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FORTUNE OR MISFORTUNE? por Sakurako

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Notas del capitulo:

Lo siento, lo siento. Sé que tardo mucho en actualizar, pero hago lo que puedo. 

Espero les guste el capítulo. 

Disfrútenlo. 

 

Capítulo No. 3

 

-Ah… eres tú…- dijo un poco decepcionado.

-A mí también me da gusto verte, Awaji.

-Momo-san, perdóname, no quise decir eso, yo…

-No te preocupes. Por lo que veo, olvidaste nuestra cita, ¿cierto?- le dijo entre serio y divertido. Yukihiro no contestó, permaneció pensativo. -Íbamos a hablar de negocios, ¿recuerdas? Tú dijiste que…

-Sí, sí, claro que lo recuerdo. Lo siento, pasa…- Yukihiro suspiró. Se hizo a un lado para permitirle el paso. Cuando Kazuhiro entró, Yukihiro se asomó al pasillo para comprobar que Ken no estaba ahí. Y no, no estaba.

-Ponte cómodo, ya regreso.- le indicó mientras caminaba hacia su habitación.

Necesitaba comunicarse con Ken, no debía tardar y lo que menos quería era que se toparan esos dos. Aún recordaba la última vez que estuvieron juntos en una habitación. Y no había sido nada agradable.

Volvió a marcarle al guitarrista… apagado.

Comenzó a escribir un mensaje para Ken, esperaba que lo viera antes de que llegara. Quizá había ido a su departamento a cambiarse, o tal vez…

El timbre…

-¡Yo abro!- gritó enseguida, tenso. Corrió hacia la entrada, pero cuando pasó por el salón Kazuhiro ya no estaba, entonces lo escuchó.

 

-¿Sí?- le preguntó Kazuhiro a la persona del otro lado de la puerta. –Ah…- le sonrió de lado, desvergonzado –eres tú, Kitamura. ¿Cuánto tiempo…?- La voz de Kazuhiro Momo siempre había tenido ese tono insolente impregnado, pero a Ken nunca le había molestado tanto como ahora.   

Ken no contestó, sólo lo miraba, incrédulo, molesto; incluso un poco dolido.

-Yuki está en la habitación, pero si quieres…

-No, está bien. Vuelvo en otro momento.- Ken miró por sobre el hombro del otro guitarrista. Entonces pudo observar que Yukihiro se acercaba, sonriente.

Yukihiro lo miró nervioso, aunque lo disimulaba perfectamente detrás de una sonrisa falsa.

-Ken, perdóname, yo… ya tenía un compromiso con Momo-kun… si me hubieras dicho, yo…- a Ken le dolió que Yukihiro hablara tan cariñosamente de ese hombre. “¿A caso han vuelto? O peor aún, ¿A caso seguían juntos? Tal vez nunca terminaron…” –Pero si quieres…

-Descuida,- le interrumpió. –Después de todo, no era nada importante. Puede esperar.

Ken intercalaba la mirada entre Yukihiro y Kazuhiro, que seguía de pie detrás del baterista.  

A Yukihiro le sorprendió lo molesto que Ken parecía.

-Ken…- le llamó. Pero Ken se había dado vuelta y ya caminaba hacia los ascensores. Y a pesar de escucharlo no se volvió.

Yukihiro cerró la puerta, ya hablaría con él, luego.

 

-¿Todo bien?- preguntó el guitarrista un poco extrañado de la actitud de ambos.

-Sí.- respondió con la mirada esquiva. Se sentó frente al guitarrista y se forzó a no pensar más en Ken. Aunque no con mucho éxito. Tal vez había sido lo mejor. –Entonces, ¿de qué se trata este proyecto? Creí que Misoguchi-san vendría contigo…

-No, él quiere que nos reunamos en otro momento, los tres. ¿Te dije que ya tengo bajista?...

A pesar de que Yukihiro parecía interesado en la conversación, la verdad era que no podía dejar de pensar en Ken.

“¿Qué habrá pensado de mi…?”

 

*******

 

Ken llegó a su auto y tardó un momento antes de decidirse a entrar, se giró y elevó la mirada para ver la ventana que correspondía al departamento de Yukihiro.

Se sintió estúpido, otra vez.

Era obvio que para Yukihiro, la relación que ellos mantenían, no era más que sexo sin compromiso. De esos que se pueden prescindir así de fácil. 

Una ligera risilla hiriente se le escapó. Eso era justo lo que él le había pedido: “…una relación sin compromisos… eso es lo que tú necesitas, Yuki…”  le había dicho aquel día.

De repente, necesitaba un trago.

 

Llegó al bar que solían visitar los cuatro. Se sentó en la barra y pidió la primera copa. No era muy tarde pero el bar ya estaba bastante lleno. No le molestó. El ruido, la gente y los tragos serían suficientes para olvidarse un rato de sus problemas.

Estaba por la cuarta bebida cuando escuchó una dulce voz a su lado.

-Tú eres Kitamura-san, el guitarrista de L’arc en Cien, ¿cierto?- le pregunto una chica que se acercaba a la barra para pedir un par de margaritas.

-¿Mnnn?- se hizo el desentendido. Pensó en deshacerse de ella, pero… la chica era realmente linda, no debía pasar los veinticinco años, cabello largo, negro, pequeña, delgada, de ojos grandes y una sonrisa preciosa. ¿Por qué desaprovechar esta oportunidad?- Sí, soy yo…

-Lo siento, no quiero molestarte, es que soy una gran fan de la banda, y tuya, por supuesto.- sonrió coqueta.

-No eres una molestia. Y si he de ser sincero, te diré que esto me parece injusto…- dijo el guitarrista de repente, simulando decepción.

-¿Qué cosa?- preguntó la chica un poco incomoda.

-Bueno, tú sabes mi nombre pero yo no sé el tuyo…- sonrió de manera coqueta –yo estoy en clara desventaja…- la chica sonrió complacida y se acercó un poco al guitarrista extendiéndole la mano.

-Haruno, Midori. Mucho gusto.

-Midori-chan…- la manera en que había pronunciado su nombre. Ken tenía la habilidad de que, en sus labios, cualquier palabra sonaba provocativa. Sin mencionar la mirada lasciva y sonrisa maliciosa que utilizó. La chica no pudo evitar estremecerse y sonrojarse.

Pasaron varias horas hablando, otro tanto bebiendo y un poco más bailando. En algún momento Ken había arrinconado a la chica y había comenzado a besarla y a manosearla sin recato alguno.

Ken había intentado guiarla hacia los baños, pero la chica se negó.

-No…- bajó la mirada. Por un momento Ken se sintió avergonzado de sus intenciones. –Mejor, vamos a tu departamento.- le pidió para sorpresa de Ken.

-Vamos, entonces…

Llegaron al departamento del guitarrista y la chica, aparentando falsa ingenuidad, se encaminó directo hasta la habitación.

Ken le indicó el camino mientras él se dirigió antes a la cocina.

Cuando llegó a la habitación, la chica ya se encontraba desnuda, en la cama, esperándolo. Ken, al  mirarla, no pudo evitar pensar en cierto baterista.

Cuánto deseaba verlo así, desnudo y esperándolo. Hasta ese momento, todos sus encuentros habían sido, más bien, “instintivos”, sería la palabra adecuada para describirlos.

Espantó esos pensamientos y rápidamente se desnudó también.

Se tendió sobre el pequeño cuerpo de la chica y comenzó a besarla y a acariciarla.

Besaba su cuello, sus pechos, evitando en todo momento besar su boca. La había besado lo suficiente en el bar.

Se deleitaba con los dulces gemidos que ella, sin éxito alguno, intentaba contener. Llevó su mano a la zona íntima de la chica y comenzó a tocarla. Los gemidos se intensificaron y, otra vez, la imagen de Yukihiro lo invadió.

En un intento por deshacerse del recuerdo, se abalanzó sobre los labios de la chica para intentar silenciarla. El beso fue demasiado rudo. Cuando se separó notó el hilo de sangre en su labio, ella lo limpió disimuladamente con el dorso de la mano.

Ken se sintió un poco apenado, pero aun así continuó. Separó las piernas de la chica, se acomodó entre ellas, y sin pensar en nada que no fuera terminar lo que había empezado, la penetró sin cuidado alguno.

La chica ahogó un fuerte gemido en el hombro de Ken. Ken comenzó a mecerse casi violentamente.

-Aahh… más despacio… por favor… un poco más… lento…- le rogaba la chica entre espasmo y espasmo. Por alguna razón esto le molestó a Ken. A él le gustaba cómo Yukihiro le pedía “más y más fuerte”, otra vez el baterista...

Pero esta vez se contuvo, bajó el ritmo, aunque aumentó la profundidad de las estocadas.

La chica lo tomó como un gesto de consideración, tal vez de cariño.

-¿Así está mejor…?- preguntó y la chica simplemente asintió, incapaz de articular palabra.

 

*******

 

La mañana siguiente, Yukihiro se levantó muy, demasiado, temprano. Y no precisamente para correr.

El día anterior, Kazuhiro se había retirado muy tarde. Yukihiro había llamado varias veces a Ken, pero este nunca contestó o regresó las llamadas. Se preocupó, pero ya había decidido ir a hablar con él a primera hora de la mañana.

Así que allí estaba, de camino al departamento de Ken.

Sabía que Ken no era de los que acostumbraban levantarse temprano, ni siquiera cuando tenían trabajo, o había reunión, así que era seguro que lo encontraría aún en su departamento. No podría escapársele, por muy molesto que estuviera, tendría que escucharle. 

 

*******

 

Ken despertó con la chica enredada entre sus brazos.

Intentando no despertarla, se levantó. En completo silencio se cambió y salió de la habitación. Se encaminó hacia la cocina, encendió la cafetera y se sentó en la barra, a esperar, a pensar. Sobre todo pensar.

Ya comenzaba a sentir los estragos de la resaca. Y no era sólo por los tragos, también se avecinaba la resaca moral. Se sintió una basura, ¿cómo había sido capaz de hacer lo que hizo la noche anterior? se sentía culpable.

Pero no por la chica, no… en su pensamiento solo cabía Yukihiro.

La noche anterior, mientras le hacía el amor, no, mientras tenía sexo con esa chica, sólo podía pensar en el baterista, lo escuchaba en los gemidos de la chica, lo sentía en las caricias de la chica. Y después, luego del éxtasis… ¡Oh, decepción!

Cuando todo pasó y notó que no era él, se sintió abandonado, dolido, enfermo... Suspiró resignado.

Mientras checaba la cafetera, escuchó un ruido desde su habitación. Midori se había despertado ya.

Ken colocó dos tazas en la barra, iba a servir los cafés cuando alguien llamó a la puerta.

Dejó la jarra de nuevo en la cafetera, y se encaminó hacia la entrada un poco extrañado. Nunca recibía visitas y menos tan temprano.

 

Abrió la puerta un poco desganado, así que al abrirla no pudo evitar la sorpresa.

-Yukihiro… ¿qué haces aquí?- preguntó. Sus ojos tan abiertos que parecían se desorbitarían en cualquier momento.

-Hola, Ken. Perdona que…

-¡Ken, no encuentro mi…!

En ese momento la chica salió de la habitación, enredada en las típicas sabanas floreadas del guitarrista.

Yukihiro se quedó callado, sorprendido y un tanto dolido al mirarla semi-desnuda.

-Perdón, yo… lo siento.- se disculpó la chica y regresó rápidamente a la habitación.

Yukihiro simplemente se le había quedado mirando mientras esta desaparecía tras las puertas de la habitación de Ken.

-¿Quieres pasar?- Preguntó Ken, sacando al baterista de su ensimismamiento.

-Perdona si interrumpí algo. Mejor nos vemos luego.- El baterista, sin mirar a Ken, se dio la vuelta y caminó, a paso tranquilo, de regreso a los ascensores. Se sentía tan tonto.

Ken, por su parte, quiso seguirlo, detenerlo, explicarle. Pero no lo hizo. ¿Qué iba a decirle? ¿Que se había acostado con esa chica para poder olvidar que le había visto con el imbécil de Kazuhiro? No, mejor aún. Le diría que se la había llevado a la cama pensando en él...

Negó con un gesto cansado, rendido de tanto pensar. Suspiró.

Ken sabía cuán enamorado había estado Yukihiro de ese tipo. Lo mucho que había sufrido cuando terminaron.

¿Quién era él para impedir que volvieran?

Vencido, regresó a la cocina. Sirvió los cafés y esperó a que Midori apareciera. Miró el reloj. Todavía no eran las ocho de la mañana y su día ya era una porquería.

La chica salió de la habitación ya vestida, se disculpó con el guitarrista por la escena hacía un momento y reusó el café.

-Entonces, ¿puedo llamarte?- le preguntó la chica ya en la puerta.

-Cuando quieras, tienes mi teléfono.

¿Por qué diablos, estaba accediendo? Lo último que quería era volver a verla.

-Muchas gracias por todo, Kitamura-san.

-Ken. Recuerda que prometiste que me llamarías “Ken”.- y siguió el guitarrista sin poder evitarlo.

Cuando la chica se fue, el departamento se sumió en un silencio insoportable. Ken tomó su chaqueta y salió de allí.

Era hora de hacer una visita. 

 

Notas finales:

Creo que los capítulos me están quedando muy largos. 

¿Ustedes qué piensan? ¿muy pesados?. espero que no. 

Continuará...


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