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Odio mi empleo... pero lo necesito (En proceso de edición) por Princesa de los Saiyajin

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16

Primer encuentro

 

Tragó saliva con un inexplicable nerviosismo. Vio al frente, mirando el techo de muchas construcciones hechas en esa zona de la ciudad. Apretó con más fuerza aquel tubo de acero que iba adherido al techo del vagón, miró de reojo a muchas personas que lo rodeaban, algunas con traje y revisando constantemente su reloj, así como otras que iban dormidas y que seguramente ya pasaron su estación de bajada.

     Sudó frío, su amigo confiaba plenamente en aquel empresario que dirigía una compañía encargada en promoción de otras industrias aparte de la propia. Pero ¿y qué si ese tal Son Goku no tenía la mínima intención de ayudar al chico que sólo le traía problemas y más problemas?

     —Si él no está dispuesto a ayudarle, tendré que recurrir a algo más arriesgado—cerró sus ojos al sentir muchas personas chocando con su cuerpo queriendo salir rápido del vagón.

     Cuando por fin llegó a su estación de bajada se apresuró a atravesar un parque, intentando orientarse en esa zona de la ciudad. Lo cierto era que se sentía muy perdido debido a que desde que era un adolescente se vio obligado a trabajar con Broly, por lo que tener una vida nocturna y descansar durante el día lo mantuvieron muy alejado de las calles, incluso de esas donde creció.

     Y ahora, a sus 26 años, se sentía como un niño pequeño perdido en el supermercado. Aunque, claro, en ese ejemplo sólo tendría que ir con el guardia de seguridad para que fueran al micrófono y así el nombre de su madre resonara en toda la tienda, para delatar que había perdido de vista a uno de sus hijos y posiblemente recibiera miradas juiciosas de personas criticonas.

     Tal vez sólo debía imitar la acción y preguntarle a algún otro adulto sobre aquella compañía de los Son. Miró a un hombre pelinegro sentado en una banca, tenía la mirada fija en un periódico. A Mirai le causó un poco de pena interrumpirlo en su lectura, pero a juzgar por los adolescentes que seguro se fueron de pinta de la escuela, y de las chicas que hacían un picnic, el hombre podría conocer mejor la ciudad y sus direcciones.

     —Disculpe—el pelinegro levantó la mirada.

    —¿En qué puedo ayudarte? —preguntó con una sonrisa.

    —¿Conoce esta dirección? —mostró un papel con el nombre de la empresa y su lugar.

    —Si, es una empresa, y justo voy hacia allá. ¿Quieres que te lleve? Mi auto está estacionado en un parquímetro en la esquina—el pelilila sintió aún más pena.

     —No, gracias. Puedo tomar el autobús o el subterráneo…

     —Está casi al otro lado de la ciudad. Anda, no es problema—cerró el periódico y se puso de pie—. Además, vamos al mismo lugar, y se ve que no conoces muy bien esta ciudad.

     —Está bien—accedió y ambos se encaminaron a donde estaba el auto del más alto.  El pelilila sólo seguía al pelinegro, un poco incómodo de ir con un desconocido—. Aunque, siendo francos, crecí en esta ciudad, aunque tengo casi ocho años sin volver a pasear por aquí.

     —Eso es mucho tiempo—ambos subieron, así el mayor encendió el coche—. Por cierto, ¿cómo te llamas?

   —Mirai—respondió con una sonrisa—. ¿Y usted?

     —Háblame de tú, ¿o acaso soy muy viejo para eso? —el pelilila se sonrojó avergonzado—. Me llamo Gohan.

     —No era eso, disculpa… la costumbre—volteó a verlo sólo unos segundos, apreciando sus masculinas facciones—. Aunque te ves muy bien. ¿Qué edad tienes? ¿30?

     —32—sonrió y ajustó el espejo retrovisor—. Supongo que estoy bien conservado… —giró el volante y usó la palanca de cambios—. Dime, ¿tu edad cuál es?

     —26.

     —¿En serio? Podría apostar que luces de diecisiete años…

     —Sí, bueno, cuido demasiado mi apariencia.

      —Imagino que debes hacerlo, un empleo como el tuyo requiere demasiada presentación…

    Al de ojos azules casi se le para el corazón al oír aquellas palabras. "Un empleo como el suyo…". ¿Acaso él sabía a qué se dedicaba? Tragó saliva y contuvo la respiración. ¿Ese hombre en algún momento fue su cliente y lo reconoció? O peor, ¿Broly resultó no ser tan estúpido y lo mandó seguir?

     —¿Eh? —volteó a ver al pelilila que se tensó en su asiento—. Perdón si te incomodé, no era mi intención.

     —Tú… ¿sabes dónde trabajo?

     —Soy abogado y fui en una ocasión a arreglar un asunto legal—sonrió y volteó a verlo aprovechando que el semáforo estaba en rojo—. Me… Tuviste un roce indecente conmigo…

     El pelilila se sonrojó completamente al oír aquellas palabras. Y no sólo él, Gohan también lucía muy apenado por hablar del asunto. Hizo memoria, intentando recordar a qué momento se refería, y a qué clase de roce, puesto que en su trabajo el protocolo de Broly era "nada de muestras gratis".

     —Perdona por mencionarlo así, de repente, pero durante unos días después me quedé preguntándome por qué lo habías hecho y…

     —Ahhhh—soltó un poco de aire luego que su mente se aclaró—. Lamento lo de ese día. Verás, cuando estás en una situación como la mía aprovechas cualquier oportunidad para obtener dinero sin necesidad de… hacerlo—suspiró—. Un chico me apostó a que no me atrevía a tocarte y… Disculpa si te ofendió.

     —¿Eh? No… bueno, un poco, más que nada fue confusión.

     —Pero ¿cómo me reconociste? Las luces ahí son bajas y ha pasado mucho tiempo desde eso.

     —Bueno, conozco a tu hermano y noté el parecido casi exacto—el pelilila ensombreció su mirada—. Es, de hecho, prometido de mi hermano menor.

     —No sabía que Goten tuviera un hermano mayor.

     —Bueno, hemos pasado tiempo distanciados, por falta de tiempo—soltó un suspiro.

     —¿Cómo está Trunks? ¿Él… él está bien?

   —Bueno, pocas veces lo veo. Y sí, ha progresado demasiado en su profesión. Aunque no sé si esté bien después de la discusión que tuvo con Goten.

     —¿Discusión?

     —Bueno, entenderás que por ser hermanos soy casi como un confidente de Goten. Y él me había hablado anteriormente de ti, dijo que se conocieron por casualidad y desde entonces tú y él habían sido amigos a espaldas de Trunks porque él no acepta tu empleo—el pelilila asintió dándole la razón—. Me contó que tú fuiste a su consultorio y él te insultó. Goten se molestó y decidió posponer su compromiso. Me dijo que estaba dudando si cancelarlo definitivamente o no.

      —Rayos, no quería ocasionar esto...—Mirai empuñó sus manos mientras bajaba la mirada.

     —¿Puedo preguntarte algo?

     —Claro.

     —¿Por qué escogiste esa opción?

      —No fue por gusto, como piensa Trunks. Fue por necesidad, y era la única forma que producía más ganancias—se recargó y dejó salir un pesado suspiro—. Con el tiempo se volvió más molesto: tener que hacerte pruebas cada semana para ver si nadie te contagió algo, dormir durante el día y despertarte a mediación para ir de compras porque cierran temprano, tener que usar antifaz en el trabajo todo el tiempo para evitar que te reconozcan en la calle, alejarte de tu familia…

      —Eso creí, debió ser difícil para ti. ¿Qué edad tenías cuando comenzaste? ¿19? ¿18?

      —Dieciséis—el mayor volteó a verlo con sorpresa—. Ya sé lo que piensas, prostitución infantil.

     —Creo que nunca había sentido tantas ganas de matar a alguien con mis propias manos—comentó—. Eso… eso no tiene perdón…

     —Lo sé… Mis primeros días sólo hacía felaciones a unos tipos que pagaban. Luego Broly me "descubrió" como buen prospecto y me ofreció empleo…

     —Es horrible que se haya aprovechado así de un niño. Digo, todavía que se lo hayas hecho a amigos se puede tomar, en un caso extremo y mintiendo demasiado en sus declaraciones, como libertad sexual, pero que te contratara en un burdel es delito. Así como también que te tocara siendo todavía menor. Incluso el insinuarse…

      —Ya sé, es un monstruo—y no lo decía únicamente por lo que le había hecho a él, sino por lo que ahora le hacía a Vegeta—. Es… increíble cómo cambió mi vida, ¿sabes? Estoy en una situación donde no hay vuelta atrás. No es como si fuera algo sin importancia, de hecho, es un tema delicado. Muchas veces soñé con casarme, con formar una familia; tener una carrera y trabajar en una compañía. Pero ahora estoy lejos de eso…

      —Supongo que sería muy cliché lo que te diré, pero nunca es tarde—miró al pelilila—. Eres joven todavía, puedes dejar atrás todo eso y empezar de nuevo. No te limites.

    —Aun así, es difícil—se removió en el asiento—. Una pareja… A veces siento un poquito de celos de Trunks, porque cuando conocí a Goten fue como un flechazo. Goten es especial.

     —¿Te enamoraste de él?

     —Fugazmente, ahora sólo lo veo como amigo. Digo que tengo celos de él porque puede tener una relación dulce con alguien que lo aprecia sinceramente. Desempeñar una carrera profesional, poder vivir una vida tranquila… Todo eso.

     —Temes que alguien no te acepte por tu empleo, ¿verdad?

     —Tsk… Puedo vivir con ello.

     —Mirai, eres muy dulce. De verdad espero que todo salga excelente para ti a partir de ahora—estacionó el auto y ambos bajaron—. ¿A qué departamento vienes?

     —Debo hablar directamente con Son Goku.

     —Wow, ¿es algo importante? Normalmente él está muy ocupado por reuniones con directivos y otros asuntos administrativos.

     —Sí, demasiado—tomaron el ascensor—. Espero que pueda atenderme, es urgente.

     —Supongo que lo hará. Si es muy importante, le diré que te haga pasar.

     Las puertas se abrieron en el último piso, la cabeza principal de aquel edificio, donde Son Goku administraba desde su oficina que todo ocurriera como deseaba, con el fin de que su empresa pudiera progresar y generar suficientes ganancias. Mirai siguió a Gohan en todo momento, desconociendo el lugar, además de que sería más sencillo acceder con el Son sin tener cita previa por la notoria identificación que ya tenían del mayor. El pelinegro se acercó a la secretaria personal de Goku.

     —Hola, Maggie.

     —Buenas tardes, señor Gohan. ¿Viene a ver al señor Son?

     —Sí. ¿Podrías decirle que estoy aquí y que tengo dos temas urgentes para tratar con él?

     —Claro. Permítame un segundo—descolgó su teléfono y marcó una tecla que transfería su llamada al teléfono de Goku—. Señor Son, el señor Gohan está aquí y dice que tiene un asunto importante.

     —Hazlo pasar—se oyó la voz del pelinegro saliendo de la bocina.

     —Gracias, Maggie—le dedicó una sonrisa algo coqueta a la mujer, que correspondió el gesto con un guiño.

     —De nada, Gohan.

     El azabache abrió la puerta que daba a la oficina privada y se hizo a un lado, haciéndole la invitación al pelilila para entrar primero. Mirai entró y tras él fue Gohan, cerrando bien con seguro debido a la discreción que posiblemente se iba a requerir. Goku le dedicó una sonrisa a su primo cuando advirtió su presencia en la oficina, sin embargo, en los ojos del Son aparecía una preocupación que, sabía, tenía semanas con ella.

     —Goku, te presento a Mirai. Dice que tiene algo urgente que tratar contigo—el pelilila se acercó al escritorio y estrechó la mano del de cabellera alborotada.

     —Un gusto conocerlo, Son Goku.

     —Igualmente. Mirai, toma asiento—él acató la indicación.

    —Esperaré afuera en lo que tratan el tema y volveré…

    —Está bien, Gohan, creo que puedes oír—aclaró el pelilila. El mayor de todos suspiró y se sentó al lado del menor, suponiendo que estaba incómodo de estar solo en un lugar desconocido con alguien a quien tampoco conocía.

     —Y bien, Mirai. ¿En qué puedo ayudarte?

     —Se trata de Vegeta Saiyan, él…

     —¡¿Sabes algo de Vegeta?!—su rostro que había ocultado su pena ahora se veía desesperado, como si la pronunciación de aquel nombre despertara en él emociones de dolor y angustia junto con incertidumbre.

     —¿Eh? Yo… trabajé con él desde hace dos años. Soy su amigo y compañero—tragó saliva y miró con un poco de temor aquellos ojos que lo inspeccionaban.

     Goku era evidentemente más joven que él. Por cuatro o cinco años a lo mucho, pero era menor. Muy posiblemente administraba la empresa con ayuda de alguien más, ya que su corta edad lo hacía parecer falto de experiencia.

     Cuando venía camino a ese edificio dudaba, pero sobre todo temía que su amigo, Vegeta, se equivocara respecto al Son y que éste ni siquiera notara su ausencia de ya 5 semanas. Pero no, la expresión preocupada del pelinegro cuando pronunció aquellas palabras fue suficiente para demostrarle que estaba desesperado por saber de él. Y que su posible apariencia de agotamiento se debía a que gastó sus energías buscándolo y pensando en él con la angustia invadiéndolo.

     —Vegeta está desaparecido...—oyó decir a Goku con pesadez.

     —Secuestrado—corrigió, captando la atención del Son que creía que Mirai no poseía información y que sólo había llegado casual a preguntar por él—. El secuestrador es Broly Nagano, un hombre de 48 años que maneja un burdel y—miró su reloj—. En estos momentos lo tiene cautivo en la casa abandonada de la calle 1, cruce con la calle Satán. Es una casa color blanco y…

     —¿Lo que dices es verdad? —interrumpió Goku tomando el teléfono y marcando rápidamente un número.

     —Sí. Fui a comprobar ayer y ahí lo tienen. Vegeta me pidió que primero viniera a verte y avisarte.

     —Entiendo—una vocecilla se alcanzó a oír saliendo de la bocina—. Lapis, tengo un chico en la empresa que dice que sabe del paradero de Vegeta. Su antiguo dueño, Broly Nagano, lo tiene secuestrado en una casa abandonada en la calle 1, cruce con calle Satán. Dice que es una casa blanca. Por favor, envía a alguien para que revise el lugar.

     —Sí, de inmediato. Dile al chico que no se vaya, enviaré a alguien para que declare.

      —Gracias—miró al de ojos azules cuando colgó la llamada—. ¿Estás completamente seguro de que era Vegeta?

      —Broly lo tiene cautivo, incluso sigue ofreciéndolo como servidor—soltó un suspiro—. Creo que ya consiguió un grado considerable de desnutrición, y tenía demasiadas heridas.

      —Vegeta...—susurró, bajó la mirada y se quedó un largo tiempo mirando el escritorio en completo silencio. Levantó la mirada y miró una vez más al pelilila.

       Con una expresión de pesar se levantó y fue hacia el enorme ventanal de la oficina, para mirar a través de él en dirección a la ciudad. Luchaba por contener las lágrimas, pero lo cierto era que le dolía demasiado escuchar el estado en el que el Saiyan se encontraba. Mordió su labio inferior y dejó que las lágrimas silenciosas rodaran por sus mejillas.

      Mientras el Son se perdía en su dolor, Mirai sólo jugaba nervioso con sus dedos. Se encogió de hombros cuando vio que Goku iba a la ventana, sintiendo en él la misma preocupación que el de cabellera alborotada tenía. Gohan, al notar eso en el pelilila, posó su mano en su hombro, intentando darle confianza y seguridad en ese momento. El de ojos azules lo miró con agradecimiento.

      —Tranquilo, estará bien—susurró.

      —Gracias, Gohan.

      —Señor Son, el oficial que vino con usted ayer llegó. ¿Lo hago pasar? —escucharon en la bocina.

       —¿Eh? —salió de su ensoñación al oír la voz femenina de su asistente y se apresuró a responder tocando el botón—. Hazlo pasar, por favor.

      En ese momento en que se acercó al escritorio, Mirai se dio cuenta de sus ojos cristalinos y su dificultad por mostrar una voz normal. Cuando la puerta a sus espaldas se escuchó abrirse, volteó. El oficial que entraba enfocó su mirada en sus ojos azules. Tragó un poco de saliva y aclaró disimuladamente su garganta.

      —¿Él es el chico? —preguntó.

      —Sí, es él—tan sólo respondió, con aquella decaída voz, volvió a su lugar en la ventana.

     —De acuerdo—se sentó sobre el escritorio, justo al frente de Mirai, y lo observó severamente—. Muy bien. Antes de empezar, te advierto que no soy paciente, y si se trató de una broma adolescente te voy a meter en una celda para que se te quite lo chistosito. ¿Está claro o quieres confesar una cosa? —advirtió.

      —De hecho, no soy un adolescente. Tengo 26 años—sacó su cartera y le mostró su identificación—. Trabajo con Broly desde hace casi diez años.

     —¿Diez años? —repitió, viendo sus ojos.

     —Broly es un proxeneta que no se limita a meter adultos en su negocio—soltó aire—. Cuando tenía dieciséis mi familia pasaba por dificultades económicas, yo le hacía orales a unos compañeros de la preparatoria a cambio de dinero. Era un negocio con chicos de mi edad, pero cuando me convencieron a hacérselos en un baño público Broly me vio y me ofreció casi el triple de lo que ellos me daban.

     >>Caí en su truco, acepté y se lo hice. Le agradé y me ofreció empleo. Muy apenas terminé la preparatoria, y hui de casa para que mi madre no se enterara. Las pocas ganancias que conseguía se las enviaba a mi familia, pero no sabían a qué me dedicaba—soltó un suspiro—. Cuando secuestraron a Vegeta hace un mes, él nos despidió a todos una noche antes. Algunos fueron al burdel del otro lado de la ciudad, para seguir trabajando, otros buscamos rumbos distintos. Hace dos días un excompañero me dijo que Bojack Yamagawa le confesó ebrio que tomaron a Vegeta y lo llevaron a la casa abandonada de la calle 1. Fui ayer a corroborar y sí era él.

     —¿Por qué te dejó entrar, niño? Si estaba secuestrado, ¿no es poco inteligente infiltrar a alguien que lo descubra? —cuestionó él oficial.

     —Porque le pagué para poder entrar—empuñó sus manos—. Gran parte de lo que había ahorrado esos años… se lo di todo con tal de tener un día completo con él. Entré al cuarto donde estaba Vegeta, era una habitación muy descuidada, con una ducha en mal estado. Le llevé comida y curé como pude sus heridas.

     —¿Y tardaste mucho en venir aquí porque…?

     —Al terminar las veinticuatro horas Broly me obligó a acostarme con él. A mitad de la noche fui a casa de un amigo que es médico, para ducharme y que me tomara una muestra de sangre. Ni siquiera dormí, tomé el metro para poder llegar lo más pronto posible. Vine aquí primero porque Vegeta me lo pidió.

     —Entiendo...—terminó de apuntar en su libreta—. Suponiendo que lo que dices es verdad, no tendrás problema en decirme cómo es exactamente ese tal Broly, ¿o sí?

     —Tsk—frunció el ceño—. Por supuesto que no—sacó su cartera y le entregó una identificación—. Anoche le robé su permiso para conducir.

      —Esto es perfecto—sonrió—. Ya lo tenemos. Enviaré a alguien que vaya a su casa, investigue todo a fondo y encuentre pistas para refundirlo en la cárcel el tiempo que sea necesario.

      El oficial se fue a otra esquina de la oficina, para hacer las llamadas correspondientes. Mirai soltó aire y se encogió en ese lugar. Dejó su cabeza hacia atrás, para mirar al techo. Se sentía totalmente desesperado, Vegeta quizá estaba en peligro en esos momentos. Su único alivio era que había colocado una pastilla para dormir en el vaso del hombre, por lo que, si despertaba y bebía, volvería a caer rendido, dándole más tiempo.

       Cerró los ojos, escuchando de fondo cómo el oficial daba múltiples indicaciones para dar con el paradero del Saiyan.

 

***

 

¿Mgh? —abrió los ojos, encontrándose con el techo alto—. ¿Dónde…? —se giró hacia su costado, dándose cuenta de que estaba todavía en la oficina del Son—. ¿Me quedé dormido?

      —Te veías tan cansado, así que te dejamos aquí—el pelilila se levantó, tomando su cabeza.

     —Yo… ¡¿y Vegeta?! ¿Dieron con ellos? —el de anteojos desvió la mirada—. ¿Qué…?

     —Catearon el lugar, pero ya no estaba. Sí encontraron las cosas que dijiste que había, incluso encontraron huellas que posiblemente sean de Vegeta. Pero es probable que huyera con él cuando saliste, sospechando que los acusarías.

      —No…—tomó su cabello—. Debí haber ido directo a la policía, no haber aguardado…

      —Tranquilo… No fue tu culpa. Hiciste lo que estuvo en tus manos—soltó aire—. Lo cierto es que, según la información que lograron sacarle a Bojack, ya tenían planeada la fuga. Tú sólo la retrasaste unos minutos.

     —¿Podrán encontrarlo?

     —Salió rápido, es probable que deje pistas sueltas—el pelilila asintió—. ¿Tienes dónde pasar la noche?

     —No, ni siquiera creo poder regresar a mi departamento—llevó su mano a su cabello—. Me siento agotado.

     —Ven a mi casa—el de ojos azules lo miró—. Hiciste todo lo que pudiste, y ahora sólo queda esperar.

     —¿Y Son Goku?

     —Se retiró. Se está haciendo cargo del hermano de Vegeta, entonces debe volver pronto—el otro asintió—. Ven, de verdad puedes quedarte en mi hogar.

     —No me sentiría cómodo—bajaron hasta el estacionamiento—. Puedo ir a un motel, sólo por esta noche…

     —Bueno, si te hace sentir mejor, lo respetaré. Pero me gustaría invitarte a comer, para que recuperes fuerzas—el pelilila asintió.

     —Me gustaría.

      Subió al auto, y lo acompañó en todo el trayecto, sintiéndose tranquilo al saber que era hermano de un gran amigo suyo, además del apoyo que mostró allá durante su declaración. Mientras el mayor conducía, en aquel coche se formó una animada conversación entre ambos.

      —Dame un minuto—pidió, mientras respondía la llamada que recién recibía—. Hola, Goten. ¿Cómo estás? ... —notó la sonrisilla en los labios de Gohan al oír aquel nombre—. Oh, ya tienes los resultados. ¿Qué dicen? … Me da un alivio que me digas que no tengo nada… Sí, estoy bien… Por cierto, ¿tú y Trunks…? … Claro, yo entiendo. Si algún día necesitas hablar con alguien, sabes que estoy disponible para ti… Adiós.

     —¿Resultados? —el otro asintió—. ¿Pruebas de sangre?

     —Sí—soltó aire—. Al menos, por ahora, puedo dormir tranquilo en ese aspecto—el otro estacionó el auto—. ¿Es tu casa?

      —Sí… Ven—lo acompañó al interior, topándose con un hombre alto adentro, quien tenía cabellera negra peinada al estilo afro, y su labio superior era adornado por un largo bigote. Ese sujeto cargaba a una pequeña bebé que vestía un trajecito rosado—. ¡Buenas tardes! Gracias por cuidar a Pan.

     —No tienes que agradecer, es mi nieta y me da mucho gusto cuidarla—le hizo muecas a la bebé, consiguiendo que riera. El hombre le extendió a la menor para que pudiera cargarla—. Iré a visitar a mis estudiantes en el dōjō y después a casa. Nos vemos, Gohan.

     —Adiós, que tenga linda noche—aquel hombre salió por la puerta, despidiéndose también del pelilila con un ademán.

      —¿Ella es tu hija? —el otro asintió—. Goten me había hablado de lo emocionado que estaba por ser tío.

      —¿Quieres cargarla? —el pelilila movió sus brazos, apenado.

      —N-no creo que sea buena idea—pero la menor insistentemente alzó sus brazos hacia él, así que, sin poder escapar, la cargó—. H-hola, pequeña.

     —Su nombre es Pan—mencionó, colocando sus brazos a sus costados, mirando con una sonrisa la escena—. Se ve que le agradas.

      —¿Tú crees? —la menor estiró uno de sus largos mechones de cabello.

     —¡Ouch!

    —E-espera, Pan. No le estires el cabello—pidió el mayor, al ver las acciones de la menor. Mirai lentamente la alejó de sí, para poder bajarla en su corralito—. Disculpa, es un poco inquieta—caminó hacia la pequeña cocina que estaba al otro lado de la barra.

     —Sí, no hay problema—él comenzó a pasarle juguetes para que se entretuviera.

      Cuando Gohan terminó de cocinar, fueron a la barra para sentarse en los banquillos altos, llevándose a la pequeña Pan a comer con ellos, dándole pequeñas probaditas de aquel arroz con salsa de tomate. Al final, mientras Gohan la dormía, Mirai lavó los trastes que ensuciaron.

     —Iré a dejarla a su cuna—el pelilila asintió, secando sus manos—. Puedes ver televisión si quieres.

     Gohan caminó a la habitación de la menor, sintiéndose un poco incómodo al ver que la pequeña, cuando quería bajarla para que durmiera, se despertaba inmediatamente. Comenzó a cantar una canción de cuna, tratando de arrullarla. Duró un largo rato así, mirando el rostro de su hija mientras ella conciliaba el sueño.

     ¿Quién diría que se parecía demasiado a su exesposa? Tenía su misma nariz, y su misma sonrisa. Aunque los ojos sí los había sacado del mismo color que los suyos. Sonrió al verla bostezar todavía dormida y la colocó en su lugar, para después cubrirla con una sábana.

     Se recargó en los barrotes, para seguir apreciando su carita. Cuando se cercioró de que, efectivamente, ya estaba completamente dormida, regresó a la sala para ver a Mirai. Se llevó una sorpresa al encontrarlo dormido en el sofá, con el televisor encendido. Sonrió y acomodó al menor en el lugar, quitándole sus zapatos y acomodando una almohada bajo su cabeza.

      Volvió con una cobija para cubrir su cuerpo y que no pasara frío esa noche, y apagó las luces. Sabiendo que su impacto emocional había subido y bajado demasiado en ese día por la situación de su amigo, decidió dejarlo descansar.

 

***

 

 —¿Qué pasa, Vegeta? ¿Te molesta ahora estar atado? —miró con burla al pelinegro, que estaba junto a una tubería, atado con sus brazos en la espalda.

     Su cuerpo desnudo permitía ver múltiples raspones y moretones. Tenía quemaduras pequeñas, como si aquel sujeto hubiera encendido un cigarro sólo para dejarlo marcado. Sus clavículas se veían marcadas, tan delgado estaba su cuerpo a causa de la pésima alimentación, que incluso se marcaban un poco sus costillas.

     —¿Hasta… hasta cuándo me tendrás aquí? —soltó en susurro. Los golpes que había recibido en su rostro habían hinchado sus labios y sus mejillas, incluso un ojo suyo estaba amoratado.

      Y es que, tan sólo Mirai se fue, y por lo dicho por el mayor acerca de su encuentro con el pelilila, sospechó de todo desde un inicio. Como el enfermo que era, había accedido para poder disfrutar de su cuerpo una última vez antes de llevárselo a otro lugar fuera de la ciudad, para seguir ultrajando el cuerpo del Saiyan.

     —No lo sé. No te pienso dejar ir, de verdad me vuelves loco…—susurró, pasando su pie hacia la entrepierna del más bajo y rozando con su zapato. Pero él, que ya ni tenía energías, y su cuerpo estaba herido de todas partes, no podía sentir nada aparte de dolor y una desesperación por esos ojos burlones que se reían por tenerlo controlado totalmente.

     Su cuerpo tan dañado, dolor interno y externo, sus emociones pisoteadas y estando al borde de la locura… Todas esas cosas estaban acabando lentamente con ese joven que yacía en el frío suelo, temblando de dolor y de frío, sintiendo la humillación y los golpes, estando a poco de desvanecerse por las escasas fuerzas que le quedaban.

      —Si piensas seguir con esto—unas lágrimas se escaparon de sus ojos, deslizándose por sus ya lastimadas mejillas—, prefiero que me mates… —pidió, sollozando ante la mirada seria de su captor.

Notas finales:

19/06/2022 By Near


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