Propuesta
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No. No dejaría que se fuera tan fácilmente. Era su mina de oro. Además, le encantaba cuando le hacía "el amor". Claro que no era por amor, era más bien obligación. Aparte, sus clientes más exigentes deseaban a Vegeta para satisfacer sus deseos carnales, él era el mejor, el más apuesto, y el que mejor se movía en la cama.
Broly sacó su teléfono celular, y marcó un número. Esa molesta música se hizo presente, además de cuatro pitidos. Por fin se escuchó una voz, señal de que por fin contestaron a la llamada.
—Bojack, ¿recuerdas el favor que me debías?
—¿Ya piensas cobrarlo?—preguntó un hombre.
—Sí. Si me ayudas, seré bueno y dejaré que tomes a Vegeta, ese muchacho de cabello negro que te gustó mucho la ultima vez que viniste.
—Me dejarás hacerle lo que quiera, ¿verdad?—preguntó con grandes ideas en mente.
—Sí. Todo un día de placer para ti—respondió con una media sonrisa.
—¿Y cuál es ese favor...?
[...]
~~~Apartamento de Vegeta~~~
La mañana llegó, y ambos hombres despertaron. Era muy temprano todavía, pero el hambre se hizo presente en ellos.
—Prepararé algo para desayunar—dijo Vegeta. Intentó ponerse de pie, pero Goku lo tomó de la cintura e hizo que volviera a recostarse.
—Por favor, no. Anoche me encargué de llamarle a alguien para que venga a verte—dijo y se escuchó el timbre de la puerta.
El mayor caminó hacia la entrada principal, y abrió. Ahí estaba un joven pelinegro de no más de 25 años. El vestía una bata blanca, y llevaba unos lentes puestos.
—Hola, Goten. Pasa—dijo el de cabellos alborotados.
El entró a la vivienda, y siguió al otro pelinegro. Entraron a la habitación de Vegeta, quien estaba recostado, viendo con mucha confusión a los dos hombres. Viéndolos, así, juntos, encontró cierto parentesco en ambos.
—Verás—intentó explicar el joven Son, —anoche Vegeta sangró mucho de la nariz, y estaba mareado. Quería pedirte que lo revisaras —pidió. —Yo iré a ver a Tarble, para saber si ya despertó.
Salió, dejando desconcertado a Vegeta. Se preguntaba por qué Goku estaba tan atento con su hermanito. Supuso que él no tuvo una buena relación con Raditz, y que por eso buscaba un escape con alguien a quien querer como hermano.
Cuando el mayor entró a la habitación del pequeño, puedo observar cómo él despertaba.
—Buaaa—bostezó mientras se sentaba y después se ponía de pie.
—Buenos días, Tarble—saludó.
—Buenos días, señor Goku. ¿Dónde está mi hermano?
—Un doctor vino a verlo.
—¿Mi hermanito está bien?—preguntó preocupado.
El mayor se acercó. y lo cargó en sus brazos. Caminó hasta la sala, y se sentó en el sofá, y lo sentó en sus piernas, como se carga a los niños chiquitos.
—Está bien, pero está muy cansado. ¿Sabías que él es el mejor trabajador que he tenido?
—¿De verdad?—preguntó sorprendido.
—Sí. A veces, tiene que ir por papeles muy secretos que sólo yo debo ver. El edificio tiene veinte pisos; y una vez, el elevador se descompuso. El tenía que traer del primer piso unos archivos, ya que tendría una junta muy importante, y si no les daba eso a esas personas, jamás volverían a trabajar conmigo.
—¿Y qué pasó?—preguntó intrigado.
—Bajó y subió las escaleras tres veces. Incluso parecía que no se hubiera cansado. Lo hizo muy rápido. Me salvó ese día.
—¿Como un super héroe?—preguntó emocionado.
—Sí... A veces siento que tiene poderes especiales, pero no me quiere decir nada—dijo haciendo un pequeño puchero infantil.
Vegeta y Goten salieron de la habitación del menor. —¿Podrías revisar de una vez a Tarble?
—Sí, claro—dijo. Se acercó al menor, y sacó un objeto médico, ese que se usa para revisar la respiración.
Goku, tímidamente tomó la mano de Vegeta. Se acercó un poco a su oído, quería susurrarle algo.
—Admite que tienes super poderes—le dijo en voz baja.
—Por vigésima vez, te digo que soy normal—le susurró, llevaba mucho tiempo insistiendo con lo mismo. Pero le causaba cierta ternura que fuera así.
—Si tú lo dices...—dijo a modo de desconfianza, así como si no le creyera.
Después de revisar a Tarble, se acercó a los adultos. Necesitaba decirle lo que tenía el de cabellera en forma de flama.
—El niño está bien—dijo mientras guardaba sus cosas.
—¿Y Vegeta?—preguntó Goku.
—El sangrado de la nariz no es nada de que preocuparse. Es lógico que se sintiera un poco mareado, puesto que perdió poca sangre. Pero tiene que relajarse, tiene la presión muy alta.
—Me encargaré de que descanse—dijo el de cabellera alborotada.
El médico salió, claro que primero se despidió de su primo. Tarble fue a la cocina a desayunar unas galletas con chispas de chocolate y un vaso con leche. Goku se quedó con Vegeta en la sala, para hablar con él.
—¿Realmente soy muy exigente?—preguntó creyendo que esa presión se debía al trabajo que le ponía.
—No, es sólo que...—se entristeció un poco.—Tuve que trabajar con tres hombres a la vez durante tres días seguidos—dijo en susurro, no quería que Tarble llegara a escuchar.
—Vegeta...—murmuró mientras se acercaba y lo abrazaba. Le besó la cabeza. —No te pongas triste. Jamás volverás a hacer eso. Ya no trabajarás ahí, y no tienes que ser sometido para ··hacerlo·· con distintas personas. Además, yo jamás te faltaría al respeto—dijo y el menor sonrió.
—Te amo, Kakaroto...—murmuró mientras volteaba a mirarlo.
—Yo también te amo, Vegeta. Por eso quería preguntarte algo...
—¿De qué se trata?—preguntó prestando aún más atención.
—¿Te casarías conmigo?
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