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Creepy Rain | Hunhan por LYhobbit

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Notas del fanfic:

Primer fic HunHan!!, gracias por entrar y leer!! ♥

Primer Oneshot de la saga RAIN; HunHan (porque habrán otros oneshot)

Creepy Rain (Parte 1/3 de la saga)

Sweet Rain (Parte 2/3 de la saga; pre-cuela de Creepy Rain)

Sad Rain (Parte 3/3 de la saga; última parte y secuela de Creepy Rain)

 

¡Advertencia! El contenido de esta historia no es apto para menores de 18 años, no me hago responsable de lo que puedan encontrar-a lo mejor un poco TT-TT-. Si eres menor de edad, te aconsejo que te alejes, pero todos tienen la libertad de elegir leer o no.

 ¡¡¡Gracias por leer!!!!!

Notas del capitulo:

Título: Creepy Rain

Pairing: (1) SeHun x LuHan / (2) Xiumin x LuHan

Género: Angst/ Horror/ Romance

Advertencias: Incesto/ Parafilias/ Shota/ Etc…

Extención: One-Shot/ Divido en dos partes.

Rated: +18 años

N/A: Leí información de un tema muy, muy “raro”, por lo que las ideas de hacer una historia acerca de este tema  no me abandonaban… Así que…

¡¡¡Gracias por entrar y leer, los espero en las notas finales!!! n_n

Creepy Rain [I/II]

Caminan en el sendero de un dorado escarlata admirando los últimos días lluviosos de verano; en el balcón, ambos esperan la llegada de un tardío otoño con hojas aterrizando hacia el suelo.

—¿Puedes ver el ocaso al final de la montaña?

X

Sonidos amenos se cuelan ante los infantiles oídos de un infante. Una caja musical suena, líneas blancas y negras giran de manera desigual, tienen al pequeño paralizado. Él sonríe, y justo cuando la dulce melodía culmina, una inclemente lluvia inicia. LuHan alza la mirada para pedirle a su hermano que la haga sonar una vez más, y cuando lo hace, encuentra la sonrisa que lo ha encantado, fascinado, extasiado.

—¿Sehunnie, puedes hacerla tocar otra vez?

El mayor que apenas ha comenzado su adultez, le confirma positivamente. Gira la llave y da cuerda; la melodía comienza. Pasan los minutos, el reloj de arena sobre la mesa no se detiene, y no lo hará. SeHun siente nervios porque su hermanito no deja de mirarlo, se siente extraño, demasiado.

—¿Cuántos años cumpliste LuHan? —inicia un simulado diálogo para que el infante deje de mirarlo.

—Cinco años.

—Cierto —clama con algo que no es parecido a la paz, pese a ser el mayor de entre los dos.

El pequeño le sonríe tiernamente para intentar apagar el desasosiego que su mayor carga, pero a SeHun eso no le ayuda de mucho, pues los nervios suben de tono cada vez más.

—¿Sehunnie cuántos tiene? —pregunta volviendo a mirar las líneas de mosaicos que siguen girando contrariadas, continuando con la apacible música.

—Diecisiete, soy muy grande para ti.

—¿Qué es ser grande?

El mayor no quiere explicar, sabe que será una pérdida de tiempo; pero aun así actúa como si le importara, acomoda su barbilla sobre la palma de su mano y le mira con determinación.

—Eres grande cuando tienes la misma estatura que yo, cuando vas a la universidad, y probablemente cuando tengas a alguien con quién pasar el resto de tu vida.

Muecas de alegría con lúcida felicidad encarnan sobre los delgados labios del pequeño, quien no duda en soltar un pequeño, y a la vez, un trascendental secreto.

—Entonces ya soy grande —una pequeña pausa aparece por un pequeño lapso, y prosigue—, porque yo quiero estar siempre con SeHun-hyung.

La poca cordura que escaseaba en aquella atmósfera se suelta como una cascada de cargada luminiscencia. Es en la oscuridad, con la lluvia golpeando cristales de protección, entre la sonata de una cajita musical, cuando SeHun mete su lengua en toda la infantil boca, queriendo llegar a la utopía de sus sueños prohibidos.

¿Cómo pasó? No lo sabe, nadie lo sabe.

Cada vez que el tiempo caminaba, la distancia se volvía contingente y pesada. Cada vez que LuHan se acercaba a SeHun, éste se alejaba. “Es por tu bien”, le dijo.

Y sin darse cuenta, desde ese momento, todo comenzó.

Estar juntos con distancia, es un buen plan.

X

LuHan siente la necesidad de estar junto a SeHun, pero SeHun desea permanecer lejos. Hoy no habrá diferencia alguna; cree. Pero nadie sabe respetar, y a la vez, todos saben infringir, evadiendo con astucia toda regla y poder conocer el más placentero pecado.

Una puerta se abre, y un niño de mejillas rosadas sorprende al festejado con su llegada.

—¡Baozi, qué bueno que viniste!

—No faltaría al cumpleaños de mi mejor amigo.

Felicidad que llena dos cuerpos con un suave abrazo. Las muecas alegres de LuHan no se desvanecen, y muy por el contrario, llenan el hogar de más que solo felicidad.

—Todavía me falta para cumplir doce años, es horrible ser menor que tú —se queja el invitado mientras revisa cada uno de los cuadernos de su amigo. Abre sus ojos con un tipo de sorpresa que se encierra en lo hórrido de cada trazo intentando entrar a la razón de cada línea. Delimita con atención cada uno de los dibujos.

—¡¿Qué haces?! ¡No los veas!

Un inesperado arrebato con furia se desata en la azul habitación, es tan tosco y brutal, que el eco del grito retumba una y otra vez dentro de las cuatro paredes.

—Lo-lo siento… ¿Tú los dibujaste?

LuHan se aferra a su cuaderno como si un secreto fuera a revelar.

—¿Quién era esa persona? —le cuestionan sin dejar de observar cada uno de sus sutiles movimientos.

Minutos colmados de impaciencia ante la sonata del silencio, no se escucha algún sonido que incite a una amena conversación, solo suspiros, y parpados que inconscientemente, ocultan asustadas miradas.

—Es mi hermano.

—¿SeHun?

—Sí. Hace siete años sufrió una horrible tragedia. Mamá dice que fue un completo milagro que sobreviviera—suspira rememorando cada suceso—. Fue como si volviera de la muerte, y ahora está obsesionado con eso, por eso mamá y papá lo cuidan mucho, es el hijo favorito a pesar de que yo sea el menor —exhorta con envidia—. Por eso yo…

—¿Quieres morir apuñalado por tu hermano?

—¡Claro que no! Sólo… quiero estar con él —confiesa obstruyendo todo rastro de tristeza que opaca su poca alegría.

—La habitación de SeHun está junto a la tuya, ¿cierto?

—No temas, él no me hará nada—. Toma la mano de MinSeok y le obliga a ponerse de pie—, vamos, creo que no está.

El sonido de la puerta mientras es abierta, pareciera lamentar la verdad que se guarda allí dentro. Espejos adornados con calaveras, esqueletos con ganas de bailar, fotos de personas que un día vivieron. Todo encaja bien entre diminutas bombillas rojas, todo encaja perfectamente bien en el trágico pasado de su hermano.

Observan, y después esculcan por todo rincón del sombrío lugar, hasta los rincones más difíciles de encontrar.

—Me da miedo, mejor vámonos—revela su amigo, con algunos temblores que lo han empezado a acompañar, tal vez desde mucho antes.

—Espera… Déjame ver este retrato, es un dibujo de alguien que se parece a… .

Escalofríos. Miedo. Inseguridad. Controlan la mente del imprudente niño al ver un rostro con realces de putrefacción y gusanos adornando cada uno de los órganos que permiten dejar entrar y salir lo que la mente desee. Colores vivos, colores de vida son algo que no están sobre aquella piel, negro, morado y amarillo son los que realzan la pintura, la pintura de la muerte. 

Una sonrisa macabra atraviesa el alma de los dos infantes, ellos la sienten aun sin verlo, simple intuición de sobrevivencia. LuHan deposita con nervios el cuadro, y cuando da la vuelta, se encuentra con una conocida mueca, su hermano mayor, aquel chico raro, que en un tiempo atrás, era todo lo opuesto.

—Creí que no estabas—musita el festejado, pero no recibe respuesta alguna. Es como si aquel individuo fuera el vivo retrato del silencio y lo apagado.

MinSeok cierra los ojos cuando LuHan le toma la mano y salen del tétrico cuarto, y aquel individuo de sombrío aspecto, se queda parado, como si le hubiesen lanzado un hechizo para congelarlo.

Pueden los segundos caminar en dirección al olvido, pero las remembranzas son insistentes, tanto que el futuro puede agonizar.

¡Tontos miedos!

Pero… ¿Quién no tiene miedo?

X

El festejo culmina entre positivas felicitaciones, ruidosos aplausos y un extraño deseo. El deseo de estar para siempre junto a la persona que ama.Dicen que los deseos en cada aniversario de vida no deben ser expuestos, Pero SeHun sabe lo que su hermano deseó, y él, como hermano mayor, debe cumplir.

Es cuando la lluvia golpea mullidas capas inmaculadas de sensaciones y deseos para ocultar sentimientos que se alternan entre el delirio y la razón. Y él está extasiado de una cruda y quizá, falsa felicidad. Sugerentes gritos salen de una oscura habitación, los muebles rechinan en cada salvaje movimiento sobre el piso, y la madera de la cama cruje sin pensar en poder detenerse. El reloj camina en dirección al mañana y la noche estrellada da un paso hacia el sendero de su descanso. Pero aunque el tiempo se mueva, parece que todo es demasiado lento, tan lento como la humanidad pensando en sus miles de descubrimientos.

¿Te gusta?

La pregunta es demasiado tonta y cae en la fosa de lo estúpido, pues lo obvio es más que innegable.

M-más.

Y esa petición llena de lágrimas continúa hacia la salvaje dirección a lo prohibido del edén. Toques que encarnan los labios se instalan en la blanca y suave piel de quién está debajo rogando por más.

¿Cuánto es más?

Esa pregunta es demasiado difícil y brota con demasiada naturalidad sin detenerse a pensar en que le está dando más de lo que piensa, y menos de lo que le quiere mentir, porque son los frenéticos movimientos los que proporcionan la clara respuesta.

No sé…

Y aunque quiera, no se puede detener…

Porque no lo desea ni lo piensa.

El clímax ha llegado en torrentes de floridos espasmos de placer, y ambas siluetas se retuercen de satisfacción invadiendo cada milímetro de la suave seda que los cubre del frío que la lluvia ha dejado.

Hermano… Me gustas.

Pero él… No sabe qué contestar, y entonces el corazón de LuHan se fragmenta en sentimientos vanos de poder ser correspondido. Y es entre la sublime brisa nocturna que por primera vez es abandonado y rechazado. Su cuerpo sólo se queda envuelto en los blancos lienzos con olor a nada más que sexo que lo mantienen caliente y no dejan que se enfríe, mientras observa como él se aleja sin darle importancia a la lluvia que sus ojos han desatado.

X

— ¡¿Crees qué es normal hablar de eso?!

Pero LuHan no se espanta, y cubre sus oídos con la palma de sus manos.

—No exageres Baozi…, yo sé que él me quiere, pero le cuesta admitirlo, para nadie es fácil aceptar sus sentimientos, y lamentablemente Sehunnie es así—muerde el emparedado de mermelada que él,  sin ayuda de un mayor, se preparó—, eso es bastante normal.

—Claro que es normal no querer admitir lo que sientes hacia la persona que amas, pero él es tu hermano y tú eres sólo un niño —grita entre susurros su pequeño amigo sin dejar de morder su manzana.

—¡Ya no soy un niño! Ayer me dio mi regalo, me hizo un adulto.

MinSeok lo observa pasmado y aunque le cuesta digerir lo que ha escuchado, casi al instante regresa a la realidad con los movimientos de manos que LuHan le da.

—¿De qué hablas? ¿Te hizo algo?

—¡Ya soy un adulto!

—¡Pero acabas de cumplir doce años, eres todavía un niño!

—Olvídalo, no se puede hablar contigo—se levanta y limpia con sus manos los restos de hierba que se han quedado pegados a su pantalón—. Voy por una barra de chocolate… ¿Quieres uno?

Silencio absoluto absorbe los siguientes segundos, después de eso, la música de las campanas indica que su descanso ya ha terminado, y MinSeok le ignora regresando a su salón, LuHan roda los ojos con enfado, y en lugar de retornar a cumplir sus deberes como estudiante de secundaria, prefiere adquirir sus adictivas golosinas.

Con delicadeza, el pequeño “adulto” quita la envoltura de su chocolate, y entre cada mordida que le da al afrodisiaco dulce, viaja al lluvioso ayer donde se sintió amado y lleno, abandonando el vacío. Recuerda las dulces mordidas ahora instaladas es su níveo cuerpo, las que lo hicieron gritar de formas raras, pero también placenteras; recuerda también el sabor de SeHun cuando aquel órgano masculino le dio un líquido parecido al jarabe que toma cuando un resfriado visita el interior de sus entrañas, y justo cuando a sus memorias aparece la escena en la que SeHun lo inyectó entre sus glúteos.

Y eso retoca sus mejillas de un rosáceo color.

Él recuerda eso y más; pero menos también.

—No es raro, es normal que nos gustemos…—refunfuña y celebra que sus deseos se hayan hecho realidad, hasta que sus ojos encuentran la figura que él más ama, o al menos eso es lo que cree.

Corre acercándose a las rejas que lo separan de ir con SeHun y acorrucarse entre los fuertes brazos que durante la lluvia lo salvaron de un fuerte resfriado y lo mantuvieron en la temperatura de aquella calurosa estación.  Se asoma con viril entusiasmo. 

—¡SeH…! —Las palabras se cortan cuando siente que una daga se ha clavado a su corazón. La luz que hace poco brilló, ha comenzado a nublar sus ojos en lágrimas, y ahora todo es borroso y opaco. Se marcha del lugar enfadado, resignado, traicionado…Y sin darse cuenta, traiciona también a su deseo, al socorrerse entre los cálidos brazos de MinSeok.

X

Durante la comida nadie dice nada, SeHun sin percatarse de las fulminantes miradas de LuHan, se levanta de la mesa agradeciendo los alimentos y enseguida, entra a su habitación. Su hermano menor permanece en su asiento y aunque quisiera gritarle muchas cosas, prefiere mantener sus labios cerrados, porque probablemente éstos dejarán libre su más significativo secreto…

Ama con locura a SeHun, y rogaría por ser de él otra noche más.

Los juegos con frecuencia distraen a las tareas, algunos picores también, y esas son unas razones por las cuales, LuHan rara vez se concentra en sus deberes, y es por eso que un par de golpes resuenan en su cabeza gracias a las manos de su madre.

—¡Cuándo aprenderás a no distraerte! ¡Ya me tienes harta!

—¡Entonces me hubieras abortado! —riñe LuHan sin saber que una bofetada va directo hasta su rostro y le deja una marca roja de dolor, una que lo mata cada vez que él intenta actuar como un mayor; ella ha cambiado tanto desde esa vez. Por eso, aunque su pequeño hijo llore, ella no se toca con fragilidad su corazón, y prefiere seguir gritando como loca despreciándolo y humillándolo con viles comparaciones con el que tiene enmarcado a SeHun, quien está ubicado entre la perfección y la excelencia; LuHan sólo se encuentra entre lo peor, quizá unos metros más abajo, tal vez miles.

Y sólo piensa…Sin uno, el otro no puede sobrevivir o si quiera existir, como las tibias estaciones de primavera y el verano que contrastan con frío del otoño e invierno.

LuHan es cálido… e inocente.

SeHun es frío… y pérfido.

Y ambos se complementan.

Al menos eso sucede en los sueños del menor.

Esfera cromática de frío y calor que contrastan con perfección.

Un poco de sangre baja desde las fosas nasales de LuHan, creando ríos de amargura y de odio, por eso se levanta con brutalidad de su escritorio y se encierra dentro de un aparente cálido cuarto; uno color azul con coloridos pececillos nadando sobre su buró. Lo que más le molesta es esa tonta luz que lo quiere irradiar de una ilusoria comodidad, eso no existe, al menos no tanto como en el pasado.

—¡Sal inmediatamente de tu habitación, o te irá peor! —amenza su madre desde abajo.

Pero hace caso omiso y se oculta debajo de las sábanas blancas. Entre lloriqueos y temblores acaricia las mantas que le vuelven a recordar el día de su cumpleaños; cuando estuvo más cerca de SeHun, la persona que lo tuvo gimiendo, implorando y sudando en dolor transformado en placer. Y entre esos recuerdos se queda dormido hasta que la noche llega y los gritos de su progenitora cesan.

En medio de la brillante oscuridad nocturna, la lluvia custodia nuevos sonidos. LuHan tiene un sueño, uno que no lo hace sentirse mejor porque su cuerpo está vasto de bochornos, y el tinte en su piel es totalmente visible: rojo pasión es el color que lo atormenta. Se mueve de un lado a otro intentando ignorar esos pesados efectos de deseo, pero no puede…  Entonces siente una mano sobre la suya y lo conduce a calmar esos sofocos.

Jadeos viajando en susurros llegan hasta los oídos de su hermano mayor en medio de agua golpeando húmedos cristales.

—¿SeHun?

Shh…Continúa, lo estás haciendo bien.

LuHan, conoce por primera vez la manera de darse placer.

X

Las confusiones y dudas asaltan a LuHan cada mañana, cree que por ser hermano de SeHun debe conocerlo a la perfección y estar siempre con él; no sabe nada. Es como si estuviera viviendo con extraños, corriendo detrás de lo que quiere entender.

—LuHan ¿hiciste la tarea?

El aludido se detiene para enfocar su alma en la aburrida realidad del presente.

—No, y no me importa.

—¿Se puede saber por qué ese humor? —le reprenden con indiferencia.

LuHan se queda pensativo, decirle a su amigo que su hermano ya no lo ha tocado desde la vez que lo ayudó a complacerse, lo ha estado manteniendo al margen de la preocupación. Por eso prefiere mantenerlo oculto, porque ya sabe lo que le dirá “eso es mucho mejor, si ya no te toca es porque ha acudido a ayuda psicológica, tu hermano es un enfermo y tú no te salvas”; así que opta por información irrelevante.

—Mis papás se irán de viaje y nos dejarán solos por un mes, tal vez más.

—¿Y eso es lo que te tiene tan irritado? —le cuestiona con sarcasmo, pues MinSeok sabe muy bien que LuHan preferiría vivir lejos de sus padres.

—Por mí que nunca regresen.

—¿No estarás pensando en seducir a tu hermano? —inquiere MinSeok con cierto orgullo para mantener su curiosidad.

No…— LuHan responde, pero al parecer su gran amigo de siempre le ha dado una gran y fantástica idea.

—Esa respuesta no es convincente… —breve momento en silencio— ¿Esa chica es la novia de tu hermano?

LuHan pega la mirada hacia esa pareja. Los labios que en un pasado no muy lejano lo recorrieron dejando rastros de la enigmática esencia de su hermano, tocan a alguien más. Y LuHan vuelve a caer en el hoyo del sufrimiento y la traición.

—Tal vez porque no soy mujer, quizá si me visto como una no me rechazará— clama tomando la mano de MinSeok para que le regale mucha fuerza en las siguientes semanas en que su compañía será solamente él; el sujeto que ahora empaña con sus manos la cintura de alguien más.

—LuHan, estás loco— suspira MinSeok rindiéndose a pesar de todo los consejos que invita a su ingenuo amigo seguir, porque todo es en vano, no las sigue y nunca lo hará.

—¡Nos vemos en casa! —le grita a su hyung desde el interior de su escuela, pero sabe que SeHun intenta ignorarlo, así que concentra sus pulmones de mucho aire y vuelve a gritar llamando la atención de casi todos los transeúntes que pasan sin intención de escuchar. — ¡Sehunnie!

LuHan espera respuesta, pero sigue siendo ignorado, lo que hace que lágrimas inocentes se concentren como océanos en sus blancas mejillas, le duele ser ignorado por su propio hermano ¿qué es él? ¿SeHun lo ama?

—Ve con tu hermanito, está llorando — pide la chica al joven, y éste negando, acude.

—Solo porque me lo has pedido tú — deposita un beso sobre la frente de la chica.

Es un beso que LuHan ya no ha sentido. Según había leído en una revista de curiosidades, cuando la persona te besa en la frente, significa que te quiere proteger. Entonces duda si tiene quien lo proteja durante los truenos en día y noche o de los golpes que usualmente tocan su cuerpo haciéndolo mojarse en baños de sangre. Y LuHan cree que ahora es una insignificante existencia, porque sin SeHun, es un punto inadvertido entre lo infinito del cosmos.

—¿Qué quieres? —le preguntan sin intención de hacerlo sentir mejor.

El menor escucha la gruesa voz de su sangre, es tan grave y varonil que lo hechiza más de lo que ya no quiere. Y se odia más de lo que ya no puede.

—¿E-es t-tu no-via? —pregunta entre sollozos.

SeHun se carcajea burlándose de la pregunta de su infante hermano.

—No creo que te interese saberlo.

—¡Me interesa! —expresa rápidamente para que sus tontos lloriqueos dejen de avergonzarlo.

—Si te lo digo te va a doler…

Seca sus lágrimas de tristeza y pena; quiere ahogarse entre sus malditas lágrimas, para que su hermano pare ya de burlarse.

—Entonces… ¿Yo qué soy?

Esperanzadoramente el amor de LuHan se intenta columpiar en el corazón de SeHun, pero lamentablemente eso no lo conmueve ni un poco.

—Nada, sólo mi pequeño y dulce hermano.

—Si me vuelvo chica ¿me darías una oportunidad? —LuHan aprieta fuertemente sus puños mirando los cristales que del cielo han comenzado ya a caer. Dentro de sí, implora que su hermano no sea tan duro, deje de ser cruel, sarcástico y un prolífico idiota.

No…

Y las pocas esperanzas de ser amado por SeHun se desvanecen, tal vez él sólo es un simple juguete, parte de la colección de su hermano, donde parece que él es parte de ese doloroso juego.

—Pero Lulu, no te preocupes, porque tú no eres un juguete, tú eres una hermosa persona especial. Por eso no quiero hacerte daño.

—¿De verdad?

Eso último no sonó mal, y casi convence a LuHan, de no ser por las escandalosas carcajadas de su mayor, las cuales se infiltran a sus oídos, resuenan en su mente.

—¿Ves? Eres ingenuamente tierno, por eso eres mi lindo hermano.

MinSeok mira desde atrás y sólo puede sentir lástima por su susceptible amigo. Siente tanta pena que en un impulso de amistad, toma la mano de su aparentemente fuerte compañero de clases. Lo jala de sus manos y lo lleva hacia adentro…

—Es hora de ir a clases.

Reacción que SeHun describe como una tierna acción de… Novios. Siente celos, y no sabe por qué los siente, de hecho debería sentirse feliz de que alguien pueda calmar el llanto de su hermanito. Pero no, no se siente feliz.

—¿Nos vamos? Llegaremos tarde a la cita.

—Vámonos.

X

LuHan llega cansado de la escuela, está fatigado y prefiere ahora tomar un poco de refresco, así que se adentra en su cocina.

—¿Mamá, papá? —pregunta con su vocecita para escuchar las voces de su familia, se asegura que ninguno esté, y cuando entra a la cocina lee un pequeño recado que le confirma que sus padres ya se han ido a sus merecidas vacaciones.

“¡Qué bueno que ya se fueron, no quería hacer la tarea con mi mamá!” piensa.

“Veré televisión, jugaré…comeré todo lo que yo quiera” planea.

“Y también iré a visitar a Baozi sin tener que pedir el permiso de mamá” festeja.

Se esfuerza en agarrar una lata de refresco de manzana, que difícilmente logra con ayuda de la punta de sus pies, celebra con una sonrisa de oreja a oreja saboreando la refrescante bebida.

Penosamente, al entrar a su cuarto, escucha unos gemidos, unos que le asustan de pensar, o peor aún, de saber quién está provocando esos ruidos y esas súplicas. Silenciosamente se acerca hasta la puerta de madera de SeHun. Su corazón se desborona, de hecho, se ha roto tantas veces que ya no sabe cuántas veces más se romperá.

¿Podrá resistir todavía más?

Supone con un…

Tal vez.

—¡Eres un gran idiota! —le grita a la puerta una y más veces sin obtener un poco de éxito, porque ningún erótico sonido se detiene. — ¡Me largo de aquí!

SeHun puede escuchar la puerta de la entrada azotarse, y detiene todo acto para ir tras su pequeño hermano.

—Yuri, vete, debo ir por mi hermano, parece que está muy consentido.

—Está bien—agrega—; debe estar muy enojado. Cuídalo.

Con un intento de beso apasionado, porque SeHun no siente nada, se despiden.

SeHun sale primero, y corre tan rápido como sus piernas se lo permiten, definitivamente no quiere que su dongsaeng llore sobre el hombro de otro y no en los de él. Cuando al fin, dentro de un parque colorido, puede divisar el angelical rostro de su hermano llorando en medio de un mar de rosados pétalos. Caen al son de suaves sonidos que golpean las gotas a las pozas que se han formado. La melancolía que produce es similar a la infancia arrebatada la cual le pesa a su alma, le pesa el haberlo ultrajado, y lo hace sufrir cada vez que esa risueña sonrisa se transforma trágicamente en gestos de tristeza y en un futuro no muy lejano, probablemente en odio.

—LuHan —llama lánguidamente ahora que la lluvia lo comenzado a empapar de agua tan pura y tan suave, tan parecida a su hermanito —, LuHan, perdóname… Pero si te acercas a mí no te aseguro que puedas llegar hasta ser un verdadero adulto.

—SeHun… ¿viniste por mí? —alza la mirada con un sutil matiz de arrepentimiento —. Gracias.

“No sonrías de esa manera, no me tengas compasión” increpa SeHun entre sus pensamientos, pero no lo quiere decir en voz alta, pues hoy lo ha destrozado. Y esa lástima que SeHun sintió se vuelve a una de ira e indiferencia, regañándolo mientras su hermano se cuelga alegremente de sus brazos y brinca entre los charcos salpicando chispas de gozo.

SeHun, te quiero.

¿Por qué? ¿Por qué su mente celebra? ¿Por qué ríe? ¿Por qué?

Porque LuHan no distingue el bien del mal…

Y vive en el oasis de lo desconocido.

X

Una tarde lluviosa de verano MinSeok quiere visitar a su compañero de clases. Hoy faltó a la escuela, y quiere saber el porqué. Acomoda su mochila sobre sus hombros, la puerta estaría abierta eso le dijo su amigo desde el teléfono; pero justo cuando entra a la habitación, se encuentra a una chica. Boca mal pintada con rojo, pues cada trazo sobrepasa las fronteras de los delgados labios, sombras azules sobre los delicados párpados, mejillas ilustremente parecidas a un durazno, zapatillas moradas de alto tacón, y sobre el cuerpo un vestido de flores rosas vuela con el viento.

 — ¿LuHan? ¿Qué haces vestido así? —Sus ruidosas carcajadas han sofocado el tranquilo clima en el que la niña descansaba.

—Juguemos a los esposos.

El tono de esa voz y los delicados rasgos hacen que MinSeok desista sutilmente del pedido. —No…

—Yo seré la mujer y tú el hombre — le vuelve a pedir.

—Es raro, somos niños. Los niños no juegan a eso.

—Por favor…

Yo… está bien.

Risas, carreras y saltos sobre la cama desarmonizan el lugar. Cada vez que MinSeok intenta atraparlo, LuHan salta hacia otro lado. Pronto, jadeos y suspiros se albergan dentro de la habitación. Están cansados por no descansar. El niño disfrazado se tira a la cama mientras comienza a deshacerse de la ropa. Cuando su torso está desnudo, deja al descubierto severas huellas de un extraño proceder.

—¿Qué tienes allí? —Señala con sus dedos lo rosados botones —¿Quién te lastimó?

LuHan se da cuenta de unas estelas con forma de mordida, y se asombra cuando los dedos de MinSeok los acarician, según sus ideas; porque en realidad, lo que su compañero hace, es intentar curarlo.

Ah…

— ¿Te duele?

Le preguntan con preocupación; LuHan cubre sus mejillas avergonzándose del extraño sonido que emitió sin querer, parecidos a los que emitió cuando estuvo con su hermano mayor bajo las sábanas blancas.

—No-no—niega de inmediato, ocultando eróticos susurros.

MinSeok sigue preocupado sin dejar de sobar, con las yemas de sus dedos, las marcas púrpuras que siguen sin desaparecer de las suaves fresas.

—¿Te digo algo?

Las muñecas de MinSeok son frenadas, él alza la vista encontrándose con una de las más claras evidencias de miedo.

—¿Qué?

—No quiero tener miedo —LuHan acomoda su cabeza sobre los blandos muslos de MinSeok, y éste le acaricia los hilos que cuelgan de su cabeza.

—Es normal tenerlo— responde.

—¿Es normal tenerle miedo a tu propia familia? —cuestiona LuHan sin dejar de mirar la puerta cerrándose.

—Sí, a veces yo también le tengo miedo a mi mamá cuando me grita, o cuando mi papá me pega— revela sin dejar de mimarlo.

—Pero no quiero tener miedo.

Un ruido de la puerta que fue cerrada indica que la conversación debe concluir. MinSeok debería regresar a su casa, pero decide que no, y pide permiso con sus padres, permiso que le es concedido.

Solo por esa lluviosa noche, LuHan duerme tranquilamente gracias a los brazos de su fiel amigo. Solo por esa noche, LuHan no quiere ser de SeHun.

Solo por esa noche, se atrevió a dormir en los brazos de otro.

Nada impuro, más bien es lo tenue de una pura inocencia.

Pero alguien no lo piensa así. Y ahora sabe qué se siente ser traicionado.

Los miedos se exponen en una cuerda de bajos pensamientos.

Notas finales:

¡Shota, shota everywhere ♥!! Espero que les haya gustado >.<, ya saben que pueden comentar, pueden decirme todo lo que piensen y opinen, todo es muy valioso para mí (hasta los tomatazos xD y dulces overchanclazos!).


¡Nos vemos en el siguiente y última parte!


Extra: en unos días actualizaré mis demás fic´s; claro, para quienes los estén leyendo y para los que no, los invito a pasar a mi cuenta y allí encontrarán unos escritos xD.


¡Annyo!!


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