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Rosas Blancas por Azalea tsuki

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De manera lenta Yugi recobraba la conciencia, abrió sus ojos y se percató de que estaba sobre una mesa, al recordar lo antes vivido se desesperó y trato de levantarse pero sus manos y pies estaban con unas especies de cadenas que le impedían moverse. Observo el lugar apenas tenía luz y se hallaba oscuro veía muchas cosas, herramientas en todos lados, el lugar se veía precario y esto le desespero.
 
El castaño se percató de que su presa había despertado, se acercó con cautela, este era un momento sublime por el cual había esperado y lo disfrutaría lo más que se pudiera. Yugi reconoció la silueta de su captor, sintió sumo terror por lo que le pudiera hacer, sintió asco al sentir como acariciaba su mejilla. 
 
 
-Por favor no- su petición apenas fue audible, debió al miedo que sentía.
 
 
-Shh… no temas pequeño- decía a la vez que acercaba su rostro al contrario pero al ver que Yugi giro su cabeza en un intento de evadirlo enfureció.
 
 
Lo tomo de las mejillas y de manera brusca le obligo que lo mirase -Escúchame con atención niño, si me complaces y obedeces por las buenas, esta experiencia no será dolorosa para ti-
 
 
-Se lo ruego no me haga daño – al decirlo Yugi no aguanto más la desesperación le invadía y empezó a sollozar.
 
 
Para Abel esto no le pareció agradable –Calla, no llores más, haz lo que te pido-
 
 
Abel subió encima de Yugi y lo beso desenfrenadamente, había contenido su libido demasiado tiempo y se desfogaría en ese pequeño pero Yugi no parecía colaborar ya que se movía demasiado. Con esfuerzo consiguió que se apartaran de sus labios tanto era el asco que sentía por ese hombre que no contuvo sus emociones y le escupió en la cara.
 
 
-Maldito, olvídate de mis consideraciones , ahora no tendré piedad de ti-  
 
Abel le  dio una bofetada para que aprendiese que con el nadie se mete y comenzó a besarlo desenfrenadamente , mordiendo los labios del más pequeño y debido al dolor Yugi abrió su boca dejando que aquel animal invadiese du boca.
 
 
Eleonor se encontraba batallando con el terco de Yami, se hallaba afuera de su habitación y trataba de convencerlo de que estaba cometiendo una injusticia.
 
 
-Yami por favor, recapacita jovencito no puedes dejarlo a su suerte-
 
 
-Ya lo hice y tú no eres quien para decirme que  debo hacer – decía aun con enojo ya que la rabia por el desplante que recibió aún no se disipaba.
 
 
-¿Acaso no te importa lo que le pueda pasar a ese chico? – decía con un tono de regaño para haber si así reflexionaba.
 
 
-No me importa que le suceda, el decidió irse y a mí no me compete velar más por el –
 
 
-Yami por favor considéralo, Yugi es el hijo de una condesa, ha estado rodeado de lujos con personas que le complacían el más mínimo capricho, es un joven que no sabe hacer nada con trabajo sabe limpiar –
 
 
Estas palabras parecieron persuadirlo, Eleonor tenía razón, a ese chico se le notaba lo mimado que estaba y en el exterior en un país que no conocía, traía muchos peligros el andar solo, suspiro levemente más el enojo aún se hallaba presente, así que abrió la puerta de su habitación para dejarle en claro a esa mujer que había decidido.
 
 
-Sé que estas molesto con Yugi pero entiende ese joven ha pasado por situaciones difíciles, está en un país desconocido, sin su madre o familiares y encima tú lo vas a dejar desamparado- decía con gran imponencia y esto fastidio a Yami.
 
 
-Ya basta, cuantas veces te tengo que repetir, te respeto y te aprecio pero parece que se te olvida cuál es tu posición y tu trabajo en esta casa-
 
 
-Niño eres un necio tienes que entender que…..-  No pudo terminar su frase ya que su pequeña hija sujeto su vestido llamando de inmediato su atención.   
 
 
-¿Qué ocurre hija?- dijo al ver a su hija jadear como si hubiera corrido.
 
 
-Mamá es Yugi, tenemos….que ayudarlo, está en peligro-  la pequeña rubia apenas podía decirlo todo seguido debido a su cansancio.
 
 
-¿Qué le sucedió a Yugi?- dijo Eleonor con alarma.
 
 
-Abel, él lo tiene, se lo llevo, mamá no quiero que le haga daño- 
 
 
-¿A dónde se lo llevo niña?- decía Yami con preocupación ya que sabía a la perfección lo que su retorcido hermanastro era capaz de hacer.
 
 
-Se lo llevo a la parte trasera de la mansión – asustada abrazo a su madre no quería que lastimaran a Yugi.
 
 
-Quédate con tu hija aquí –
 
 
Yami salió de manera rápida y con una rabia acumulándose en su interior, ese infeliz no dañaría a su pequeño Yugi, le haría pagar caro a ese malnacido y le dejaría en claro que Yugi era su protegido.
 
Gritos se escuchaban en aquella bodega, Abel mordía el miembro de Yugi sin tener ni un poco de consideración dejándole marcas visibles. 
 
 
-Ah por favor ya no me lastimes- decía mientras derramaba lágrimas de dolor y de tristeza por su mala suerte.
 
 
Abel se aburrió de hacer aquello, prosiguió, utilizo sus dedos y de manera brusca preparo a Yugi –Vamos Yugi, te reprimes mucho, gime para mí – 
 
 
-Ahh... nunca maldito... jamás – decía Yugi de manera entrecortada.
 
 
-Era tu momento para redimirte pero ya que lo quieres así, te daré lo que te mereces-
 
 
Abel se cansó al ver que no causaba gran reacción en Yugi aún era un altanero pero le enseñaría que él mandaba, saco sus dedos del interior de Yugi y busco por la mesa lo que tenía preparado de antemano. Hallo un tubo metálico el cual uso sin consideración metiéndolo en la entrada de Yugi, desgarrándolo por completo, soltó una risa algo psicótica disfrutando como Yugi gritaba y se retorcía de dolor.
 
 
Yami había llegado, estaba afuera de aquella bodega pero la puerta no cedía lo cual significaba que estaba cerrado por dentro. Se desesperó por abrir esa maldita puerta, trato de derribarla a golpes o patadas más no podía romperla de ese modo, tenía que sacar a Yugi de ahí. Un grito desgarrador y audible se escuchó, esto descontrolo a Yami por completo.
 
 
-YUGI- grito Yami ya harto de que no cedía esa puerta, el tiempo era crucial así que corrió en busca de su rifle, abriría esa puerta y mataría a ese bastardo de Abel.
 
Continuara……
 

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