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Rosas Blancas por Azalea tsuki

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Había pasado tres días desde que Yugi se había hospedado en la casa de Eleonor.

Yugi se encontraba en la cocina, lavaba los platos, tenía como encargo lavarlos y limpiar las habitaciones de los jóvenes.  La única manera de que aceptaría tal cosa era que los jóvenes no se encontraban presentes por lo cual se apresuró a su tarea en la cocina para realizar la limpieza lo más pronto posible.

 

Yugi subió las escaleras, entro al primer cuarto y limpio de una manera rápida,  ese cuarto le daba una vibra espantosa y un escalofrió terrible. Salió al instante de terminar y limpio el pasillo, quería terminar con su labor, manteniendo aquellos pensamientos, si se topaba con Abel lo más seguro era que intentase violarlo pero si se topaba con Yami, era mejor por lo menos el no abusaba de su integridad, aunque este se burlaría de él y lo obligaría a realizar tareas algo exageradas y ridículas.

 

Al ritmo que limpiaba llego a la habitación al final del pasillo, la cual le pertenecía a Yami. Entró a la habitación y se dispuso a limpiarla, botellas por doquier, tuvo que recogerlas y hallo muchas más escondidas en varios sitios. Trabajo tanto en esa habitación que empezó a sentir el cansancio de haber trabajado de manera ardua. Una vez terminó, Yugi descanso al sentarse en una silla, se relajó mientras observaba aquel cuadro que lo había cautivado y así fue cediendo ante el sueño.

 

-Debe ser su madre, tienen el mismo color de ojos- al decirlo no pudo evitar bostezar, recargo su cabeza en la mesa cercana y quedo al instante en un profundo sueño.

 

Al llegar a casa no se encontraba del mejor humor, Yami subió a su habitación, deseaba descansar pero al abrir la puerta de su habitación se encontró con una imagen que le hizo fruncir el ceño, camino hasta su doble más pequeño, se paró a lado de él y quiso llamarle la atención, tomo una bocanada para empezar con su gran sermón pero algo lo detuvo. Yami detuvo su aliento, se dedicó a observarlo detenidamente.

 

Esa cara con rasgos redondeados, esas pestañas largar, su piel se veía que era suave al tacto. Yami no pudo evitarlo, alzo su mano y con cuidado acaricio la mejilla de Yugi, movió sus flequillos para poder observar su rostro, esbozó una sonrisa, le parecía un chico lindo y tierno. Yugi abrió de manera lenta sus ojos, empezó a sonreírle al verlo, cerró sus ojos para sentir de mejor manera aquella caricia. Para Yami fue una grata sorpresa aquella acción, sonrió de manera completa, pero su felicidad no duro mucho ya que Yugi pronuncio un nombre tras cerrar sus ojos.

 

-Atem- lo digo de manera clara un tanto audible.

 

Esto enfureció a Yami, como osaba ese enano  pronunciar aquel nombre y de tal modo, su ira fue inmediata, aparto su mano del rostro ajeno y tiro de la silla de un solo movimiento por lo cual Yugi estampo su rostro contra el piso haciéndole despertar casi al instante.

 

-¿Por qué has hecho aquello?- su tono de furia solo hizo a Yami poner su pose prepotente.

 

-Sirviente insolente, osas dormir en mi habitación y encima me hablas en ese tono-

 

-Tuve mucho trabajo hoy, es obvio me halla cansado, me senté en aquella silla y es lógico quedara dormido- decía sin vacilar mientras sobaba su rostro para minimizar el impacto que sufrió.

 

-Que atrevido eres, para ser un sirviente tienes bastante confianza para dormirte en la cama de uno –

 

Yugi empezó a sentir frustración e ira, como deseaba decirle a esa persona que estaba equivocado que él no era un sirviente aunque al tener ese pensamiento le llego miles, su hogar, su vida, todo lo que él era y tenía estaban muy lejos de su alcance. Era demasiada la tristeza que albergaba su corazón que no pudo evitar, el llanto surgió y no podía detenerlo.

 

Yami al verlo de tal modo no le gusto, esas expresiones de tristeza pura le hizo cambiar de actitud,  de modo sutil y calmado sin pizca de sarcasmo o burla le hablo -¿Por qué lloras?-  

  

 -No es nada… no es nada- su voz estaba quebrada debido a que no podía parar de llorar.

 

Yami saco un pañuelo de su bolsillo y se lo dio para que se limpiase.

 

-No creas que me engañas, las lágrimas no salen  por nada –

 

Yugi limpio su rostro y vio de manera directa a Yami.

 

-No soy un idiota, tú no eres un sirviente, eres distinto, tu tez es clara y tu piel es tersa, ¿Acaso eres más que un sirviente?-       

  

-Es difícil de explicar- al decirlo soltó un suspiro mientras bajaba su cabeza, tenía tanto dentro y quería hablarlo pero no sabía si debía confiar en él.

 

-No tienes porque decírmelo, solo deja de llorar, no me agrada ver a la gente en ese estado-  Yami le extendió su mano ya que Yugi aún se hallaba sentado en el suelo. Yugi la tomo y se sorprendió de la habilidad en el que le hablaba.

 

-¿Por qué quiere saber de mí?- decía ya más calmado.

 

Yami se sonrojo de inmediato - Es solo curiosidad, no creas que es algo mas –

 

Yugi sonrió al ver tal actitud, de ese modo no le parecía que Yami fuera una mala persona le parecía agradable y su inocente confiar le hizo contarle cada detalle de lo que le había sucedido y de las circunstancias de que llegara ahí.

 

-Ahora entiendo el porqué de ser refinado, eres el hijo de una condesa- dijo de una manera que denotaba asombro.

 

Yugi asintió afirmando que así era pero de inmediato Yami cambio de expresión y de tono de voz.

 

-¿Atem es el chico con el que te obas a casar?-

 

-Sí, exacto pero ¿Cómo sabe eso? no mencione su nombre –

 

Yami se puso nervioso pero maquilo una respuesta inmediata –Pues cuando te halle dormido, escuche ese nombre, así que supuse que es el de quien hablabas-

 

-Lo siento pero creí verlo, fue en verdad hermoso, sentí como me acariciaba la mejilla mientras me dedicaba una de sus bellas sonrisas, no pude evitar decir su nombre – decía Yugi mientras tocaba su mejilla tratando de revivir lo que creyó era un sueño.

 

-Sabes que ya me aburrí de tus problemas, así que sabes dónde está la salida, vete de mi habitación déjame solo- su tono autoritario y furioso dejo a Yugi un poco desencajado.

 

-Te dejare solo, pero eso si no encontraras gota de alcohol, limpie todo y no hallara nada de él, tire las botellas que tenía en sus escondrijos –

 

Yami trato de controlar su rabia pero hablo de una manera más exaltada-¿Por qué has hecho eso? aquello no te concernía –

 

-No lo entiende podría enfermarse, su salud es importante, debe cuidar su cuerpo y no dañarlo-

 

-Es mi problema pequeño metiche, a nadie le importa lo que haga con mi vida – su voz al decirlo fue sería más tenía un sutil tono melancólico y triste que Yugi noto.

 

-A mí me importa Yami-

 

Yami se quedó pensativo, esas palabras era cortas pero le llegaron a su helado corazón  más cuando volteo para hablar con Yugi este ya se había ido.

 

Continuara…

Notas finales:

 Azalea: Citando a German Garmendia “Hay onda ahí”

Atem: Ni te hagas ilusiones Yami, Yugi no se enamoraría de un borracho.

Azalea: Hay si supieras

Atem: ¿Qué has dicho?

Azalea: Nada nada, bueno criaturitas del sensual y oscuro mundo yaoista espero les guste este cap y lamento tardarme tengo algunos problemillas, nada grave, pero no se preocupen esta historia seguirá.

Besos a todos     


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