El comienzo del plan
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—Yo también te amo, Vegeta. Por eso quería preguntarte algo…
—¿De qué se trata?—preguntó prestando aún más atención.
—¿Te casarías conmigo?
—Ehm…—se separó un poco. —Es demasiado apresurado…
—Pero si sé que eres tú la persona que amo, y con quien pasaré el resto de mi vida, ¿para qué esperar?—preguntó mientras se acercaba a él, ya que su novio había retrocedido.
—Porque podrías arrepentirte y darte cuenta de que no soy lo suficiente para ti—respondió y se puso de pie, para ir a su habitación.
—Vegeta, espera…—dijo y lo siguió. Entró a la habitación y cerró la puerta con seguro.
—¿Por qué dices eso?
—¿Crees que para mí es fácil tolerar lo que ha pasado? Yo no puedo ser como las personas con las que trabajas. Perdí la decencia desde hace mucho tiempo. Sé que encontrarás a alguien que de verdad esté a tu nivel—dijo cuidando de no levantar mucho la voz.
—Vegeta…—murmuró mientras se acercaba a él, quien estaba recostado sobre la cama, llorando. —Te amo. Jamás había sentido esto por alguien más. Sé que eres la persona de mi vida.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?—preguntó y levantó la mirada, para ver sus hermosos ojos negros.
—Sólo lo sé…—dijo y se acercó, le dio un casto beso en los labios. —Jamás me había enamorado antes. Eres mi primer y ÚNICO amor—dijo con toda la sinceridad de su ser.
—Y tú eres el mío… y sí me quiero casar, en un futuro, contigo, pero…
—Pero… ¿qué?
—Tengo miedo…
—¿Miedo? ¿Y de qué?—preguntó confundido.
—De que te arrepientas y te des cuenta de que sólo fui un desperdicio de tiempo—dijo triste.
—Jamás pasará eso… Estoy completamente seguro que seré muy feliz estando contigo—le dijo intentando convencerlo. Lo amaba tanto que no soportaría perderlo por culpa de malos entendidos o cosas que parecieran otras.
—¿Tanto me amas?
—Sí… Y te lo haré saber siempre… Odio verte triste—dijo, pero fue interrumpido por el timbrar de su teléfono celular. —Permíteme, es de Maggie—pidió, y el menor asintió. —Maggie, ¿qué ocurre?... ¿Qué?... ¡No es posible!... Iré… No, dile que espere… Llego en media hora… No sé, ofrécele un café o algo… Gracias…—dijo y colgó.
—Perdóname, pero el señor Nagano quiere retirar su oferta. Tengo que ir y hablar con él…
—Ve, Kakaroto, no dejes que retire su oferta. Es la mejor inversión que pudieran hacer en la empresa, no lo dejes ir—le dijo.
—Sí—finalizó y salió lo más rápido de la casa. El de cabellera en forma de flama se quedó ahí. Se sentía la persona más afortunada del mundo al tener a alguien como Goku.
El era comprensivo, mucho, alguien que había deseado encontrar en toda su vida. Fue a la cocina, y comió algo. Después fue a la sala y se recostó en el sofá.
—Hermanito—dijo Tarble acercándose tímidamente al mayor.
—¿Qué necesitas, pequeño?—dijo mientras lo cargaba y lo colocaba a su lado.
—¿Estas enfermo?—preguntó.
—No, estoy bien.
—¿Y por qué vino el doctor?
—Porque he estado un poco cansado últimamente.
—Entonces yo te cuidaré, así como tú lo has hecho siempre que me enfermo—le dijo con su gran inocencia, conmoviendo al mayor.
—Está bien…—dijo siguiéndole el juego.
Fuertes golpes se escucharon en el pasillo, provocando que el pelinegro con cabellera en forma de flama se levantara precipitado. Unos hombres vestidos de negro y con capuchas cubriéndoles su rostro entraron. Vegeta se puso de pie rápidamente, colocando al menor detrás suyo.
—¿Quiénes son ustedes?—preguntó un poco preocupado.
Uno de ellos se acercó rápidamente y lo golpeó en el abdomen, obligándolo a caer de rodillas al suelo. El niño, al ver cómo lastimaban a su hermano, se aferró a la pierna de un sujeto, y lo mordió en el tobillo. Molesto, tomó al menor y le colocó un paño blanco sobre su rostro, haciendo que perdiera la conciencia.
—Tarble—dijo dificultosamente. Se puso de pie, pero lo empujaron esos cuatro hombres contra la pared, impidiendo que se pudiera mover.
—Vegeta, escuché golpes, ¿estás bi…?—preguntó Bulma llegando, pero se quedó paralizada del miedo al ver lo que estaba ocurriendo. Uno de esos hombres sonrió maliciosamente al ver a la mujer, así que creyó que sería buena idea “divertirse” con ella. Al liberar un poco de su agarre, Vegeta pudo moverse. Uno de ellos le había cubierto la boca, así que se pudo liberar y gritar.
—Llévate a Tarble, ¡rápido!—dijo desesperado.
La mujer, también preocupada, corrió a donde estaba el menor inconsciente y lo cargó, para después salir corriendo. Pero esos sujetos se quedaron ahí. Le colocaron un paño en la nariz, para que inhalara un líquido. Perdió la consciencia, así esos hombres pudieron llevárselo fácilmente sin que él opusiera resistencia.
*****
Goku, luego de un largo día de trabajo, decidió ir a la casa de su novio. En el auto, no pudo evitar intentar llamarlo por vigésima vez en ese día.
—Estimado usuario, el número que usted marcó no está disponible…—se escuchaba la operadora. Colgó y suspiró.
—¿Por qué no contestas, Vegeta?—murmuraba preocupado.
Llegó, y, al llegar al piso correspondiente, pudo notar que había muchos policías. Para él fue peor al ver que estaban afuera de la puerta del apartamento de su pareja.
—¿Dónde está Vegeta?—le preguntaba preocupado al no ver a nadie cerca.
La peliazul se acercó al hombre, ella llevaba en brazos al pequeño, quien había despertado ya y se encontraba llorando.
—Unos hombre llegaron a su casa… y lo secuestraron…—le explicó con cierto dolor, ya que ella presenció parte de lo que ocurrió.
—¡¿Qué?!—murmuró atónito y sintiendo su alma despedazarse al enterarse de lo que le ocurrió a ese hombre que más amaba…
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