos cuerpos eran humanos. Iba a necesitar comer. 
Sólo logró pasar por su garganta cerrada unos cuantos bocados de pan y algo de jamón. Shura lo acompañó unos minutos más antes del amanecer, con palabras de fortaleza y amistad lo dejó para ir por Aioria a Sagitario. 
Solo en su Templo se acomodó la armadura, se reajusto la capa y recordó que su casco había caído de su cabeza por voluntad de Zeus. Respiraba profundamente para acumular la fortaleza que le quedaba y generar una nueva. Sintiendo que haga lo que haga jamás estaría listo para lo venidero se propuso afrontar la incertidumbre y hacerle frente… con la frente en alto.
 
 
Continuará…
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 

Notas finales:

 

Espero les haya gustado el capi 15. Espero sus mensajes que me ayudan mucho mucho

Cuidarse mucho y actualizo rapidito.

También preguntarles si desean leer el final alternativo que pensé para este fic. Si... tiene 2 finales que.se.asoman 

Uno que es el que me gusta más... pero el otro no se... se quedaría sin ver la luz nunca?

Depende de ustedes que me comenten su quieren leer los 2 o 3 que.rondan mi mente

Los leo.

Nos leemos!


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