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KITTY por nyappy_neko

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Notas del capitulo:

 

Aquí les dejo el segundo capítulo~

De nuevo algo cortito pero espero que les cause gracia.~

La verdad, el imaginarme el comportamiento de Akashi como gato me sacó unas cuantas risas... espero que suceda lo mismo con ustedes uwu

 

NOTA: Olvidé mencionar esto en el primer capítulo, este fic también lo estoy publicando en Wattpad. ^w^

Aquí les dejo el link~

https://www.wattpad.com/story/50137068-kitty

 

 

 

Toda la clase restante estuvo acompañado de un inoportuno invitado, no hizo problemas, para el bien de cierto alumno se mantuvo tranquilo y solo maullaba una que otras veces. La dirección fue muy "amable" en permitirle acabar su día de escuela. Aún así, en la salida, le entregaron una copia de la notificación de la suspensión, la original se la enviarían por fax y/o correo a sus padres.

 

«Murasakibara, háblame. Te ordeno que lo hagas. No has pronunciado palabra alguna en todo el camino de regreso, me molesta que no digas nada. Oye, no te atrevas a ignorarme».

 

Nya, nya, nya, nya y más nya. Atsushi ya se estaba hartando de escuchar tantos maullidos, sinceramente, no estaba de humor para nada y para nadie. cerró la puerta detrás suyo de un gran golpe y dejó su mochila en el suelo con el gato dentro.

 

«¡Espera, no me dejes aquí dentro como si fuera un juguete!».

 

— ¡YA CIERRA EL HOCICO DE UNA VEZ! ¿NO TE DAS CUENTA QUE NO ENTIENDO NADA DE LO QUE DICES?

 

Estalló en cólera al fin. Sin importarle nada se fue a su cuarto a encerrarse por un buen rato. Seijūrō se quedó solo en la sala de nuevo, a pesar que ya tenía a su humano con él se sentía igual de solo. Logró salir de la mochila, nada podía retenerlo, el orgullo de un gato era tan grande como sus habilidades. Y al igual que Murasakibara, el felino también estaba muy enfadado, ¿cómo osaba tratarlo así de mal después de haberse tomado la molestia de ir personalmente a su visita? No comprendía a los humanos, seres tan cerrados y nada inteligentes.

 

Llegó la noche y por fin el pelimorado salió de su habitación, se le notaba más tranquilo pero también arrepentido por su desquite con su mascota. Era un animal, no lo hizo apropósito. Ya en la sala vio al felino sentado en su lado del sofá, siempre se sentaba ahí y nadie lo sacaría su trono. 

— Hola Akachin…

 

Nada. Generalmente el gato siempre volteaba al escuchar su voz, como si lo buscara pero en esta ocasión ni se movió. Sabía que estaba despierto, por lo que pudo deducir que lo estaba ignorando.

 

— Nee… Akachin, no te molestes… Sé que no debí gritarte así pero porque fuiste a mi clase el profesor pensó que te había llevado y sabes que está prohibido las mascotas.

 

«¿Mascotas? ¿A quién llamas mascota? No permitiré que me sigas insultado como se te venga en gana, conoce tu lugar, simple humano».

 

Atsushi sonrió al ver que su gato por fin le dirigía la mirada pero esa alegría se esfumó al instante cuando éste se retiró a otro lugar. Seguía molesto con él. 

 

— ¡Bien! Si Akachin no me quiere hacer caso yo tampoco lo haré.

 

Y así pasó los tres días siguientes. Seijūrō no iba a despertarlo cada mañana, ni le maullaba, ni siquiera estaba en la misma habitación que Murasakibara; y éste por su lado tampoco iba a acariciarle, a hacerle mimos o simplemente decirle palabra alguna. Solo cumplía con alimentarlo y limpiar su caja de arena. Será un haragán pero irresponsable no era… no con Seijūrō.

 

Cuarto día y ya no podía resistirlo, el que caminara a su lado cuando se le antojara e ignorarlo de paso, el que no le dirigiera ni la mirada, y lo peor de todo, que actuara tan cariñoso con todas las personas que llegaban de visita a su casa como si él no existiera... Seijūrō ya no lo soportaba más, increíblemente sentía celos por esos “insignificantes” detalles.

 

Aprovechó esos tiempos de soledad para ponerse a pensar en lo sucedido, en lo Murasakibara había hecho mal, y también en los errores -por muy imposible de creer- que él había cometido. Lo pensó mejor y sí, sus actos trajeron graves consecuencias para Atsushi. Comprendió al fin que en realidad estaba preocupado por su bienestar y él lo único que hizo fue empeorarlo todo. Fue un tonto, lo mejor sería de disculparse cuanto antes. La verdad ya extrañaba la sensación de su mano sobre su espalda dándoles suaves caricias, su mano era la mejor.

 

«Murasaki… no... Atsushi, quiero pedirte disculpas… —decidió usar su nombre de pila, por lo que tenía entendido, los humanos hacían eso con las personas que apreciaban bastante— Mis actos de ese día no fueron los adecuados y yo realmente... ¿Me estás poniendo atención siquiera?». 

 

Aún estando a su lado, tragándose su orgullo y aceptando la totalidad del error de su parte su dueño no le hacía caso. ¿Seguía molesto? Pero si ya pasaron días desde el conflicto, debería aprender a perdonar y a olvidar así como lo hacen los gatos, bueno, los gatos no olvidaban… y tampoco eran de perdonar así de fácil. ¡Pero él no era un gato! ¡No tenía tal privilegio!

 

— ¿Por qué maullas tanto? Moo… ya te dije que no puedo entenderte… Lo que quieres es comida ,¿verdad?

 

Perfecto, por fin ya le hablaba con normalidad pero no comprendía que lo que deseaba era disculparse. Ahora creerá que lo quiere solo por la comida, lo cual no está tan lejos de la realidad pero Atsushi tenía mucho más que ofrecerle que atún de la mejor calidad o leche fresca libre deslactosada... y de eso recién se estaba dando cuenta.

 

Haría lo que fuese necesario para que entendiera como se sentía.

 

En la mañana decidió retomar su costumbre de ir a despertarlo, aunque esta vez solo era para eso y no para exigirle comida o algo por el estilo como antes. Se acurrucó a su lado y prefirió darle cariñosas lamidas en el rostro, no hay mejor prueba de que le agradas a un gato que cuando éste te lame. Poco a poco su humano se iba despertando logrando así que el felino se emocionara.

 

— Buenos días Akachin… Es muy temprano para que pidas tu comida, ¿no crees? ¿Eh? ¿Por qué mi cara está tan mojada? —dijo con extrañeza tocándose la mejilla, al instante cayó en cuenta que no era sudor sino la baba del felino— ¡Akachin, eso fue muy asqueroso!

 

No de nuevo. Primer intento, fallido.

 

Para la tarde tenía otro plan. Murasakibara acababa de llegar de la escuela, su primer día después de su suspensión por lo que regresaba exhausto pues Himuro no lo había soltado hasta ponerse al día en las clases y tareas. Desde ese día decidió dejar de llamarlo Murochin y ahora sería “Mamachin”.

 

— Mamachin fue muy pesado hoy… quitarme los dulces por cada respuesta mala, eso no hace. Mo~ Estoy de regreso Akachin.

 

«Te estuve esperando, Atsushi, y bienvenido de nuevo —lo recibió apegándose a su pierna y rozándose en ella, una agradable bienvenida para el gigante— Te tengo un regalo».

 

El ruido que hacía el cascabel de su cuello hacía ver divertido el emocionado andar del felino. Lo siguió con la mirada, parecía que quisiese ser seguido por él así que lo hizo. Vaya sorpresa se llevó al ver un pájaro amarillo sin vida en la boca de su gato, éste iba muy campante hacia sus piernas a dejarle el presente en sus pies.

 

— Ah... ¡Akachin, no me digas que esa ave es el de la vecina!

 

«Ella no se dará cuenta, aún le queda el perico celeste. Mira, te lo estoy entregando entero como muestra de mis más sincera disculp...».

 

— ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡Nadie se puede enterar de esto por nada del mundo o si no el casero me matará…!

 

De nuevo Seijūrō se le quedaba viendo extrañado como su humano no dejaba de dar vueltas alrededor de toda la casa así de preocupado. Si esa era su manera de aceptar sus disculpas, la verdad era muy extraña.

 

— ¡Moo~ Akachin! Está muy mal lo que hiciste.

 

Como gran final terminó siendo sermoneado, otra vez.

 

Segundo intento, fallido.

 

Llegó la noche, esta vez no iba a fallar, si lo hacía dejaría de llamarse Seijūrō, aunque él era el único quien respetaba su verdadero nombre en esa casa. La tercera era la vencida y como los sutiles intentos anteriores no dieron resultado, esta vez iría por algo más rudo y directo. Aprovechó que su dueño andaba distraído viendo la tv para saltar hacia su brazo y morderla “moderadamente”. Las quejas no se hicieron esperar, el contrario empezó a mover de un lado a otro el brazo en un fallido intento de poder liberarse del minino. Arriba, abajo, izquierda, derecha, en diagonal, el horizontal, y hasta los fuertes movimientos circulares, nada servía, el animal se aferraba muy fuerte haciendo uso de sus colmillos y cuatro patas con garras.

 

—¡YA ES SUFICIENTE, AKACHIN! Estás siendo muy molesto desde la mañana… Mejor me voy a dormir y tú te quedarás aquí en la sala como castigo, ¿entendiste?

 

De nuevo lo único que logró fue fastidiarle el día. Nada de lo que hacía le agradaba, en realidad, el pelimorado no comprendía para nada sus buenas intenciones. Se quedó en medio de la sala escuchando la puerta de su habitación cerrarse de un portón. El día ya había terminado para él.   

 
Notas finales:

 

Este capítulo fue dedicado a todas las personas que tienen al menos un gato en sus casas o quienes al menos les da comida y cariño a mininos callejeros~ <3

Sé que algunos se habrán sentido identificados con Mura por las muestras de afecto de Akashi con él.  (• ε •)

Agradezco mucho que se hayan tomado el tiempo de leer todo hasta aquí, por lo que se ganaron muchas galletas y gatitos!! Okno. Pero igual los quiero~

Será hasta la próxima semana. Bye bye~ (=^ • w• ^=)~


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