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Rosas Blancas por Azalea tsuki

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Yugi de milagro estaba vivo, el mar había sido benevolente con él,  las olas lo habían arrastrado hasta la orilla de una playa. 
 
Una joven niña se había percatado de un cuerpo que yacía en la arena, algo temerosa se acercó, al ver que aquella chica respiraba fue de inmediato hacia sus padres.
 
 
-Mamá, papá hay una chica tirada en la arena- 
 
 
Los padres al recibir tal noticia fueron a investigar, al llegar se percataron de lo que había dicho su pequeña era verdad con sumo cuidado llevaron a aquella chica hacia el lugar donde Vivian.
 
Al pasar un par de horas Yugi reacciono, con suma pesadez se incorporó un poco quedando sentado, el lugar, la niña que lo observaba, ¿que era todo eso?
 
 
-Ha despertado – la pequeña niña se hallaba emocionada al verlo despierto.
 
 
-Es un alivio mi niña- decía la madre aliviada acercándose a revisar la condición de la chica.
 
 
Yugi ya sintiéndose con un poco más de fuerza debía saber dónde se hallaba – ¿uh...? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? – 
 
 
Su nerviosismo era notorio al hacer esas preguntas, las dos mujeres con suma calma se dispusieron a explicarle todo.
 
 
-Descuida no te haremos daño alguno, deberías descansar, debiste tener una noche agitada – dijo con voz que denotaba tranquilidad y aquello calmo un poco a Yugi.
 
 
-¿Cómo te llamas?- dijo la pequeña. 
 
-Yugi- 
  
-Es un lindo nombre, me llamo Rebecca, ¿De dónde eres?- 
 
-No creo pertenecer aquí, ¿Podrían indicarme como llegar a Inglaterra?- 
 
-Vaya estas lejos de casa, estamos en Francia- dijo la mujer de manera seria.
 
-Francia…- pronuncio esa palabra de manera triste, estaba muy lejos de casa y por su mejilla se derramo algunas lágrimas.
 
-No llores, ¿Alguien te hizo daño? o ¿Te duele algo?- al decirlo Rebecca paso su mano por la mejilla de Yugi para calmarlo un poco.
 
-Si te preocupa donde quedarte, puedes quedarte con nosotros es pequeño pero acogedor- la mujer le sonrió para que este se calmara.
 
-Gracias por su amabilidad pero no sé cómo pagarles-
 
-No se preocupe por ello, es más podría ayudarle a conseguir un trabajo así podría reunir el dinero para que pueda regresar a su hogar- 
 
-Me seria de mucha ayuda, muchas gracias-
 
-Soy la encargada de las mucamas en la mansión, me vendría de maravilla una jovencita con energías –
 
-Me gustaría empezar lo más pronto posible- 
 
La señora lo lleva hacia una habitación para que pudiese cambiarse, Yugi iba a ponerse un traje de mayordomo.
 
-Debí decirlo antes pero soy un chico-
 
-¿Por qué usabas vestido?-
 
A Yugi se le hacía complicado responder a esa pregunta 
 
-Yugi se ve lindo en vestido ponte esto  -  la pequeña había llegado con un traje de mucama conformado por un lindo vestido negro con encajes blancos –anda póntelo-
 
Para Yugi no le fue incomodo es más estaba bastante acostumbrado a las vestimentas femeninas, incluso se sentía cómodo así. Al salir de los vestidores tanto la mujer como la niña quedaron impresionadas.
 
-Mi niña tenía razón no me cabria la idea de que usases un traje, te ves bastante lindo con esa vestimenta-
 
Al hacerle unos pequeños arreglos a su vestimenta la mujer se lo llevo a recorrer la casa en la que trabajaba, era una enorme mansión y  esta le pertenecía a un conde bastante poderoso, este había muerto en un accidente, la joven duquesa se había casado de nuevo con un hombre noble también viudo que tenía un hijo pero tiempo después la duquesa murió de una enfermedad, dejo así a su hijo con su padrastro y hermanastro.
 
Todo le fue informado a Yugi, ese chico le inspiraba confianza –Es una pena pobre joven-
 
-Yugi por el momento sacude el polvo de los muebles, aun debes estar algo débil no te esfuerces demás-
 
La mujer lo llevo a las habitaciones superiores –Trata de no tardar, los jóvenes no tardan en venir y su carácter es algo difícil-
 
Yugi empezó a trabajar limpiaba los muebles, le resultaba difícil el hacerlo, en su vida había realizado la limpieza, continuo limpiando esa habitación hasta terminar. Sentía algo de somnolencia al salir de aquel cuarto pero debía seguir con el otro pero no se fijó y choco con algo cayendo al suelo.
 
-¿Tú quién eres?-  decía aquel chico castaño y por aquel aliento le dio a notar a Yugi que esta estaba borracho.
 
-Disculpe, me llamo Yugi, mucho gusto joven-lo dijo de la manera más educada que conocía a la vez que lo ayudo a incorporarse.
 
Al verlo bien no le parecía nada fea, al contrario aquella contextura era delicada. Tomo a Yugi por el brazo y lo llevo de manera sencilla hasta dejarlo en la cama.
 
-Señor que…- no pudo terminar de hablar sintió un beso por parte del castaño. 
 
-Eres muy linda, llámame por mi nombre lindura, Abel, no lo olvides – 
 
Yugi se asustó logro darle un golpe en el estómago y se liberó de su agresor, salió de la habitación de manera rápida pero no fue suficiente, Abel lo tomo por los cabellos y lo pudo contra el suelo en pleno pasillo.
 
-Es mejor que no te resistas- al decirlo con una mano logro inmovilizar los brazos de Yugi mientras que su mano libre fue hacia su entrepierna y noto que Yugi no era mujer.
 
-Ahora lo sabes no soy mujer, suélteme por favor- su voz sonaba quebrada por el terror que sentía.
 
Una risa provino del castaño -¿Crees que eso me detendrá? Querido  he dormido con hombres y mujeres  además desaprovechar esta oportunidad sería una lástima-  
 
Con aquello aclarado, Abel empezó a tocar sus partes íntimas –Gime para mi Yugi- 
 
Yugi estaba aterrado de todas maneras trataba de soltarse, al desesperarse comenzó a suplicar para que pare esa locura más esto provocaba que Abel intensificara su movimiento, adoraba oír las suplicas de su bella presa.
 
-Si no gimes para mí no me detendré – Yugi mordía sus labios, no quería emitir sonido alguno para complacer a ese vil ser, su cuerpo lo traiciono cediendo a los masajes hacia su intimidad, así se corrió en la mano de aquel hombre.   
 
-Eso fue rápido pequeño-retiro su mano lamiéndola –Tienes buen sabor niño pero gime más para mí- apenas acaricio su miembro fue recompensado por un gemido accidental por parte de Yugi.
 
Abel estaba bastante excitado, tomo a Yugi al ser pequeño pudo voltearlo con facilidad y empezó a prepararlo con sus dedos. Sentía aquellos dedos prepararlo con bastante brusquedad y le dolía en demasía pero apenas iniciaba lo que se convertiría en un infierno. El castaño no se resistió mas saco sus dedos de su interior y acto seguido penetro al pequeño cuerpo que se hallaba preso entre su peso y el suelo, sus movimientos eran desgarradores para Yugi, pasaron minutos que parecían horas, apenas podía emitir algún quejido hasta que sintió como sus entrañas quemaban al sentir ser llenado. Apenas podía moverse, lloraba como nunca, su virginidad, su pureza, lo que esperaba regalarle al hombre que amaba se fue a la basura.
Las pocas fuerzas que le quedaban fueron terminándose Abel podía hacer con su cuerpo lo que quisiese no podía defenderse, pedía un milagro o algo de clemencia. Gritaba y lloraba al imaginar regresar a casa, con qué cara vería a su amado Atem, su pequeño cuerpo no lo resistió más y se desmayó.
 
-¡Abel! – el grito de su nombre llamo su atención mas al voltear no vio nada ya que recibió un fuerte puñetazo.
 
-¿No ves que estoy ocupado? Eres un maldito Yami-
 
-Tus porquerías no las vas a realizar aquí, acuérdate que esta también es mi casa- su mirada carmesí se clavó con furia en su hermanastro.
 
-No te tengo miedo im…- no pudo terminar ahora recibió una patada que lo callo.
 
-Esta es mi parte del pasillo, lárgate no quiero verte maldito alcohólico – al decirlo lo había tomado por la camisa y lo tiro a un lado.
 
-Me la pagaras maldito- 
 
Abel se fue refunfuñando además de los golpes que tenía solo quería dormir para olvidar ese mal rato.
Yugi comenzó a reaccionar, levanto su mirada, esta silueta era distinta a la de ese degenerado, era una silueta familiar, era Atem como había llegado a su rescate, iba a llamarlo por su nombre pero al fijar su vista este tenía un semblante malhumorado y su tez era blanca.
 
-Deberías irte, no es por echarte de mi propiedad pero estas sangrando, manchas mi alfombra- 
 
Yugi como pudo se levantó, le dolía demasiado ante los ojos de aquel joven que no le mostro compasión alguna se retiró de su presencia, llego hasta el cuarto donde había despertado, no había nadie, se colocó contra una de las paredes y solo pudo llorar, estaba lejos, no tenía como volver y acababa de experimentar un infierno ¿Qué más podría pasarle?
 
Continuara……
 
Notas finales:  
Azalea: -con voz bajita- saludos espero les guste ósea a nadie le gustara ver a Yugi así pero es parte de la historia.
 
-Ruidos de fondo-
 
Yami: ¿Dónde estás? 
 
Azalea: -con sus manos arriba- no es mi culpa yo no viole a Yugi, mata a ese mendigo de Abel no a mi soy inocente.
 
Yami: Por lo menos dejarme darle más golpes a ese hijo de p***
 
Azalea: Si yo también quiero entrarle a palos, no a escobazos, a tubasos o lo que sea más doloroso, en fin me fue difícil escribir esta parte Animetal fue duro para mi 
 
Besos a todos 
 

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