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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Perdonenme por tardar tanto en actuaizarm entre e trabajo los problemas en casa y lo demas no pude alcanzar en a car este capi en el tiempo que lo prometi. Lo cierto es que... no escatime esfuerzos ara vaciar mi corazon en cada palabra... por eso mismo espero que lo disfruten y lena a gusto. Pasen y lean...

Te amo y por eso tienes el poder para destruirme… pero confío en que no lo harás.

 

Capítulo 3.- “El grave problema que no se solucionar… eres tú”

 

- Tiempo…

Shura repitió las palabras que Camus habría dicho como una cacofonía, parecido a una agonía, como si se tratare de su último suspiro. Ahora lo veía ahí tendido sobre el techo de su Templo, rodeado de oscuridad nocturna. La belleza del rostro de Camus parecía un cuadro maltratado por la tempestad, parecido a una bella obra de arte que ha sido descolorida por el paso de la lluvia sobre sus finos colores. Con los ojos rojos e hinchados por el llanto incontrolable, el cabello seco y enmarañado, los labios secos y la figura maltrecha…

Solo optó por abrazarlo por los hombros y en completo silencio se apoyó sobre los hombros de Camus, reconociendo la difícil etapa que apenas estaba empezando… esto del tiempo… para Shura era una completa estupidez lo que Milo estaba haciendo, sus fundamentos le parecían absurdos y sin valor para tomar una decisión así y una decisión que dejaría serias lastimaduras sobre Camus… no era tan sencillo, no era fácil y lo estaba viendo con sus propios ojos. Nunca había visto a Camus tan mellado, sin salir de su Templo en dos días… y sin correr en su búsqueda pidiendo ayuda. En otras circunstancias cuando peleaban con Milo, el de Acuario solía correr a su Templo para quejarse y desahogarse, ahora haciendo todo lo contrario ahí encerrado y evitando encontrarse con cualquier persona, parecía que agonizaba…

- Camus… Tienes que ir mañana a eso de los Archivos para cumplir tu misión, no fuiste dos días y Saga… no creo que se queje pero aun así Shion ha notado tu ausencia.

- ¿Shion te dijo algo?

- No, la verdad no…

- Iré mañana sin falta - hecho un suspiro al aire esperando que con eso el increíble dolor de su cabeza disminuya en una cantidad considerable, desde que Milo se había ido esa noche de su Templo dejándolo bajo la lluvia el dolor de cabeza lo había acompañado sin falta - No puedo creer que Milo se haya ido a su misión sin decir nada.

Shura suspiró sin saber que decir para calmar el dolor del corazón de Camus, lo abrazó en nueva cuenta por encima de los hombros. Seguramente las dudas asaltaban a Camus de manera incontrolable por su mente, llenándolo de inseguridad, miedo y sin desahogo, lo más probable era que por esa razón de un momento a otro su llanto aumentaba y luego se apaciguaba, dudas como ¿Y cuanto tiempo? Milo se dio la vuelta sin dar más explicaciones que esa ¿harán como que no existen para el otro y dejaran de hablarse? Camus no había recibido ningún tipo de explicación sobre ese famoso “tiempo” y estar en la completa incertidumbre a manos de Milo, en su completo poder porque al parecer sólo él podía decidir algo tan importante, decisiones unilaterales y demostraban lo que Milo sentía… que él tenía el poder de decidir algo tan importante como eso.

- ¿Qué voy a hacer Shura? No sé cuando Milo me buscará, no se… tal vez solo sea un par de días o esta misma noche se dé tiempo para aparecer en mi Templo y ser el novio del que me enamoré… o puede que no me busque nunca más… es tan horrible esto… no lo merecía - Camus evitó llorar tomando aire en exceso, inflando sus pulmones y cerrando los ojos.

- Por el momento no hay nada que puedas hacer Camus - le dijo - Milo de alguna manera te esta proporcionado este espacio para que vuelvas a ser tu ¿no? Aunque su decisión me parece radical y absurda, porque había mejores caminos. Quieras o no, tienes tu espacio para ti mismo… sólo para ti. Aprovecha para reinventarte, entre todo lo que me contaste una de las quejas que hizo Milo es que perdiste aquel toque que le gustaba de ti… aquella esencia que lo conquistó. Aunque si eso es verdad… de entre todas las personas él debería conocerte mejor que nadie y fue él quien es responsable de ese cambio en ti… ¿Cómo explicarlo? Si estuvieras seguro de su amor, y no te andaría llenando de inseguridades pues tu serías incluso más genial, ahora viene a quejarse del cambio que provocó… me parece injusto e irracional quejarse de algo que él provocó. Tal vez sí Camus, yo reconozco si has cambiado… no eres el mismo… y el error es tuyo, pero el culpable es Milo.

- Si, pienso que Milo podía ser más flexible conmigo y no tan cruel… hacer esto… apenas son dos días y parece que me voy a morir…

- Si, los primeros días son los peores, luego encontraras la luz al final del túnel - Shura pretendía ser empático con su amigo y comprender el gran dolor por el que estaba pasando y darle al mismo tiempo esperanzas… que al principio duele, pero… con el paso de las horas, los días y las semanas esa agonía disminuiría en considerable cantidad.

- ¿Dejará de doler Shura?

- Probablemente… probamente no te quites esta amargura pero con el paso del tiempo dejará de importar hasta que ya no lo recuerdes…  

A medida que su amigo le hablaba cerraba los ojos derramando más lágrima, cansado de llorar, de solo pensar en Milo… de solo sentir el dolor de su ausencia y el frio de la incertidumbre que lo ataba al futuro… Milo… ¿Cuándo más iba a sufrir por él?

- Amigo - Shura tomo aire con fuerza, lo que le iba a decir era algo que tiempo llevaba pensando, a medida que las cosas pasaban se daba cuenta que no había otra alternativa - Camus debes pensar que con todo esto que estás viviendo, aprovecha la distancia que tienes con Milo y empieza a hacerte la idea que él no es para ti, quizá con todo esto te está anticipando una ruptura… sabe como lo amas y terminar seria como botarte del último piso de un edificio, el pedirte tiempo es como botarte pero poner un colchón en el suelo para amortiguar tu caída… ¿comprendes?

“Milo no es para ti…”

Tenía razón, alguien que lo amara tanto no lo haría sufrir sin medida y lo dejaría sin repuestas, y al contrario dándole más dudas. Debía aprovechar este tiempo para recuperase… aprovechar para volver a ser él mismo, Milo tenía razón... era demasiado dependiente y tal vez si… debía pensar sólo en él… Debía encontrar la forma de ser Camus de Acuario de nuevo, el Caballero de los Hielos, era inteligente, muy poderoso y de reconocible hermosura, sabiendo todo eso no necesitaba a Milo… no lo necesita, claro que no… pero, como lo amaba, y a pesar de repetirse eso por la mente su corazón parecía decir todo lo contrario, con esa indescriptible presión que lo amargaba y evitaba que dejara de pensar en Milo… en sus promesas y su fututo, en su dulce sonrisa y sus manos mientras lo abrazaba, porque su amor no era algo que llegó a su vida como una sorpresa, fue amando a Milo con el paso de los días, de los meses a su lado, de sus atenciones delicadas y amorosas, porque de entre tantos que le habían propuesto hacerlo feliz, Milo era el único que lo había hecho sentir especial, único… que también con eso del amor podía ser feliz.  

Esa noche que ya habían hablado lo suficiente y no había nada más que decir, Shura entendía que si se marchaba en ese momento a su propio Templo dejaría  Camus tal vez peor de lo que lo encontró; a pesar de tanto dolor y cansancio mental estaba consciente que el protegido por Acuario no lograba tener un sueño reparador y menos tranquilo, qué podía hacer… Shura se puso de pie extendiendo la mano hacia Camus que la sostuvo y lo ayudó a ponerse de pie.

- Sígueme.

 

Entre patadas, golpes, hielo deshecho y la arena del Coliseo que se levantaba con el movimiento estaban Camus y Shura expidiendo tal vez una de las peleas más arrebatadas que habían librado sin otra razón que entrenar… había rabia, había desquite y furia en cada golpe librado por su espíritu. El Caballero de Capricornio estaba concentrado en esquivar o cubrirse y dar uno que otro ataque para provocar la fuerza de Acuario que se empeñaba en quedarse sin aliento ahí mismo. El cosmo de Camus estaba a tal punto elevado que llamó la atención discreta de los demás que aun habitaban el Santuario, otros como Mu, Milo y Aioros ya habían partido a su misión y se estaban perdiendo el espectáculo.

Aun en plena lucha evitando la filosa espada de Shura contra su espalada y lanzando su poder rodeado de su cosmo para congelarlo, donde podía herir o salir herido, corría y saltaba, recibía una patada o arrojaba  un puñete, de su mente no salía la voz de Milo, su mirada cruda o el recuerdo de sus manos apartando las suyas… su voz, su mirada, su tacto… su voz, su mirada, su tacto… Y cuando el agua los empapaba ya sea porque iba a llover o porque el cosmo de Camus se había salido de control ambos cayeron sobre el barro  sin energía para continuar.

- ¡ESTÚPIDO MILO!     

Con aquel grito desde el fondo de su garganta que desgarró el cielo, Shura pudo sentir algo de calma, al menos por ahora Camus no estaría tan hermético y pasivo ante la tempestad…

 

Abrió los ojos y parpadeó constantemente antes de darse cuenta que había dormido sin despertarse a media noche o soñar con Milo, su imagen en sus sueños solía atormentarlo y robarle la pasividad que acompaña el descanso y trayéndole el insomnio… pero en esta situación se levantó más descansado y extrañamente con algo más de energía para afrontar un día más. Evitó su imagen ante el reflejo del espejo para no deprimirse por lo que viera y solo procuró estar limpio, con ropa planchada y salir hacia los Archivos del Santuario.

Estaba cerca de su Templo, pasando Piscis hacia los aposentos del Patriarca girando hacia los jardines que cuidaba Shion. Camus evitó encontrarse con él para no recibir un sermón por su ausencia de esos días y peor que no pida explicaciones del porqué… sólo escuchó las risas de Shion mezcladas con las de Dohko ambas alegres, aprovechó aquella situación para adentrarse al bello jardín que Afrodita había plantado y que Shion cuidaba, pasó por la laguna artificial, el par de cerezos en flor y el caminito de piedritas que conducía a la estructura griega con grandes pilares adornados al estilo renacentista.

- ¿Saga? - traspasó la puerta principal encontrándose con un paisaje no muy diferente al de afuera, sobre los estantes infinitos llenos de libros y papiros amarillentos habían macetas colgantes que dejaban que su naturaleza adorne de manera exquisita los rincones que acariciaba el sol al dejar que sus rayos se cuelen entre las cortinas de seda roja.

Dejó que una vez más esa belleza lo sorprenda y embelese. Caminó en silencio entre los estantes, el olor a naturaleza fresca y cera para pisos lo cautivó aún más. Creyó que ese lugar sería frívolo y oscuro, lleno de polvo por la cantidad de años que pesaban sobre cada hoja del lugar pero al contrario todo relucía de limpio, empezando por los ventanales, los estantes y la increíble mezcla de olores exquisitos.

- Saga - Camus lo vislumbró sentado frente a un escritorio, sumido en la lectura de unos papiros - Saga quiero disculparme por no venir estos dos días antes - hablo mientras se acercaba y acortaba la distancia, pero al parecer el gemelo mayor de los geminianos no le prestó atención porque su vista continuaba paseándose por las letras finas de su ensimismada lectura.

Silencio…

Camus paseó sus ojos por su compañero de armas, Saga era uno de los Caballeros más respetados dentro de la Orden y también uno de los más misteriosos desde que estuvo involucrado con la identidad de Arles, y luego por unirse al ejercito de Hades. Pero en realidad, eso no le quitaba el aura de respeto que inspiraba. Reservado y serio, tal vez esas eran las dos palabras que lo describían a mayor cabalidad. Quizá por sentirse observado viró la mirada encontrándose con la de Camus que lo miraba apoyado desde uno de los estantes.

- Creí que nunca te darías cuenta de mi presencia Saga de Géminis - lo saludo con una tenue sonrisa - Disculpa por no venir antes…  sé que no tiene justificativo alguno, pero aun así te lo recompensaré.

Camus apretó los labios sin quererlo al ver en la mueca de Saga una sonrisa coqueta ante sus palabras.

- ¿Vas a recompensarlo? ¿Cómo Camus de Acuario? - se puso de pie con un movimiento elegante dejando a un lado los papiros que leía antes y con pasos calculados mientras hacía a un lado su larga cabellera azulina. La luz del ventanal le daba por la espada logrando que ante los ojos de Camus, Saga este rodeado de los rayos del sol - Camus… me sentí muy solo mientras tú no estabas…

No logró parpadear siquiera, solo su garganta tragó grueso ante las inesperadas palabras de Saga, y por su espalda un escalofrió subió al ver que estaba demasiado cerca de su cuerpo y Camus atrapado entre la galanura de este y los libros del estante.

- ¿Qué haces Saga? - su voz aunque confundida fue firme.

Sus miradas unidas entre la luz del sol que acariciaba sus pieles, Camus sintió la caricia de Saga sobre la extensión de sus cabellos acuamarines y pronto encontraron la piel de sus hombros.

- ¡Basta! - Gritó dando un empujón por el pecho y alejando el cuerpo que se quería apegar al suyo - ¿Qué demonios haces Saga?                             

Ante su sorpresa y volviendo más irreal la situación el Caballero que tenía en frente empezó a doblarse de risa, una actitud demasiado impropia de Saga…

- ¡Kanon! - renegó Camus entre dientes.

El gemelo menor era simplemente así, tal y como lo veía ahora partiéndose de la risa, sea solo o con compañía Kanon parecía nunca aburrirse y encontraba la forma de pasarla bien. Tal y como lo había hecho ahora.

- Entre todos… tu eras el que mejor nos diferenciaba- dijo Kanon apenas tuvo aire - de niños eras el único que nos distinguía ¿Cómo es posible que nos confundas ahora?

Con el ceño fruncido Camus lo señaló - ¡Tú me engañaste!

- Falso - contradijo también señalándolo con el dedo -  Yo nunca dije ser Saga - con su sonrisa triunfante dejó a Camus sin palabras - ¿Cómo estas Camus?

- Bien, gracias por preguntar - respondió.

Kanon recuperó su lugar antes del pequeño espectáculo con Camus y retomó su lectura, sin saber que hacer o decir con exactitud el de cabellos acuamarines pasó su mirada por la infinita columna de libros, su mirada se detuvo en una portada en particular. Distinguió de las letras doradas y de caligrafía fina el nombre de su Constelación:

“Acuario”

Sintió su corazón latir al ver que inmediatamente después de aquel nombre venía uno más:

“Escorpio”

Invadido por la curiosidad y su corazón latir en sus oídos quiso tomar el pequeño libro de cubierta de tela negra y letras doradas pero su mano se quedó en la acción de lograrlo ante el reclamo inesperado y estridente de Saga.

- Kanon te dije 10 minutos, no 10 horas - Saga venía cargando lo que parecía ser un pesado baúl antiguo, arrastrándolo por el suelo y en la otra mano una pequeña estatua dorada de Athena que al parecer también pesaba. El aludido encogido de hombros, salió de su entretenida lectura y fue a ayudar a su gemelo.

- Pero tú eres el único e inigualable Saga… creí que si te ofrecía ayuda te enojarías. Tú nunca necesitas ayuda, porque eres fuete, incomparable…

- ¡Ya cállate y ven! ¿Hiciste el inventario que te dije?

Kanon sobre los reclamos de Saga que no paraban se puso a silbar de manera infantil,  tarareando una canción como: “No oigo, no oigo tengo orejas de pescado”.          

Parado en medio de una batalla fraternal, Camus se sintió fuera de lugar por lo que veía, nunca había visto a Saga de una manera así, tan suelto con su forma de ser, tan distinto a como lo conocía… ante una risita por lo que presenciaba, Saga calló.

- ¿Camus?

- Hola Saga - dijo con la sonrisa en el rostro.

- Que bueno verte - le dijo soltando el baúl y pasando de una manera poco amable la estatua de Athena a su hermano.

- Si, se que estuve ausente sin justificativo alguno, quiero disculparme por eso y quiero decirte que te lo… compensaré - torció los labios ante lo vivido recientemente y Kanon lanzó una carcajada. Además, se dio cuenta que era a tercera vez que se disculpaba.

El gemelo mayor se acercó con la mirada fija sobre él, como escudriñando sus pensamientos por debajo de su sonrisa nerviosa.

- ¿Estás enfermo?

- No.

- ¿Por qué te ves tan mal?

- ¿De verdad? - quiso desviar el tema - Ahora por favor dime cómo puedo ayudarte, que hay que hacer.

- Hay que hacer este inventario - dijo Kanon dejando la estatua a un lado y pasándole un montón de hojas sueltas que por reflejo Camus agarró - Sólo tienes que llenar las casillas vacías y… - no continuo hablando ante la mirada seria de su hermano, seguramente por cómo se conocían sabía muy bien lo que significaba, sin decir más le quitó de las manos las mismas hojas y se fue a trabajar él mismo a un escritorio pegado al gran ventanal. Ante tal comportamiento Camus soltó una risilla.

- Bueno básicamente estos dos días nos dedicamos a limpiar - explicó Saga - Este lugar era un completo desastre…

- Hicieron un gran trabajo - alago maravillándose una vez más con la exquisitez del lugar - Y quiero disculparme otra vez por no venir.

- Descuida - le dijo dirigiendo su mano a la mejilla de Camus - Estoy seguro que tenias tus razones. Si quieres podemos hablar de eso. - de la mejilla su mano terminó sujetándole los hombros y haciendo que sus pasos se encaminen hacia el jardín.

No quería hablar del tema, no era algo que solía compartir con nadie, quizá excepto con Shura. Además que exteriorizar sus ideas lograban parecer que la tristeza creciera en su interior, parecía que era mejor que se quede en su cabeza porque al escucharse hablar era como provocar su propio dolor. El sonido tenue del movimiento de la laguna artificial y de las hojas de los cerezos en flor que se movían con la brisa era el único sonido que los rodeaba.

A orillas de la pequeña laguna Camus fue rodeado por el abrazo de Saga por los hombros mientras su cabello danzaba ante las caricias del viento y ante aquel contacto silencioso parecía que no era necesario hablar. Sintió que aquel que lo abrazaba ya lo conocía todo… y no sólo parecía conocer, parecía saber el sentimiento que cargaba y lo comprendía. Sin decir palabras ni hacer cuestionates de ninguna naturaleza. En mucho tiempo, incluso antes de comenzar sus interminables discusiones con Milo, entre aquel silencio y el calor de Saga sintió paz en su corazón.                       

Y como suele ocurrir con la paz del corazón se vio interrumpida ante las dudas que lo asaltaban.

- Camus ¿sabes si Milo llegará para el fin de semana para la pachanga?

Por su forma de ser seguramente Kanon no notó nada del tipo de aura que los rodeaba.

- No me dijo nada Kanon - respondió con sinceridad pero sin mostrar su aflicción. Qué pregunta, si Milo no le decía nada últimamente. 

Kanon se retiró sin más volviendo a ingresar a los Archivos.

- ¿Cómo están?

Se mordió el labio, pues tenía dos opciones: fingir al decir que todo estaba bien y limitarse a hacer su trabajo en los Archivos manteniendo de esa forma a Saga y cualquier persona lejos de sus problemas o su otra opción era ser sincero con Saga y conservar esa paz que le había traído su sola presencia, desnudar su corazón…      

-  Bien - mintió sonriendo - Él ya se fue a su misión así que no estoy seguro cuándo volverá, así que tengo más tiempo para dedicarme  a mis propias misiones. 

- Me alegra sabe eso - rompiendo el contacto físico Saga dio media vuelta para volver a ingresar a los Archivos del Santuario - Volvamos al trabajo entonces, parece mucho tiempo pero tenemos un poco más de un mes para terminar de organizar esto. Te explicare lo objetivos y luego te darás cuenta por ti mismo.  

- Claro.

 

Los días siguientes a ese no fue diferente, la verdad no… Camus solía ir temprano para los Archivos, incluso antes que Saga y Kanon, este último que parecía estar ahí por dictamen “amigable” de su hermano y se disponía a hacer la interminable lista sobre todos los papiros que ostentaban sus páginas amarillentas, calificarlos por fecha, otorgarles un numero y calificarlos por estilo de resolución o si eran citas históricas proporcionarles una escueta sinopsis. Leía mucho y tenía una gran cantidad de material para distraerse, en realidad era una buena fuente para conocer un poco más de la historia del Santuario.

Colapsando entre papeles y más papeles vio a Saga sentado a su lado con una copa de refresco y en la otra una pequeña empanada de queso.

- Sírvete por favor - Camus las tomo con ambas manos - Somos Caballeros pero humanos…

- Gracias…

- ¿Cómo estás?

- Bien - dijo señalando los papiros - Mucho que leer, pero no me quejo, es muy interesante todo esto.

Se llevó a los labios el refresco dejando que su estomago le recuerde con un estridente sonido que no había estado comiendo nada bien.

- Creo que por todo esto de la misión me olvide de comer. - Saga no dijo nada solo asentó con la cabeza.

- ¿Cómo está la misión de la Isla de la Reina Muerte?

Arrugando el entrecejo por la extraña pregunta negó con la cabeza.

- ¿Milo no te lo contó?

Con la mirada caída,  no fue necesaria hacer otra pregunta para saber cuál era la explicación ante el porqué Camus no sabía nada.

- Así que Milo estuvo aquí - dijo - No sabía.

- Estuvo todo el fin de semana - dijo Saga procurando hablar con normalidad pero era imposible no sentir pena ante la conmoción de Camus  - Se fue hoy a primera hora.

“No me buscó”

Estaba más tranquilo esos días, su mente había logrado encontrar un refugio entre las páginas de aquellos libros infinitos, dormía lo necesario y el apetito se le estaba regularizando porque había asimilado el hecho que debía mejorar… debía cambiar su actitud, ser el Camus de Acuario genial que Milo había conocido y que lo conquistó. Para lograrlo debía pensar con positivismo y llenarse de fuerza, sacarla de lo más profundo de su corazón… además que se había convencido que Milo tenía la misma urgencia que él de verse, que esta separación también le dolía y que a la primera oportunidad que pisara el Santuario lo buscaría, quizá no con intenciones románticas, sino tal vez con ganas de saber cómo había estado, para hablar un poco, o tal vez sólo para compartir una taza de café juntos. Pero, había estado ahí y no dijo nada… nada.

- ¿Camus?

- Lo siento - dijo poniéndose de pie para evitar el llorar, para evitar que Saga lo viera de esa forma, en esa faceta suya tan débil que además él mismo odiaba - Luego vuelvo.

Saga que vio a Camus salir casi corriendo, no se quedó tranquilo, lo siguió unos cuantos pasos hasta alcanzarlo y tomarlo del brazo para lograr que sus miradas se encuentren.

- ¿Qué haces Saga? - Dijo Camus haciéndose soltar, sus ojos aguanosos contenían el llanto.

- ¿Por qué te vas así? Dime que ha pasado.

- No - bajo la cabeza negando - No Saga…

- ¿Por qué Milo se está portando así? Creí que arreglarían las cosas en cuento volvería.

- ¿Qué cosas?

- Bueno desde que empezamos con esto de la misión, me di cuenta que estabas triste por él, Camus en todo este tiempo yo te conozco y tu para mí no eres indiferente - le alzó la mirada sujetando lo por la barbilla haciendo que sus miradas se conecten - Te conozco y no me gusta verte así, quiero que estés bien…

- Pero…

-Se que Milo  te ama pero no sé porque esta así...

Entre la sombra que proporcionaba los arboles en flor la voz de Camus solo fue acompañada por el mover se las hojas con el viento, esa  cálida “intimidad” que los rodeaba facilitó que Camus contara todo aquel pesar que había estado intentado ignorar, aquello que le quietaba el sueño y le hacía sentir insípida la comida, que nadie más sabía y que nadie más lo había notado… era fácil distinguir que estaba más callado y serio, pero ese era su habitual comportamiento, y que solo a solas se permitía derrumbarse por todo el caos que había ocasionado Milo con su partida… frente a Saga y contando todo desde el principio Camus llegó al fondo de su dolor, no se contuvo y confió sabiendo que era escuchado y más que eso, era entendido.

Cuándo el silencio los rodeó Saga guió a Camus para sentarse debajo de la sombra de los arboles apoyados en los troncos.

Había mucho que decir, además sabía más de un idioma en los que podía insultar al Caballero de Escorpio por toda la información que acababa de recibir, entendía que en las parejas solían haber conflictos y la mayor parte del tiempo no importa mucho que clase de problemas se tiene, sino como resolverlos… pero a su entender Milo no estaba tomando decisiones correctas, nada acertadas y además abusivas. Se imaginaba que como todos, Camus debía tener sus defectos pero eso no le daba la potestad para dejarlo como lo tenía enfrente, tan gastado y maltrecho por una situación así… Además creía que ninguna de las razones que expuso Camus le parecían justas para justificar una decisión  así, y Saga imaginaba que por todo el relato que Camus le contó este se creyera culpable de la situación y convencido que Milo estaba haciendo algo admisible. Frente a él estaba Camus de Acuario, el soberbio caballero de los hielos, recordaba que muchas veces más de uno se le había insinuado, estando con o sin Milo y Camus educado como era rechazaba las citas, las oportunidades que tuvo… al parecer siempre estuvo encajonado por Milo y esa era la razón por la que Saga había comprimido sus sentimientos por Camus, por Milo… porque este lo hacía feliz, los había visto felices.  Los había visto dichosos y soñadores. Aunque ese era el pasado…

- Camus… Milo estará aquí la próxima semana también, habla con el -le dijo tomándolo en nueva cuenta por la barbilla y levantándole la mirada - hazle saber cómo te sientes.

- No puedo buscarlo, él debe venir a mí, él fue el que pidió este tiempo si yo le busco y de alguna manera volvemos no quiero que sea porque yo le busqué… quiero que sea porque de verdad me ama y pensó, recapacitó y bueno… yo también.

- ¿Tu? - repitió sin creer a su oídos - Pienso que nada de esto es tu culpa…

- No Saga, Milo no era así antes - lo justificó - antes era todo lo contrario, cariñoso y amoroso… todo esto me hace pensar que yo de verdad fui el que cambie  y provoque tantos conflictos.

- Bueno… pero veras que te buscara Camus, son casi cinco años que están juntos, no puede tomarlo a la ligera y dejarte como si nada… - agarró a Camus de los hombros - eres muy hermoso, muy inteligente y vales más de lo que crees Camus de Acuario y tu felicidad ante todo es primero. No te imaginas lo que vales y si Milo te deja ir, será un tonto… porque vales mucho.

Quizá fueron esas palabras, la intensa forma en que las dijo o la posterior caricia sobre sus cabellos que hicieron en Camus parpadear y morderse el labio… ¿Acaso Saga…? Pero solo atino a separar la mirada de aquella intensa que tenía enfrente y ponerse de pie alejándose de todos esos pensamientos que se le clavaron en la mente como una flecha veloz.

- Gracias Saga - le dijo conservando la distancia - Sera mejor que me vaya.

Con el nudo seco en la garganta Camus le dio la espalda a Saga y empezó a descender por los Templos hacia el suyo… hasta llegar al refugio de su Templo recién se agarró la frente y agitó sus pensamientos… primero que nada las ganas de llorar y lamentarse ¿Dónde estaban? Se percató que su tristeza se había añorado algo. Se dejó caer sobre la superficie de su mullida cama con la vista al techo…

“Un clavo saca otro clavo”

Sonrió ante la idea cubriéndose la cara con una almohada, una sonrisa que se transformó en carcajada… Saga solo estaba siendo amable… empático ante su situación, aquello que le dio confianza para sacarse aquel peso y decirle como se sentía por Milo… Milo… Había olvidado cómo se sentía recibir un halago como esos de palabras bonitas y con una fija mirada puesta sobre sus ojos sin otra razón que decir lo que se siente… Abrazó la almohada al tomar una profunda bocanada de aire al pensar de nuevo en su situación… Milo… él era el grave problema que no sabía resolver, lo amaba y acababa siempre en sus brazos sin importar nada…

Empezaba a razonar en la posibilidad que Milo no lo buscó porque debía darle más tiempo, y tenía al menos una semana más para buscar esa energía que necesitaba para mostrarle que  era genial, divertido muy inteligente y hermoso, aquello que los demás veían y al parecer olvidó deslumbrar para Milo todas sus increíbles cualidades.

Además de trabajar en los Archiveros, leer, leer y cumplir con sus obligaciones en ese lugar no tenía otra ocupación, su pupilo Hyoga no estaba en el Santuario y podía decirse que cumplió sus expectativas con él, además de cumplir su misión no tenía otra cosa que hacer y era uno de los puntos que también le reclamó Milo… que sólo él parecía hacerle feliz… qué rayos…  no quería darle la razón pero en su noviazgo con Milo redujo sus actividades  a el Santuario y a él… debía admitirlo. Debía encontrar más cosas que le den felicidad, no sólo estar con Milo… pero qué, seguro eso era algo que el Caballero de Escorpión preguntaría.

Si Camus quería volver con Milo debía cumplir sus exigencias para que cuando llegue el momento de verse de nuevo le muestre su renovación y el Camus fuerte que era…

Pero ha pesar de eso, de repetirse aquello, poder mirarse al espejo y admirar su propia imagen… Milo se había convertido en la sombra que asechaba sus pensamientos más tristes de sus lamentos, no dejaba de pensarle y de extrañarle, sintiéndose vacío y triste… lastimado por su desamor… una parte de él le decía que no lo merecía y otra que debía cambiar para superar esta difícil etapa que le toco vivir.

 

Entrenamientos matutinos… el Santuario estaba más vacío desde que Milo, Aioros y Mu partieron hacia su misión pero, aun así continuaban yendo a sus entrenamientos al menos día por medio. Camus estaba de acuerdo con las explicaciones del Patriarca cuando les dijo que  los que quisieran podían ir a entrenar por las mañanas…

- Camus - era Kanon que se le acercó por detrás dejándole un abrazo por la cintura, logró que la espalada del caballero francés se pegue el pecho del más alto - Te extrañe tanto…

El de Acuario logró distancia con un ligero codazo. Ya se estaba acostumbrando al comportamiento de este al pasar horas juntos en los Archivos, queriendo lograr siempre abrazos. Camus no se molestaba porque notaba la chanza en su comportamiento, además que era así con la mayoría.     

- ¿Donde estuviste esta semana Kanon? - el mencionado no se había hecho presente en los Archivos la última semana - Nos dejaste solos con Saga - le reclamo aludiendo a la gran cantidad de trabajo que aun faltaba hacer.

- ¿Cómo solos? - le dio un codazo en las costillas y dándole un guiño coqueto.

Ante la rara insinuación Kanon camino desde la cancha de arena hasta las tribunas vacías, Camus lo siguió convencido de no quedarse con la duda de que significaba esas palabras y esas insinuaciones.

- Que significa eso Kanon

Se sentaron juntos aprovechado que aun los rayos del sol no llegaban por completo a esa parte de la tribuna, Kanon de un bolsón que traía sacó dos latas de refresco y le dio uno a Camus. Al centro de la cancha de arena se libraba una pelea entre Mascara de Muerte y Aioria que a simple vista se notaba el desinterés que tenían ambos en no dar más de lo necesario y Shion  conservaba una expresión demasiado seria al tener a su querido Dohko cerca.

- O pelean bien o les pongo a reparar los Templos ¡Escucharon zánganos! - gritó el Patriarca, muy raro de él, los aludidos al centro del Coliseo se miraron con resignación.  

- ¿Cómo estas con Milo?

Camus dejó de ver a sus compañeros que parecía que le ponían más empeño en lo que hacían. Ante la pegunta de Kanon, se limitó a levantar los hombros sin muchas ganas de responder.

- Sabes que el bicho de Milo es mi amigo pero… Saga es mi hermano… - Con el ceño fruncido Camus no respondió ante el extraño cometario que Kanon hacía - Y conozco a Saga y me doy cuenta de algunas cosas sin necesidad que él diga nada.

- ¿De qué estás hablando Kanon? - Camus dio un largo trago a su refresco al sentir que su garganta se secaba.

- Es por eso que tampoco he estado yendo a los Archivos, creo que estorbo y me parece que… no se…

- ¿Qué? Vamos Kanon habla claro porque no te estoy entendiendo nada - Camus se cubrió la cara cuando mucha arena se levantó ante la caída estrepitosa de Aioria ante la pelea que libraba - Saga es mi amigo.

- No sé, como el bicho no está y se la pasan horas charlando con Saga…

Ya entendía los rumbos que tomaba la conversación, sea porque era Kanon que solo pretendía molestar o porque de verdad había algo así ahí. Pero sin ganas de escuchar mas se puso de pie y al girar para irse se encontró de lleno con Saga.

- Hola Camus. 

- Hola - respondió pasando por su lado camino hacia las gradas que conducían los Templos.  

Sorprendido por el comportamiento indiferente de Camus, el Caballero de Géminis le dio una mirada incriminadora a su hermano seguro de su culpabilidad en el asunto y siguió sus pasos hasta alcanzarlo en Aries.

- ¿Pasa algo Camus? - Preguntó cuando lo tuvo a su lado, el aludido lo miró con los ojos fríos.

- Kanon me estuvo diciendo algunas cosas extrañas… voy a ser sincero Saga, yo te conté mis problemas con Milo, pero sólo era a ti… no tenias porque contarle a nadie más.

Echando un suspiro al aire Saga se agarró la frente - ¿Qué te dijo Kanon? Yo no le conté nada a nadie y menos si tú me lo confiaste… No sé qué te dijo Kanon… - Agarró a Camus de un brazo antes que se fuera - Camus escucha… nunca haría algo como eso… créeme.

- ¿A qué se refiere cuando dice que él ya no va a los Archivos porque estorba? - ante la pregunta el gemelo mayor del signo de Géminis parpadeó algunas veces para luego suspirar.

- Camus - Saga bajó la mirada. Fue la primera vez que lo vio vulnerable y nervioso - Mi hermano debió referirse a que… él sabe que desde que te conozco y la primera vez que te vi… tu bello rostro, tu increíble personalidad, eres divertido, muy inteligente… desde que te vi el primer día como Santos… me llamaste la atención, al poco tiempo empezaste a salir con Milo, porque imagine que él vio lo mismo que yo, y luego formalizaste tu relación. Yo me aleje porque me bastaba con verte feliz…

Su corazón se estrujo sobre su pecho ¿Saga se estaba declarando?  

- Te quiero mucho, mucho Camus, más de lo que te puedes imaginar. Es por eso que quiero que arregles las cosas con Milo y estén bien de nuevo pare verte así de contento como en otras oportunidades. No me gusta para nada verte triste… quiero que brilles de nuevo. Perdona a Kanon por no saber callarse, pero no sabe nada de los problemas que tienes con Milo, sólo sabe que lo que yo siento por ti y tal y como es Kanon seguro solo quiere molestar… la verdad no fue a los Archivos porque se estaba quitando una borrachera. Pero en cuanto lleguemos a Géminis le daré un golpe a Kanon por ser tan bocazas.

- No… - Camus termino riendo ante el gesto de Saga con el puño apretado - Déjalo así, ahora que lo pienso tu hermano se da modos siempre para molestar a todos.

Era muy extraño, porque en todos esos años hubo muchas personas que le dijeron cosas parecidas y no sabían de su situación sentimental, se le acercaban ya sea por la Orden de los Caballeros o sólo para entablar una charla y después de un tiempo terminaban confesando sus sentimientos y Camus a pesar de sentirse halagado terminaba por alejarse y no dar paso a ninguna de esas palabras a su corazón. En este caso con aquella mirada azul intensa sobre él parecía que las palabras de Saga  “Te quiero mucho, más de lo que te puedes imaginar. Es por eso que quiero que arregles las cosas con Milo, no me gusta para nada verte triste. Quiero que brilles”. Lograron en algún porcentaje confundirlo.

- ¿Saga tu de verdad sientes eso por mi? - le preguntó.

- Claro, sé que no es el momento para decir esto - Saga logró sujetar la fría mano de Camus  - Se que estas pasando por una situación muy delicada y triste… no me gusta verte triste… de verdad no entiendo a Milo pero sé que él te hace feliz y quiero verte feliz de nuevo. Si tú estás bien todo estará bien. Por esto te decía que hables con Milo y arreglen las cosas.

- No puedo buscar a Milo, él debe venir a buscarme - Camus se mordió el labio, ¿estaban hablando de los sentimientos de Saga o de lo que sentía por Milo?

La mirada de Saga cambio estrepitosamente  y soltó la mano de Camus rápidamente.

- ¿Qué pasa?

Recibió su explicación sin necesidad de palabras, Milo pasó por su lado acompañado de Mu. Camus se sintió parecido a uno de los tantos pilares del Santuario al ser ignorado por la mirada azul que amaba tanto, y se quedó segundos infinitos mirando la espalda griega que ascendía por la escalinata de piedra y a la distancia se hacía cada vez más pequeña. Agitado y confundido parpadeó algunas veces hasta encontrarse con el rostro de Saga.

- Camus…

Fue como si todo el dolor que parecía enterrado y que había dejado atrás al convencerse que  al volverse a ver, Milo lo buscaría y tenía la misma necesidad por abrasarse… que esta distancia también lo estaba afectando, le cayera sobre el corazón la realidad,  que Milo… que Milo… estaba mejor sin él.

“El grave problema que no sabía resolver era Milo…”

      

 

EL dolor de cabeza que lo acompañaba era tan molesto, no lo dejaba en paz ni un solo día de la semana. Y aprecia aumentar cuando Milo se le cruzaba por la mente, que casi era a cada momento. Termino de secarse el cabello frente al espejo del cuarto de baño y admiró su imagen… sus ojeras estaban pronunciadas, no se veía saludable con el cabello seco y abultado.

La verdad era que quería llorar… pero se contuvo al saber que Shura estaba en camino con una buena botella de vino. Si… lo mejor era estar con su amigo y contarle su pesar… que hace dos días Milo había pasado por su lado como si se tratase de uno de los tantos pilares o tal vez una roca. Se sintió peor de lo que imaginó en una de sus tantas pesadillas, no supo si la presencia de Saga en ese lugar, precisamente en ese momento era algo bueno o malo. Sólo supo que de un momento a otro Saga lo estaba abrazando por la espalda, un contacto tan ligero que apenas sintió.

Se amarró el cabello aun húmedo en una coleta alta y procurando estar cómodo se puso la ropa más ancha que encontró. Su corazón aunque adolorido estaba empezando a asumir que… la próxima vez que Milo lo busque sería para terminar definitivamente. 

Subió el techo de su Templo para esperar directamente ahí a Shura, con un par de copas y listo para que la conversación fluya entre ambos. Al parecer su amigo de Capricornio tenía también cosas que contar. Rodeado de noche y silencio miraba los Templos de abajo, la Casa de Milo estaba con luz tenue, seguramente era la luz de su lámpara de buró la única que alumbraba… quizá este ya se encontraba durmiendo. En esos dos días desde que lo vio, al parecer Milo lo evitaba porque no lo volvió a encontrar pero sabía que  no había abandonado el Santuario otra vez partiendo hacia su misión.

“Milo… si vuelves y me dices que me amas, que soy todo para ti… regreso a tu lado”

Recordaba a la perfección como se sentía estar entre sus brazos, aquellos bellos momentos que atesoraba. Milo era bueno y gentil, lo enamoró a base de caricias y halagos. Detalles y mucho tiempo. Como aquella vez que llenó su Templo de globos con helio, música romántica, comida deliciosa y un licor para compartir sólo los dos y luego de reír en el sofá de su sala, jugar entre cosquillas,  hacer el amor… la magia de amar y sentirse amado…

Buscando en su pasado encontraba recuerdos que repasaba como un rezo y se reflejaban en su corazón… se reflejaban en aquel dolor incesante de cabeza que no lo abandonaba.

- Camus - al fin era Shura que llegó con lo prometido, una elegante botella de vino - Por fin amigo…  

Apoyados el uno contra el otro, chocando sus copas, comiendo un tentempié ligero Shura  se limitó a escuchar todas aquellas cavilaciones que el tiempo a solas habían hecho aflorar en la piel y sentimientos de Camus. Era triste escucharlo así, más cuando lo veía impotente sin saber que camino elegir entre la confusión y el dolor de la indiferencia de Milo.

- Lo he dado todo… Shura… qué no hice para demostrarle mi amor a Milo… lo he dado todo y no hay nada que no haya hecho para hacerle saber mi amor por él. Yo… se que si terminara con Milo, tomaría tiempo pero podría rehacer mi vida, podría estar con alguien más. Pero, si lo he dado todo con Milo, a veces pienso que no queda nada más en mí.

Vacio su copa en su garganta y Shura lo acompañó, sin reparo las llenaron de nuevo.

- No Camus, si te enamoras de nuevo… todo surgirá de ti nuevamente, sería como volver a nacer…  - Otro largo sorbo al vino.

- Pero si darlo todo no es suficiente para que un amor surja, para que un amor funcione… lo di todo… no puedo ignorar esto, lo di todo y no funcionó…

- Camus… tú no tienes la culpa, que Milo no de nada fue su error.

Entre un abrazo y una copa más ahogaron el dolor que nacía con fuerza en el corazón de Camus, era como una catástrofe que desde la partida de Milo de su Templo pidiendo el famoso tiempo no había encontrado aún la estabilidad necesaria para mirar hacia adelante  y recuperarse…

- Aioria… es… es genial.

- Estoy feliz por ti amigoooo - hablaron estirando las palabras sintiendo los efectos precoces del alcohol en sus voces - Se merecen ser felices…

- Ayer le pedí… matrimonio ¡Yujuuu! Dijo que sí.

Camus con los ojos grandes por la sorpresa sólo atinó a abrazar a su amigo ante la inesperada noticia. Feliz por la felicidad aneja, pero como deseaba sentir en carne propia esa dicha que traía el amor correspondido.

Como solía pasar la mayor parte de las veces, esa clase de pensamientos le traían a la mente a Milo… miró hacia su Templo que ya tenía la luz de su lámpara apagada, en completa oscuridad.

- Hay por los dioses…

- ¿Qué pasa? 

- Milo viene para acá…

Shura buscó con la mirada a la misma dirección que Acuario vislumbrando al mencionado Caballero subiendo las escalinatas. En efectivo era Milo.

- Pero que  te hace pensar que viene a tu Templo.

- Nada… - respondió poniéndose de pie - nada en absoluto, solo tengo este absurdo presentimiento. Shura y si viene para hablar…

Era lo que solía hacer Milo, buscarlo de noche en su Templo, venir sin avisar… creyéndose dueño de todo y todo lo que le rodeaba hasta del tiempo de Camus, quizá por eso o al verle la cara y su expresión de seriedad que sólo ponía cuando se trataba de asuntos con Camus. 

En definitiva Shura no podía irse y menos dejar solo a Camus, hace unos minutos estaban embriagados por el aura de amistad que compartían pero todo se había ido al carajo ante la posibilidad de verse cara a cara con Milo y tener que entablar una conversación desde su partida… si eso era real y lo buscaría esta noche ¡Que rayos iba a decirle!

- ¡Hey Camus Tranquilo! - lo sujetó por los hombros cuando pareció que perdía el equilibrio.

- Voy a… - no terminó de hablar cuando unas arcadas profundas lo atacaron e hicieron que se incline lo más pronto posible a un rincón y termine botando todo lo que tenía en su estómago, Shura lo auxilió apartando sus cabellos y sujetándolos sobre su nuca.

- Tranquilo bótalo todo - le dijo dando suaves caricias sobre su espalda - Además aun está un poco lejos, tenemos tiempo para que le laves la boca si viene aquí - como respuesta provocó otra arcada ruidosa, y un ligero temblor.

- Shura… en la habitación que era de Hyoga sobre el buró hay un frasco de pastillas… tráelas por favor… - Shura solo obedeció cuando Camus se incorporó limpiándose la boca - yo me lavaré la cara.

Frente a su reflejo del cuarto de baño, miraba directo a sus ojos para convencerse que era lo que debía decir, para sacar esa fuerza perdida y menguada por el dolor, mostrarse a Milo renovado, con el resplandor que llegó a conquistarlo… Quería recuperar a Milo, quería recuperar la fuerza de su amor, aquel que decía que era tan fuerte y le traía tanta felicidad… no quería rendirse… no todavía, aun podía luchar por lo que sentía y amaba.

“Milo…”

- Toma  - Shura le alcanzó una pequeña pastillita blanca y redonda - ¿Qué es…? No parecen mentas - preguntó creyendo que era para camuflar su aliento a vino y vomito. Al ver bien la etiquita no recriminó nada  - Son calmantes…

- Hyoga los tomaba a veces… - dijo Camus tomando una bocanada de aire - Es que… quiero estar tranquilo frente a Milo, no quiero que me vea vulnerable.

- Quieres mostrarte fuerte - dijo Shura notando el ligero temblar de sus manos  y las imperceptibles lagrimas en sus ojos- Pero Camus… muéstrate como estas, no finjas… Milo debe saber exactamente como estas… sin mentiras…

- No me juzgues Shura… por favor, pero si esta pastillita me ayuda… quizá pueda mostrarle a Milo lo genial que soy… y lo soy… solo que ante él ahora no logro encontrar la fuerza suficiente.          

Con un abrazo desenado suerte Shura abandonó el Templo de Acuario cuando tuvieron la certeza que Milo venía a hablarle.  A penas unos segundos a solas y tocaban la puerta del interior de su casa, la que conducía a su sala. Camus se miró en nueva cuenta al espejo, arreglo su imagen de cabellos alborotados y tomó un tranquilizante más antes de aproximarse a la puerta y abrirla…

 

                                                                                                                                                             Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Bueno... el capi siguiente ya esta casi a la mita d... si mi trabajo no se complica podre terminarlo en la semana ok? solo les pido que me dejen sus preciados mensajes que me gusta mucho leerlos... de verdad. Muchas graicas queridos lectores por aguantar esta historia que se que esta un poquito pesadita pero prometo que cada capi no los decepcionare...

Sin mas ni mas... ¡Nos leemos¡


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